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C RÓ N I CA, LU N E S 18 O C T U B R E 20 21

Columnistas

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OPINIÓN

El derecho a la ciudad Isidro H. Cisneros

Twitter: @isidrohcisneros

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a pandemia puso al descubierto las enormes desigualdades sociales que existen en la Ciudad de México, el reto es evitar que ellas se transformen en desigualdades políticas, es decir, que fomenten la persistencia de ciudadanos de primera y de segunda clase. Vivimos en un mundo de ciudades, lo que representa un cambio radical en la historia de la humanidad en la que lo urbano y la realización de lo que consideramos ciudad es un porvenir sin retorno. Las ciudades se han convertido en territorios y unidades colectivas que son centrales para la organización política, social y económica

de las personas. En el futuro observaremos un universo de ciudades y nuevas relaciones de intercambio y colaboración, pero también nuevas formas de riesgo y vulnerabilidad. La vivienda, el espacio público y los derechos humanos se encadenan a un conjunto complejo de requerimientos sociales y a escenarios adversos producidos por la acumulación de contradicciones que expresan las ciudades a través de la pobreza, el deterioro ambiental y el declive de la calidad de vida urbana, lo que plantea la necesidad de hacer efectivo el derecho a la ciudad. Este derecho se refiere a la lucha por el espacio público y es el soporte teórico para emprender la ruta hacia una vida digna para las personas en las ciudades con sus contrastantes realidades. El derecho a la ciudad es una respuesta innovadora a las transformaciones que convierten a las ciudades en el terreno de los avances tecnológicos y de los mestizajes culturales en el espacio territorial y vital de sus habitantes. Se estima que para el año 2050 el 70% de la población del planeta habitará en conglomerados

urbanos, cifra que se incrementará al 90% para finales del siglo XXI. Este crecimiento tendrá severas consecuencias en la producción de bienes y servicios, la alimentación y la nutrición, así como en el abasto de agua, la educación, la salud y la calidad ambiental. Muchos escenarios son apocalípticos y consideran severas afectaciones en la vida de las ciudades lo que exige cambios urgentes. El derecho a la ciudad refleja una contienda que rebasa lo conceptual, para colocarse en una perspectiva de futuro como instrumento de lucha social y política. Vivimos tiempos en los que la economía globalizada ha generado una nueva estructura de poderes y de distribución de los beneficios del desarrollo. Se han creado condiciones sociales, culturales, económicas y políticas que involucran una complejidad multifactorial. La primera Constitución Política de la Ciudad de México garantiza el derecho a la ciudad a través de su uso y usufructo pleno y equitativo, fundado en los principios de justicia social, democracia, participación, igualdad, sustentabilidad,

de respeto a la diversidad cultural, a la naturaleza y al medio ambiente. Nuestro máximo ordenamiento jurídico y político local sostiene que es un derecho colectivo que garantiza el ejercicio pleno de los derechos humanos, así como la función social de la ciudad, su gestión democrática y asegura la justicia territorial, la inclusión social y la distribución equitativa de bienes públicos con la participación ciudadana. El derecho a la ciudad no puede concebirse solamente como un simple derecho de visita o como un retorno a las ciudades tradicionales. Debe formularse -de acuerdo con el filósofo y sociólogo francés Henri Lefebvrecomo un derecho a la vida urbana, transformada y renovada, que toma en consideración la compleja situación del presente urbano-territorial así como la función social de la ciudad en cuanto centro regional de impulso al desarrollo. Por ello, resulta necesario reconocer en modo definitivo, que la ciudadanización de las decisiones sobre el presente y el futuro de nuestras ciudades resulta inevitable

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La combinación de vacunas anti-COVID Gerardo Gamba*

gerardo.gambaa@incmnsz.mx

U

na de las dudas que ha surgido en relación con la vacunación y el COVID tiene que ver con el hecho de que existan vacunas diferentes. Que bueno que existen varias vacunas y que demostración más clara de la eficiencia del método científico. Diversos laboratorios y empresas se abocaron a estudiar la posibilidad de hacer una vacuna anti-COVID, con diferentes estrategias, pero todas con base en el método científico y hoy, tenemos al menos ocho diferentes posibilidades: Moderna, Pfizer/ BioNTech, Janssen, Cansino, Sputnik, AstraZeneca, Sinovac y Novavax. Lo malo es que sigue existiendo un sector considerable de la población cuyo acercamiento a la ciencia lo hace como si fuera religión, cree o no cree, cuando la ciencia no se trata de creer, sino de analizar las evidencias. Esta semana supe del desafortunado

fallecimiento de un conocido mío en Boston, por COVID, que nunca quiso vacunarse, ni utilizar cubreboca, porque decía no creer en eso. Como ha venido sucediendo con el COVID, tenemos que esperar a que vayan saliendo datos basados en estudios científicos. Al respecto de combinar vacunas han salido pocos, pero estos apuntan a que la combinación de vacunas resulta en el mismo efecto benéfico o inclusive, hasta puede ser mejor. Con toda proporción guardada, pero es probable que el asunto sea similar a lo que sucede con diversas enfermedades para las que hay diversos tratamientos. Por ejemplo, los anti-hipertensivos. Por diversos mecanismos, pero todos hacen lo mismo, reducir la presión arterial y combinarlos puede resultar en sinergias. En el caso de las vacunas, las diferencias estriban en el vector que se utiliza para introducir el antígeno y permitir que el sistema inmune reaccione al mismo, generando inmunidad. En unas el vector es RNA (Moderna o Pfizer), en otras es DNA (Sputnik o AstraZeneca) y en otras es el virus atenuado (Sinovac). Varían poco en el antígeno utilizado, porque en todas se incluye a la proteína SPIKE, que es la que necesita el virus para ingresar a las células y, por lo tanto, si los anticuerpos van dirigidos en contra de esta, serán útiles para neutralizarlo.

En el caso de las vacunas, las diferencias estriban en el vector que se utiliza para introducir el antígeno...

Dicho lo anterior un estudio publicado en la revista The Lancet en junio, realizado por un grupo en España, mostró que la administración de la segunda dosis de vacuna con Pfizer, 8 a 12 semanas después de haber recibido la primera dosis con AstraZeneca, resultó en una respuesta igual o mejor desde el punto de vista de generación de anticuerpos. La semana pasada un pre-print publicado en el sitio medRxiv (doi.org/10.1101/2021.10.10.21264827) muestra un estudio colaborativo realizado en varios hospitales de los Estados Unidos en el que sujetos que recibieron la primera dosis de una de las tres vacunas que se utilizan allá (Pfizer, Moderna, Janssen),

fueron divididos en grupos similares para recibir la segunda dosis de la misma vacuna o las otras vacunas. Por ejemplo, 150 individuos recibieron una dosis de Pfizer y luego, se dividieron en 3 grupos de 50, para recibir la segunda dosis de Pfizer, de Moderna o de Janssen. Lo mismo con 150 sujetos que iniciaron con Moderna o con Janssen. Los resultados muestran que la respuesta inmunológica fue similar en todas las combinaciones y no hubo diferencias en las reacciones o síntomas inducidos por la vacunación. Los estudios anteriores sugieren que la combinación de vacunas es al menos igual que no combinarlas o podría ser mejor. Sin embargo, hay que tomarlos todavía con cierta reserva porque habrá que esperar a que se publique el resultado de la eficacia que tengan las combinaciones para prevenir el COVID y los casos graves de COVID

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Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición Salvador Zubirán e Instituto de Investigaciones Biomédicas, UNAM


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18-10-2021 by La Crónica de Hoy - Issuu