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por Alexis Oliva / Página

De Balbín a Chávez, la prensa canalla se supera a sí misma Periodismo

en terapia intensiva

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Luego de dos meses de tratamiento médico en Cuba, el presidente venezolano Hugo Chávez regresó a su país el 18 de febrero. Durante su internación en La Habana, el diario El País de Madrid publicó una supuesta foto del líder bolivariano en terapia intensiva que en realidad era de otra persona. Así, el intento de violación del derecho humano a la intimidad terminó siendo una violación al rigor periodístico. Como un lapsus psicológico, el incidente desnudó la pulsión antipopular de la prensa hegemónica y su carencia de ética y de humanidad. En la historia reciente del periodismo argentino abundan antecedentes emparentados con la vergonzosa portada del diario español.

por Alexis Oliva

El 10 de setiembre de 1981, la revista Gente publicó en una foto de Ricardo Balbín, tomada subrepticiamente el día anterior en la sala de terapia intensiva donde el líder de la Unión Cívica Radical sobrellevaba los últimos momentos de su vida. “Balbín agoniza”, rezaba el título de la portada, cuyo contenido -al igual que el informe y el resto de las fotografías publicadas en el interior de la revista- ocasionó que la familia de Balbín, herida en su sensibilidad, demandara por daños y perjuicios a la Editorial Atlántida SA y a sus propietarios y directores Carlos y Aníbal Vigil, por violación del derecho a la intimidad.

Además del repudio de numerosos actores sociales y políticos, la Editorial fue condenada en primera y segunda instancia judicial y el caso “PONZETTI de BALBIN, INDALIA vs. EDITORIAL ATLANTIDA S.A.” llegó hasta la Corte Suprema de Justicia.

En los considerandos del fallo emitido el 11 de diciembre de 1984, se relataba que la cobertura de la revista “provocó el sufrimiento y mortificación de la familia del doctor Balbín y la desaprobación de esa violación a la intimidad por parte de autoridades nacionales, provinciales, municipales, eclesiásticas y científicas”.

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En los fundamentos de su voto conjunto, el presidente Genaro Carrió y el ministro Carlos Fayt aclaraban: “En rigor, el derecho a la privacidad comprende no solo la esfera doméstica, el círculo familiar y de amistad, sino otros aspectos de la personalidad espiritual o física de las personas, tales como la integridad corporal o la imagen, y nadie puede inmiscuirse en la vida privada de una persona ni violar áreas de su actividad no destinadas a ser difundidas, sin su consentimiento o el de sus familiares autorizados para ello, y sólo por ley podrá justificarse la intromisión, siempre que medie un interés superior en resguardo de la libertad de los otros, la defensa de la sociedad, las buenas costumbres o la persecución del crimen”.

En la protección de ese derecho, se invocaba a la Convención Americana sobre Derechos Humanos (Pacto de San José de Costa Rica), en su “Artículo 11: Protección de la Honra y de la Dignidad. 1. Toda persona tiene derecho al respeto de su honra y al reconocimiento de su dignidad. 2. Nadie puede ser objeto de injerencias arbitrarias o abusivas en su vida privada, en la de su familia, en su domicilio o en su correspondencia, ni de ataques ilegales a su honra o reputación. 3. Toda persona tiene derecho a la protección de la ley contra esas injerencias o esos ataques”.

Por su parte, el ministro Enrique Petrachi sopesaba que “el lugar eminente que sin duda tiene en el régimen republicano la libertad de expresión comprensiva de la información obliga a una particular cautela en cuanto se trate de deducir responsabilidades por su ejercicio”. “Empero, ello no autoriza al desconocimiento del derecho de privacidad integrante también del esquema de la ordenada libertad prometida por la Constitución mediante acciones que invadan el reducto individual, máxime cuando ello ocurre de manera incompatible con elementales sentimientos de decencia y decoro”, razonaba el magistrado.

En ese sentido, afirmaba Petrachi que “la innoble brutalidad de la fotografía origen de este pleito conspira contra la responsabilidad, la corrección, el decoro, y otras estimables posibilidades de la labor informativa, y la libertad que se ha tomado la demandada para publicarla ha excedido la que defiende, que no es la que la Constitución protege y la que los jueces estamos obligados a hacer respetar”.

Con ese criterio, el máximo tribunal ratificó la sentencia apelada obligando a los demandados a indemnizar a la familia del fallecido dirigente radical. El caso, además de finalizar con un fallo que sentó jurisprudencia y es objeto de estudio en facultades de Derecho y de Comunicación, fue uno de los hitos de la prensa canalla argentina. Un ejemplo extremo de aquello que en periodismo “no hay que hacer”.

En julio de 1987, también fue mancillada la imagen de otro líder político, cuando luego de la profanación de la tumba de Juan Perón en el cementerio de la Chacarita algunos medios periodísticos publicaron la foto del cadáver al que le habían cercenado las manos.

Años después, aquellos mojones del periodismo carroñero serían emulados por la revista Caras, de Editorial Perfil, cuyo propietario es el adalid del periodismo sensacionalista Jorge Fontevechia. En su portada del 28 de diciembre de 2011, Caras imprimió una foto también subrepticia del músico Luis Alberto Spinetta visiblemente afectado por el cáncer al pulmón que finalmente lo mataría, acompañando el título “Valiente lucha del Flaco Spinetta por su salud”, lo que motivó el repudio de sus familiares, amigos, colegas y fans.

En esta especialidad morbosa no se podía quedar fuera del podio el diario Crónica, con su tapa (y suplemento especial) del 10 de febrero de 2012, con las fotos policiales del cadáver semidesnudo de la modelo Jazmín De Grazia, víctima de una supuesta sobredosis, con el incalificable título: “Pobre Jazmín. Así la encontraron muerta”.

En esta línea, también se inscribe la filtración de las fotos del cadáver de Nora Dalmasso, víctima en la ciudad de Río Cuarto de un homicidio aún no esclarecido, que el 27 de junio de 2007 fueron difundidas en pleno horario de protección al menor durante el noticiero de América TV, propiedad de Francisco de Narváez, los hermanos Vila y José Luis Manzano.

Un record imbatible

Pero estos hitos serían superados con creces por la fallida tapa del diario El País, de Madrid, en su edición del 24 de enero de 2013, con el impresionante primer plano de un supuesto Hugo Chávez Frías en terapia intensiva, con el rostro hinchado, sin cabello e intubado por vía oral. El texto que acompañaba la foto rezaba: “El estado de salud del presidente de Venezuela, Hugo Chávez, es uno de los secretos mejor guardados de los últimos años y objeto de polémica política en dicho país ante la ausencia del dirigente en su toma de posesión tras las últimas elecciones. La imagen que hoy publica EL PAÍS, tomada hace unos días, muestra un momento del tratamiento médico en Cuba, según las fuentes consultadas por este diario. Ni el gobierno venezolano ni el cubano han dado información detallada del tipo de cáncer que sufre Chávez ni de los cuidados que está recibiendo, lo que ha generado una agria

controversia y la exigencia de transparencia por parte de la oposición venezolana. Las últimas informaciones oficiales hablan de una mejoría de Chávez y de su posible vuelta a Caracas”.

La publicación no solo violaba los derechos a la intimidad y a la imagen de la persona fotografiada y estimulaba el morbo del lector, sino que además era falsa: el paciente en cuestión era en realidad un hombre operado de acromegalia y la imagen había sido extraída de un video subido al sitio YouTube en 2008. O sea, ni Chávez, ni “hace unos días” y mucho menos “fuentes consultadas por este diario”.

El carácter fraudulento de la imagen ya había sido denunciado días antes por la televisión pública venezolana, por lo que en las redes sociales estalló el instantáneo repudio a “El periódico global en español”, que rápidamente retiró de circulación su edición en papel, mandó a imprimir una versión corregida y eliminó la imagen de su sitio web. Pero ya era tarde.

Bajo el título “La nota que EL PAÍS nunca debió publicar”, el diario ofreció una pseudodisculpa, en la que explicó que la fotografía apócrifa fue “facilitada por la agencia española Gtres Online”, que a su vez la recibió “de una enfermera cubana a través de su hermana, residente en España” y no proporcionó mayores datos para “evitar represalias a la presunta autora de la foto en Cuba”. Por su parte, el propio diario “no había podido verificar las circunstancias en que fue hecha la foto dadas las restricciones informativas que aplica el régimen de Cuba”. Para apuntalar esa justificación, abundaba: “La corresponsal de EL PAÍS en la isla, Yoani Sánchez, es, además, una conocida y crítica bloguera vetada por las fuentes de información oficiales y cuyos movimientos son vigilados permanentemente por las autoridades, lo que dificulta cualquier trabajo de verificación. Tratar de que Yoani Sánchez se pusiese en contacto con cualquier fuente habría supuesto un riesgo para ella y las personas supuestamente implicadas en la foto”.

Finalmente, El País citaba de su propio manual de estilo la indicación de que “las fotografías con imágenes desagradables solo se publicarán cuando añadan información”, para a continuación autoexculparse: “La conclusión a la que se llegó es que la imagen era pertinente en un momento en que el estado de salud del presidente venezolano es motivo de gran polémica y encendido debate político en su país por su ausencia en la toma de posesión tras las elecciones presidenciales y ante la falta de transparencia de las autoridades”.

Una sistemática ofensiva

Ese mismo día, en una conferencia de prensa, el ministro venezolano de Comunicación, Ernesto Villegas, acusó al diario del grupo español PRISA de haber “causado un daño al presidente Chávez, a su familia y al pueblo venezolano, al publicar de manera aviesa esta fotografía atribuyéndosela al presidente Chávez”, y anunció que el Gobierno venezolano iniciará acciones legales “ante el agravio cometido, que no se resarce en modo alguno con las magras disculpas ofrecidas por la empresa de difusión masiva a sus lectores. En su arrogancia, ni siquiera las extendieron al presidente Chávez, a sus familiares, ni al pueblo venezolano, como tampoco se han disculpado por su desvergonzado apoyo al golpe de Estado del 11 de abril de 2002”. Además, Villegas opinó que “esta acción temeraria, que pasará a la historia como una vergonzosa página del periodismo mundial, se inscribe en una ofensiva sistemática del poder mediático transnacional contra la revolución bolivariana y el presidente Hugo Chávez, campaña que utiliza como punta de lanza a la prensa hegemónica española, en especial a los diarios El País y ABC”.

“No hay límite ético que no hayan vulnerado con esta publicación”, sentenció el funcionario, que horas antes había publicado en su cuenta de Twitter una interesante pregunta: “¿Publicaría El País una foto semejante de algún líder europeo? ¿De su director? Amarillismo válido si la víctima es un revolucionario sudaca”.

La presidenta Cristina Fernández se sumó a la polémica desde su cuenta@ CFKArgentina con esta serie de twits: “Voy a desayunar. Como todas las mañanas en la mesa pila de diarios argentinos y también ejemplar del diario español ‘El País’. – En la portada de ‘El País’ vi una foto. Me corrijo, eso no es una foto. Es una canallada. – ¿Cómo será el/la que armó la foto? ¿Tendrá hijos? ¿Caminará por las calles de Madrid junto a hombres y mujeres normales? – ¿Quién fue el editor que autorizó la publicación? ¿Hablará de la libertad de prensa? – ¿Escribirá editoriales sobre ética, moral y buenas costumbres y señalará con el dedo a su próxima víctima? – Prensa canalla. No se me ocurre otro adjetivo. Es igual en todas partes:

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‘El País’ en Madrid... – …‘The Sun’ en el Londres de (Rupert) Murdoch, enredado en tramas de corrupción con el gobierno de (David) Cameron, y vaya a saber qué otras cosas más. – Aquí es el ‘Clarín’ de Héctor Magnetto. Sobre esto no hacen falta adjetivos, sobran y son demasiado conocidos. – Dentro de un rato comenzamos las reuniones con funcionarios, tengo el estómago hecho un nudo. – María, Rosa (las hijas del presidente venezolano), las quiero mucho, sigan cuidándolo. – Nicolás (Maduro), fuerza, mucha fuerza. Por Venezuela, por Latinoamérica, por la dignidad, por la vida. Por Chávez”.

La verdad en coma

Coherente con su línea editorial antipopular, en los medios periodísticos hegemónicos la cobertura del episodio fue por lo menos indulgente. Como agradece el propio diario español, “destacaron el comportamiento de EL PAÍS por la rapidez a la hora de rectificar, pedir disculpas y retirar los periódicos con la foto falsa de los puntos de venta”. Por supuesto, también aprovecharon para desviar el eje y orientar sus críticas a la supuesta “desinformación” instalada por los gobiernos de Venezuela y Cuba.

“Ninguno dijo lo obvio: la foto repulsiva y su publicación apresurada revelan el mismo desdén racista y el mismo sentimiento de superioridad que llevaron al Rey Juan Carlos a pedirle en tono imperativo a Chávez que se callara en una cumbre iberoamericana, y la misma posición ideológica por la que El País convalidó el golpe que lo depuso por unas horas en 2002. Cuando el odio militante entra por la puerta, el periodismo y la ética huyen por la ventana”, escribió el periodista y escritor argentino Horacio Verbitsky en una columna titulada “Malos, pero tontos”, en el diario Página 12.

Al contrario, su colega Martín Caparrós minimizó el incidente al twittear: “Yo creo que lo malo de la foto de Chávez en El País no es que fuera falsa; era si era verdadera. Pero era falsa: los engañaron, se disculparon”. La explicación más plausible de esta particular interpretación es que Caparrós escribe su blog “Pamplinas” para el sitio web de El País de Madrid (http:// blogs.elpais.com/pamplinas).

Pero la aparente candidez de Caparrós sería ampliamente superada por el escritor y conductor televisivo Jaime Bayly, quien luego de afirmar que el “dictador” Chávez está “inconsciente, grave y virtualmente secuestrado en un hospital de La Habana”, se despachó: “Hasta los grandes periódicos se equivocan. Yo creo que es un error exento de mala fe, sólo un error de cálculo, un atropello. Yo no veo mala leche o mala entraña en el error, simplemente un descuido, una negligencia, una distracción tremenda”. (Presumiblemente, la palabra “atropello” no alude a atropellar los derechos de alguien, sino a atropellarse, es decir, apurarse demasiado e incurrir en un pequeño tropiezo).

A continuación, desde su programa en Miami, el peruano-estadounidense se explayó: “El ministro de Comunicaciones Villegas inmediatamente escribió un twitter diciendo: ‘¡Qué horror, qué horror lo que han hecho los de El País!’. No tanto qué horror, porque en realidad si Chávez está mucho mejor que el falso Chávez de la foto, que nos muestren una foto de Chávez que está bien. Mientras no nos muestren una foto de Chávez que supuestamente está bien, yo puedo deducir que Chávez está por lo menos igual que el falso Chávez de la foto o incluso peor. Pero, ¿por qué El País de España cometió este error? Precisamente porque la dictadura de Chávez no suministra información. No hay fotos de Chávez, no hay testimonios de Chávez, no hay nada… Y son 44 días en los que el mundo no sabe si Chávez está vivo o muerto. Sabemos que está en un lugar donde no hay prensa libre, en La Habana, la dictadura más antigua de la región. Y entonces, los medios periodísticos libres quieren saber la verdad. Pero de ese agujero negro informativo, de esa curiosidad, surge el error de publicar una foto que no es de Chávez. Entonces, en lugar de amonestarnos, que el señor Villegas nos provea de una foto real de Chávez, para saber cómo está el dictador. (…) Bueno, el diario El País de España se ha equivocado. Eso es verdad. Y también es verdad que Chávez se está muriendo”.

Cebado en su histriónico antichavismo, Bayly terminó confesando: “No siendo Chávez, es fácil para nosotros caer en el embuste de que pudiera ser Chávez. Se parece a Chávez; queremos que sea Chávez. Esto es lo que ocurre: sabemos que no es Chávez, pero como no tenemos ninguna información, ninguna imagen de Chávez, queremos que sea Chávez. Nuestra proyección de que necesitamos a un Chávez en una camilla, intubado, convierte a este señor en lo que no es”.

La foto de un Chávez auténtico, sonrien-

te y acompañado por sus dos hijas en La Habana pudo verse el 15 de febrero y tres días después el líder retornó a su país sin fallecer en el vuelo -como auguraba Bayly-, para continuar su tratamiento en el hospital militar Carlos Arvelo de Caracas. El mismo diario que publicó aquella foto falsa, se animó a especular: “Diversos analistas consultados por EL PAÍS este lunes coincidieron en interpretar la vuelta de Chávez como un indicio de que el Gobierno ha decidido postergar la transición y ligar su propia suerte al desenlace natural de la enfermedad del presidente. Este escenario incluiría la inmediata jura -pendiente desde el 10 de enero- del mandatario para su nuevo mandato y un ejercicio del poder desde las sombras, mientras se recupera o fallece. Si ocurriera lo primero, el Gobierno se fortalecería con el mito de una resurrección; de ser lo segundo, el martirio en directo del líder revolucionario legaría a sus herederos un valioso capital político”.

“La verdad ha muerto. La mató el ‘periodismo independiente’”, es el provocador encabezamiento de un artículo donde el filósofo y escritor argentino José Pablo Feinmann asegura que “la verdad es hija del poder. Hoy más que nunca por el despliegue agobiante de los medios de comunicación. Esto no significa que no existan verdades alternativas a la del poder mediático. Pero serán muy débiles. Ya que el monopolio mediático (y, no lo olvidemos, los medios de comunicación son el partido político de la derecha) se ha ido devorando a todas las fuerzas competitivas del mercado”. En ese contexto, “el periodismo ya no trabaja sobre materialidad alguna. Al estar en constante estado de beligerancia deja de lado lo fáctico. Ya no parte de los hechos, los inventa. Esa foto del presunto Chávez en la tapa de El País es la prueba. El País fue un diario respetable y querible, progresista. Hoy es parte del complot mediático contra los gobiernos populares de América latina que nosotros -lo sentimos mucho pero son nuestras creencias, les pedimos que las respeten y no se rebajen insultándonos- defendemos. Ese ‘Chávez’ no se basa en ninguna ‘materialidad’, en ningún ‘hecho’”.

En su conclusión, Feinmann destaca: “Lo que importa, lo que alarma, es la impunidad para mentir. Porque la mentira es la muerte de la verdad. Y la verdad ha muerto. Al menos en la tapa de El País el día que publicaron esa foto obscena del falso Chávez. Y, cotidianamente, en muchos otros medios de la presuntuosamente llamada ‘prensa independiente’”.

Frente a esta influyente escuela, ¿qué resistencia puede ejercer el periodista que todavía pretende desempeñar su trabajo con dignidad dentro de un medio empresarial? ¿Qué actitud le cabe al trabajador de prensa genuinamente independiente, que se identifica con los más débiles y concibe su tarea como un aporte a una sociedad más justa? ¿Cuál es el desafío que afrontan los medios comunitarios, alternativos, populares o contrahegemónicos ante el poder impune de las corporaciones mediáticas? ¿Qué rol debe jugar esa sociedad civil que cada vez es menos público pasivo y más protagonista activo del fenómeno comunicacional?

Difícilmente se puedan elaborar respuestas o recetas unívocas e infalibles, pero un camino posible es una combinación -lo más laboriosa y creativa posible- de formación profesional, ética colectiva, coherencia ideológica y sensibilidad humana. Y obviamente, a semejante pelea, ese periodista digno no debería librarla en soledad.

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Un “servicio a la comunidad” del diario El País El fin de la Argentina llegó - Por Miguel Apontes

En la edición digital del diario El País (www.elpais.com), se puede ver un aviso comercial por demás curioso. El titulo dice “El fin de la Argentina” y se invita al clic para activar un video. Aparece inmediatamente esta leyenda: “ADVERTENCIA: LO QUE ESTÁ A PUNTO DE VER ES CONTROVERSIAL Y PUEDE SER OFENSIVO PARA ALGUNAS PERSONAS. Se recomienda discreción al espectador”.

La empresa, que ofrece servicios financieros, se llama Inversor Global y cumple el rol de consejera para inversionistas.

Y no se priva de valoraciones de índole política en este “video revelador” (tal como lo califica), advirtiendo sobre el apocalipsis que se avecina. La voz en off se presenta: “Mi nombre es Federico Tessore y soy el fundador y Director Ejecutivo de Inversor Global”.

Y en otro segmento dice: “Como siempre pasa durante las crisis económicas, mientras muchos sufren y pierden todo, otros no solo sobreviven sin problemas sino que también logran hacer mucho dinero. Estas personas manejan información que el grueso de la población no maneja.”

Al exaltar el papel de anticipar a sus suscriptores una irremediable crisis, agrega: “Estamos hablando de una crisis que puede repetir situaciones que ya vivimos en 2002 (...) situaciones de extrema angustia. Saqueos a los supermercados, enormes colas en las estaciones de servicios, escasez de alimentos, peleas entre los manifestantes y la policía”.

La función de esta empresa es orientar a los inversores y la sintetiza así: “Nuestro rol es hacer investigaciones independientes que ayuden a los inversores individuales argentinos. Y hoy la situación es realmente grave. No hay tiempo para miedos”.

El informe, claro, es fiel reflejo del pensamiento económico ortodoxo: observa el crecimiento del gasto público, el no acceso a los mercados internacionales de crédito y la advertencia de una creciente inflación sugiriendo medidas de ajuste para contenerla, objetando los controles de precios, etc.

Desde que Néstor Kirchner se dispuso a renegociar la deuda comenzó a ponerse en cuestión el papel de las “consultoras”. Tiempos en que los medios presentaban a primera hora la evolución del índice “riesgo país” a la par que el pronóstico del tiempo.

Una agencia calificadora internacional emblemática, la Standard & Poor’s, fue cuestionada en distintos países (incluso en Estados Unidos) por sus calificaciones. En Australia, la justicia consideró “engañosa” la nota “AAA” atribuida a unos bonos emitidos por el banco holandés ABN AMRO. Y condenó a S. & P. a indemnizar a ahorristas que perdieron millones de dólares en bonos tóxicos muy bien calificados por la agencia norteamericana.

En julio de 2012, cuando Cristina inauguraba una fábrica de electrodomésticos, supo decir: “Relean los diarios del año pasado; no hubo consultora, que son las que viven de dar informes a las empresas y que pronostican lo que va a pasar, que no dijera que el precio de los commodities, el principal commodity de la Argentina -y para ellos el sostén de la economía argentina-, prácticamente no iba a valer nada. Batió récords: 648 dólares la tonelada. Deberían volver a la facultad para saber que la economía no es una ciencia exacta, que tienen que ver las expectativas de la sociedad y las políticas que decide un gobierno. Y recuerdo a otro presidente del Banco Central (se refería a Martín Redrado); ¡nos ha tocado cada presidente!, que nos hizo un escándalo con las reservas. Había pronosticado, y esto está escrito y firmado, que en el año 2009 íbamos a tener solamente un saldo de balanza comercial de 6 mil millones de dólares. Ese año tuvimos 12 mil. Me dijo: ‘¡Ah! Pero vos interviniste en la Economía’. Y le dije: ‘¿Para qué te crees que estoy sentada en la Casa Rosada? ¿Para mirar pasar las cosas?’”.

Es necesario indagar sobre el papel de estas consultoras privadas y sus economistas estrella. Las predicciones que difunden, y por ende las recomendaciones, distan de la realidad. Empecinados estos actores en recuperar el protagonismo de antaño, se esfuerzan por mostrarse libres de cualquier halo ideológico y al margen de intereses políticos que con claridad los motivan.

Asimismo, es preciso desenmascarar tanta farsa y nombrar a estos actores que operan incansablemente a favor del poder financiero global y en contra de los intereses nacionales. Esos que se presentan como instituciones o equipos de estudio respetables como La fundación Mediterránea, el CEMA, Ecolatina, Fiel, Estudio Ferreres, Econométrica, Finsoport, Elypsis, solo tienen espacio en los medios hegemónicos como los grandes gurúes. Ni que hablar de economistas como Broda, Melconian, Redrado, González Fraga, López Murphy y sigue la lista. No olvidemos, además, que muchos de ellos ocuparon cargos en la función pública, asesoran a dirigentes y partidos políticos de la derecha o han representado a bancos de capitales transnacionales.

Para estos cipayos, estar integrados al mundo es subordinarse a las políticas de los países centrales, regresar a las “relaciones carnales”. Todo lo demás es aislarse. Claro que para ellos las relaciones políticas y comerciales con los países de la región y del eje sur-sur no cuentan. En su concepción del “mundo” no está comprendido el Mercosur y el resto de América Latina; ni qué hablar de Angola o Vietnam.

Y más allá de poner en debate el papel de las consultoras, vale también hablar de los medios de prensa como El País (se presenta como periódico global en español). El aviso que comentamos al principio -el disparador de esta columna- es un proyectil más de la artillería que despliega el diario contra los gobiernos de esta región llamados despectivamente “populistas”; en el caso argentino, desde que se empezó a perfilar una política económica autónoma, intensificándose el ataque después de la recuperación de YPF de manos del grupo económico español Repsol.

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