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XII. AUSENCIA DE RECONOCIMIENTO: V. R. POTTER

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XIII. CONCLUSIÓN

XIII. CONCLUSIÓN

El enfoque bioético Occidental da lugar a un ‘conjunto de principios’ de ‘talla única para todos’…Además, es inapropiado, en realidad inmoral imponer, sea consciente o inconscientemente, el dominante constructo moral-social-cultural del mundo Occidental a las minorías étnicas en Occidente y el vasto mundo no Occidental.63

En el lenguaje de Nancy Fraser, la bioética del Sur no es reconocida en su brega por lograr “paridad participativa”; según la mirada de Honneth se trata de una sustracción de derechos que lesiona el auto-respeto.

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Desde la historia de la bioética es posible trazar que esta dominación es orquestada como una estrategia de estrangulamiento de los modos de entender la bioética del Sur. Para quienes dudan que en la disciplina ocurren estas lesivas formas de menosprecio, y recodando la frase de George Santayana “Los que no pueden recordar el pasado están condenados a repetirlo”, es pertinente poner en escenario la olvidada historia de Van Rensselaer Potter, reconocido como pionero de la bioética, aunque en la actualidad apenas recordado más allá de haber concebido la bioética como un puente entre biología y valores humanos, como también lo habían pensado, a su manera, William James, John Dewey y C.S. Lewis.

Van Rensselaer Potter (1911-2001) fue un bioquímico dedicado a la investigación en oncología, quien fue reconocidamente el primero en utilizar el término “bioética” en una publicación, en una época en que su invención por Fritz Jahr era del todo desconocida.64 El libro es citado profusamente, aunque no ha tenido muchos lectores ni logró pasar de una única edición que aún es fácil de encontrar. Es una obra que compila varios artículos publicados algunos de los cuales ya contienen las ideas matrices de Potter.65

Casi simultáneamente con la publicación del libro de Potter, fue inaugurado en la Universidad de Georgetown el “Kennedy Institute of Bioethics”, provisto de 1.3 millones de dólares donados por la familia Kennedy que permitió la inmediata contratación de un grupo de connotados filósofos y teólogos, que precipitadamente se consideraron competentes para planificar la Encyclopedia of Bioethics, anunciada en 1973 y publicada en 1978, logrando posicionarse en forma hegemónica en una disciplina que estaba en etapa de obra gruesa, y en la cual el nombre de Potter no es mencionado.

Varios años después, el distinguido filósofo Warren Reich, miembro desde sus inicios del Instituto Kennedy y editor de la enciclopedia, preguntaba con simulada ingenuidad: ¿“Cómo es que la dedicación de Hellegers/Georgetown a la bioética llegó a ser el modo más ampliamente aceptado del término mientras que la idea de bioética de Potter quedó en gran medida marginalizada?”.66 Y recalca que Potter reconocía ser “carente de credenciales en filosofía” se enfrentaba –en dos oportunidades Reich emplea el verbo chocando –clashing– con un naciente instituto de bioética en la U. de Georgetown.

El triunfo del concepto de bioética de Hellegers-Kennedy por sobre el sentido que le dio Potter quedó demostrado por la ausencia de toda mención de Potter o de su trabajo, en la Encyclopedia. La injusticia de esta exclusión fue posteriormente reconocida y enmendada, mas permitir a Potter una o dos páginas en la Encyclopedia no logró revertir el hecho de que la gran mayoría de quienes entonces trabajaban en bioética adoptaran la visión de Hellegers-Kennedy acerca de su quehacer.67

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