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El Cabildo suspende las obras de la catedral

El pasado 5 de julio se acordó la suspensión de las obras. La fábrica se queda sin financiación, según confirma el contador mayor del Cabildo catedralicio, don Lucas Fernández de Córdoba, que reconoce que se ha consumido la cantidad presupuestada en 1754 para la recaudación del Real Arbitrio.

Málaga, a 7 de julio de 1782.

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La indiferencia general sobre las obras de la catedral ha tenido su epílogo con el acuerdo del Cabildo, ya advertido hace meses por el maestro mayor, don Antonio Ramos, y que fue incluso confirmado por el deán. No hay voluntad para continuar con lo que resta, una de las torres principales y las de los cuatro cubillos, las dos sacristías para las cuales están sacados en sus respectivos muros los dientes de cantería que les corresponden, todos los remates y adornos de la fachada y circunvalación de los altos, el programa estatuario, el panteón, la sala capitular, el Patio de los Naranjos y todas las oficinas necesarias para el debido uso y servicio de la Iglesia. Después de sesenta años de obras, aún queda una tercera parte del proyecto, a pesar de la ingente cantidad de dinero gestionado por la fábrica, que según las fuentes consultadas asciende a la cifra de 13.666.279 reales, más de 1,2 millones de ducados.

El Montepío de Viñeros será el beneficiario del Real Arbitrio a partir de ahora(26). Al mismo tiempo, servirá para financiar las obras de los caminos de Antequera y Vélez-Málaga que están en construcción desde septiembre de 1780(27), imprescindibles para mejorar el tráfico de mercancías del interior con el puerto, lo que repercutirá en un considerable aumento del comercio. En este sentido, las fuentes consultadas también confirman que para el año próximo podría dictarse la orden para la creación de un gran paseo público sobre el arenal frente a las antiguas Atarazanas(28), el cual serviría como centro mercantil y de unión del tráfico comercial del puerto con los dos nuevos ejes viarios, el de Antequera y el de Vélez.

El obispo Molina Lario, por su parte, no se ha pronunciado al respecto. Sus desvelos están en el ambicioso proyecto de la traída de aguas a la ciudad, que según nos informan, va a solucionar definitivamente el grave problema de abastecimiento(29). Las últimas declaraciones fueron en diciembre pasado con la inauguración del flamante órgano realizado por don Julián de la Orden y don José Martín de Aldehuela, una magna obra de arte excepcional que ha costeado el propio obispo Molina Lario y que es, sin duda alguna, la mayor aportación a la fábrica catedralicia realizada hasta el momento, estando a la espera de que se termine la caja del órgano del lado de la Epístola, que está siendo financiado por el Cabildo(30). En aquel momento, el señor obispo manifestó que hay muchas necesidades y prioridades, sin más detalles sobre la situación de la obra catedralicia.

Sin embargo, el maestro mayor don Antonio Ramos y los diputados de la obra, ven posible que se pueda continuar y se concluya lo que está previsto, para lo que han presentado un detallado informe en el que se desglosa el plan económico que requiere la obra para su culminación en diez o quince años, por una cantidad de un millón y medio de reales(31). La propuesta consiste en aplicar un 2% de las rentas de cualquier prebendado, lo que le supondría una contribución de 154 reales al año. Preguntados los capitulares sobre esta cuestión, rechazan la idea de plano, pues es inviable atendiendo a la estrechez de las rentas por la escasez de los tiempos y los rigores de la guerra. Recordemos que el comercio malagueño ha estado más de medio siglo gravado al 3% para la construcción de la catedral(32), no aportando el Cabildo catedralicio ni el 1% de los ingresos obtenidos en el mismo periodo, por lo que podemos afirmar taxativamente, que la catedral de Málaga ha sido pagada por las clases comercial-mercantil y la popular de la sociedad local.

Como ocurriera en 1588(33), se suspenden las obras de la catedral y el puerto es otra vez la auténtica esperanza de esta ciudad, aunque no la única. La catedral es un extraordinario edificio que cumple perfectamente su misión y en la que hasta el propio obispo Molina Lario opina que así está bien terminada. La vida de esta ciudad gira ahora sobre los grandes planes y proyectos que llenan cada día las noticias, y que vienen a hacer más próspera y venturosa a Málaga. ·

26 El conde de Floridablanca, ministro de Estado, envía una carta al Cabildo catedralicio fechada en Aranjuez el día 3 de julio de 1782, en la que informa que por orden del rey Carlos III, el Real Arbitrio quedaba aplicado desde entonces al Montepío de Viñeros y Cosecheros. La cuenta de lo percibido desde 1754, sale a favor de la fábrica por importe de 83.742 reales, no devueltos a la Real Hacienda.

27 Los primeros planos fueron encargados al arquitecto Miguel del Castillo, dando comienzo las obras en septiembre de 1780 por orden del conde de Floridablanca, siendo el primer director el ingeniero Carlos Lemour, continuadas por su hijo Manuel Lemour Tras un parón, se retoma por el teniente de ingenieros Fernando López Mercader, sucediéndole en 1785 Domingo Belestá, que termina la vía en mayo de 1788.

28 El conde de Floridablanca envía la Real Orden de 31 de octubre de 1783, por la que se aprueba la “construcción de un paseo en la Puerta del Mar...para decoro de esa ciudad de Málaga, comodidad de la tropa y desahogo del pueblo y marinería, ha resuelto S.M. a instancia de don Miguel de Gálvez, y conceder su Real permiso para componer y adornar con arreglo al plan y proyecto que ha formado el ingeniero don Fernando López Mercader, la Puerta del Mar y su playa circunvecina, como punto más principal donde debe concluir el camino que se está construyendo desde esa misma ciudad a la de Antequera, y el de la costa por Vélez”.

29 Tras la terrible sequía de 1780 y la pasividad de los regidores para ponerle remedio, en abril de 1782 el obispo Molina Lario encarga al arquitecto José Martín de Aldehuela, el reconocimiento del terreno y estudio del trazado para elaborar el proyecto. Informa al cabildo de la ciudad el 22 de Agosto de 1782, explicando y justificando la necesidad de traer un gran caudal de agua a la ciudad desde las inmediaciones del "Molino del Inca". El obispo recibió por mediación de don José Moñino, conde de Floridablanca, la aprobación del proyecto por Real Orden del rey Carlos III de 21 de septiembre de 1782. El agua llegó a Málaga por el acueducto el 7 de septiembre de 1784.

30 El 19 de noviembre de 1778 se firma el contrato con Julián de Orden y José Martín de Aldehuela para construir el órgano. El del lado del Evangelio se inauguró en la Misa del Gallo de 1781, y el del lado de la Epístola en 1783. Tuvieron un coste total de 627.457 reales. (57.041 ducados).

31 Para poner en referencia esta cantidad, el acueducto de San Telmo (o de Molina Lario como se llamó al principio, y popularmente como cañería del Obispo), tuvo un coste final de 2.179.311 reales (198.119 ducados).

32 El Real Arbitrio se establece por Real Cédula de 19 de junio de 1723, modificada por Real Despacho de Luis I de 18 de febrero de 1724, por el que se aplica medio real de vellón (17 maravedís) por arroba (16 litros) de pasa, vino y aceite embarcado en el puerto de Málaga. Esta medida se prorroga en 1731 y 1738, y desde esta última fecha se incluyen los puertos de Vélez, Marbella y Estepona. La Real Orden del Supremo Consejo de Castilla de 30 de abril de 1746, el Real Arbitrio se empieza a aplicar para las obras del puerto. El 18 de noviembre de 1754 por Real Despacho del rey Fernando VI, se vuelve a aplicar el Real Arbitrio para las obras de la catedral por importe total a recaudar de 3.179.681 reales y 24 maravedís, según proyecto económico de terminación elevado por José de Bada y Antonio Ramos, si bien pasa a recaudarse un cuartillo de real de vellón desde 1757, en vez del medio real de vellón.

33 Tras constantes peticiones de los regidores del cabildo municipal, el rey Felipe II autoriza en 1587 el inicio de las obras de un puerto llamado a convertirse en uno de los más capaces del Mediterráneo, colocándose en enero de 1588 la primera piedra, santificada con la bendición y oraciones del Obispo y clérigos de su Iglesia y la Justicia y Regimiento, con gran regocijo y contentamiento general de todo el pueblo...

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