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HASTA SIEMPRE SECRETARIO, NAZARENO, HERMANO, AMIGO
Por Javier Millas Romero. Vicesecretario de la Ilustre y Vble. Hermandad de Ntro. Padre Jesús Amarrado a la Columna
Amanecía el 5 de Mayo de 2020, uno de esos días de pandemia en que muchos, por una u otra razón, dormíamos regular, y nos levantábamos preocupados por lo que estaba pasando en nuestro país y por la cantidad de gente conocida que, día tras día, o bien conocíamos que se encontraba ingresada en el hospital o bien, por desgracia, sabíamos de su fallecimiento. Otro día en el que desayunábamos, cual rutina, con una mirada al móvil y esperando no leer malas noticias, deseando que poco a poco se fueran solucionando las cosas y fuera una jornada tranquila, sin sobresaltos.
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Pero no. El destino quiso que ese martes 5 de Mayo fuese un día fatídico, triste, doloroso. A eso de las 9:30 de la mañana, recibo una llamada inesperada de esas que uno nunca quiere recibir, dándome una noticia que me dejó completamente helado, sin palabras. Al otro lado del teléfono Laura, la hermana de Manuel Ruiz de Lara, que me comunicaba con la voz entrecortada que Manu, nuestro Secretario, nuestro amigo, había fallecido en su domicilio de forma repentina. Se fue como era él, con discreción y sin hacer ruido.
Fue un día difícil, muy difícil, en el que, aún sin poderlo creer, tuve que comunicar a mucha gente la mala noticia, entre otros al resto de miembros de la Junta de Diputación que quedaban en “shock” al recibir la noticia. Jamás podré olvidar ese martes primaveral en el que un gran nazareno, una gran persona y un gran amigo nos dejaba para siempre asestándonos un mazazo descomunal. Se fue además en unas circunstancias muy particulares, con muchas restricciones y prohibiciones debido a la maldita pandemia que cambió nuestras vidas y que imposibilitaron despedir a Manu como merecía, acompañado de amigos, familiares y hermanos. Fue muy duro no poder estar con él en ese último día, ni poder dar un beso y un abrazo a su madre y hermanas. Tampoco podremos olvidar nunca eso.
Se suele decir de quien ya no está, de quien nos deja abruptamente, que era una bella persona y deja un enorme vacío, pero en el caso de Manu quizá es quedarnos incluso cortos. Manu era una persona que llenaba mucho con su presencia, y lo hacía por su gran calidad humana, su sencillez, su honradez y su carácter siempre amigable y jovial. Quienes hemos tenido la suerte de conocerle y compartir con él muchos momentos, así lo podemos corroborar.
La trayectoria nazarena de Manu habla por sí sola. Su apellido, Ruiz de Lara, nos retrotrae al pasado nazareno de la familia, con presencia en los primeros momentos de la Junta de Cofradías y con arraigo sobre todo en dos Hermandades: San Juan Evangelista y Ntro. Padre Jesús Amarrado a la Columna. En ellas, Manu creció y aprendió a ser nazareno, a respetar la tradición, a entender el significado de la palabra hermano. Ahora está ya al lado de su padre Florencio - o “Chencho” como todos le conocíamos - con quien iba a las Juntas Generales y a las puestas en andas. De él aprendió muchas cosas, entre ellas el oficio de Capataz de Banceros, pues lo fue muchos años. De hecho pienso que, de haber seguido entre nosotros, en algún momento le hubiera gustado probar su valía en ese puesto, y seguro que hubiera sido un gran Capataz. Medio en broma, medio en serio, en alguna de las largas charlas nazarenas que teníamos se le escapaba ese anhelo. Recuerdo, mientras escribo estas líneas, la ilusión que le hacía dirigir estos últimos años el “pasete” infantil del “Amarrao”, y a sus pequeños banceros. Disfrutaba mucho de esa procesión de los más pequeños.
Así era Manu, una persona que se volcaba en cada actividad y que aportaba ideas e ilusión. Era un hermano de los que nunca sobran en una Hermandad, porque la hacen más grande. Tras haber sido nazareno de fila y bancero, en el año 2015 aprovechando que había renovación de cargos le propuse entrar en la Junta de Diputación de la Hermandad, ocupando un puesto de vocal, lo que aceptó de inmediato. Su primer acto como directivo de la Hermandad fue la Misa de Acción de Gracias celebrada para conmemorar el 75º Aniversario de la talla del “Amarrao”. Manu colaboró activamente en el montaje del Altar que se dispuso en la Catedral para aquella ocasión histórica.
Apenas dos años más tarde, en 2017, pasó a ocupar el cargo de Vicesecretario de la Hermandad, que compaginó con el de representante en la Comisión Ejecutiva de la Archicofradía de Paz y Caridad. Ese mismo año, además, tuvo el honor de ser Hermano Mayor junto a su hermana Laura. A pesar de que su trabajo le absorbía mucho tiempo, el poco del que disponía no dudaba en dedicarlo a la Hermandad cuando era requerido para ello. A veces, desde el trabajo, sin descansar, acudía a una Junta de Diputación, a ayudar con alguna tarea en nuestra Sede o a una reunión de la Archicofradía, viviéndolo todo intensamente y siempre con una sonrisa que contagiaba optimismo.
El 12 de Mayo de 2019, Manu daba un paso más y era elegido nuevo Secretario de la Hermandad, cargo al que se presentó con mucha ilusión y con muchos proyectos. Durante los meses previos a su nombramiento, eran frecuentes las llamadas, los “whatsapps” o quedar para un café para comentar cualquier duda o alguna nueva idea para llevar a cabo en la Hermandad. Muchas preguntas y dudas que se planteaba para cumplir lo mejor posible con su función. Siempre me acordaré de su primera Junta de Diputación como Secretario. Ya por la noche, al volver a casa me llamó para preguntarme qué tal había estado, y si se le había notado que estaba nervioso. En el lado opuesto, por desgracia, otro momento que siempre tendré en mi memoria será la primera reunión que tuvimos tras su fallecimiento. Fue en el mes de Junio de este pasado 2020 y su silla, donde habitualmente se sienta el Secretario, permaneció vacía, tal cual la dejó.
Son muchas las anécdotas con Manu, sobre todo en los últimos años en que nuestra comunicación era más constante. No puedo evitar acordarme de muchos momentos vividos y de muchas conversaciones en torno a la Hermandad, y a las propuestas que tenía pensadas y de las que le gustaba tener otra opinión para poder valorar pros y contras. Él me decía que le venía bien tener otro punto de vista para poder ver cómo mejorar esas ideas. Y es que así era Manu, una persona que le ponía ilusión a la vida y que aportaba siempre cosas positivas desde la humildad, con la mejor intención posible, de los que no iba “con segundas”, que tenía ganas de aprender y de hacer cosas. Le gustaba involucrarse en lo que hacía y son muchas las actividades de la Hermandad en las quería ser parte importante, como por ejemplo la ya mencionada Procesión Infantil, el Torneo Solidario de Fútbol-7 – en el que llegó a vestirse de corto- o el Belén de la Hermandad, que se instaló en nuestra sede dos años seguidos y en el que se implicó desde el principio. Precisamente, su última propuesta fue que la Hermandad celebrase una Misa en fechas navideñas, para poderse reunir en unos días tan señalados, como él decía… “para rezar al Amarrao, y echarnos unas sidras junto a los hermanos”. Como bancero, también son numerosos los recuerdos. Afortunadamente he tenido la suerte de compartir banzo con él muchos años, y digo la suerte porque se notaba que Manu iba “cargando”, pues era generoso en el esfuerzo. Ni una mala palabra bajo el banzo, ni un solo gesto de enfado. Al contrario, sus palabras siempre eran de ánimo para el compañero. Lástima que sus maltrechas rodillas no le dejaran arrimar el hombro más años, porque era lo que más le gustaba. De hecho, el 28 de Febrero de 2020, en el último Vía Crucis celebrado por la Hermandad en el Barrio de San Antón, dejó por un momento su Cetro de Secretario para hacer “una tirada” bajo el “Amarrao”. Se le veía alegre y orgulloso de sentirse bancero de nuevo por un momento que, como confesó después, le supo a gloria.
Nadie en aquel momento podía ni tan siquiera imaginar que esa sería la última vez que veríamos a Manu bajo el banzo, o portando su Cetro. Aún hoy, casi un año después, nos cuesta asimilarlo, porque todo es y será muy distinto sin él.
Este año, amigo Manu, tampoco tendremos procesión el Jueves Santo. Esta maldita pandemia nos sigue cortando las alas… pero no te preocupes, porque volveremos a recorrer Alfonso VIII y nos sobrecogerán los acordes de “Caridad del Guadalquivir”, como pediste en tu año de Hermano Mayor. Y en ese momento volverás a estar presente en todos nosotros, como de hecho lo estás desde que te fuiste.
Hasta siempre Manu, hasta siempre Secretario, nazareno, hermano, amigo… Siempre en nuestro recuerdo.
No puedo cerrar estas líneas sin acordarme también de otros hermanos que en el fatídico año 2020 nos dejaron para ir junto al Padre, hermanos que ocuparon cargos en la Junta de Diputación de la Hermandad a lo largo de la historia, como Paco Alarcón, Luis Benítez o Fulgencio Page, entre otros. Todos ellos, junto a nuestro querido hermano Manu, están ya desfilando en la procesión celestial y desde allí seguro que nos están enviando toda su luz y su fuerza para poder seguir adelante. Que Ntro. Padre Jesús Amarrado a la Columna interceda por ellos. Descansen en paz.
Este sería un año de conmemoraciones por la celebración del XXV Aniversario del primer desfile de nuestra querida Hermandad en la Semana Santa de Cuenca y el CXV Aniversario del primer desfile del antiguo paso en la Semana Santa anterior a la contienda civil. Pero vivimos momentos muy duros que nos obligan, tristemente y un año más, a la suspensión de los desfiles procesionales debido a la situación provocada por la COVID-19: pérdidas humanas y graves secuelas en muchos de los afectados; las relaciones interpersonales cambiando drásticamente por el confinamiento; consecuencias sociales demoledores;…
Las graves consecuencias emocionales de las personas mayores al no poder tener contacto con sus familiares nos ponen en alerta ante posibles situaciones de edadismo. Se ha vuelto harto difícil poder estar junto a los seres queridos en los momentos de ingreso en los hospitales o en los instantes finales de la vida. En definitiva, la salud psicológica y emocional de muchas personas se está viendo seriamente afectada y sus efectos es posible que perduren en el tiempo a causa del estrés postraumático. A todos ellos vayan, desde esta Hermandad, nuestro calor, nuestro cariño y el ánimo necesario para afrontar esta situación, y particularmente a nuestros hermanos y hermanas afectadas por la pandemia.
“En aquel lugar donde habita la memoria” era el nombre de una exposición fotográfica, llevada a cabo durante el mes de junio del año 1992, en un espacio conquense de bella factura, el Antiguo Convento de las Carmelitas. Como crónica “semanasantera”, decir que tres meses antes, un 7 de marzo, se había constituido una nueva Hermandad que recuperaba un paso perdido para la Semana Santa de Cuenca y que había desfilado por primera vez en 1906: La Negación de San Pedro. Paso que desfiló hasta 1936, bajo la tutela de la V.H. del Prendimiento de Jesús, junto con los pasos de El Beso de Judas y Jesús en el Pretorio.
El contenido de la exposición, a mi modo de ver, no era sino una invitación a la reflexión sobre la locución latina “Sed fugit interea, fugit irreparabile tempu” , -Pero huye entre tanto, huye irreparablemente el tiempo- a través de imágenes centenarias del arte funerario: lápidas, esculturas melancólicas, rincones olvidados de algún camposanto…. Una profunda reflexión que, como en los momentos actuales que estamos padeciendo, invita a acercarse a la Fe para buscar el sentido de la vida.
Dicen los expertos que la añoranza por los tiempos pasados ayuda a mantener el equilibrio emocional, pero en exceso te puede condenar a vivir del recuerdo. Evoquemos pues los recuerdos en su justa medida y traigamos hoy a nuestra memoria a todos aquellos hermanos y hermanas que iniciaron su andadura con esta Hermandad desde hace treinta años hasta hoy y se fueron ya hacia el Padre; no desde la nostalgia, sino desde sentimientos que van más allá, acordándonos de tiempos pretéritos como momentos maravillosos vividos con amor, que no nos pese más la sensación de pérdida por encima de las experiencias de lo vivido.
Hace unos meses, el 19 de noviembre del año pasado, nos dejó, y no por fue por la Covid-19, nuestro hermano Francisco Fernández, cariñosamente conocido por su noble oficio como “Paco el herrero”. Se encargaba con cariño y ahínco de mantener la luz de los pebeteros del conjunto procesional que dan calor al arrepentido Pedro en las noches de Miércoles Santo, mientras anda escondiéndose por los callejones después de haber negado a su querido Maestro.
Paco era de los hermanos nacidos en la década de los años 30 que, junto a Pedro Muñoz Arroyo y Miguel Gallarte, se han ido dejándonos lo mejor de sus oficios y de su arte, así como su ilusión y su cariño por esta hermandad.
La disposición de Paco con la hermandad era durante todo el año excepcional. Siempre atento para ayudar en todo lo que estaba en sus manos. Con una destreza especial para la forja, fruto de su trabajo son: el armazón de hierro que soporta el conjunto escultórico dispuesto para su veneración en la capilla de la Iglesia de San Pedro; los pies de forja para el guión, los dos estandartes y faroles; los soportes también de forja de los pebeteros frontales y el brasero del paso, así como sus correspondientes cisternas de parafina; las borriquetas para el descanso procesional y un sinfín de arreglos no menos importantes.
De carácter campechano y bonachón, su alegría se acentuaba cuando llegaba la Cuaresma y participaba en todas las actividades de la Hermandad, desde los Solemnes Cultos a la íntima actividad de la recogida de hiedra los Martes Santos para la puesta en andas del día siguiente. Siempre andaba contándonos sus vivencias en su amada Cuenca, sus trabajos de forja como herrero del Ayuntamiento. Contaba lo orgulloso que se sentía de las rejas de la Catedral en la capilla de San Mateo, o de sus aportaciones de restauración en la forja de siglos pasados. Recordaba, sencillamente, los buenos momentos vividos.
Momentos como el que le tocó vivir al recibir, en el transcurso de una las comidas de la Cofradía, una pieza única donada por el hermano y reconocido Maestro Artesano, Tomas Bux, bajo el nombre “Hermandad”. Lo dice todo.
Así te recordamos nosotros querido hermano Paco, sirvan estas líneas como un “In Memoriam” a lo que fuiste y lo que eres habitando entre nosotros, al igual que los hermanos y hermanas que te precedieron.
Decía al inicio, que este año de 2021 se cumple el XXV Aniversario del desfile por las calles del conjunto procesional que da nombre a nuestra Hermandad, la Ilustre y Venerable Hermandad de La Negación de San Pedro.
Nuestro primer desfile por la calles de Cuenca, se desarrolló un 26 de marzo de 1997, Miércoles Santo, partiendo del interior de la Santa Iglesia Catedral Basílica de Santa María y San Julián y bajo la estela que iba dejando el cometa HaleBopp.
Los primeros escalones los habíamos superado con éxito, los nervios de la emoción flotaban en el ambiente mezclándose con el olor a cera de la tulipas ya encendidas… Todos los hermanos, juntos e impacientes, esperamos, ante el renacentista arco plurilobulado de la Capilla de los Muñoz del templo Catedralicio, el instante de iniciar el desfile. Fuera, en la Plaza Mayor, la expectación ante la novedad estaba servida. Cinco lustros ya… Cada año con nuevas ilusiones, nuevos retos, nuevos proyectos, nuevos quehaceres, igual que los anteriores... ¡pero tan distintos! Y siempre con el afán de trabajar por engrandecer con nuestro esfuerzo y humildes aportaciones en el ámbito religioso, artístico y musical, la Semana Grande de Cuenca.
Nos toca esperar a la Semana Santa del año 2022 para poder acompañar a nuestra imagen titular en su desfile por las calles de Cuenca. Hasta entonces…, sea pues esta Semana Santa un año diferente de conmemorar la Pascua de Resurrección de Cristo; sea pues, este Miércoles Santo, el año de conmemoración de nuestro XXV Aniversario del desfile, sintiendo tan solo en nuestro interior cómo se encienden los pebeteros para dar calor a Pedro en la fría noche, y como nos iluminan con su luz aquéllos que nos acompañan desde la Semana Santa Celestial. Tengámoslos siempre presentes en aquel lugar donde habita lo más íntimo de la memoria: en lo más profundo de nuestro corazón.
Hasta siempre, hermano. Hasta siempre, Paco.
«Tempus fugit, sicut nubes, quasi naves, velut umbra» Libro de Job del Antiguo Testamento 7,9; 9,26; 14,2.
Con estos versos iniciaba una de sus más famosas obras el poeta romántico Gustavo Adolfo Bécquer, y con ellas me permito empezar este recuerdo a lo que ha sido una triste y atípica Semana Santa, inexistente en las calles pero vivida con fe en mentes y corazones, en terrazas y ventanas, en salones y cocinas, en móviles y portátiles,… desde casa, en familia, con las túnicas en los armarios, pero con las emociones a flor de piel. Una Semana Santa que se recordará por siempre y que perdurará en nuestra memoria nazarena. Esa Semana Santa que, parafraseando de nuevo al poeta,… no volverá. Eso esperamos y deseamos. Que nunca vuelva.
Y es que la Semana Santa de 2020 se recordará por muchas cosas, demasiadas, pero sobre todo por la fe de los nazarenos de Cuenca, inquebrantable, imperturbable, eterna. No olvidaremos una Cuaresma con marchas en los balcones, con velas en las ventanas, con palmas de papel y celo, con comunicados oficiales llenos de dolor, resignación y pena, con procesiones tristes de ambulancias y sirenas, con hermanos, amigos y nazarenos que se fueron... No olvidaremos tantas y tantas cosas imposibles de olvidar, y a la vez tan duras y difíciles de recordar.
Pero así, entre olvidos y recuerdos, cuando menos lo esperemos, llegará la primavera de 2021 y volverá el silencio en las aceras, las velas en las tulipas y el Miserere en San Felipe. Volverán las procesiones de Ramos a Pascua, las frenéticas jornadas de puestas en andas, las cenas en Hermandad, los conciertos y conferencias. Volverá nuestro Pregón y la visita a la Madre, en la tarde de Dolores. Volverá el ir y venir de nazarenos en busca del inicio del desfile, unos con capuz al hombro, otros con sus hijos de la mano. Volverán las palmas al paso de la Borriquilla y volverán a oírse tambores y trompetas, que nos romperán el alma. Volverá el golpear de horquillas y el olor a cera e incienso. Volverán los más pequeños a llenar la fila del medio, y con ellos el futuro, las generaciones venideras, los grandes héroes de la Semana Santa 2020…, esa Semana Santa, para ellos, nunca existió ni existirá. Volverán, en fin, emociones y sentimientos que el conquense lleva tan dentro que ni una ni mil pandemias podrán jamás condenar al olvido.
Y es que nos sentiremos de nuevo nazarenos de Cuenca cuando, impresionados, sobrecogidos, asistamos a la salida del Cristo de la Vera Cruz, o cuando los banceros de San Juan asciendan a ritmo de marcha por la Puerta de Valencia. Volverán los abrazos del Silencio en San Esteban, y las miradas cómplices en San Antón, al dar comienzo a una nueva tarde de Paz y Caridad. Volveremos a vivir un largo Viernes Santo, en el
Por Javier Millas
Primer premio del Concurso de escritura de la Asociación Cultural Descendimiento. Categoría Senior que tambores y clarines volverán a generar escalofríos en la madrugada más intensa de Cuenca sonando donde deben, en la turba, frente al Nazareno. Tendremos tarde de Cristos, Cruces, Exaltación, Descendimiento, Luz y Agonía… y devotos de las Angustias llorarán de emoción cuando la Madre cruce el dintel de las Concepcionistas con el himno nacional. El día acabará cuando Cuenca entera, ya en noche fría, contenga la respiración y encoja el alma al acompañar a Cristo Yacente por los Tintes, dejando a su paso una estela de recogimiento y dolor. Volverá, por fin, la procesión del Duelo. Arropadas por Cuenca, compartiendo luto, las Santas Marías cruzarán en silencio la Catedral y allí, en torno al fuego, volveremos a celebrar la Vigilia Pascual, donde se unen cielo y tierra, vida y muerte... Y vencerá la vid, porque volveremos a disfrutar de ese domingo multicolor en el que los capuces dejan paso a los bonetes y la tristeza a la alegría. En la Plaza del Nazareno se encontrarán Hijo y Madre y recordaremos entonces que todo tiene sentido, y que Cuenca ha vuelto a ser escenario de la historia más grande jamás contada. Pasión, muerte y resurrección en la calle para rememorar una tradición que un miserable virus, de nombre Covid-19 y de infausto recuerdo, se atrevió a perturbar vilmente.
Y es que así, desfile a desfile, paso a paso, hombro a hombro, todos juntos, pasaremos por Solera, Peso y Audiencia y cruzaremos los Arcos de la Plaza Mayor. Abrazaremos, saludaremos, sentiremos, viviremos… y volverán a lucir faroles y estandartes, gualdrapas y cetros. Cuenca, con la primera luna llena de la próxima primavera, verá como sus calles se vuelven a llenar de gente y vuelve el ambiente nazareno a casas y Parroquias. Bares y restaurantes volverán a ser lugar de tertulia y chascarrillo. Volverán pasiones y emociones que nos enseñaron y ahora enseñamos. Volverá nuestra Semana Santa, la que todos recordamos, la que todos queremos, la que Cuenca se merece.
Este mal que nos asola habrá pasado, y será un mal recuerdo. Muy malo. El peor. Todos nos acordaremos de aquellos a los que esta catástrofe sanitaria ha puesto en la presencia del Padre. Nazarenos de Cuenca que lo fueron y serán por siempre jamás. Y es que no podemos ni podremos olvidar que volverán muchas cosas, volveremos a tener procesiones en la calle pero, regresando al poema de Bécquer, las personas que se han ido, aquellas que ya no están, “esas…no volverán”, aunque formarán parte para siempre de la memoria nazarena de nuestra ciudad. Así sea.
Por la Javier Viñuelas Torres. Representante de las Turbas en la JdC
El año 2020 será recordado en nuestra Semana Santa como uno de los más tristes vividos desde su reconstrucción tras el término de la Guerra Civil.
Empezábamos el año con noticias sobre un extraño virus que afectaba principalmente a China. No le dábamos demasiada importancia y pensábamos que aquí no nos llegaría, y que como mucho sería como una mala gripe, poco más. Error fatal. El tiempo se ha encargado de conducirnos hasta la dura realidad. Actualmente sabemos que nos enfrentamos a una terrible pandemia que está afectando a todo el mundo y que no sabemos cuándo va a parar.
En marzo la pandemia estaba disparada y en España se decretó el estado de alarma para proteger la salud y seguridad de los ciudadanos. Esta normativa suponía, entre otras medidas, el confinamiento domiciliario de toda la población salvo las personas consideradas “esenciales” para el funcionamiento del país. Esta situación provocó que a partir del 14 de marzo se tuvieran que suspender todos los actos programados alrededor de la celebración de nuestra Semana Santa: Juntas Generales, conciertos, puesta de andas, funciones, cenas de banceros,….
El ánimo de los nazarenos estaba por los suelos…
Al mismo tiempo, la lucha heroica de los sanitarios contra la enfermedad, sin los medios y recursos adecuados y jugándose su propia vida, hicieron que apareciera un movimiento popular de reconocimiento. Y cada tarde, cuando el reloj marcaba las 20:00 horas, la gente se asomaba a sus ventanas y terrazas para prorrumpir en un sentido y cariñoso aplauso hacia estos profesionales.
Conforme se acercaban las fechas de celebración de la Semana de Pasión, surgieron muchas iniciativas que querían incorporar algún gesto nazareno para realizar a continuación de los aplausos. Y de esta forma, en muchos lugares, cuando cesaban los aplausos o al final del “Resistiré” se escuchaba una marcha de Semana Santa. En este sentido, hubo quien por las redes incitaba a que fueran los tambores de los turbos los que se oyeran tras los aplausos. Iniciativa que nunca contó con el beneplácito ni con el respaldo de la Junta Regidora de Las Tur- bas de Cuenca, ya que no nos parecía lo más apropiado dada la situación sanitaria y social por la que estábamos atravesando.
Pero sí que pensábamos que el Viernes Santo, en un determinado momento preciso y escogido, sí que se podría hacer sonar clarines y tambores para realizar un sentido acto de respeto y de agradecimiento hacia todos los que estaban luchando en primera línea contra esta pandemia, y de reconocimiento y recuerdo para todas las personas que nos estaban dejando.
Así surgió la idea. Tan solo había que encontrar cuál era ese momento idóneo para llevar a cabo nuestra intención.
Sabíamos que de Domingo de Ramos a Domingo de Resurrección, el ayuntamiento tenía previsto que el sonido para dar las señales horarias del reloj de la Torre de Mangana, lo hiciera con la melodía del canto nazareno conquense por excelencia: El Miserere. Y se nos ocurrió que ese momento ideal buscado para que la turba de Cuenca manifestara su sentir, tocando clarines y tambores, bien podía ser haciéndolo coincidir con el final del toque del Miserere de las doce horas del mediodía del Viernes Santo, y que éste se mantuviera durante diez minutos.
Para informar de nuestro objetivo a los turbos, nazarenos y a la ciudad en general, emitimos un comunicado oficial solicitando la colaboración de todo el que se quisiera sumar al evento. En él se pedía especialmente que se respetara escrupulosamente las normas del confinamiento y que se tocara desde las ventanas, balcones o terrazas de nuestras casas:
“Queremos expresar que este acto especial lo hacemos en memoria de todos los fallecidos de esta pandemia y con un mensaje de ánimo y esperanza para todos los que están sufriendo esta terrible enfermedad…
En señal de apoyo y gratitud a los que están trabajando sin descanso para que todos podamos sobrellevar el aislamiento...
Por nuestros trabajadores de la sanidad que se están dejando literalmente su vida para salvar la nuestra…
Por esos tres años que llevamos ya sin poder tener una procesión completa, y como homenaje a nuestra Semana Santa que por primera vez, desde la Guerra Civil, ha sido suspendida.”
El acto fue bien recibido por el mundo nazareno conquense. ¡Y los turbos no fallaron!
Llegó el Viernes Santo… Y Cuenca se despertó llorando bajo una persistente y copiosa lluvia. Y cuando el reloj de la Torre de Mangana marcaba las doce del mediodía y la campana dejó escapar la última nota del Miserere, toda la ciudad estalló en un colosal estruendo de redobles y clarinás: Desde El Castillo a Las Quinientas; de San Antón a Los Tiradores; desde la Fuente del Oro a Villarromán... Cuenca entera era un lamento de turba por la situación que estábamos padeciendo.
El Rito de las Turbas de Cuenca se hizo presente en este Viernes Santo de 2020 para que turbos, nazarenos y conquenses dejáramos que afloraran los sentimientos y las emociones provocados por la Semana Santa ausente y por una maldita pandemia que nos está matando.



Y pasaron los diez minutos convenidos... Y el silencio volvió a invadir las calles de nuestra querida ciudad.
Había sido nuestro humilde homenaje; nuestra forma de dar las gracias a todos los que estaban luchando contra esta enfermedad; de elevar a Dios una oración por los que habían fallecido; de apoyar a todos los que están sufriendo en sus cuerpos las dolencias de esta pandemia y hacerles llegar que no estaban solos; de rezar para que esto termine pronto y que no vuelva a ocurrir jamás;… De gritar que nuestra Semana Santa está y estará siempre viva.
Esta vez los sones del tambor y del clarín, como señal de lamento y oración, cobraron más sentido que nunca antes.

Fue un momento único, auténtico, diferente… y que quedara esculpido, para siempre, en nuestra memoria.
Instantes después de que tambores y clarines callaran, fue el sonido agudo y estridente de las sirenas el que se dejó sentir por toda la ciudad. Sirenas que procedían de los vehículos de emergencias, bomberos, ambulancias y cuerpos de seguridad que en un gran número se habían concentrado a la altura de la Iglesia de San Felipe Neri y en la Plaza Mayor, ambos, lugares emblemáticos en el desarrollo de la Procesión de Camino del Calvario. Con ello manifestaban su reconocimiento y agradecimiento por nuestro gesto, a la vez que se unían a la particular conmemoración de este Viernes Santo tan inusual.

Pronto las redes sociales se llenaron de vídeos y fotos donde se podían ver a turbos mayores, jóvenes y niños, chicos y chicas, familias enteras tocando sus tambores destemplados y sus desafinados clarines, desde sus balcones, ventanas o terrazas. Se podía apreciar la satisfacción y la alegría en el rostro de los más pequeños, que claramente contrastaba con el semblante serio y afligido de los mayores. A los que, sin ninguna duda, al que más y al que menos, en algún momento del acto, una lagrima traidora acabó resbalando por sus mejillas. Podría asegurar sin temor a equivocarme, que muchos turbos que llevaban años sin participar en el desfile de la proce- sión, este año desempolvaron su tambor o limpiaron su clarín para unirse en esta oración de la gente de Cuenca por la gente de Cuenca.




Mucho peor nos fue a los que no podíamos estar en Cuenca -y pongo podíamos con toda la intención, porque yo me encontraba entre ellos-. Todos esos nazarenos y turbos a los que el confinamiento nos obligaba a estar fuera de la ciudad y que nos impedía viajar para poder haber vivido esos momentos junto a nuestros hermanos. Muchos de ellos se pusieron en contacto con nosotros a través de Facebook para que subiéramos a internet vídeos que recogieran el acontecimiento vivido. Y así lo hicimos. Uno a uno fuimos colgando en nuestro Facebook todos y cada uno de los vídeos que nos fueron llegando.
También fueron muchas las televisiones que se hicieron eco de la noticia en sus informativos. De las nacionales, prácticamente todas. Pero también extranjeras como la BBC británica y la televisión portuguesa.
La ciudad de Cuenca, que siente Las Turbas como algo propio, lo acogió muy bien.
Todos los comentarios que hemos ido recogiendo han sido de felicitación y aceptación del acto. Dándonos las gracias, muchos de ellos, por el bien que les hizo especialmente a los más pequeños, que tan mal lo estaban pasando durante el confinamiento.
En nombre de la Junta Regidora de Las Turbas, queremos agradecer a todos los turbos su ejemplar comportamiento, cumpliendo en todo momento con las normas del confinamiento: muchas gracias a todos.
Y para este año se volverá a repetir la historia... Volveremos a vivir una Semana Santa sin procesiones. La pandemia lejos de estar controlada sigue poniendo en jaque a todo el sistema sanitario provocando que el estado de alarma se tenga que prolongar, condicionando con ello nuestras vidas.
Yo pediría a los turbos y nazarenos que tengamos paciencia, aunque ésta ya la tengamos al límite. Debemos mantener la esperanza y la ilusión en que la pandemia pasará y todo volverá a ser como siempre. Y sobre todo, fe. Fe en que nuestra Semana Santa saldrá de esta situación mucho más reforzada y fortalecida. Tan solo nos cabe esperar que la Semana Santa de 2022 todos podamos volver a participar para celebrar un desfile único.
Son ya cuatro los años que la Procesión Camino del Calvario no puede vivir una procesión completa; éste será el cuarto año en el que Cuenca se queda sin escuchar el impresionante Miserere que protagoniza el silencio de la turba en San Felipe. Espero y deseo de todo corazón que el año que viene podamos vivirlo y que no falte nadie.
Por Pablo Moya Fuero. Presidente de la Congregación de Ntra. Sra. de la Soledad y de la Cruz.
Comenzamos la Cuaresma con las mismas incertidumbres del año pasado, o incluso algunas mayores del año que terminó. Aunque alguna incógnita ya la tenemos resuelta, al haberse acordado la suspensión por parte de la Junta de Cofradías de Cuenca y el obispo de la diócesis, de todos los desfiles procesionales de 2021, decisión dolorosa al ser el segundo año en el que no podremos celebrar la Semana de Pasión como nos gustaría, pero que con el escenario de pandemia que padecemos, no deja lugar a dudas que es la correcta.
Este año la situación va a ser diferente a la del año pasado, en la que sufrimos un confinamiento domiciliario duro y ni siquiera podíamos salir a la calle en esas fechas. Todo parece apuntar que este año va a ser diferente. Aunque sin procesiones en la calle, una de las claves de este 2021 será qué Cuaresma y Semana Santa vivirá la ciudad, ya que a priori la gente podrá estar en la calle y las Iglesias podrán estar abiertas, con las limitaciones de aforos y horarios que se apliquen en marzo y abril.
Pero no me quiero fijar en las diferentes opciones que barajen las Hermandades junto con las Parroquias para hacer algo durante estas fechas tan significadas, sino cómo se ha vivido el año tan complejo que hemos tenido desde el punto de vista de las Hermandades.
La Congregación tuvo suerte el año pasado y pudo celebrar su Junta General Ordinaria el pasado 7 marzo de 2020, aunque ya sabemos todos lo que pasó después, ya que a los pocos días se decretó el confinamiento domiciliario de toda España. Fue una Cuaresma dura, llena de sentimientos profundos y muy tristes, no sólo por no poder vivir nuestra Semana Santa como anhe- lábamos, sino porque la enfermedad empezaba a cobrarse las primeras víctimas y nos trastocó la forma de vida por completo. Ante todo esto, no nos resignamos a quedarnos de brazos cruzados y que la Congregación no tuviera actividad alguna, y buscamos hacer cosas aunque fuera de forma diferente. Durante la Semana Santa, publicamos en nuestros perfiles de redes sociales dos documentos audiovisuales, uno rememorando lo que debería haber sido la puesta en andas, y otro con imágenes y fragmentos de video de la Procesión del Santo Entierro de 1991, en el que también ha colaborado la Hermandad de la Cruz Desnuda de Jerusalén, para vivirla y sentirla de forma diferente dadas las circunstancias, y hacerla presente en todos los hogares nazarenos de dentro y fuera de Cuenca. El video se publicó el Viernes Santo a las 21:00 horas, en el instante en que debería haber comenzado la nuestra Procesión.
Además, durante todo el año 2020, con fondos propios y con las donaciones generosas y desinteresadas de los congregantes, hemos hecho gran cantidad de obras de caridad, colaborando con Cáritas Parroquial de la Parroquia de El Salvador, con Cáritas y el Comedor de la Parroquia del Stmo. Cristo del Amparo, con la acción conjunta desde la Junta de Cofradías y hasta con el colectivo sanitario conquense. Así, hemos realizado numerosas entregas de comida, productos de higiene personal, mascarillas y equipos de protección individual para sanitarios, material escolar, etc… Se recibió también una aportación de la Hermandad del Prendimiento de Jesús, que también hizo campaña solidaria. Junto con otras Hermandades, se hizo una donación para sufragar el monumento a las víctimas del Covid-19.
Nos ha llenado de gozo poder colaborar con los que peor lo han pasado durante la pandemia, haciendo visible la labor de la Congregación para aportar nuestro granito de arena en paliar las devastadoras consecuencias que está sufriendo nuestra ciudad, y no ciñéndonos sólo a la participación de la misma en los desfiles procesionales. Como asociación pública de fieles de la Iglesia que somos, consideramos muy necesario ahora más que nunca, tener esta interlocución con las Parroquias y los más necesitados. Esperemos poder contar con la financiación suficiente para poder seguir ayudando a nuestros hermanos, aunque esta cuestión no sólo depende de nosotros.
Desde el punto de vista de los actos de culto de la Hermandad, junto con el M.I. Cabildo de Caballeros de Cuenca tuvimos que suspender la Función Religiosa y la eucaristía por el sufragio del alma de los Hermanos Difuntos que tradicionalmente se celebra el primer fin de semana del mes de mayo, trasladándolo a una única celebración el pasado 5 de septiembre. Fue la única ocasión en la que pudimos juntarnos en la Iglesia y con todas las precauciones exigidas tanto de aforo como higiénico-sanitarias.
Este año se platea igualmente complicado, ya que mientras no cambie la situación no podremos retomar las actividades con el Grupo Joven, que se iniciaron a finales del 2019 y que tuvimos que parar obligados por el panorama actual. Es previsible que este año no se pueda celebrar tampoco la Junta General Ordinaria ni los demás actos. También se ha seguido trabajando por parte de la Junta de Diputación en adecuar y mejorar el marco estatutario del que está dotada la Congregación. Se han realizado numerosas reuniones de trabajo para elaborar un nuevo reglamento de régimen interno que desarrolle en su día, el nuevo Estatuto presentado ante el Obispado de la Diócesis de Cuenca, que fue consensuado con el M.I. Cabildo de Caballeros de Cuenca y ratificado en Junta General Extraordinaria de la Congregación. Está sólo pendiente de sanción por el Sr. Obispo, condicionada a que se llegue a un Acuerdo -Avenencia con el M.I. Cabildo en lo referente a la Procesión del Santo Entierro, y a los gastos que deben sufragar cada corporación, y todo ello teniendo en cuenta la forma en que la Congregación se ha de financiar. Esta es una cuestión delicada que nos está generando mucho trabajo y problemas a ambas partes, aunque confiamos en que teniendo las mismas firme voluntad en alcanzarlo, podamos tenerlo ultimado cuanto antes.
Aunque no hubo Semana Santa, nuestro Representante ha seguido trabajando en el seno de la Junta de Cofradías como ordinariamente se ha venido haciendo durante estos años. Se ha revisado de común acuerdo con la Hdad. De la Cruz Desnuda de Jerusalén, el Protocolo de Suspensión en caso de lluvia de la Procesión del Santo Entierro, para hacerlo más ágil y tener todas las eventualidades previstas, incluyendo en el mismo cómo proteger mejor a los guiones del resto de Hermandades que nos acompañan.
Por parte del Secretario de la Hermandad se ha finalizado el proceso de digitalización de actas, documentos, correspondencia, así como su clasificación y archivo. Labor que le agradecemos los presentes y, seguramente, los que en el futuro lleven las riendas de la Congregación.
Ha sido pues, un año intenso de trabajo. Confiemos en que pronto pueda revertir la situación y volvamos a la ansiada normalidad, por eso queremos expresar que en el ánimo y en el espíritu de los Congregantes, existe el deseo de trascender a la sociedad en general y a los nazarenos en particular con un sentimiento positivo, optimista y esperanzador, pero a la vez realista y responsable, con el fin de estar preparados de cara a prever los posibles escenarios en los que se pueda ver afectada la próxima Cuaresma y Semana Santa.
Finalizo estas breves líneas, mostrando el sentir de la Congregación de máxima condolencia y pesar hacia los familiares de los miles de víctimas mortales que la pandemia viene ocasionando, elevando nuestras oraciones para que, por la intercesión del Cristo Yacente y de la Virgen de la Soledad y de la Cruz, sus almas gocen de descanso y paz eternos, nos den consuelo y nos ayuden a superar esta difícil prueba.
Ilusión…, la misma que sienten los niños en la noche de los Reyes Magos, es la que sentimos los nazarenos cada Semana Santa. Por muchos años que tengamos, cada primavera, con la llegada de la Cuaresma seguimos sintiendo ese nerviosismo que va acrecentándose hasta el momento de ver en la calle a nuestra hermandad.
El año 2020 para mí era muy especial. En el año 2019 hubo reestructuración en la Junta de Diputación en mi hermandad -El Huerto de San Antón-, y mis hermanos me eligieron como su Representante en la máxima institución nazarena conquense: La Junta de Cofradías. Todo un honor para un nazareno de Cuenca y toda una responsabilidad por la gestión que recaía sobre mi persona a partir de ese momento.
Me estrené en mis nuevas funciones con la asistencia a la primera junta de diputación del “curso nazareno” allá por el mes de septiembre de 2019. En esa junta sentía nervios… pero también mucha ilusión. Ilusión por encontrarme entre las personas encargadas de organizar la Semana Santa de Cuenca. Y allí estaba yo representando a mi hermandad, la Vble. Hdad. de Nuestro Padre Jesús Orando en Huerto -de San Antón-. Muy emocionante fue el momento en el que, al comienzo de la reunión, el presidente de la Junta de Cofradías se dirigió a mí para hacerme entrega del pin de la institución nazarena como acreditación de pertenecer a esta institución que tanto significado tiene para mí.
Fueron pasando los meses y se fueron sucediendo las reuniones. Para mí todo era nuevo pero nada me resultaba extraño. Mi trabajo en el seno de mi hermandad daba sus frutos en mi preparación para afrontar esta nueva etapa.
Y con el paso del tiempo, iba aumentando en mí la ilusión y, a la vez, también iba aumentando el nerviosismo: Misa de Miércoles de Ceniza, primer acto al que acudí como miembro de pleno derecho de la institución nazarena. Y tres días más tarde el Concierto de Inicio de Cuaresma, este año a cargo de la Unidad de Música de la Guardia Civil.
En casa ya se vivían los preparativos para el desfile, había que cambiar las vueltas de la capa, rojas las de la hermandad y azul celeste las de la Junta de Cofradías; en mis manos tenía ya la medalla de la Junta de Cofradías que tendría que llevar en todos los actos oficiales. Recuerdo como cada vez que iba a la sede de la hermandad no podía pasar sin mirar el cetro de Representante, lo tocaba y me imaginaba unos días después trabajando por el buen discurrir del desfile procesional del Jueves Santo.
Y llegó el 14 de marzo de 2020…, Y con él la fatídica noticia: ¡La Semana Santa de Cuenca ha sido suspendida! Escalofrío que recorre y paraliza el cuerpo y la tristeza que invade todo mi ser… Cabizbajo, tras unos momentos de intensa reflexión interna, renace en mí de nuevo la ilusión y la fuerza de mirar hacia adelante: se han suspendido los desfiles procesionales por responsabilidad ante la pandemia que azota el mundo, pero la Semana Santa sigue. A pesar de todo, el 9 de abril seguirá siendo Jueves Santo. Y este año se viviría de una forma diferente, pero seguro con más fe, pidiendo a cada uno de nuestros Titulares que nos ayuden a ganar la batalla y a no perder la vida ante la virulencia de la pandemia.
Y así fue. Fueron muchos los hermanos que aportaron su momento nazareno: videos, fotografías, poemas, dibujos, recuerdos.... Las redes sociales no pararon ni un instante… Surgió, sin darnos cuenta, la mayor de las manifestaciones nazarenas que podríamos imaginar. Y todo, de una forma espontánea, sin un orden preestablecido, sin pensar cada uno en su hermandad, sino que todos apoyábamos y consolábamos a todos, poniendo en valor el conjunto que forma la Semana Santa de Cuenca en su totalidad, donde cada nazareno es un eslabón de esa gran cadena, y si uno falla ya no será lo mismo.
El 2020 fue pasando hasta llegar de nuevo a septiembre, dónde lejos de estar abatidos, nos pusimos de nuevo a trabajar con la misma ilusión en un nuevo curso nazareno, a pesar de las circunstancias…
Y así será, pase el tiempo que pase, porque nuestra ilusión se va a mantener intacta… Y volveremos con las mismas ganas e incluso reforzados… Estoy seguro que así será, porque aún a día de hoy no podemos de dejar de imaginar a nuestras procesiones desfilando por las calle de nuestra ciudad…
Entre todos tenemos que superar esta pandemia para que las puertas de los templos nazarenos se vuelvan a abrir y la Semana Santa vuelva a estar en las calles de Cuenca.
Por la Junta de Diputación de la Vble. Hermandad de La Santa Cena
La Hermandad de la Santa Cena siempre ha estado muy implicada en la ayuda humanitaria a distintas entidades. Esta vez, desgraciadamente estamos sufriendo la terrible pandemia de la Covid-19, que está afectando enormemente a muchas personas de nuestra ciudad, tanto económicamente como a nivel de salud, y lo está haciendo especialmente entre los más necesitados.
En el inicio de la pandemia, los servicios sanitarios y residencias de mayores, tuvieron gran escasez de material sanitario, por lo que esta Hermandad, se volcó nuevamente en la ayuda a todos estos colectivos. Concretamente se compró una partida de 500 mascarillas FFP2 que se entregaron al Hospital Virgen de la Luz de Cuenca. Posteriormente se hicieron gestiones con empresas de dentro y fuera de la geografía conquense, que quisieran ayudar también con material sanitario a las residencias de mayores, consiguiendo que una empresa madrileña donara 200 litros en garrafas de hidrogel y mascarillas FFP2 que se entregaron a la Residencia La Luz y al Hospital de Santiago, que en esos momentos estaban escasos de ese material.


También en estas últimas fechas a requerimiento de Caritas Parroquial Cristo del Amparo, y debido a la necesidad urgente de los más pequeños, se entregaron 1.800 pañales y toallitas de aseo para niños.
Desde esta Hermandad seguimos ayudando en la medida de nuestras posibilidades a todas las personas y entidades que necesitan de nuestra ayuda.
Comenzamos el año pasado como otro cualquiera, con las mismas ganas y la misma ilusión de vivir otra semana de pasión en nuestra ciudad ajenos a lo que realmente íbamos a vivir.
Avanzaban los días de la cuaresma, funciones, juntas… todo un sinfín de actos que poco a poco iba metiéndonos de lleno en la Semana Santa. Pero todos nuestros sueños y ganas se truncaron por la aparición de un nuevo virus que atacaría al mundo entero. En España se decretó el confinamiento de la población y con él la suspensión de la Semana Santa de Cuenca.
Inmersos en un confinamiento absoluto y sin cesar de escuchar malas noticias, sumergidos en un tiempo de miedo, tristeza, soledad, nuestra hermandad no podía quedarse al margen de lo que estaba sucediendo. Somos, y así debía de notarse, la hermandad que anuncia la victoria de la vida sobre la muerte: “Yo soy la resurrección y la vida, el que cree en mí no morirá”. Debíamos mantener viva la llama de la vida, esa que siempre hemos encendido las noches del Sábado Santo.
Junto con las demás hermandes que empezaban a actuar proveyendo de equipos de protección individual, mascarillas y un largo etcétera, nuestra hermandad empezó a pensar qué necesitaba la gente en este tiempo. Nos dimos cuenta de que el virus tam- bién atacaba aislando a las personas, sin que tuvieran un contacto con sus familiares, amigos… estaban solos en las habitaciones de los hospitales.
Para solucionar ese problema, nuestra hermandad donó al hospital Virgen de la luz unas tablets para que los enfermos pudieran contactar con sus familiares a los que no podían ver. Lanzamos la propuesta por redes sociales para todo aquel que quisiera participar en este bonito proyecto y fue mucha gente la que en estos tiempos tan difíciles aportó su granito de arena para que las tablets pudieran llegar al hospital. Desde aquí, la hermandad quiere agradecer a todas las personas que, de una u otra manera, participaron en este proyecto y en especial a la Asociación de Parkinson que no dudó en donar las suyas para esta buena causa. De igual manera, Globalcaja participó también en este proyecto que permitía mitigar la soledad que esta pandemia nos ha traído desde el principio. Nuestra hermandad, a la vez que ayudaba, lanzó también una nueva página web www. resucitadocuenca.com, para que, igual que con las tablets, los hermanos y las personas que quisieran estuvieran conectados de manera más directa con la hermandad y pudieran conocer de primera mano la labor, social, humana y religiosa que nuestra hermandad hace a lo largo del año, pues son muchas las actividades que realiza.
Por la Junta de Diputación de la Vble. Hermandad del Prendimiento
Desde la Junta de Diputación de la Hermandad del Prendimiento comenzamos el año 2020 con ilusión, ya habíamos elaborado nuestro segundo boletín para comunicar a nuestros Hermanos los actos y actividades en los que había participado nuestra hermandad durante el año 2019, así como la citación a la Junta General y actos propios del año 2020. A mediados de enero, comenzaron a llegar noticias de la aparición del virus “COVID-19” en la ciudad China de Wuhan. En ese momento el virus no desvió nuestra atención pues nadie podía imaginar lo que el destino nos deparaba. Así el 25 de febrero realizamos el traslado de Nuestras Sagradas Imágenes al altar mayor, -único acto de Hermandad que pudimos realizar en 2020-, al tiempo que preparábamos nuestra Junta General y la Solemne Función Religiosa e íbamos dándole forma a la que debería haber sido nuestra estación de penitencia de 2020.
Febrero acabó con malos pronósticos sobre la celebración de nuestra Semana de Pasión y peor comenzó Marzo: el virus ya convivía con nosotros y la sensación de desamparo e impotencia nos invadió al ver como arrasaba con la vida de familiares y amigos.
El 14 marzo el gobierno declaró el estado de alarma, y ese mismo día la Junta de Cofradías, junto al Ayuntamiento de Cuenca y el Obispado, hicieron un comunicado suspendiendo todos los desfiles procesionales y los actos públicos relacionados con ésta.
No es grato recordar lo que se vivió en aquellos días. El virus atacó con tanta agresividad que dejó a nuestros sanitarios desprotegidos, los hospitales carecían de elementos de protección para sus trabajadores. Con el estado de alarma y el país paralizado comenzaron los problemas de abastecimiento, tanto de los artículos esenciales para nuestra vida cotidiana, como para estos elementos de protección tan necesarios en los Hospitales.
La situación pasó a ser dramática. En televisión podíamos ver como los trabajadores de la sanidad tenían que recurrir a elementos como las bolsas de basura para poder protegerse. Imágenes difíciles de olvidar y que bien podrían representar la situación de angustia y miedo que todos vivimos: el índice de mortalidad en nuestra ciudad ese mes de marzo triplicó el de años anteriores.
Ante esta situación, la Junta Directiva de la Hermandad se reunió el día 27 de marzo de forma telemática, con carácter de urgencia, y valorando lo que la ciudad estaba viviendo, acordamos por unanimidad llevar a cabo una acción solidaria para recaudar fondos y poder ayudar, en la medida de lo posible, a nuestros sanitarios suministrándoles material. La primera aportación la hizo la Hermandad por un importe de 1.000 euros. Se trataba de ayudar a nuestra ciudad, a su personal sanitario, a sus vecinos y a todos aquellos que precisasen atención hospitalaria en una situación extremadamente desesperada.
Tras esta reunión, comenzó una gestión “a contra reloj”, puesto que no se podía perder ni un minuto. Esa misma mañana se contactó con del departamento de coordinación del Hospital Virgen de la Luz, quienes nos trasladaron las necesidades de material y equipos de protección que precisaban, e iniciamos una campaña para recaudar fondos a través de las redes sociales, con el fin de darle la mayor difusión posible a la acción de la hermandad.
Los artículos que más se necesitaban eran tensiómetros, pulsioxímetros y equipos de protección individual. Ese mismo día al ver la buena acogida que estaba teniendo la campaña, a última hora del día se rozaban los 3.000 euros de recaudación, se gestionaron la compra de 300 trajes de protección individual y se adquirieron todos los tensiómetros y trajes de protección que encontramos en la ciudad. Entregando al día siguiente, 28 de marzo -día que debería haberse celebrado nuestra Junta General- 11 tensiómetros y 23 trajes de protección individual. El silencio del domingo día 29de marzo, debería haberlo roto la Agrupación Musical “La Concepción” de Horcajo de Santiago en la Plaza de la Constitución de nuestra ciudad, llevando por Carretería, al son de un pasacalles, a todos los hermanos del Prendimiento a nuestra Parroquia para rendir culto a nuestro titular, a nuestro “Beso”. Pues ese día se debería haber celebrado la función religiosa de nuestra Hermandad. Pero este año todo era distinto… El silencio lo rompió una llamada de teléfono alertándonos de la situación de varias residencias de ancianos y colegios de personas discapacitadas, pi- diéndonos ayuda, ya que teniendo positivos en sus residencias no encontraban la manera de adquirir material de protección. El transporte estaba prácticamente colapsado, y los almacenes se encontraban sin stock de todos aquellos productos que se podían utilizar para protegerse contra el virus debido a la gran demanda de estos. Estaba en riesgo la vida de sus internos, de sus trabajadores y, en consecuencia, de sus familias. Esa misma mañana en una rápida reunión, y viendo la buena aceptación que estaba teniendo el proyecto, acordamos hacer extensible nuestra obra repartiendo los materiales, que se fueran adquiriendo, de forma proporcionada a todos los centros y residencias que pudieran necesitarlo.
El día 31 de marzo llevábamos recaudado 6.750 euros. Y ese mismo día se hizo entrega, en el hospital de la ciudad, de los 30 tensiómetros que se acababan de recibir. El material se entregaba tan pronto se recibía, porque la gravedad de la situación no hacía posible el acopio de material para una sola entrega.
El día 2 de abril, no sin pocas dificultades, se recibió el grueso del material adquirido, (450 trajes de protección individual ,4.000 manguitos, 4.600 gorros, 2.000 protectores de plástico, 41 aparatos de la tensión y 3 pulsing), haciendo entrega ese mismos día de 400 trajes de agua, 3.600 manguitos, 2.000 protectores de plástico, 4100 gorros y 21 aparatos de la tensión al hospital de nuestra capital, y repartiendo el resto, equitativamente, entre las siguientes residencias: Crisol, Residencia San José, Apromips, Residencia Villa Luz, Residencia Virgen de la Luz, “Bene”, Hospital de Santiago, Tanatorio La Paz, Ama del pinar, Residencia Las Hoces, Residencia de Carboneras y Residencia de Arcas del Villar.
La carga emocional de este día es difícil de describir con palabras: los sanitarios y trabajadores salían a recibirnos con lágrimas en los ojos, se podía ver en ellos el miedo, la desesperación y la sensación de abandono que tenían, sus miradas, sus gestos y sus palabras de agradecimiento, hicieron mella en cada uno de los miembros de la Junta Directiva. Nos sentimos orgullosos de pertenecer a esta Hermandad y a la solidaridad que desprende, que no es sino el reflejo de la de sus hermanos.
El día 2 de abril por la tarde cerramos cuentas dando la campaña por finalizada, habiendo recaudado un total de 7.695 euros, de los cuales habíamos gastado 7.230,81. Y valorando que la Hermandad había cumplido su objetivo en un tiempo record, pues como se puede comprobar a lo largo de estas líneas, desde que se inició de la campaña hasta que se entregó todo el material tan solo pasaron 6 días.
Al quedar un remanente de dinero, concretamente 464,19 euros, la Junta de Diputación acordó por unanimidad donar el dinero sobrante a las dos hermandades que en ese momento estaban haciendo campañas solidarias relacionadas con la COVID-19: la Congregación de Nuestra Señora de la Soledad y de la Cruz y la Venerable Hermandad de nuestro Señor Resucitado y María Santísima del Amparo, para lo que nos pusimos en contacto con sus directivas, y les hicimos entrega de la donación.
Todo esto no hubiera sido posible sin las numerosas donaciones que recibimos, por lo que queremos aprovechar estas líneas para dar las gracias a todos los particulares que contribuyeron económicamente, pero también debemos de destacar todas las empresas que colaboraron en esta acción. Sin su implicación, totalmente desinteresada, habría sido imposible conseguir nuestros objetivos, por lo que queremos plasmar nuestro agradecimiento a Promofactory de León, Farmacia Margarita García Martínez de Villarejo de Fuentes, Farmacia José Antonio García Quilez de Chillarón y Ferretería San José de Cuenca.
Desde el inicio de la pandemia para la Junta de Diputación de esta hermandad siempre ha primado la seguridad de hermanos, familiares, amigos, etc. por ello hemos suspendido el cobro presencial de cuotas, los actos y cultos de hermandad e incluso la venta de participaciones de lotería de Navidad. La pandemia pasará y será entonces cuando la hermandad vuelva a la actividad habitual y a participar y organizar en cuantos cultos, actos, homenajes, etc. sean necesarios. Por ello, pedimos a nuestros hermanos y al resto de nazarenos de Cuenca que se cuiden y cuiden a los demás, porque solo así, en muy poco tiempo, estaremos de nuevo todos juntos en torno a nuestras Sagradas Imágenes y a nuestra Semana Santa. De momento preparémonos para vivir otra Semana Santa “diferente”.
Un abrazo fuerte a todos.
Nadie llamará hoy a las puertas de San Andrés.
Nadie esperará impaciente, nervioso, estremecido, conmovido, orgulloso, desde dentro, a que el río de luz se vaya desbordando, al abrirse sus hojas, y vaya inundando el interior, cegando a la oscuridad, dando paso a un torrente de emociones contenidas, indescriptible con palabras.
Nadie permanecerá expectante, ilusionado, perfectamente uniformado, sonriente, jubiloso, en la calle, a que desde su cancela de comienzo la celebración y manifestación religiosa más entrañable, festiva y alegre que Cuenca vive en todo el año.
Pero ya incluso antes, nadie madrugará sobreexcitado para vestirse su túnica blanca, inmaculada, y su fajín granate, arreglado, quizás de su padre o de su abuelo. Nadie cogerá su capuz, sus guantes, su palma. Nadie estrenará, no sólo esa prenda nueva, sino toda una Semana que llenaría de sentimientos y emociones parte de su historia.
Nadie se reunirá con su gente para compartir ese café, bocata, resoli y desvelos de una noche de insomnio y, a la vez, sueños, deseos, de un día glorioso.
Nadie, ni madres y padres de la mano de sus hijos, ni abuelas y abuelos del brazo de sus nietos, nadie saldrá a la calle. Nadie, junto a la familia y amigos, se encaminará cuesta arriba, hasta la iglesia, donde esperan el Hijo y la Madre.
Nadie en la ciudad aguardará hoy impaciente el paso de la procesión. Porque no habrá...
¿Quién iba a atreverse siquiera a imaginar que hoy sólo el silencio habitaría este lugar?
Pero, aunque Cuenca parezca dormida, ajena al despertar del Sol, que como Rey de reyes comienza su camino de Pasión, Muerte y Resurrección, desde la humildad y el servicio, a lomos de una borriquillo, vivirá este hecho con más profundidad que nunca. Aunque todo parezca sobrecogedoramente callado, no daremos oportunidad a que griten las piedras (d. Lc 18,40), porque seremos, todos, nosotros, los que, desde el corazón nazareno, proclamaremos a grandes voces y actualizaremos, de nuevo, su entrega por amor.
Todos, unidos, gritaremos hoy bien fuerte: “iHosanna al Hijo de David! iBendito el que viene en nombre del Señor! iHosanna en las alturas!” (Mt 21,9). Porque, aunque nuestras imágenes permanezcan, como nosotros, recluidas en su casa, todos rescataremos hoy en nuestra memoria, sin duda, los felices días de Ramos, y, así, de esta manera, saborearemos la grandeza de esta celebración y la haremos, de algún modo, muy presente.
Todos, porque lo necesitamos, acompañaremos a Cristo en su entrada en Jerusalén. Y a su Madre, nuestra Madre, nuestra Señora de la Esperanza, nuestra esperanza.
Todos, unidos, porque aunque hoy no suenen las trompetas y tambores de la Banda de la Junta de Cofradías dando inicio a la Semana Santa, ni acompañen con sus notas y acordes la Banda de Música de Cuenca, ni carguen con devoción sobre sus hombros los banceros las imágenes, ni suenen acompasadas las horquillas en el Peso, ni descendamos Solera, ni repiquen las campanas de El Salvador a nuestro paso, ni nos deslumbre el sol al encarar Alonso de Ojeda, ni nos abramos a todos en el Huécar... Aunque no entone el coro infantil de la Escolanía
Ciudad de Cuenca, ni nuestras monjillas recen alegres por todos nosotros en la Puerta Valencia, ni recorramos juntos las Torres, Aguirre,... Ni se unan a nuestro cortejo felices las familias, los niños, jóvenes y ancianos, ni atravesemos Carretería,...
Y aunque queden hoy en silencio los homenajes por nuestros hermanos muertos... Y no avancemos por Calderón de la Barca, ni crucemos Trinidad, ni subamos Palafox, ni nos emocionemos en las curvas de la Audiencia, tomándolas perfectas bajo la atenta mirada del árbol en flor, en la puerta San Juan, en Andrés de Cabrera,... Aunque hoy no se bendigan nuestros ramos y palmas, ni rían y jueguen con ellos nuestros más pequeños, ni cante la Escolanía de la Soledad de San Agustín, ni en procesión multitudinaria ascendamos Alfonso VIII, ni lloremos dando gracias al atravesar nuestras imágenes los Arcos, bajo una colorida lluvia de pétalos, y aunque la Plaza Mayor no se convierta en un vibrante espectáculo de alegría y luz, ni nuestros corazones se agiten junto a la algarabía, como se agitan las palmas y ramos, aunque no suene nuestro himno mientras las imágenes se introducen en la Catedral... Ni aunque al final de la nave, ya todos, nos fundamos en sinceros abrazos...
...Cristo está hoy presente con nosotros. Y con Él en nuestras casas, iniciamos esta Semana Santa. Que será siempre recordada. Que lo sea también por la intensidad en la vivencia de nuestra fe. Sí, desde nuestro hogar, convertido en otro Jerusalén, hacia donde Él sube, donde Él quiere quedarse y está. Quizás, con el pasar de los días, convertido también en otro templo, en otro cenáculo, en otro Huerto de los Olivos, en otro palacio de Anás y Caifás, en otro pretorio, otro Camino de la Cruz, en otro Calvario...
Todos, unidos hoy en la oración, con nuestras vidas reales y entregadas, aclamaremos a Jesús como único Rey y Salvador. Y aunque el Domingo de Ramos sea diferente, será auténtico.
Todos haremos que nuestro hogar se convierta, sobre todo, en el lugar de la Resurrección de Cristo, para que todos, unidos, vivamos en la verdadera alegría y la esperanza. Con cariño, vuestro Consiliario.