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Presentación
La catedral es el gran paradigma arquitectónico en Europa durante el último milenio. Es la síntesis del devenir histórico de las ciudades, su gran representante espacial, cultural, artístico, social y económico. Conocerlas, entenderlas, responde a muchas preguntas sobre el carácter de las sociedades que las hicieron posibles y, también, de las que hoy las siguen sosteniendo en pie.
El origen de las catedrales puede establecerse a partir del edicto de Milán del 313 d.C. y la ocupación de las basílicas romanas, una tipología de edificio que será el modelo a seguir, rompiendo así la relación formal con el resto de templos paganos.
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En el oscuro periodo entre la caída de Roma y el siglo XI, serán los monasterios, inspirados por San Benito en el siglo VI, los grandes promotores de las obras que darán lugar al avance arquitectónico en el occidente europeo. Casi todas las iglesias de los períodos cristiano primitivo, carolingio y otoniano, que precedieron al románico, estaban cubiertas de madera, sufriendo frecuentemente devastadores incendios que los arruinaban. La solución técnica fue la bóveda de piedra.
Con la referencia de cuatro grandes construcciones contemporáneas: la iglesia de Saint Sernin de Toulouse (10801120), la catedral de Santiago de Compostela (1075-1128), la catedral de Durham (1093-1133) y la catedral de Pisa (10631118), comienza una evolución construtiva que llegará a Málaga cuando se vislumbra un nuevo modelo arquitectónico.
Comprobando las fechas de las referencias anteriores, las catedrales eran edificios que podían concluirse en un tiempo razonable de 40 a 55 años, aunque hubo casos sobresalientes, como los 39 años de la catedral de Burgos (1221-1260), aunque si las condiciones lo permitían se podían lograr proezas técnicas en 21 años como la del Real Monasterio de San Lorenzo de El Escorial (1563-1584).
Se tiene una ignorancia preocupante sobre la historia de la catedral de Málaga, paliados en un injusto remedio como es la leyenda, a pesar de disponer de suficiente información para dar respuesta a casi todos los aspectos relacionados con la obra catedralicia, de su proceso constructivo y los condicionantes que ha tenido en todo este tiempo. La catedral de Málaga estuvo ciento veintiún años en obras, divididos en dos periodos, desde 1528 a 1588 y desde 1721 hasta 1782, llenos de parones y baja actividad. En cualquier caso, la decisión de parar las obras en 1588 fue por voluntad del obispo García de Haro, y la paralización de 1782 fue por el establecimiento de otras prioridades por parte del ilustrado obispo Molina Lario, coincidiendo en ambos casos la idea de que lo construido cumplía perfectamente con lo que se necesitaba.
La obra catedralicia se enfrentó a dos problemas fundamentales: el financiero y la desconfianza continua del Cabildo con el maestro mayor de turno. Hay que tener en cuenta que era esencial elegir bien al arquitecto, ya que las consecuencias podrían concluir en desastrosos derrumbes por la incompetencia en soluciones estructurales. La formación de un maestro mayor se basaba en un conocimiento puramente práctico y en gran punto empírico, pues carecía de la comprensión académica de principios matemáticos y de reglas constructivas. Un edificio concebido con proporciones precisas permitía desarrollar la obra con mayor control y eficacia, si bien los maestros de obra tenían un conocimiento de geometría derivado de la práctica continua. La escuadra y el compás, eran las herramientas con las que se aplicaban sistemas proporcionales a partir de construcciones geométricas, pues la geometría es la base del diseño, la fuente de la proporción.
Los maestros mayores que ha tenido la catedral de Málaga son los protagonistas de esta publicación, pues ellos son los que mejor pueden describir y explicar la obra y su historia, tan desconocida como apasionante.
AlejandroMarina