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Los migrantes en la Misión

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No haya más otros

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P. José Enrique Hernández Torres, mg 25º aniversario sacerdotal

El P. José Enrique Hernández Torres, mg, nació el 23 de noviembre de 1968 en Guadalajara, Jal., en la familia formada por los señores Juan Hernández y Enriqueta Torres. Realizó los estudios de formación básica en su ciudad natal y comenzó su formación sacerdotal en el Seminario Diocesano de Guadalajara, donde permaneció de 1984 a 1989. En septiembre de 1989 ingresó al Seminario de Misiones, donde culminó la formación en Filosofía. En 1993 fue enviado a concluir su preparación al sacerdocio a la Misión de Kenia, donde cursó Teología en el Hekima College, en Nairobi.

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Acerca de su vocación, el P. José Enrique ha comentado: “En 1983 ingresé al Seminario Diocesano de Guadalajara con la idea de ser sacerdote, aunque para ese tiempo aún no tenía muy claro si pertenecer al clero diocesano o ser sacerdote misionero. Lo que poco a poco me fue ayudando a discernir mi vocación fueron los campos misión que año con año celebramos en diferentes comunidades. El contacto con la gente y el palpar de una manera más concreta sus problemas me hizo reflexionar que en otros países hay muchas personas que de igual forma desean escuchar la

Palabra de Dios y un mensaje de esperanza en medio de sus necesidades”.

Recibió la ordenación sacerdotal el 13 de septiembre de 1996 en la Parroquia de Santa María Magdalena, en Guadalajara, Jal., por imposición de manos de Mons. Javier Navarro Rodríguez, Obispo Auxiliar de la arquidiócesis. Ese mismo año fue enviado a compartir el Evangelio en la Procura de Los Ángeles, Cal., eua. De esta experiencia, el P. José Enrique dice: “Me tocó llegar a una parroquia donde hay tres comunidades: afroamericanos, latinos y coreanos. Era encargado de la comunidad latina (mexicanos, hondureños y guatemaltecos). A pesar de que era una parroquia con bastantes años de historia, teníamos el desafío de la nueva evangelización; es decir, volver a evangelizar a los bautizados que no han profundizado en su fe. Al mismo tiempo, la parroquia era también de primera evangelización, puesto que a su alrededor había muchas personas no cristianas. Fue un reto encontrar la manera de llevar el Evangelio a todos”.

En el año 2000, formó parte del grupo de Misioneros de Guadalupe que fundaron la Misión de Mozambique, donde anunció la Palabra entre nuestros hermanos más necesitados de África.

Asimismo, el P. José Enrique ha colaborado en la atención vocacional de jóvenes interesados en el sacerdocio misionero y la formación de seminaristas.

Este mes celebra 25 años de sacerdocio y nos unimos a él para festejar y desear que el Señor lo bendiga con muchos años más de entrega en el servicio a los hermanos que no conocen a Cristo. ¡Muchas felicidades, P. José Enrique!

P. José Navarro González, mg

Estimados lectores de Almas, en el marco de la 107ª Jornada Mundial del Migrante y del Refugiado, a celebrarse este mes, quisiera compartir con ustedes algunos recuerdos de los países en donde he trabajado como misionero: Hong Kong, Taiwán y Estados Unidos, donde abundan los migrantes (legales e ilegales), quienes se enfrentan a múltiples circunstancias adversas. Trataré de hablar de mis experiencias con los migrantes en la Misión.

Hong Kong (1975 a 1990)

En este país asiático la mayoría de los inmigrantes eran filipinos, indios y paquistaníes, seguidos por minorías de otros países. Los indios (llevados desde la India en el siglo xix, por los británicos, para trabajar como mercenarios o en construcciones, comercios, etc.) han vivido por más de siglo y medio en Hong Kong, y en general casi ninguno conoce su lugar de origen en la India, sólo saben que son descendientes de gente originaria de aquella nación. Sin embargo, pese a esa circunstancia y a que dominan plenamente el idioma chino cantonés, siguen siendo considerados extranjeros. Parte de la industria y el comercio de Hong Kong están en sus manos y son muy productivos. Casi todos son practicantes de la religión hindú, sihk, jainistas o de alguna otra religión de la India. A mí no me tocó conocer católico (o cristiano) alguno, aunque sí debe haberlos. Por lo tanto, la actividad pastoral de la Iglesia católica para con ellos era poca o nula. Los pakistaníes eran, por lo regular, de religión islámica (musulmana), así que la in-

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