Revista Decires - Año III, N° 5, 2012

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DECIRES Celebró la misa el miércoles santo con gran devoción y recogimiento. Estaban agradeciendo por la comunión, cuando sorpresivamente se vieron cercados de una muchedumbre de indios, que luego arrojaron sobre ellos una lluvia de flechas. Vanos fueron los esfuerzos para demostrarles su amistad y benevolencia. Los militares fueron apabullados por el gran número de los nativos. Se conoce este relato, porque uno de los cargueros de Huanta, que permaneció escondido en el monstruoso paraje pudo ver la ejecución de los misioneros. Este testigo salió para Huanta, el 14 de abril de aquel año de 1747 y contó lo acaecido al padre Fr. José de San Antonio y a Fr. Juan Raimondez, que estaban en Huanta de paso a España por la vía de Buenos Aires. La causa de este martirio no sólo se debió a la influencia subversiva de Santos Atahualpa, ni a la malevolencia de los Campas, o Simirinches o Piros. Según declaración de Juan de Cáceres, comerciante de coca, y la que agrega el P. Fr. José de San Antonio, se debió especialmente, a unos refugiados en esta zona, perseguidos por la justicia por haber cometido homicidios, quienes instigaron a los indígenas para matar, según ellos a los intrusos, lógicamente con la finalidad de no ser descubiertos, estos hombres también habrían influenciado en los indígenas para dedicarse al pillaje en las fronteras y otras cosas inauditas. La revolución de Juan Santos Atahualpa siguió su curso, en el año 1751, se encaminó a castigar a los Simiriches y Antis que se encontraban en Sonomoro, quienes se habían negado a someterse a su autoridad. Luego de devastar Sonomoro, en 1752 salió a la sierra, Andamarca, para solicitar el rendimiento de los cristianos indígenas a su autoridad. Encerró en la cárcel a los padres Fr. Juan de Dios Frezneda, y a Fr. Mauricio Gallardo. Sin embargo, no consiguió que se sometieran a su autoridad, después de saquear al pueblo, lo incendió, intentando que los misioneros murieran en dicho incendio, felizmente fueron rescatados antes de que las llamas hagan estragos en ellos. Este hecho sería el inicio de su final, se retrajo a las vecindades de Metraro, Eneno y Pichana. Santos Atahualpa – 257 –


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