septiembre 2021 I
de Kioto), dedicada a Nuestra Señora del Rosario, hace un par de años comenzaron a llegar vietnamitas católicos al templo. Ellos vienen a trabajar a Japón, o bien a estudiar como técnicos, pero la realidad es otra. Casi no tienen día de descanso y un lugar para reunirse. Así que, cuando empezaron a llegar, la primera dificultad fue el idioma, casi no hablan japonés; además, aunque Vietnam es un país asiático, es muy diferente cultural, social y estructuralmente a Japón. Por otra parte, la comunidad católica japonesa estaba preocupada y me decían que debíamos que ayudarles y hacer algo por ellos. Esto me alegro mucho y en una reunión del consejo parroquial decidimos que teníamos que
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recibirlos y acompañarlos en su fe y darles un espacio en la comunidad. ¡Así que nos pusimos manos a la obra! La integración de los migrantes Al inicio, llegaron cinco vietnamitas, y después otros tres; poco a poco se pasaron la voz y hoy en día asisten más de 20 jóvenes de aquel país. Por supuesto que hay muchos más, y día a día, va creciendo la asistencia. Para ello, los católicos japoneses los acogieron como familia y, conociendo la situación migratoria que hay en Japón, decidieron apoyarlos. En la parroquia ya forman parte de la comunidad y participan de diversas maneras.