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La Catedral se cae

Las cinco noticias que definen la obra de la catedral durante el siglo XVIII, como si de un periódico de la época estuvieran extraídas, vienen a reflejar un escenario social, político y económico, que fue determinante para entender y empatizar con aquella sociedad, dirigentes y economía de la Málaga de entonces.

España acababa de terminar la guerra de Sucesión y comienza un proceso reformador que llegará a su cénit durante el reinado del rey Carlos III, al mismo tiempo que la economía mejora las condiciones de prosperidad y se abren nuevas corrientes de pensamiento, que tendrán especial predicamento en las ciudades con mayor desarrollo comercial, como es Málaga.

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El Cabildo catedralicio luchará contra de la voluntad de la ciudad, de sus comerciantes y regidores, como también contra las ideas y prioridades de la Corte y los ministros reales, con una determinación que conseguirá llevar la obra hasta el límite de lo realizable.

La técnica, la ciencia y la maestría, serán los conceptos clave para dar respuesta a los tremendos desafíos que tendrá la obra, tanto para explicar su reanudación, como para reconocer su evolución durante la compleja ejecución de la estructura.

La Catedral se cae

El informe del ingeniero director de la costa de Andalucía, don Bartolomé Thurús(1), es contundente: "La catedral sufre graves problemas de estabilidad que requieren que se edifique lo que falta o se arruinará en poco tiempo".

Málaga, a 16 de julio de 1719.

El arco perpiaño de la nave principal tiene una abertura por todo el largo del cuerpo y está en serio riesgo de arruinar toda la obra de la catedral, esa es la conclusión del informe que ha redactado el coronel don Bartolomé Thurús, ingeniero director de la costa de Andalucía, para el Cabildo catedralicio. No por conocido los problemas de estabilidad que sufre la catedral, ha dejado de sorprender la contundencia con la que se expone la posibilidad de ruina del edificio si no se actúa de inmediato. El empuje que ejerce la Capilla Mayor sobre el crucero requiere el contrarresto de lo que no está construido, como son las naves y fachada con las torres. El informe también pone en evidencia la buena arquitectura del edificio, ya que no hay ley matemática que pueda justificar que siga en pie con los graves problemas estructurales que tienen los arcos del crucero.

La catedral acumula ciento treinta años de resistencia contra su propio designio de ruina desde su consagración en 1588. Ya en 1612 el entonces maestro mayor, Pedro Díaz de Palacios(2), advertía de lo siguiente: "la obra debe continuar hasta la fachada a la mayor brevedad, porque de no hacerlo así, se arruinaría todo lo hecho". Sus palabras únicamente sirvieron para realizar el más bello de los coros que hay en tierras hispanas. Las dudas sobre la calidad constructiva de la catedral fueron superadas en la heroica resistencia al terrible bombardeo al que fue sometida por las cinco fragatas inglesas, en un aciago día de julio de 1656(3). Pero lo que las bombas no pudieron derribar, lo podía conseguir la falta de mantenimiento, como denunció el deán en 1668, requiriendo la necesidad de reparar la solería de las bóvedas ante los graves daños que estaba provocando la falta de remedios(4). Aunque el auténtico milagro se produjo el día de San Dionisio Areopagita, a las siete y cuarto de la mañana del año 1680(5), cuando la tierra tembló hasta no dejar ningún muro sin grietas en la ciudad.

El único edificio que no sufrió daño alguno fue la catedral, que incluso sirvió de seguro refugio contra el maremoto posterior que llevó las aguas marinas hasta el maltrecho convento de Santo Domingo. El ingeniero militar ha declarado que ha sido uno de los estudios más complejos que ha realizado, dada las especiales vicisitudes que ha tenido el edificio en sus dos siglos de vida, reconociendo que no puede explicar el irresoluble equilibrio que mantiene estable el edificio. A la pregunta de si cree que puede colapsar lo construido, don Bartolomé no duda: "una catedral es un equilibrio muy complejo de cargas y contrarrestos, lo cual no se cumple ahora, por lo que la consecuencia será irremediablemente la ruina. ¿Será inminente? Digamos que no soportará otro terremoto como el de 1680, pero tampoco creo que resista un bombardeo, incluso ni la falta de mantenimiento de la cubierta que está generando graves daños en las bóvedas. Lo siento, pero si no se actúa pronto, desaparecerá". ·

1 Bartolomé Thurús (Beloeil, Bélgica – Málaga, 1721). En 1716 es nombrado ingeniero jefe de las obras del puerto de Málaga. En 1717 realiza un informe sobre la deplorable situación de las murallas de Málaga, que habría que reconstruirlas por completo. En 1718 asciende a coronel, y más tarde se le nombra ingeniero director de la Costa de Andalucía. Presenta el 30 de marzo de 1717, el proyecto del nuevo puerto para la ciudad, que aprueba el rey Felipe V, y el 26 de abril de 1718 el gobernador de la ciudad le informa que… se puso la primera piedra en el muelle nombrado de San Felipe.

2 Pedro Díaz de Palacios, sustituye a Diego de Vergara y Echaburu como maestro mayor de la catedral, y será el encargado de construir la caja provisional del coro que se termina en 1631. El 20 de octubre de 1612 realiza el informe sobre el peligro de ruina de la catedral.

3 El 21 de julio de 1656, cinco fragatas inglesas aparecieron a las seis de la mañana en la bahía de Málaga sin que el Marqués de Mondéjar, gobernador de la plaza, diera la alarma. A la una de la tarde atacaron las naves que se encontraban en el puerto, quemando una galera genovesa. Acto seguido, las fragatas comenzaron a cañonear la ciudad y sus baluartes durante cuatro horas, dañando gravemente a la catedral. Los ingleses desembarcaron y consiguieron tirar al mar gran parte de las municiones de que disponía la ciudad. Hubo al menos 14 muertos y muchos heridos. Gran parte de la población huyó al campo.

4 El 21 de febrero de 1668, el deán da cuenta al Cabildo para que lo hiciese saber al señor obispo, que un oficial de albañil, que andaba reparando los golpes de las balas (del bombardeo de 1656), había dicho que tenía la iglesia mucha falta de reparo, así por la parte de afuera, como por la solería de las bóvedas, y que, de no poner remedio, se podía temer mucho daño.

5 El 9 de octubre de 1680, se produjo un devastador terremoto con epicentro en la sierra de Aguas, entre Álora y Carratraca, estimado en una intensidad de 9 sobre 10 y una magnitud de 6,2. El Cabildo publicó un memorial en el que informaba al Rey de las consecuencias del terremoto y de los tremendos daños sufridos, siendo la catedral el único edificio que no tuvo quiebra alguna. El obispo, Fray Alonso de Santo Tomás, en una carta pastoral, hizo una interpretación causal del fenómeno al confirmar el castigo divino como motor del terremoto.

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