POEMA SIN TÍTULO DE SIA MATHEOS Entras en el diseño aproximado, corta y raspa y no deja nada atrás. Ocultando una cojera sigues el plano. "Buenos días", "Buenas tardes" los canalones gorgotean por debajo. Los secretos forran estas calles, temblando con una suculencia verde y brillante. Una pureza demasiado grande para observarla a simple vista. Mantienes el rumbo. El metal corrugado recubre tu lengua mientras saliva hacia las ciudades construidas más allá. Esas ciudades construidas. El capital, la competencia, el hormigón agarran cada existencia aislada, colgándolas en un lugar ennegrecido y borroso, fuera de este mundo. Este mundo. ¿Esto es? Este mundo. ¿No lo recuerdas? Existe ahí fuera, dulcemente y salvajemente, en algún lugar, vagando como el cordón umbilical de un caracol. Suelta el plano. Escucha el afán silencioso de tu antigua herencia. De manos y rodillas, bajo la lluvia y el lodo, nadando por desiertos, encontrarás el mundo de nuevo en una gota de rocío que susurra “Estás aquí.”
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