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Godofredo Garay
COMENTARIO DEL LIBRO “RÍO MALDITO”
Godofredo Garay∗
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Río Maldito es un hecho verídico y real que le tocó vivir al autor del libro en el río Paraná de la provincia de Corrientes, en una pesca deportiva. Fueron nueve amigos jujeños y regresaron cuatro. En realidad, es un hecho triste y le dejó marcas profundas de pena y dolor. Son de aquellos hechos que parecen ser movidos por hilos invisibles, que tocan fibras íntimas, profundas; que siempre, vuelven y duelen. Lo que determinó que no sean pocos los que se abocaran a su lectura y compartieran con el autor situaciones límites y el sabor amargo de un aprendizaje que trasciende las fronteras del alma. Hasta hoy, hay gente que lo leen, piden y lo recomiendan a sus hijos y amigos. Dice el autor que en esto no hay vanidad, porque es un hecho triste y le costó mucho separar el hecho con la calidad y el valor del libro en sí. Y con el tiempo superadas muchas cosas, tuvo que aceptar que es un buen libro, humano, llega al corazón y tiene mensaje. Cuenta en su relato que tuvieron varias dificultades, demasiadas, a lo largo de mil kilómetros; pero, empecinados y tercos vencieron los obstáculos y llegaron al ansiado río.
Todo era para los integrantes del grupo motivo de diversión, alegría; además el deseo de estar juntos y disfrutar de cada momento. Nada los detendría, ni nada les hacía pensar lo que sucedería luego.
El autor relata cada momento y circunstancias del viaje, los anuncios que no supieron escuchar, la noche previa en una isla inhóspita y tétrica, la lluvia y el frío que los castigó duramente. Y luego, sobrepasada la horrible noche, fantasmagórica, el regreso y cruce del río en medio de una tormenta y el inevitable accidente; el hundimiento de la canoa y los últimos momentos de algunos compañeros. Luego vendría la búsqueda, el rescate de los náufragos, el hallazgo de los cuerpos de dos amigos después de quince días, y otros que no fueron encontrados jamás.
Y en todo esto las actitudes humanas que dejaron al desnudo al hombre: Momentos de solidaridad; entrega, hasta de la propia vida; actos de amistad, amor, miedo, nobleza, solidaridad. Asimismo, el lado canallesco, la mezquindad y el egoísmo; y también los actos de heroísmo, amistad, desprendimiento, y la terrible realidad. Así: El canoero, Chapulín a quien recién conocieron, de inmediato y al desnudo aparte de su torpeza de hombre del río, mostró su egoísmo y mezquindad que rayaba en la maldad. Sólo le importó salvarse él.
Coco el amigo que se salvó dos veces. En el momento del accidente llevaba un termo de cinco litros que flotaba y lo mantenía en la superficie, era su tabla de salvación, pero; cuando iba arrastrado por el río se le acercó Julio, un pibe de 22 años que también venía a la deriva y al encontrarse a su lado le dijo: “¡No quiero morir!” Coco pensó que era sólo un chico, había estado en la guerra de Malvinas … y sin más le dio el termo quedando él librado a su suerte, cuando de pronto sintió que algo le rozaba los pies y se apoyó, era la embarcación que iba sumergida y de pronto salió despedida, nadó hacia ella, en ese momento se acercaron también Chapulín y su hijo. Estos sabían que el bote saldría a flote, pero mis amigos no, y no le dijeron nada.
Esa tarde el autor alquiló una lancha y regresó al río a buscarlos. Nada. Al otro día con Prefectura Naval (la autoridad del río) salieron a las 7:00 h. en una lancha de gran calado a buscar a sus amigos. Cerca del medio día
∗ Licenciado en Derecho, transitó por la política, el periodismo y varias instituciones intermedias, fue funcionario del gobierno provincial, presidente de la Sociedad Argentina de Escritores filial Jujuy (SADE-Jujuy), escritor jujeño, argentino, tiene seis libros publicados. Correo electrónico: Godogaray552@gmail.com
encontraron a dos de ellos Coco y Julio, también a Chapulín. Continuó dos días de búsqueda y a casa.
Días después llegaba de Jujuy y en el hotel donde se hospedaba había un mensaje de la Prefectura, había aparecido un cuerpo. Vino el reconocimiento del cuerpo después de un mes, la comunicación con los familiares. Al otro día llegaría un avión de la provincia a buscar el cuerpo.
Por la tarde el autor del libro decidió salir al río en una canoa a motor. Anduvo toda la tarde y con las primeras sombras decidió el regreso, fue cuando distinguió a lo lejos una rueda de caranchos, obviamente tenían una presa. Se dirigió hacia allí con el canoero vieron un cuerpo flotando en un remanso. Reconoció el cuerpo de Walter, se acercaron con la canoa, lo tomó de la campera y lo arrastró hasta la orilla, allí le hizo un corral de rocas para protegerlo y lo tapó con ramas para que no fuera devorado por las aves. Al otro día regresó con una lancha de la Prefectura, pusieron el cuero en un bote y lo arrastraron hasta el puerto. Ese día llegó el avión, pero solamente podía llevar un cajón, el espacio era muy pequeño; pero el gobernador de la provincia de Corrientes dispuso que fuera una ambulancia llevando el otro cajón. El autor regresó en ella, el cajón pese a que fuera llenado con cal por el olor del cuerpo, no resultó suficiente. Viajó toda la noche acompañando el cuerpo de su amigo…
Luego de unos días regresó y continuó la búsqueda a lo largo de sesenta kilómetros río abajo, hasta Empedrados. Revisando cada brazo del río, cada rincón y nada. Entendió que su misión había terminado.
Al final, la satisfacción del deber cumplido y seguramente fue este hecho el que ayudó al autor a exorcizar los recuerdos, el dolor y fundamentalmente descubrirse a sí mismo y que reunía en sí algunas cosas buenas de las que no se había dado cuenta y también de cosas malas de las que no tenía conciencia. Todo esto vino a mejorar su índole: a tratar de ser mejor persona, a amar las cosas hermosas de la vida, amar a sus seres queridos, y, que en el mundo existen luces y sombras, y que las sombras hoy ocupan el espacio mayor; no obstante, el autor seguirá apostando a la luz.
Recepción: 30 de abril de 2021 Aprobación: 13 de mayo de 2021 Publicación: mayo 2021