presentan y por esto hay que trabajar y colaborar para que se realice el sueño de Isaías: hacer que las catástrofes no sean causa de dolor y sufrimientos, sino de colaboración, solidaridad, sentirse amados/as porque acompañados/as y amar. 11 Y Yavé pasa. Un viento fuerte y violento pasa delante de Yavé, hiende los montes y parte las rocas, pero Yavé no está en el viento. Después del viento viene un terremoto, pero Yavé no está en el terremoto. 12 Después del terremoto, un fuego, pero Yavé no está en el fuego. 12 Después del fuego, se sintió el murmullo de una suave brisa. 13 Cuando Elías la oyó, se cubrió el rostro con el manto, salió y se mantuvo a la entrada de la caverna. Entonces se oyó una voz: «¿Elías, ¿qué haces aquí?» (1 Reyes 19, 5-13). Dios no está en los desastres o en las demostraciones de la potencia de la naturaleza (huracanes, sismos y terremotos, erupciones volcánicas, etc.) sino en el murmullo de una brisa suave: en esta imagen nos parece entender que el mal, la inseguridad, las dificultades que se desencadenan en los desastres no son voluntad de Dios. Él se revela en fuerzas delicadas que tocan los corazones y engendran paz, gana de vivir y colaborar para que venga Su Reino. Nos gusta pensar que las actividades de prevención y la solidaridad que como Iglesia logramos animar son un poco esta suave brisa que da paz y hace sentir a los/as afectados/as la presencia cercana del Señor. 25 «Entonces habrá señales en el sol, la luna y las estrellas, y por toda la tierra los pueblos estarán llenos de angustia, aterrados por el estruendo del mar embravecido. 26 La gente se morirá de espanto con sólo pensar en lo que va a caer sobre la humanidad, porque las fuerzas del universo serán sacudidas». 27 «Y en ese preciso momento verán al Hijo del Hombre venir en la Nube, con gran poder e infinita
PROTOCOLO DE ATENCIÓN A EMERGENCIAS Pastoral Social Cáritas Ecuador
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