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IX. LENGUAJE ANALÓGICO Y LENGUAJE DIGITAL

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V. RIESGO

V. RIESGO

La publicación The New Bioethics dedicó en 2017 su volumen 23 (1) a una compilación de artículos sobre medicina personalizada, presentando una serie de objeciones éticas que debían ser analizadas, pero sin manifestar un rechazo incondicionado a una iniciativa que convierte la medicina en una empresa de lucro, fomentando el marchitamiento de la relación personal entre médicos y pacientes, y una transformación radical de la persona enferma en un macro-conjunto de datos digitales, programas diagnósticos y algoritmos terapéuticos. La respuesta tibia y ambigua de la bioética es una señal más de un eclecticismo que rubrica su escaso poder normativo, cediendo al bioderecho y a la biopolítica las determinaciones reglamentarias y legislativas que no siempre acallan las polémicas y desazones. Ejemplo de ello son las leyes de aborto en Latinoamérica que continúan haciendo ruido, desde los conservadores descontentos con cualquier liberación del aborto voluntario, los progresistas que encuentran que las permisiones son aún demasiado restrictivas, los objetores de conciencia que se marginan, los desobedientes que desacatan ley, los clandestinos impenitentes, los pudientes escapistas que tienen los medios para hace uso del mercado médico.

La distinción entre profetas y gilipollas se hizo visible solo a ojos muy fríos y entrenados (Allesandro Baricco)

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El infinitamente expansible lenguaje binario que facilita acumular y conservar datos, creando bancos enormes en su capacidad de almacenamiento, capaces de explorar redes y algoritmos que permiten automatizar y acelerar exploraciones de combinaciones que superan competencias resolutivas del pensamiento linear que caracteriza a la razón instrumental del ser humano. El lenguaje digital debe su agilidad al carácter numérico que descarta aquello que es inconmensurable como las emociones, los matices cualitativos, el pensamiento abstracto, la imaginación. Su dinamismo y eficiencia son logrados con simplificación y eliminación de matices, la inteligencia artificial desarrollando su propio lenguaje incomprensible para el ser humano.

Mucho más que la sola intensificación de la interferencia del régimen privado en el campo de la medicina, es esta una vasta empresa de confiscación emprendida por la industria de datos.51

Si nada es emprendido, asistiremos al advenimiento de una medicina donde la pretendida calidad dependerá del poder aletéico de los sistemas y de la capacidad del mundo privado para dotarse de todos medios logísticos y persuasivos necesarios a fin de instalarse como interlocutor principal, erradicando así en menos de una generación, el zócalo humanista sobre el cual ella se ha constituido después de la Antigüedad. (Ibid, p. 116-117).

El lenguaje expresivo que se solicita en la medicina narrativa y en la fenomenología médica son reemplazados por respuestas binarias si/no, o buscando una formulación numérica para mensurar una vivencia, como ya se ha vuelto habitual al indagar por el dolor, pidiendo al paciente graduar subjetivamente su malestar en escala de uno a diez. Esta cruda escala del dolor crónico ha tenido por resultado que en general y a nivel mundial exista una inquietante sub-medicación analgésica, que seguramente sería menos gravosa si los pacientes tuviesen oportunidad de explicar su dolor y manifestar en qué medida afecta sus actividades, un relato subjetivo expresable en lenguaje analógico pero reducido a un número en lo digital. La narrativa del paciente se convierte en un conjunto de datos binarios y el acto médico se transforma en un algoritmo manejable a distancia, una telemedicina que prescinde de la relación interpersonal. En lo que respecta a la medicina preventivista

y a las políticas de salud pública, disponen de cantidades ingentes de datos que les tejen redes de interacciones creando relaciones múltiples conexiones de riesgos de salud inmanejables que atizan las brasas del miedo. Es urgente persistir en denunciar la progresiva coartación de las competencias del médico y de sus facultades sensibles para favorecer los dispositivos llamados a no limitarse por asegurar una sola función complementaria pero exclusiva, refrendando así la empresa de confiscación de la medicina por la industria de los números ligada al mundo farmacéutico. Tanto al cuerpo médico como a cada uno de nosotros corresponde enfrentar los procedimientos que menosprecian la profesión y socavan los principios de acceso universal a los cuidados y de la solidaridad.52

La robótica está desarrollando una cantidad de funciones que cumplen tareas cotidianas y, desde algún tiempo, se hace presente en medicina clínica, notablemente en forma de cirugía robótica, anticipando su culminación con los nanorobots dirigidos por control remoto.

Acuciados por la escasez de personas dispuestas a dedicarse al cuidado de discapacitados y ancianos con funcionalidad limitada, se desarrollan los robots cuidadores especializados en asistir en funciones básicas, en cuidados de enfermería, recordatorios de la puntualidad en la toma de medicamentos. El diseño de robots cuidadores que desarrollen una relación personal con sus “pacientes” y les sirvan de compañeros afectivos está en fase de debates acuciados por el deficiente y abusivo servicio denunciado contra muchos hospicios y centros de cuidados de adultos mayores.53 Inquieta observar que las deficiencias de interacciones humanas, en vez de ser corregidas, son reemplazadas por un eficiente desarrollo técnico, que desvaloriza los conceptos de ética de cuidados, ética relacional, ética del reconocimiento, todas superfluas si los seres humanos serán cuidados por máquinas inteligentes, poniendo en duda acaso aún se puede hablar de robótica cuidadora. El lenguaje analógico (LA), rico tanto en denotaciones como connotaciones, sufre necesariamente un empobrecimiento de significaciones al ser convertido en lenguaje digital (LD). El proceso de conversión LA a LD y la reconversión LD a LA –de paciente a medicina digitalizada y de vuelta al paciente en LA– se va simplificando y deformando, asunto observado mucho antes de la era digital por el lingüista Mijail Bajtin al estudiar las conversiones del lenguaje lego al experto y viceversa. “Un mundo digital formalizado in extremis por vía digital no conoce ni puede expresar o constituir [los] fragmentos de empatía interhumana”.54

Las conversiones convierten: hacen aparecer la vida artificial como natural y la natural como artificial, lo cual nunca es una relación circular. Esta observación apunta al hecho que las conversiones no abarcan ninguna forma de lo que en lenguaje analógico se denomina “empatía”, por cuanto no poseen la habilidad necesaria para reconocer el perfil y la esencia de alteridad alguna del otro” (Ibid., p. 289).

Una disciplina como la bioética solo es concebible en lenguaje analógico que desaparecería en la conversión a la digitalización donde no tienen representación conceptos como respeto a la persona, autonomía decisional, humanismo médico. Por eso Byung-Chul Han dice que la digitalización elimina la realidad y con ello contribuye al “pánico” ante su expansión. Ante esta inminente disolución del lenguaje bioético solo cabe, so pena de caer en resignación, el robustecimiento de palabra y conceptos para impedir que sean engullidos por la digitalización. Muchas ideas sacralizadas como dignidad, derecho humano, respeto, solidaridad han de ser sometido a profanación, en el sentido de Agamben y la importación de esta idea a la bioética por Junges.

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