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X. BIO(ÉTICA) DEL RECONOCIMIENTO
Y si consagrar (sacrare) era el término que designaba la salida de las cosas de la esfera del derecho humano, profanar significaba por el contrario restituirlas al libre uso de los hombres. “Profano –escribe el gran jurista Trebacio– se dice en sentido propio de aquello que, habiendo sido sagrado o religioso, es restituido al uso y a la propiedad de los hombres”.55
Si la bioética no toma consciencia y reflexiona sobre los nuevos sagrados, inmanentes a sus objetos de interés –vida, salud, cuerpo-, que son retirados del uso común, sacralizados en algo separado y tornados mercadería de consumo, pecará por ingenuidad al no profanarlos.
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Para desempeñar su importante papel crítico en el actual contexto sociocultural, la bioética necesita asumir la perspectiva hermenéutica, con el fin de revelar la dimensión simbólica de las acciones, desmontando las explicaciones, cultural y científicamente heredadas, manifestando las motivaciones ocultas de las acciones y profanando los sagrados secularizados inherentes a la vida, a la salud y al cuerpo.56
La dignidad humana es habitualmente presentada como un valor intrínseco al ser humano, en el cual se fundamentan los derechos humanos y la bioética. Sin embargo, y dejando a la vera la desafortunada opinión de que dignidad es un concepto inútil (Macklin), también es posible leer que
Es función de los académicos esclarecer conceptos que son poco claros. Más aún, si los conceptos son errados y poco útiles, es función de los académicos proponer que sean rechazados. Apoyo esta opinión en el caso de la dignidad en el discurso bioético. Como tal, brego por una bioética carente de dignidad [undignified].57
Cualquiera sea la posición que se adopte frente al concepto de dignidad humana, es preciso profanarlo –devolverlo al uso humano– es decir, reflexionarlo en forma desprejuiciada para determinar su valor en los debates bioéticos.
La pérdida de otredad por el lenguaje digital, la necesidad de un bioderecho relacional,58 y la iniciativa de autores feministas por un desarrollo de una bioética relacional, testimonian la urgencia de desarrollar una bioética del reconocimiento, condición trascendental para gestar una bioética relacional sólida y, hasta el presente, del todo subdesarrollada. Fue Hegel quien escribió sobre los tres niveles del reconocimiento del individuo libre: el nivel del reconocimiento familiar, el reconocimiento de la sociedad civil, y el nivel de la solidaridad/eticidad, niveles que son los fundamentos de la autoconfianza, el auto-respeto y la autoestima. El reconocimiento hegeliano ha sido elaborado in extenso por Axel Honneth al considerar que las lesiones al reconocimiento son más fáciles de identificar que sus aspectos positivos, tal como la injusticia sea más directamente descrita que la justicia. Frecuentemente presentado en forma esquemática, que permite sintetizar la ética del reconocimiento según la trabaja Honneth.