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Entre la vivienda y la comida

El dilema de las mujeres en Moravia ante los arriendos elevados

Moravia se llenó de pensiones y cada cuarto cuesta hasta 550 mil pesos, una cifra “exorbitante” que desplaza otras necesidades, como la comida y los servicios.

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Las mujeres solas se encuentran entre la espada y la pared: o pagan el arriendo o comen.

Desde hace diez años, Rosa Noreña duerme en el mismo cuarto, que es también su casa. Mide dos por dos metros, y se encuentra al final de un lúgubre pasillo, en el segundo piso de una pensión en Moravia. No cuenta con baño, pero sí con una cama con espuma, un clóset, una nevera y una mesa en la cual cocina. En este mundo convive con las muñecas que ha rescatado en su vida de recicladora.

Rosa tiene 66 años y representa a cientos de mujeres en Moravia que viven hacinadas y solas, o son madres solteras con hijos, y enfrentan la presión de pagar, por un diminuto espacio, hasta 550 mil pesos de arriendo y 50 mil más por la luz. Rosa cuenta con el apoyo económico de su familia, pues el trabajo con el reciclaje y los desechos la enfermaron del corazón, el azúcar y la presión, afirma.

Hace 20 años, cuando Rosa llegó al barrio, desplazada de Granada, Antioquia, comenzó a pagar 80 mil pesos por un cuarto. Ella cuenta que, antes de la pandemia, era posible hallar una pieza en el barrio por 350 mil pesos. Sin embargo, afirma que actualmente es imposible; el arriendo, incluso de casas, ha sufrido una inflación de hasta un 40 por ciento.

Situación Crítica

Ángela María Tapias, consejera comunal de planeación de la Comuna 4 representando el sector de las mujeres, asegura que la subida de los arriendos está generando una problemática delicada. Las mujeres, muchas de ellas solas y con hijos, al no tener con qué pagar la pieza, acuden a los préstamos llamados “gota a gota” o “paga diarios” abusivos, venden su cuerpo, mendigan o roban. Esto, ante la imposibilidad de un empleo estable.

“Es triste ver mujeres con la autoestima baja y humilladas. Ellas trabajan vendiendo tinto, o confites, galletas, cigarrillos o en el reciclaje. Y esos oficios no alcanzan para nada. El arriendo por las nubes, los servicios también, más la comida, el gas, la ropa, los pasajes. Literal: muchas mujeres en Moravia viven desesperadas”, apunta Ángela María.

Luz Stella Franco, líder y habitante de Moravia desde hace 40 años, asegura que una recicladora se gana al día, máximo, 25 mil pesos; una tintera, hasta 30 mil, una vendedora de confites, si mucho, 20 mil. “Ellas y sus hijos comen desayuno, no almuerzan, y cenan huevo con arroz y aguapanela. Durante el día los niños solo beben agua”, asegura.

Casas en las nubes

No solo los diminutos cuartos están caros, los arriendos de los apartamentos y las casas, casi todas en obra negra, no bajan de 800 mil pesos. Rubén Ortiz, quien arrienda una casa que consta de un cuarto, sala, baño, cocina y un balcón, menos de 30 metros cuadrados, asegura que la tenía arrendada por 550 mil pesos y ahora cuesta 830 mil.

“El costo de vida está muy caro, la luz, el agua, el internet, la comida, entonces me tocó subir el arriendo y tengo una hija en la universidad. Muchos jóvenes de barrios cercanos o migrantes se vienen a vivir a Moravia por su centralidad y eso produce una subida de los precios. Por eso el barrio se llenó de pensiones”, asegura Rubén.

Ángela María añade que, siendo Moravia considerado un barrio de estrato bajo, con estrechas vías de acceso, malos olores, ruidos en abundancia y un espacio público ocupado por vendedores informales, los arriendos son absurdos.

“Y este es un fenómeno que se aprecia desde el barrio San Isidro hasta Sevilla, y desde Campo Valdés hasta Moravia, El Oasis y El Bosque. Y las personas más afectadas son las mujeres adultas y las ancianas, a las que cada vez les queda más difícil conseguir la plata, en medio de la angustia”, reconoce Ángela, una angustia a la que nadie parece importar.

Sin soluciones

El pasado 23 de abril, el alcalde Daniel Quintero en su cuenta de Twitter escribió que los arriendos en Medellín habían aumentado por tres factores:

1. Por reducción del desempleo: llegó a un dígito, y más jóvenes buscan independencia.

2. Por turismo y nómadas digitales: Medellín es la tercera mejor ciudad para visitar en el mundo.

3. Y porque el Aeropuerto Olaya Herrera obliga a construir en la montaña y limita construir en altura en la mitad de la ciudad.

Esta ola de asalariados estaría desplazando a quienes no tienen un salario fijo, y los dueños de viviendas, pensiones e inmobiliarias aprovechan la demanda para elevar los precios de los arriendos, en condiciones imposibles de cumplir para una mujer que sobrevive vendiendo tintos.

Luz Stella Franco añade un factor más: el abuso de algunos arrendadores.

“Hacen falta políticas públicas para apoyar a las mujeres y a los adultos mayores, pues o pagan el arriendo, o no comen. A esto se suma la exposición de sus hijos a la delincuencia y las drogas, ya que las mujeres deben irse a trabajar, y los niños quedan encerrados en una pieza, en la calle, o al cuidado de una vecina, ya que incluso no encuentran guarderías de todo el día”.

▼Es común encontrar avisos de arriendos en los postes de luz o fachadas de las casas.

La violencia intrafamiliar también es una consecuencia de las carencias económicas, asegura Luz Stella.

“Hay mujeres que sostienen la casa y además son abusadas y golpeadas por sus parejas. Esta problemática sacude a Moravia frente a los ojos de todos, pero con el permiso de todos”, indica Luz.

Rosa Noreña no sabe si estará otros diez años en ese cuarto, acompañada por sus muñecas. Recorre el laberinto de su barrio y ayuda a otras que, como ella, ven cómo el costo de vida sube y sube, y nadie hace nada.

▲En los anuncios, se encuentran todo tipo de especificaciones a la hora de tener en cuenta arrendar el espacio.

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