
12 minute read
por Luis Rodeiro / Página
Aportes para el debate La coyuntura y el qué hacer
Escribo este texto a quince días del cacerolazo opositor, a pocos días del paso histórico de la compañera Cristina por Naciones Unidas, de la confusa protesta de las fuerzas de seguridad y a horas del resultado electoral venezolano. Hay en el país, un clima enrarecido. Desentrañar la coyuntura precisa que vivimos es fundamental para dar sentido a nuestra acción. Vayamos por parte.
Advertisement
por Luis Rodeiro
La crisis internacional
Cuando vemos lo que sucede en España, en Grecia, en Portugal, en Francia, etcétera, es como si viéramos una misma película, con la diferencia de que en la versión original éramos protagonistas directos, aunque nuestra responsabilidad era de “extras”. La crisis del modelo neoliberal hace agua ahora en el mundo desarrollado.
La memoria suele ser frágil, pero no creo que ningún argentino haya olvidado las consecuencias de las políticas económicas centradas en la supremacía del Mercado y en la defensa de los intereses de las grandes corporaciones financieras.
Aquellos furores privatistas dejaron a millones de argentinos desocupados; a jóvenes sin esperanzas, cuya única salida era Ezeiza. Aquel Estado peronista, que nos aseguró largos años de mayor equidad e inclusión, fue vaciado. Se produjo el más severo proceso de desindustrialización. Aprendimos que la palabra ajuste, en el diccionario neoliberal, lejos de significar un ligero ejercicio de corrección como cuando estamos ante una imagen poco feliz de nuestro televisor, significaba salarios congelados, eliminación de paritarias, despidos masivos, aumentos en las edades jubilatorias y rebajas en sus retribuciones, venta indiscriminada de las joyas de la abuela que significó quedar sin ferrocarriles, sin aerolínea de bandera, sin empresas estatales de hidrocarburos. Debilitamiento de las organizaciones populares, represión de las protestas sociales. Esa película en la que éramos protagonistas, en calidad de víctimas, la vemos ahora en los países centrales.
Las fórmulas mágicas, como las aplicadas en nuestra propia película, sólo tratan de salvar a los grandes intereses financieros, trasladando el pago de la crisis a los sectores populares. En nuestro caso, los planes tenían nombres exóticos: Austral, derrame, megacanje, blindaje, dolarización, corralito, corralón. El camino al infierno. Los mismos planes, con otros nombres, se imponen ahora en Europa. Los mismos
pensar un pais con justicia social

magos –que respondían a fundaciones y centros de investigación- con nombres como Fundación Mediterránea, CEMA, Fiel, eran los servidores de los grandes grupos económicos. Eran los artistas principales, los que tenían los roles protagónicos, como ahora en Europa y Estados Unidos.
No se trata solamente de la tesis de que la aplicación de teorías económicas incorrectas conduce a políticas incorrectas, sino viceversa, como se demostró con el neoliberalismo, en la década del noventa, en Latinoamérica y ahora en Estados Unidos y Europa. Más aún, esas políticas han fomentado las crisis y exacerbaron su profundidad y duración, señala Zaiat.. Ese resultado no es un “accidente”, como sostiene el mundo de las finanzas y sus propagandistas, sino que se explica en que los protagonistas principales de la actual fase del capitalismo dominado por las finanzas globales tratan de preservar y ampliar su poder sin importar los costos que ello implica.
El modelo neoliberal está en crisis en los países desarrollados. Con la particularidad de que nuestros países latinoamericanos, en general, no sin esfuerzos, orgullosamente, estamos protagonizando otra película, en la que nuestros papeles no se reducen a la categoría de extras. Ha sido nuestra América del Sur, la que logró comenzar un proceso distinto, con diversas intensidades, para comenzar a construir un nuevo paradigma que pasa por el rescate del papel del Estado, por la supremacía de la política sobre la economía, por esquemas de inclusión, aun cuando subsistan bolsones todavía signados por la lógica neoliberal. En Chile, por ejemplo, revienta un sistema educativo, en la que la educación es un bien de consumo, que se negocia en el mercado, fiel al catecismo neoliberal.
Pero nuestra América del Sur vive ahora un momento especial, de la que Argentina no es una excepción. Mientras estamos inventando, ensayando, defendiendo, entre todos –con diferencias y particularidades- ese nuevo paradigma post neoliberal, la crisis con escenario en los países desarrollados afecta nuestro crecimiento, limita sus posibilidades, exige medidas económicas “duras” en muchos casos, como lo ha reconocido el compañero Alex Kicillof, para defender lo logrado y poder seguir avanzando en nuestro proyecto nacional, popular y democrático.
Sólo los necios pueden imaginar que el Sur está completamente inmune a las desventuras económicas del Norte, ha dicho repetidamente nuestra compañera presidenta y ha actuado en consecuencia. He aquí unos de los escenarios que es preciso entender y luego explicitar como tarea militante.
No es un pensamiento nuevo frente a la crisis. El gobierno popular lo viene planteando desde hace tiempo. Todavía resuenan las palabras de Cristina en Naciones Unidas, recordando que desde 2008 –cuando el derrumbe de la Lehman Brother- señaló la naturaleza de la crisis, que hoy queda al desnudo mostrando “la responsabilidad de la administración financiera de capitales sin ningún tipo de regulación no ya en beneficio de los sectores más empobrecidos sino de los sectores más ricos de la sociedad, como la causante de esto que ya es una crisis global”.
Y las recetas que nos llevaron al infierno –como decía Néstor- son las mismas que vienen aplicándose desde hace décadas infructuosamente. Lo grave, afirmó Cristina, es que estas políticas de ajuste “están poniendo en peligro la Eurozona” y poner en peligro esta zona “es algo más que poner en peligro una región económica, es poner en peligro también la estabilidad misma del sistema financiero internacional.
Estamos viviendo una suerte de guerra comercial, “que se ha desatado en los distintos países a partir de políticas – señaló Cristina -que unos denuncian como proteccionistas y que sólo constituyen políticas de defensa de nuestras sociedades, de nuestros trabajadores y de nuestros empresarios frente a las economías de los países desarrollados, que han sido en definitiva las causantes de la crisis que hoy estamos viviendo y que se intenta transferir”.
El triunfo de Chávez en Venezuela, en este marco, tiene una importancia vital para nuestro presente y nuestro futuro latinoamericano. Nos hace más fuertes, para resistir la presión externa y la presión interna, reaviva la unidad latinoamericana.
Los efectos de la crisis
La presión es inmensa. La compañera presidenta lo ha dicho, en el máximo foro mundial. De manera categórica: “El déficit en cuenta corriente que es trasladado de los Estados Unidos a los países emergentes, donde se revalorizan por allí nuestras
monedas y tenemos que hacer ingentes esfuerzos a través de acumulación de reservas y de medidas para que no nos transfieran desde los países centrales stocks de manufacturas a muy bajo precio que atentan contra nuestras economías, que por otra parte, bueno es decirlo, los últimos 10 años el crecimiento económico global fue sostenido precisamente por los países emergentes y hoy somos los países emergentes los que tenemos que estar soportando que nos denuncien como proteccionistas por parte de aquellas economías que han vivido protegiendo, a través de subsidios agrícolas y promociones de toda índole, en detrimento de nuestras economías y fundamentalmente en detrimento de la inclusión de millones de ciudadanos que ahora han podido ser incluidos al aparato productivo”.
La política económica de los gobiernos kirchneristas han permitido mantenernos de pié frente a los embates y nadar con éxito contra la corriente. Con una política propia y autónoma de las recetas de la ortodoxia neoliberal, fortaleciendo el Estado, planteando una propuesta de desarrollo industrial, incorporando importantes sectores a la actividad económica, recuperando recursos estratégicos, defendiendo el trabajo, protegiendo socialmente a los más postergados. No hemos llegado al cielo, pero estamos seguros de haber dejado el infierno.
Esa política, ante el vendaval de la crisis, ha exigido lo que la presidenta definió como sintonía fina, en la misma línea de lo hecho, en algunos casos hasta redoblando las apuestas. Pero, ciertamente, las metas de crecimiento, son ciertamente menores; la necesidad de reservar los dólares para la producción, el requerimiento de sustituir importaciones limitando las importaciones, que sin duda no afectan el rumbo, han sido –manipulación abierta e intensa del partido mediático- el caldo de cultivo para influir en sectores sociales puntuales convirtiendo las luchas sociales del 2001, planteadas desde el hambre y la exclusión, en las movilizaciones “caceroleras” de hoy, por las limitaciones al acceso al dólar o a las vacaciones en Punta del Este.
No cabe duda que la protesta fue magnificada por los medios. Sin embargo, habría que tenerla en cuenta. En su medida exacta. La proyección mediática ha despertado desmedidos entusiasmos. Ni ha sonado el despertador de la historia, ni se ha producido un antes y un después. Como bien dice Wainfeld, “nada definitivo ocurrió ahora, el Gobierno conserva la legitimidad que le confirió el pueblo y las bancas legislativas que le permiten concretarla. Su contrato electoral está intacto”. O como expresa Blaustein, “no marca ni una crisis de gobierno ni algún tipo de bisagra. La movilización tampoco implica que el Gobierno deba revisar la dirección esencial de sus mejores políticas de inclusión, generación de empleo, o expansión de derechos. Es más, nunca como ahora es necesario profundizarlas. Pero, aun así, el cacerolazo fue un llamado de atención”.
En necesario posar los ojos no en los energúmenos gorilas que desean la muerte de Cristina o levantan banderas nazis, sino en los ámbitos de su influencia más general, que se hacen eco todavía de la campaña desestabilizadora. Hay reales deficiencias instrumentales de medidas gubernamentales que hacen clamar a un hombre como Treber, ¡por favor funcio-

pensar un pais con justicia social
narios: sean más hábiles para tomar las medidas que está bien!
El contexto político
El que los “cacelorelos” sean un conglomerado amorfo, que como dije no obstante hay que prestarle su debida atención, favorece la prédica antipolítica del partido mediático que manipula, miente, empujando hacia una excitación creciente de violencia verbal, que puede ser la antesala de los “días sombríos” que teme Giardinelli. Hay que hilar fino para analizar la protesta de los gendarmes y los navales de prefectura.
Sin referentes políticos capaces de convertir la protesta en una alternativa política, asumen ese papel vacante los ideólogos del partido mediático cuyo compromiso es sólo el caos. Esa situación de “amorfosidad”, si se me permite el término, es lo preocupante y lo que exige revisar las formas en que informamos las acciones de gobierno, encaramos el debate, respondemos los agravios.
Como bien dice Horacio González, esa protesta “anuncia un tipo de disconformidad de carácter difuso, una banda sonora que anuncia: estamos al margen del Estado y de la política’”. Y eso es lo preocupante.
Pero más allá de estas protestas ciertamente sobredimensionadas por la prensa dominante, hay otras zonas grises para el desarrollo de la alternativa nacional, popular y democrática. Un sindicalismo fragmentado entre un ambicioso Moyano, que pegó la gran voltereta; un Caló que no entusiasma y que carga el pesado peso de los “gordos”; y una CTA, la de Yaski con definiciones claras de participación en el movimiento nacional y popular, pero sin fuerza sindical significativa. Un Partido Justicialista sin vida, quizá afortunadamente, pero que suele reaparecer de tanto en tanto como el refugio de los mediocres y de los ambiguos, que aspiran desde la sordidez, desde el silencio oportunista o desde de apoyo dudoso, convertirse en herederos bendecidos por los centros de poder, representando de ese peronismo burocrático y negociador, que nunca podrá ser el hecho maldito del país burgués.
Dentro de este cuadro, afortunadamente también, hay quienes abandonaron la zona de la ambigüedad, para abrazarse con los restos del peronismo prostibulario y planificar alianzas con el pro neoliberalismo. Es el caso del José Manuel De La Sota, entre otros. Y digo afortunadamente, porque ya no hay excusas en la dirigencia kirchnerista local para seguir jugando el juego de la dos puntas.
Estos son los datos de la coyuntura. Crisis Internacional que nos limita, clima enrarecido, ofensiva descomunal de los medios, protestas que suben de todo, errores en la ejecución de necesarias acciones de gobierno, confusión en sectores no despreciables de la sociedad. Nos exige redoblar los esfuerzos de organización, agudizar los análisis, ganar y ocupar espacios.
Tenemos que repensar el papel del periodismo nacional, popular y democrático, porque hemos quedado atados en la telaraña de mentiras y ofensas del partido mediático. Tenemos que entender, además, que la necesidad de informar, de comunicar, no es sólo una actividad de periodistas.
Tienen las organizaciones del movimiento nacional, popular y democrático dejar de mirarse el ombligo y trabajar no sólo para la militancia.
En Córdoba, indudablemente, no ha sido ni será fácil. Hemos perdido varias batallas. Es un hecho, que De la Sota nos aventaja. Con todo el aparato mediático dominante ha instalado, por ejemplo, la gran mentira que la situación de la Caja de Jubilaciones es consecuencia de la maldad kirchnerista. Con apoyo de los dirigentes sindicales.
El camino, creo humildemente, de todas las organizaciones es hacer del Partido de la Victoria una realidad activa, un instrumento de unidad, no un sello que aparece en las efemérides, ni reducido a un declaracionismo difuso. Tiene que estar presente en todas las instancias, en todos los debates, en todas las iniciativas, con perfil propio. Es necesario abrirlo, organizarlo democráticamente, respetando el perfil de cada organización. Hay que impulsar el reconocimiento amplio de antiguos y fundamentalmente de nuevos referentes, sin medias tintas y sin cálculos. Es necesario aportar, desde la militancia y desde las bases, a torcer la tendencia del kirchnerismo –que bien señala José Natanson- a la concentración de las decisiones en la cúspide y el hermetismo consecuente.
La salida no son los atajos, ni las fantasías, ni los ensayos de laboratorio, que se tejen en los despachos de los funcionarios que están a 700 kilómetros de Córdoba, como el dato (ojalá sea tan sólo un rumor) que me llega mientras escribo que hay quienes están empeñados en tentar a Schiaretti, para quebrar –dicen- la hegemonía delasotista. Alucinantes alquimias de probetas. Rodeemos, en cambio, a Carolina Scotto, que puede ser un factor de unidad; a Francioni, a Fresneda, a los intendentes K, etc.. Demos voz y participación a las organizaciones definidas. Exijamos que nuestros dirigentes jueguen en equipo, que establezcan relaciones con los referentes progresistas de Córdoba, que construyamos una alternativa con peso propio.
