C RÓ N I CA, S Á B A D O 1 1 S E P T I E M B R E 2 0 2 1
Escenario 19 Foto: Especial Archivo Pedro Meyer
Después del concierto se llevó a cabo una campaña para difundir el supuesto libertinaje y desenfreno de más de 250 mil jóvenes.
“¿Amor y paz? ¡El Infierno!”: Avándaro, del edén a la represión del rock en México Este 11 de septiembre se conmemora medio siglo del concierto más importante en la historia de la música en nuestro país realizado en Valle de Bravo
COORDENADA CRÓNICA Ulises Castañeda Twitter: @UlisesCasal
El 11 y 12 de septiembre de 1971 se realizó el festival más importante de rock en México. Más de 250 mil personas se dieron cita en Valle de Bravo para manifestar la unión pacífica por el rock con el Festival de Rock y Ruedas, que con el tiempo pasó a llamarse simplemente como Avándaro. Hoy se cumple un año más de ese célebre concierto. Para los primeros años de la década de los 70, el movimiento musical conocido como La Onda Chicana se encontraba en pleno auge. Un estilo congruente con el rock ácido y psicodélico de la época, apoyado por las disqueras y radiodifusoras
que dieron a conocer grupos provenientes de toda la República. Ante esa efervescencia rockera el paso lógico era llevar a cabo un festival tipo Woodstock. En Valle de Bravo se llevaba a cabo una tradicional carrera de autos, y los organizadores decidieron escenificar el día previo a la competencia, una fiesta amenizada por unos grupos de rock. El entusiasmo de los grupos por formar parte del evento fue grande y en lugar de que tocaran dos bandas, fueron confirmadas 16. Al comenzar a promocionarse el Festival de Rock y Ruedas la exaltación entre los jóvenes fue abrumadora, y muy pronto se vendieron los 75 mil boletos que se tenían a 25 pesos cada uno, pero el aforo fue rebasado. En ese momento, las autoridades temían a la congregación de las masas por el antecedente del movimiento estudiantil de 1968 en Tlatelolco, por lo que estuvo bajo la amenaza de represión por parte del gobierno. Apenas tres meses antes se había dado la brutal represión del Jueves de Corpus por lo que las autoridades se mantenían aprensivas ante una concentración masiva de adolescentes. Los organizadores, Luis de Llano hijo, Eduardo López Negrete, y otros jóvenes adinerados fueron quienes consiguieron
la autorización del entonces gobernador del Estado de México, Hank González. A las 20 horas del sábado inició el festival. Actuaron 11 grupos pues el doceavo, Love Army, quedó varado en la carretera. Los primeros en iniciar en forma el evento fueron los Dug Dug’s que a través de su buena actitud se ganaron a los miles de asistentes. Después de ellos tocaron El Epílogo, que recibió una respuesta generalmente indiferente; después, La División Del Norte y la banda Tequila, notorias por sus influencias de funk y blues. Posteriormente se presentó Peace and Love, cuyas canciones fueron de las más coreadas en todo el festival y en cuya participación se interpretó “Marihuana” y “Tenemos el poder”, dos de las cancio-
Peace and Love tuvo las canciones más coreadas especialmente cuando se interpretó “Marihuana” y “Tenemos el poder” “¿Amor y paz? ¡El Infierno!”, fue el encabezado más popular que apareció en la revista Alarma
nes más representativas de la época. Enseguida tocó El Ritual que no causó gran impresión. Comenzó a llover y continuaron Los Yaki con Mayita Campos como vocalista invitada, Bandido, La Tinta Blanca, El Amor y por último Three souls in my mind cerrando de milagro el festival antes de que el sonido colapsara por completo. Eran las ocho de la mañana cuando se dio por finalizado el evento, y los participantes emprendían el regreso a casa, sólo que nadie imaginó lo que acontecería después de estos dos días de rock and roll. Pese a que el evento se realizó sin altercados, la euforia colectiva de los temas de protesta creó una alerta en las autoridades del momento, ante el temor de un complot en contra del gobierno. Después del concierto se llevó a cabo una campaña en los medios de comunicación para difundir el supuesto libertinaje y desenfreno de más de 250 mil jóvenes. “¿Amor y paz? ¡El Infierno!”, fue el encabezado más popular que apareció en la revista Alarma. A partir de ese momento, el gobierno prohibió las presentaciones en vivo, lo que orilló a las bandas a crear espacios subterráneos que con el tiempo fueron conocidos como “hoyos funky”, que consistían en viejos edificios abandonados o en desuso, como bodegas o locales vacíos en distintos barrios. El evento quedó en la historia con muchas lecciones: “¿Qué es la Nación Avándaro? Grupos que cantan en un idioma que no es el suyo. Canciones inocuas: rechazo a la guerra de Vietnam, pero no a la explotación del campesino mexicano; pelo largo y astrología, pero no lecturas y confrontación crítica. Creo que la Nación Avándaro es el mayor triunfo de los mass media norteamericanos: es el Mr. Hyde de artículos, reportajes y crónicas sobre Woodstock. Es uno de los grandes momentos del colonialismo mental en el Tercer Mundo”, escribió Carlos Monsiváis
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