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16 AÑOS DE PRESIDENCIA NAZARENA
El 18 de enero de 1977 la junta de diputación de la junta de cofradías, a través de su vicepresidente, el siempre recordado Manuel Saiz Abad, nombra una junta directiva provisional en la que la presidencia de la institución vuelve a ser ocupada por un seglar, concretamente Eduardo Fernández Palomo. Dicha propuesta es elevada para su aprobación en la junta general que tuvo lugar el día 7 de febrero confirmando dicho nombramiento así como “la elevación a la autoridad eclesiástica competente de un proyecto de reforma a alguno de los artículos de los vigentes estatutos de esta Junta, al objeto de que el cargo de Presidente de esta Entidad no tenga necesariamente que recaer en el Asesor Religioso, sino que puede ser ostentando por un miembro cualquiera de la directiva, previa designación por la General.”
Tres semanas después, el 28 de febrero, se celebra junta de diputación en la que el Sr. Fernández Palomo da lectura a un escrito remitido por Monseñor Guerra Campos en el que se nombra como Asesor Religioso-Presidente a Santos Saiz Gómez, posponiendo la reforma estatutaria a la conclusión de los desfiles procesionales del año 1977.
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En la Junta General, celebrada el día 16 de marzo de 1977, se da lectura a la constitución de la Junta de Diputación, realizada por Monseñor Guerra Campos, con nombramientos válidos desde el 5 de marzo de 1977 hasta la Semana Santa de 1978.
Haciendo un pequeño viaje en el tiempo, en la Junta General celebrada el día 26 de mayo de 1993 se da lectura a un escrito del Obispo de la diócesis, con fecha 20 de mayo, en el que se nombra a Antonio Pérez Valero presidente de la Junta de Cofradías. Dieciséis años después un seglar, por fin, presidía la máxima institución nazarena. No deja de ser curioso (aunque a quien conozca el día a día de la Junta de Cofradías no le sorprenderá) que algún miembro de la Junta de Diputación dudara de la legalidad de este nombramiento debiendo aclarar el presidente saliente que la máxima responsabilidad e interpretación sobre los estatutos recaían en Monseñor.
Fueron años en los que la Junta navegó en un ambiente marcado por la velocidad y profundidad de los cambios que se vivían en la sociedad española, años en los que se agudizó un trasvase de la vivencia religiosa a la identidad cultural, años en los que comenzó cierta pérdida de peso de la institución nazarena incrementándose en igual medida la autonomía de las hermandades para crear y organizar diversas actividades. Y al frente de esta institución lo que entonces se denominaba La Mesa. Sí, no había entonces comisión ejecutiva, ni la junta de diputación estaba compuesta por un miembro de cada hermandad puesto que la llegada de Santos Saiz a la Junta vino acompañada de la ampliación del número de miembros de la Junta de Diputación, pasando a tener representación todas las hermandades. Fue esta, la Mesa, la que dirigió con firmeza los caminos de una Junta de Cofradías que mantuvo su idiosincrasia a pesar de la obligada aceptación de los cambios sociales que se sucedían a un ritmo vertiginoso. Eduardo, Aurelio,
Luis, José y Manuel perduran en la memoria nazarena como los responsables de las actividades nazarenas en Cuenca durante este periodo. Y con ellos Don Santos. Aparentemente figuraba como asesor-religioso siendo la mayoría de sus intervenciones relativas a gestiones ante el Obispado o como Párroco del Salvador. ¿Podemos pensar, entonces, que tuvo un papel secundario? Todo lo contrario. Si hay una palabra con la que podemos calificar a Don Santos Saiz es sagaz tal y como la denomina la Real Academia de la Lengua: Astuto, prudente, que prevé y previene las cosas. Y así fue la labor que realizó en la Junta de Cofradías.
Sería demasiado tedioso enumerar aquí todas y cada una de las actividades que en este periodo realizó la Junta de Cofradías pero ejemplifican una de las grandes virtudes de esta Mesa puesto que realizó una perfectísima labor de bisagra entre las diversas directivas inmersas en el empeño de la restauración de los desfiles procesionales conquenses tras la guerra civil y aquellas que, recogiendo la costumbre nazarena, actualizaron y modernizaron la gestión de la máxima institución nazarena.
En cuanto a la recuperación de los diversos desfiles procesionales debemos fijarnos, fundamentalmente, en la recuperación del paso de la Santa Cena, anhelo de la comunidad nazarena desde su desaparición en la contienda civil. Durante este periodo se incluyen en la Junta de Cofradías la hermandad de la Santa Cena, la hermandad del Bautismo de Nuestro Señor Jesucristo y se daban los primeros pasos para que también lo hiciera la hermandad de la Negación de San Pedro. Sumamos también los pasos de “El Encuentro”, “Jesús en el pretorio”, “El Descendido” y “Nuestra Señora de la Esperanza” que desfila el domingo de Ramos. Para ser exactos en esta relación, hemos de dejar constancia de la explícita oposición del presidente de la Junta sobre la inclusión de esta imagen mariana al estimar que no tiene suficiente calidad artística para integrarse en nuestra Semana Santa.
Sin lugar a dudas el éxito más perdurable de esta fructífera etapa es la concesión de la distinción de interés turístico internacional. El Boletín Oficial del Estado de 16 de febrero de 1980 concede este galardón tanto a nuestra semana santa como a la semana de música religiosa. Dicho reconocimiento no tenía carácter vitalicio pudiendo ser revisado cada año. Es de suponer la ingente cantidad de información y documentación que tuvo que enviarse a la secretaría de estado de turismo. No fue sencillo obtener este reconocimiento. En esta ocasión sólo se concede a Sevilla, Málaga y Valladolid junto a la nuestra. Contrasta el orgullo que para la ciudad siempre ha supuesto esta declaración con la frialdad con que se trata en la propia Junta de Cofradías. Tan sólo en la sesión de cinco de marzo de 1980 “se invoca el sentido de responsabilidad que alcanza a los representantes y a las Cofradías, tras la declaración oficial de nuestra Semana Santa, como de interés turístico internacional, junto a la de Sevilla, Málaga y Valladolid”. Ni más ni menos.
La discusión del tema “Turbas” es una constante a lo largo del mandato de Saiz Gómez en Junta de Cofradías evolucionando en la atención al mismo. En 1977 se indica que la procesión de la madrugada no ha transcurrido con normalidad debido al comportamiento de grupos ajenos a los autorizados por la hermandad que se mezclaron en el grupo “Turbas” y observaron una conducta censurable en todos los aspectos. Como consecuencia de este comportamiento es el propio presidente el que pregunta a la hermandad de Nuestro Padre Jesús Nazareno de El Salvador si ha tomado alguna medida en relación con el grupo denominado “Turbas” (llama la atención que unos meses antes se hable de un grupo ajeno y que posteriormente se pida medidas para controlar el grupo “Turbas”). La respuesta nos habla de la autorización exclusiva a los 36 miembros (así reza en el acta de enero del 78) que antiguamente se contrataba para este fin.
Muchas soluciones fueron propuestas para el problema que en la década de los 80 había en la procesión Camino del Calvario: Designación por parte de cada cofradía de un número de miembros de confianza para que obliguen a respetar la tradición e impidan incidentes; gestión ante la autoridad competente del respeto del horario de cierre de bares y tabernas; suspensión de la participación de las hermandades implicadas en la procesión de la madrugada; si en 1978 se habla de autorizar a 36 miembros, en 1980 se piensa renovar 800 credenciales de “turbistas” con 80 capataces como servicio de orden; presencia de antidisturbios…
Lo que es cierto es que los años ochenta contemplan la degradación de parte del desfile Camino del Calvario temiendo incluso que algún día surgiera un chispazo de violencia. Parte del trabajo de la Mesa y del resto de miembros de la junta de diputación se encaminó a tomar cuantas medidas fueran de su competencia pero, año tras año, se reconoció que la magnitud de los problemas superaba la capacidad de la propia Junta de Cofradías por lo que, poco a poco, la problemática del Viernes Santo conquense fue girando hacia la consecución de un horario que fuera viable para los tres desfiles ocupando buena parte de los esfuerzos nazarenos. El desarrollo del viernes santo conquense bajo la presidencia de Santos Saiz daría para un monográfico que, sin lugar a dudas, sería de sumo interés.
Dieciséis años dan para mucho, aciertos, errores, problemas, soluciones, proyectos que cristalizan, otros que se quedan en el limbo… Con el fin de dibujar un panorama de esta gestión haremos una somera relación de los puntos más significativos de la presidencia de Santos Saiz.
Se mantuvo un constante pulso con el Cabildo de Caballeros sobre temas como la cuota anual, la presidencia ejecutiva o la organización del desfile del Santo Entierro. Se propone permitir el acceso a la Iglesia del Salvador en la madrugada del Viernes Santo exclusivamente a banceros y porta insignias. Se modifican los horarios de las procesiones de los dos domingos. Se creó un coro que interpretó el “Miserere” hasta la creación del Coro del Conservatorio. Se realizan campañas de ayuda a la Semana Santa. Se aprueba la aportación a la Junta de Cofradías por parte de las hermandades del 10% de lo que se recaude por la subasta, sistema que, con alguna variación, se mantiene hoy en día. La procesión de Paz y Caridad tenía que esperar para retomar su desfile hacia la parte baja de la ciudad hasta que concluyesen los Oficios en la Catedral, finalmente se decide empezar dicho descenso 20 minutos después de la llegada del último paso. Esta gestión fue realizada personalmente por Santos Saiz ante la autoridad eclesiástica. Se propuso crear una Banda de Cornetas y Tambores. Se revitaliza la Archicofradía de Paz y Caridad que había sido administrada por la hermandad del Jesús del Puente. Son habituales las contrataciones de bandas militares (Pavía, Marina, Ejército del aire, Inmemorial nº1…) Se hace especial hincapié en la indumentaria de los hermanos. Se solicita a las hermandades material como datos, fotografías, historia (esta petición es hecha por el propio presidente lo que confirma su magnífica labor como investigador en todos los órganos en los que trabajó) con el fin de crear un archivo nazareno. Se publican las primeras cintas de cassette con marchas de semana santa así como los primeros videos promocionales. Ante el espinoso tema (para esta época) de la participación femenina hubo infinidad de posturas, algunas de las cuales nos escandalizarían en este siglo XXI siendo zanjado este asunto con una intervención de Santos Saiz remitiendo una consulta a quien, por jerarquía, gobierna. Se acondicionó la Iglesia de San Andrés como almacén de cuarenta andas. Se celebró el denominado “Cincuentenario” en conmemoración de los 50 años de desfiles procesionales tras la Guerra Civil. Por primera vez se expiden credenciales a aquellos fotógrafos profesionales que lo solicitan. Se mantuvo una actitud vigilante con determinados comportamientos como baile de pasos, banceros destapados o comportándose indebidamente…Se comienzan a hacer sesiones mensuales de la Junta de Diputación. Se inicia el estudio de la duración de los desfiles procesionales ante el alargamiento de estos. Se batalló con el ayuntamiento con el fin de conseguir más presencia en la elección de cartel y pregonero. Y tantos y tantos otros…
La intervención de Santos Saiz en el día a día de la Junta de Cofradías pareciera esconderse en los temas puramente eclesiásticos. Pero decíamos antes que fue una persona sagaz por lo que en todos y cada uno de los asuntos trabajados por la Mesa está presente la mano del, hasta ahora, último presidente religioso de la Junta de Cofradías.
Nombrado por un año supo nadar y guardar la ropa al frente de la institución nazarena, renovándose su mandato una vez concluido ese primer año. Aguantó los envites de quienes buscaban el cambio en la Mesa, obedeciendo las instrucciones dadas por Monseñor Guerra Campos quien decidió nombrarlo y decidió sustituirlo.
Perfecto conocedor del papel que Monseñor Guerra Campos le había encomendado al frente de la Junta de Cofradías, asumido en ejercicio de obediencia al Prelado de la diócesis no dudó en rechazar la propuesta que en 2009 las hermandades de la parroquia de El Salvador, a iniciativa de la hermandad de San Juan Evangelista, le hicieron con el fin de ser designado pregonero de nuestra Semana Santa. Y si decíamos que la sagacidad era una de sus características, otra fue la ironía. En la visita pastoral realizada con posterioridad a ese ofrecimiento comentó a Monseñor, con ese toque irónico, el nombramiento y el rechazó.
La mochila nazarena de Santos Saiz debe valorarse exclusivamente a la luz de la situación social, nazarena y económica de los años en los que se desarrolló su presidencia hacerlo de otra manera nos llevaría a no entender la dimensión del trabajo realizado por la Mesa, trabajo del que todos somos herederos.