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por Horacio Lonatti / Página

un fantasma en la casa rosada

por Horacio Lonatti

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El 12 de febrero de 2016, el diario Clarín anunció la aparición de un fantasma en la Casa Rosada. Se muestra al atardecer, cuando disminuye el ajetreo administrativo; recorre las galerías del primer piso, se asoma a los balcones e inclina su sombra sobre la balaustrada. La crónica lo describe de cuerpo robusto y pelo desordenado, parecido a un militar por la marcha rítmica de sus piernas, disimulando su apariencia con ropas civiles coloridas y desgastadas.

El periodista, informado por un tercero, supo que quienes cierran las ventanas al anochecer, lo ven oculto tras las columnas, y creen que es un espía de la Side, puesto por la Presidenta para intimidar y hacer obedientes a los empleados. El 1º de marzo, reconoció que el fantasma continuó sus misteriosas exhibiciones y, pese al ocultamiento, no pudo disimular su presencia debido al olor nauseabundo de su cuerpo, propio del lugar diabólico de donde proviene, invadiendo salón por salón del edificio. Al día siguiente, informó que la mayordomía dispuso la desinfección de la Casa, para aventar la pestilencia que había llegado al propio despacho presidencial. No obstante, el fantasma siguió habitando el inmueble, aumentando a cada momento su curiosidad por las oficinas más íntimas del gobierno.

Una semana después, denunció con grandes titulares que el fantasma había desaparecido del lugar y ahora se exhibía en el gran salón de la residencia de Olivos, paseándose entre el personal administrativo, quienes habrían sido instruídos por el Ministro del Interior a ignorarlo. La exclusividad de Clarín, desveló a otros directivos de importantes diarios nacionales, quienes reprendieron a sus reporteros por no descubrir rastros del fantasma, que adquirió notoriedad y, en cierto modo, el prestigio de la farándula.

Súbitamente, en la edición del domingo, Clarín informó que el fantasma había desaparecido de Olivos, desconociendo su destino, aunque el periodista pudo enterarse, por confesión de un empleado doméstico de alto rango de la Presidencia, el secuestro del fantasma por jóvenes que pertenecerían a la JP Descamisados o a La Cámpora. Presuroso, aconsejó se investigara la captura, aunque desconfió del resultado, porque es propio de su naturaleza, dijo sentencioso, desaparecer, cuando pierde el secreto de su misterio.

El martes, el matutino informó que siete diputados de la oposición, entre ellos una agraciada legisladora, presuntamente de izquierda, hicieron la denuncia de la desaparición del fantasma, pidiendo su liberación y que se garantizara su integridad y se investigaran los crímenes cometidos por funcionarios presidenciales, que el fantasma advirtió durante sus caminatas nocturnas. Simultáneamente, una diputada chaqueña, según noticia aparecida a tres columnas, ofreció su domicilio para refugio del fantasma.

La Nación, por boca de su mejor cronista, exhibido como juicioso y liberal, intervino en la cuestión con implacable lógica, pidiendo se dijera por testigos hábiles si el presunto fantasma levitaba o caminaba pesadamente sobre la tierra. El diario Perfil pidió se desplace todo cuestionamiento de su aparición y la Justicia se aboque a dilucidar los crímenes oficiales denunciados por quien fuera empleado doméstico presidencial.

Interrogado el primer periodista por un colega, supo decir lo que antes no sabía, describiendo al funcionario en cuestión, dando noticias minuciosas sobre los crímenes que aquél le había contado -contrabando y lavado de dinero, entre otros- y las anécdotas propias de cada operación mafiosa. Para sorpresa de propios y extraños, en otra sesión televisiva, confesó lo que antes silenció: el fantasma no era tal, sino el propio funcionario, quien disimuló su apariencia por motivos de seguridad. Requerida su identidad, dio el nombre, el cual casualmente no se registraba oficialmente; no obstante, pese a su inexistencia, presumió que había sido desaparecido para ocultar el escándalo.

Esta mañana, las paredes de la ciudad de Buenos Aires fueron cubiertas de carteles, con la foto de un tal Juan Reyes, que habría sido secuestrado por orden del Gobierno y muerto, presuntamente, por sus secuaces.

Los senadores de la oposición, excepto dos de ellos, reclamaron la investigación de los crímenes y un informe de la Ministra de Seguridad. Cuando ésta les dijo que los espectros son seres de fantasía, inofensivos, apolíticos y privados de astucia, y quienes se sirven de ellos, no son estúpidos, sino perversos, la miraron inocentemente y, sin pestañar ni sonrojarse, exclamaron a coro: “¿De qué fantasma nos habla?”

pensar un pais con justicia social

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