EL RAYO VERDE


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“El problema de la humanidad es que los estúpidos están seguros de todo y los inteligentes están llenos de dudas”
Bertrand Russell Filósofo, matemático 1872-1970
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Cada autor expresa sus propias opiniones, sin que tengan que coincidir necesariamente con las de laAsociación JCP.
El Rayo Verde va consolidándose como un vehículo de expresión de amigos, familiares y pacientes. Ahora necesitamos feedback, necesitamos que a través de los cauces que creáis conveniente: el correo electrónico de la revista, por ejemplo, opinéis sobre los contenidos. Nunca mejoraremos si no sabemos lo que opináis vosotros. Para este número, hemos escogido la canción “Necesito hablar” porque necesitamos que habléis, que deis vuestra opinión y es la única manera de saber si los contenidos están llegando o no.
En este número hay algunos relatos, algunos muy originales, hay la primera visita al neurólogo algo que todos recordamos seguro y que nos gustaría que siguierais enviándonos el relato de vuestra primera visita. Seguro que todos la recordáis. En estos tiempos de penurias. guerras y crisis económica necesitamos un foro para desahogarnos algo que nos haga pensar en otra cosa que no sea nuestra vida rutinaria y eso es EL RAYO VERDE.
Como escribió Germán Coppini líder, ya fallecido, de Golpes Bajos “Malos tiempos para la lírica”.
Letra
música:
Vázquez
que no se qpelear
me gusta la mluz e encanta ycaminar cómo ríes mtú e muero por mcantar e gusta
quietud
necesito
arme a
ecesito
mistad.
cambio de color
los demás huyo del dolor quiero estar en paz tengo un rincón para poder pensar
necesito hablar
a conocer
sentir
Ahora después de tantos años
la ilusió tengo muchos fallos pero sé pedir perdón y espero tener tiempo para hacer otra canción.
necesito hablar darme a conocer necesito sentir amistad
Victor espera un diagnóstico que cambiará su vida: párkinson. Esto le produceunestadodeánimomelancólico, tocado y reflexiona sobre cómo eludir el destino y cómo va a enfrentarse a él. Debía aceptar el diagnóstico, familiarizarse con los síntomas, comunicarlo a los demás, prepararse para el cambio.
Decide tomar iniciativas para asumir esta nueva situación y se asocia para realizar terapiasdechoqueydeprevención.
La mañana en la que le harían la evaluación, comenzó con un brillo especial, iluminada por el sol mediterráneo, fresquita, agradable, como tantas otras, pero distinta porque no controlaba sus sensaciones: alguien iba a bucear en su intimidad, en su enfermedad, en sus síntomas e iba a informar a su vez de sus asuntos más reservados a otros que, una vez reunidos, determinarían si procedía o no aceptar la solicitud e incapacidad que el mismo había presentado un mes antes.
Esto está claro —fue el conciso y ambiguo comentario del evaluador. Desde ese mismo día, esperaba en el portal de su casa las 10, cuando pasa el cartero que, al verle allí todos los días, le saludaba: “hoy tampoco ha habido suerte”, mientras dejaba el resto del correo. Hasta ahora todos los plazos indicados por los funcionarios se cumplían con exactitud, recordando que todo el proceso había sido un ejemplo de eficacia, eficiencia y sobretodo de respeto y trato exquisito, con su persona.
Primero fue un SMS dónde se anunciaba una resolución positiva y poco después fue confirmada por correo: era la Incapacidad Permanente Absoluta. Cuando el cartero le entregó la carta, intuyó que era la esperada y le preguntó:
En ese momento pasó un siglo porque no podía contestarle puesto que no tenía los sentimientos claros. Por un lado, accedía a un estado de protección muy necesario, pero no se sentía feliz por conseguir la categoría de pensionista en razón de ser un enfermo crónico. Por fin le contesté:
— Sí ya me ha llegado la resolución que esperaba y ...
Pues ahora a disfrutar que ya se lo ha ganado Vd…
— Firmeaquí, que sea enhorabuena — Adiós. Esta contestación le hizo sentirse bien.
La vida sigue: cómo se siente, cómo le ven
A veces sentía como se acercaba a esa línea tan frágil, que nos separa, de la ansiedad o de la depresión, por la pendiente de la autolamentación o de las ideas fijas que nos obsesionan, pero hasta ahora no la había cruzado. El estado de enfermo crónico les hace especialmente vulnerables al menosprecio, al menoscabo o a la manipulación, poniendo a prueba su autoestima.
Pero siempre, encuentras nuevos objetivos, aquellos que son más creativos y satisfactorios, aquellos que nuestras obligaciones diarias no nos permitían desarrollar, aquellos que nos ayudan a continuar el viaje. Porque siempre nos esperan en alguna parte y tú esperas a otros y se producen nuevos encuentros y reencuentros con los compañeros que, hasta hoy, quizás no habían sido lo suficientemente apreciados Y un día, encuentras nuevos amigos, que coinciden, por puro azar en esta etapa de sus vidas y de nuevo te emocionas porque con ellos,
queremos testimoniar que nunca estamos solos, que podemos ilusionarnos. Nuestro tren ha cambiado su itinerario, visitando nuevos destinos. Encontrar más amigos. Volvemos a sentir que no caminamos solos, que podemos conocerotrashistorias.
El párkinson ha pasado a ser la característica que predomina en él, para las personas conocidas desde antes del diagnóstico, mientras que con los compañeros que hemos conocido en esta nueva circunstancia, se trata de una característicaqueno tenemosen cuenta y
nos relacionamos por lo que cada uno es. Compartimos y analizamos la manera de vivir plenamente, a pesar de los síntomas, incorporándolos a nuestro comportamiento cotidiano, mientras que el disimulo o el autocontrol para minimizar los síntomas son los que nos preocupan, cuando nos encontramos con nuestros conocidos con anterioridad.
(Siguiente capítulo: 5 La lucha por la calidad de vida)
VICTOR RUIZ MOLINA Victor.ruizmolina@gmail.comCuando se es familia monoparental es imperioso ordenar prioridades. La primera es trabajar para asegurarse el sustento de los hijos. La segunda es encauzar la vida de los hijos adolescentes al estar solos tantas horas mientras yo trabajo.
Conversando sobre esto en el breve descanso dentro de una jornada laboral en el almacén Vicente Giner una compañera de la tría, extranjera como yo, me dijo: “Tú tienes que llevarla a Cheste y verás lo bien que ella estará allí y tu podrás trabajar sin problemas de horarios”.
La persona en cuestión era mi pequeña Denise de 14 años. Ella no me explicaba con claridad de qué me estaba hablando. Se refería al Complejo Educativo de Cheste. Sería lo mejor para ella; estar pupila. Suena fuerte. Separada de su hogar, de mí. Pero había muchas ventajas pues estaría contenida en un
Comencé a hacer averiguaciones, llamados telefónicos, seguí indicaciones, etc. Acaricié. esa meta durante muchos meses hasta que logré que mi solicitud fuera aceptada y pude inscribirla. Y el gran día llegó. Las clases de la ESO comenzaban el 17 de Septiembre de 2007.
Hicimos ese primer viaje hacia Cheste sin saber bien hacia dónde íbamos y con qué nos íbamos a encontrar. El viaje fue largo. Vivíamos en ese entonces en La Font d’Encarròs. El día comenzó muy de madrugada ya que debíamos ir hasta la Renfe para abordar el tren hacia Valencia y de allí tomar un autobús hacia el Complejo. El acto fue en el Paraninfo y dio apertura al ciclo lectivo el Presidente de la Generalitat Valenciana.
Terminado dicho acto emprendimos la caminata hacia las Residencias. Mis ojos no daban crédito a lo que veía. La vastedad del predio, las edificaciones, todo inmerso en el ambiente natural que a pesar de haber sido intervenido por la mano del hombre parecía virginal, intacto, perfecto, mostrando una
lujuriosa paleta de verdes glaucos, claros, esmeraldas que ni el más experto artista habría logrado esas conjunciones. Había tanta gente y todos con distintas expectativas aunque todos con la misma certeza: nuestros hijos estaban en el lugar adecuado para recibir una educación de excelencia y saber que estarían muy bien cuidados. Padres e hijos, docentes, trabajadores de mantenimiento, auxiliares, tutores, personal de salud… para cada uno comenzaba una etapa importante del año.
Para nosotras dos era una experiencia inédita y seguramente inolvidable. Pude estar en su habitación, conocer a su compañera de dormitorio. Asombradas Denise y yo mirábamos el entorno desde un sexto piso y era tan impresionantes las vistas, el entorno, que tuve miedo que al retirarme y dejarla allí sola con su alma esta niña se sintiera muy sola y perdida. Pero somos fuertes y resilientes. Era una prueba de fuego que ella debía sortear y yo la instaba a superarse a sí misma. La enfrenté a un desafío sólo para valientes.
Pero también sentía ese dolor de la separación, una vez más. Y así tuve que retirarme dejándola sola siendo extranjera y foránea…hasta el viernes cuando el autobús rentado por los padres, me la devolvería en la Renfe de Gandia. Nos separaban 85 km y 4 días.
El largo viaje de regreso a casa sin ella me provocó una inmensa tristeza. Repasaba todo lo que había visto en ese marco natural imponente, esos caminos empinados entre abetos, laureles, olivos, pimenteros, coníferas de diferentes tipos, etc. Por otro lado me daba confianza todo lo que había podido palpar allí. La cantidad de personal para el cuidado de tanto alumnado. Los edificios para los distintos institutos, comedores, piscinas, canchas de béisbol, recintos para karate, etc Y en medio de todo eso enormes jaulones, algunos con faisanes, otros con pavos reales, más algunos con papagayos y distintas aves que no conocía.
Me asombré al ver palomares y mucho más cuando tomando una curva en el camino aparecieron ante mí colmenas montadas sobre pedestales, semejaba un ejército de obedientes soldados apostados en sus posiciones esperando la orden para ponerse en marcha, pero no, era mi imaginación. Estarían allí hasta vaya a saber Dios cuando!. Sólo resguardaban panales celosamente elaborados por las abejas. Luego supe que en este Complejo Educativo se encuentra el depósito General de La Federación Valenciana de Colombicultura. Y fue entonces que comprendí que cada cosa en ese sitio tiene un porqué. Cuánta maravilla poder pasar los días en semejante lugar donde la Naturaleza reina y la Educación manda.
Hacia donde mirara se abrían al paso infinitos senderos surcados por lavandas en flor. Tanta expresión de respeto por la Naturaleza me dio la tranquilidad que el lugar era el adecuado para que Denise pudiera desarrollarse en un ambiente saludable. Recordé su habitación hermosa, confortable en la sexta planta desde la cual se observaban las vistas deslumbrantes de ese paisaje lleno de belleza y poesía y mi mente me llevaba a los versos de Antonio Machado:
Caminante, son tus huellas el camino y nada más; Caminante, no hay camino, se hace camino al andar. Al andar se hace camino, y al volver la vista atrás se ve la senda que nunca se ha de volver a pisar. Caminante no hay camino sino estelas en la mar.
Yo sentía dentro de mí que ella iba a estar bien, que se adaptaría. Aún no había llegado a casa y no paraba de llamarme al móvil. Esa primera noche fue muy difícil para ambas. Llegué a dudar que lo mío hubiese sido sólo una expresión de deseos, que ella no llegara a adaptarse y que de por vida me recriminara ese intento de dejarla pupila. Sobre mi almohada lloraba por ella pero mi Felicidad era inmensa y me decía una y otra vez: !Denise ya duerme en Cheste! Me sentía victoriosa. Había logrado algo verdaderamente importante para ella, aunque era Denise la protagonista de ese capítulo en nuestras vidas quien debía mostrar su temple.
Un año hace que os conocí Y desde entonces cambio mi vida ¡¿Quién me iba a decir a mí Que iba a ser tan dinámica y divertida?!
Sí, claro que he llorado Por ver sufrir a algunos compañeros Pero por encima de todo he pensado Jamás dejaros, ni perderos.
Juntos contra todo podemos y siempre juntos navegaremos En este mar de ilusiones Que al fin todos tenemos
Permitidme daros las gracias Por habernos tan bien acogido A mí, con vuestros mimos Y cómo buen amigo, a mi marido.
Sólo me queda compartir un deseo Que a éste año se sumen muchos más Para convivir junto a vosotros De esta manera tan familiar…
Cada día que pasa se resta al futuro y se suma al pasado y hay que vivirlo porque ya no vuelve. La vida es una sucesión de encuentros y despedidas en la que no sabemos cual será el úlimo/a.
Vivimos en un mismo espacio y tiempo, compartidos con millones de seres, que coincidimos en este momento.
Juntos están los hombres y mujeres, Con alegría y también con las penas, celebrando todos los amaneceres.
Recibimos vida por nuestras venas, regalo de tiempo de permanencia, pero es vulnerable y perecedera.
La vida es tiempo para la existencia, aunque tenga un final inesperado, aunque opongamos nuestra resistencia
Desaparece el cuerpo que habitamos pasamos hacia la nada perdidos, sin que nos veamos, porque no estamos.
Nosotros, en el mismo tren subidos, todos los que compartimos espacio, y el tiempo en el que hemos coincidido,
Como las cuentas de un viejo rosario, eslabones de una sola cadena, como páginas de un único diario.
El misterio desvelado por la evidencia, ausencia incomprensible e inquietante, el más allá que cada uno se inventa.
VICTOR RUIZ MOLINA Victor.ruizmolina@gmail.comMis héroes, las personas a quienes admiro, son personas que se han esforzado por conocer y difundir la verdad. Tuvieron que luchar. Tienen especial mérito quienes se enfrentaron con sus ideas a las que primaban en aquella época o región, bien establecidas, aceptadas por todos.
Una de esas personas, o digamos mejor, personajes, es Cuadrado A. Él es perfectamente consciente de la injusticia de relegar a las mujeres, considerándolas los seres más inferiores de la creación. Por el mero hecho de ser líneas rectas, se las priva de casi todo a lo que tienen derecho los hombres.
No es solo la sociedad civil; también la Iglesia promueve la idea de que los polígonos con más ángulos son más nobles. Cuadrado A no llega a hablar públicamente en contra de estos, pero revindica una mayor igualdad social en sus escritos privados y por supuesto critica que haya polígonos que reciben un trato como si fueran circunferencias. Valientemente, rechaza el así llamado “pensamiento límite”. Seas noble o campesino, tus ángulos son los que son; ¿por qué te han de declarar circunferencia si eres un polígono de cuarenta lados, o de cincuenta y uno, basándote en no se sabe qué mágica fórmula? Cuadrado A quiere saber más, pero choca contra el incomprensible límite.
Un día tiene una experiencia destinada a trastocar su vida. Se despierta de madrugada, poco antes de la hora de levantarse. Oye una voz, o le parece oír una voz y ve delante de sí un punto reluciente. Un pequeño punto reluciente que al cabo de unos segundos ya no es tan pequeño. Va aumentando de tamaño. “Soy esfera C”; dice la voz.
Cuadrado A siente una extraña emoción. ¿Esfera? Esa palabra suena a magia, a mito. Lo devuelve a la infancia, cuando su madre le contaba historias de esferas y cubos, seres inexistentes pero a los que ella conseguía infundirles vida. Ella le había hablado de estos personajes como si fueran realidad. “Cuál es tu nombre,¿Cuadrado?”
---Hm... me llamo Cuadrado A.
El punto ya no es un punto, es un pequeño círculo que se hace más grande. Y la voz no viene del punto, parece venir de todos lados. Su casa retumba. “No tengas miedo, Cuadrado A. No quiero hacer nada malo. Vengo de la tercera dimensión.”
Cuadrado A se sobresalta. ¿Es un sueño? ¿Es una pesadilla? ¡La mítica tercera dimensión!... Pasó el tiempo y finalmente Cuadrado A se atrevió a hablar de las visitas que recibía. Al principio, todo fueron rechazos; que eso eran alucinaciones, que no estaba bien de la cabeza, por qué habría de ver y oir -- él -- algo que nadie percibía. Pero hubo quien recordó las antiguas historias, la mitología tan valorada por sus abuelos, las historias aquellas en las que se describía un mundo mágico llamado la tercera dimensión, donde mujeres y hombres recibían igual trato y donde no había “pensamiento límite”. Pasó el tiempo, y finalmente Cuadrado A fue reconocido como profeta de la Tercera dimensión. No todos lo alcanzaban a comprender; ¿cómo podía haber una dirección más? Hay dos, es evidente: puedes moverte recto, y puedes ir a izquierda o derecha, transversalmente. Y ya está. Pero hubo quien sabía de matemáticas y creyó comprender, y pronto todos creyeron comprender. Cuadrado A ya nunca sería despreciado.
Inspirado en: Planilandia: Una novela de varias dimensiones, de Edwin A. Abbott. Traducido por José Marín.
A quien quiera saber más, se recomienda el artículo Cuarta dimensión de Wikipedia, en particular el apartado 2.3Analogíadimensional.
Tras unos minutos de minuciosa exploración del movimiento de mis dedos, el doctor me hizo recorrer varias veces la diagonal del diminuto despacho en el que nos encontrábamos. Después, me bombardeó con una larga serie de preguntas sobre mi estado físico y mental. Tras valorar los resultados, concluyó que había signos de parkinsonismo. Me quedé perplejo, pero me aferraba a la idea de que podía haberse precipitado en su diagnóstico. Al fin y al cabo, este neurólogo no era especialista en trastornos del movimiento. Para descartar otras posibilidades, el doctor solicitó unas imágenes de mi cerebro y me dio una cita para un colega suyo, este sí, experto en párkinson. Yo no albergaba, o mejor, no quería albergar ninguna duda de que el nuevo doctor desmentiría el diagnóstico
Unas semanas más tarde acudí a la consulta del nuevo neurólogo para que revisara las imágenes y me diera su experta opinión, que esta vez sí asumiría como inapelable. Al entrar en la consulta observé que rodeando al doctor, había tres jóvenes con batas blancas que seguían con interés cada uno de mis gestos. Aunque no me fueron presentados, deduje que se trataba de estudiantes de medicina en prácticas. El neurólogo hacía alarde de su autoridad académica mientras me ordenaba que repitiera movimientos similares a los de la primera visita y pedia a los residentes que observaran detenidamente mi ejecución. Yo me sentía como una prima ballerina ejecutando una ridícula danza .
La actitud del neurólogo era la de un domador de leones que, orgulloso, hace levantar la pata a la fiera y una vez conseguido, se complace ante los aplausos del público.
–
¡Ale hop! — Decía.
Y yo movía los dedos según él me proponía. Hacía enormes esfuerzos para que el movimiento fuese perfecto, intentando sin éxito ocultar cualquier atisbo de temblor o rigidez. Pensaba que así conseguiría poner de manifiesto el error cometido.
–
¡Ale hop! — Gritaba de nuevo.
Y yo caminaba por una las diagonales de la consulta forzando un braceo del brazo izquierdo que ya en la realidad hacía meses había desaparecido.
–
¡Ale hop!
Y siguiendo como podía sus indicaciones, martilleaba de froma arrítmica el suelo con los pies ocultando en lo posible un permanente calambre en el pie izquierdo.
A continuación, pidió a los estudiantes que movieran mis brazos, extendiendo y flexionando repetidamente la articulación del codo, al tiempo que les instaba a que notasen la “rigidez en diente de sierra”. El neurólogo continuó con su alocución, dirigiéndose a ellos como si yo no estuviera presente mientras describía los síntomas que acababan de observar. Usaba palabras que yo no había oído jamás como bradicinesia, hipomimia o discinesia. De cuando en cuando, el doctor me pedía que realizara determinado movimiento que pusiera imágenes al concepto que trataba de demostrar. Los alumnos, complacidos y aduladores, asentían con la cabeza.
Cuando terminó el repaso de mis diversas torpezas, el neurólogo pidió a los estudiantes que emitieran su veredicto. Los tres jóvenes que hasta ese momento me habían observado atentamente, retiraron de mí sus miradas. Todos ellos parecían tener un diagnóstico, pero nadie quería ser el primero en expresarlo. Ante el silencio que se instaló en la salita, el neurólogo les echó un cable.
¿Alguien tiene un diagnóstico? —Preguntó. De nuevo, se produjo de nuevo un incómodo silencio.
No os preocupéis . El paciente ya sabe lo que hay.
Una densa niebla empezó a extenderse por mi cabeza.
El chico que tenía un aspecto más aniñado se lanzó:
– Tiene síntomas de párkinson.
– Efectivamente, es párkinson – Remató el neurólogo —y las resonancias magnéticas que se le han realizado descartan otras patologías. La niebla de mi cabeza se hizo mucho más densa.
La confirmación de la enfermedad me produjo una gran desolación: “¿por qué a mi? ¿esto va ir rápido? ¿me voy a morir pronto? ¿voy a sufrir?”. Dado el estado de shock en el que me encontraba, no fui capaz de planteárselas al neurólogo en esa ocasión. Nos íbamos a ver con frecuencia en el futuro, así que habría tiempo para hablar de todas estas preocupaciones.
No recuerdo cómo reaccioné en la consulta. Pero sí recuerdo que a la salida del hospital, le dije a mi mujer:
– Creo que me voy a deprimir.
Pero, no. Afortunadamente, nunca llegué a tener ese problema, ni padecí ningún sufrimiento insoportable. Tampoco fallecí, como es notorio. Continué vivo y activo en mi trabajo durante siete años más. El apoyo de mi mujer, Pilar, fue vital en estos años y sigue siéndolo en la actualidad. El apoyo de toda la familia también ha sido un factor importante en mi forma positiva de llevar el párkinson. Pero ese apoyo del resto de la familia llegó más tarde ya que no les di ocasión de que participaran de mi duelo. Decidí no hacer público el diagnóstico hasta muchos años después. En ese momento aún no podía “salir del armario” ...
Era un día del mes de mayo, en plena primavera, me levanté temprano y, el jardín estaba impregnado, de ese aroma floral, que tanto caracteriza a la época en que estábamos.
Ese día no tenía nada que hacer, salvo descansar del agotador trabajo que realizaba por aquel entonces.
Desayuné, pensando ya, qué podría hacer en ese magnífico día:
- Puedo ir a la playa, andaré un rato, tomaré el sol…
- Podría quedarme en casa, leer, leer y leer, escuchando buena música…
- Puedo ir a andar por mi ciudad, hacer turismo, hacer fotos y más fotos…
- Tal vez, puedo escribir, sí, escribir, aquí en el jardín para no perder el aroma, ni el piar de los pajaritos…
Pensando en todo esto al mismo tiempo, llamaron a la puerta, fui a abrir sin pensar en quién podría estar llamando a esas horas de la mañana…¡Era él! Si era el mismísimo cartero, me traía un paquete, bastante voluminoso…¿qué podría ser? Yo no esperaba nada. Leí el remitente…¡era imposible! La remitente era yo misma, sí y era mi letra…
¡Estaba temblando! No sabía qué hacer, abrir el paquete o dejarlo estar… tenía que abrirlo, pero…, ¿qué me iba a encontrar?… Y comencé a abrirlo…, estaba muy bien envuelto, con un papel de regalo que me encantó…, era una caja con colores rosa suaves…, entonces pensé que yo había tenido una igual a esa, pero, ¿dónde estaba?
Al abrir la caja…, ufff, ¿qué estaban viendo mis ojos? Era un álbum de fotos y recortes de periodico, más fotos sueltas, alguna entrada al cine, otra al teatro, alguna llave magnética de un gran hotel… Pero, yo no recordaba nada de esto…¿qué quería decir? Comencé poco a poco a ver todo lo que allí había…
Cúal no fue mi sorpresa cuando vi unas fotos de boda, ¡de mi boda!, pero si yo no
estaba casada, ni siquiera estaba comprometida…
Quería saber quién era él, claro, no sabía quién iba a ser, pero aquí, tendría alguna foto y así, sería divertido, pensé yo en un momento de ofuscación.
Pero fui mirando fotos de la boda y estaba yo sola, con mi familia, con amigos, pero el novio no estaba en ninguna de ellas.
Lo dejé todo sobre la mesa del jardín y fui a la cocina, necesitaba tomar algo fresco, algo que me calmará. Cogí un vaso con hielo y un refresco de limón y volví al jardín.
¡Dios mío!¡¿Qué broma era esta?!
No había nada en la mesa, y el vaso de refresco cayó al suelo, ¿estaba alucinando?
¡No! Para nada era una ilusión. Era simplemente un sueño.
Entró él, mi marido, pidiéndome disculpas por el estruendo que terminaba de ocasionar al caer un plato en la cocina, estaba preparando el desayuno para llevármelo a la cama.
¡Era él!, ¡el cartero!
En un momento, se mezclaba todo en mi mente, la realidad y el sueño que había tenido.
Entonces él con la tranquilidad que lo caracteriza, me dijo que hacía mucho tiempo, estuvo repartiendo correo en su ciudad.
Pero ¿a qué venía esto? Yo aún no le había contado nada… Y cómo todo, tenía su explicación, pues entre sueños, yo estaba llamando al cartero tan fuerte, que fué cuando lo desperté.
Entró a la habitación con una bandeja repleta de comida para desayunar los dos. Hacía frío, era invierno, nada que ver con mi sueño.
Está realidad, me llevaba, junto a mi marido, a un sueño infinito.
María Pilar Almela mpilar.almela@gmail.comDéjame un momento tal que así, prometo no moverme, prometo no decir...
Déjame un momento tal que así,con mi mano apoyada en tu vientre, con mi cabeza reposada sobre tu pecho...
Déjeme un momento tal que así, escuchando tu corazón, meciéndome en tu respiración...
Déjame un momento tal que así, intentando introducirme en tus sueños, procurando no estorbar...
Déjame un momento tal que así, sintiendo que estas en mi, descubriendo el amanecer esperando resurgir...
Déjame un momento para mi, en ti…
Inmaculada Fuentes © info@inmaculadafuentesescritora.es
Tuve la suerte de tener unos padres excepcionales, que me supieron educar, con unos principios que ahora son difíciles de encontrar, el respeto y la ayuda a los demás. No digo, que no haya ahora esos principios. Digo, que antes era generalizado y ahora la gente es muy individualista. Por cierto yo vine al mundo el mismo día que mi padre cumplía su 32 cumpleaños, por tanto en mi casa el día 14 de enero era un día muy especial, y a mí me hacía sentirme especial y orgulloso por cumplir años el mismo día que mi héroe. Mi padre era ocho años mayor que mi madre, pero nunca la edad fue para ellos un obstáculo para el amor, para mí, eran mi Romeo y Julieta particular, os cuento el porqué. Mi padre era deAlboraya y mi madre de Almácera, la familia de mi padre, agricultores y mi abuelo materno, mecánico de barcos y por cierto muy valorado, por su profesionalidad, ya que no pocas veces, embarcaba con destino a Palma de Mallorca, arreglando el barco y al regreso ya estaba a plena maquina, completamente arreglado.
Pero divago. En 1938 los niños deAlmácera, fueron a las vías del “trenet” (ahora mismo la línea 3 del metro de Valencia), para jugar, y los más mayores tiraron algunas piedras al tren, el tren paró y el revisor corrió tras los niños, cogiendo al más pequeño de ellos (que no tendría más de cinco años), y que era mi tío, por lo que a mi abuelo como responsable de su hijo, lo condenaron y encarcelaron un mes. Mi abuela con cuatro hijos, sin trabajo ya que era ama de casa, y sin el sueldo de mi abuelo, tuvo que ir por los campos, pidiendo recoger lo que ya no servía para la venta.
Un día, (y esta es la historia de amor de mis padres), mi abuela acompañada de mi madre que tenía unos ocho años, fueron buscando por los campos de Alboraya, algo con que alimentarse y poder llevarse a casa. Llegaron a la alquería de mi padre, este había acabado de recoger las patatas que ya estaban en los sacos.
Mi abuela le pregunta a mi padre, si podía pasar al campo a recoger las patatas olvidadas o pequeñas, que no se comercializaban. Mi padre que tenía por entonces 17 años, mira a la niña y le dice en plan de broma a mi abuela: “si, puede pasar, pero a cambio me guardará a la “morenita”, pues algún día me casaré con ella”.
Mientras recogían las patatas, mi padre se interesó por qué iban rebuscando comida, y se enteró de lo que les había pasado. Entonces, les dio un saquito de harina para que hicieran pan, y les estuvo ayudando dándoles huevos de sus gallinas, leche de sus vacas y demás alimentos que tenía guardado en la “andana” (sobrado). Cuando mi abuelo salió de la cárcel fue agradecerle a mi padre, la ayuda que le había prestado a mi abuela, sin saber que pasados los años se convertiría en su hijo político.
Fueron pasando los años y perdieron el contacto. Hasta que diez años después, se volvieron a encontrar. Se miraban… era como si se conocieran, pero no conseguían saber de qué? Pero siguieron viéndose los domingos, hasta que un día en que mi madre, iba a la playa con sus amigas, pasaron por la senda que iba de Almácera a la playa, y que pasaba por detrás de la alquería de mi padre, y allí estaba mi padre trabajando en el campo. Mi madre al verlo lo llamó, y mi padre cuando vio a mi madre solícito fue con ella, entonces los dos recordaron de que se conocían, era el chico que los estuvo alimentando en momentos difíciles.
Cuando regresó mi madre de la playa, le contó a mi abuela quien era, el chico con quien salía a pasear los domingos por la tarde, la sorpresa fue mayúscula, porque mi abuela, sí recordaba sus palabras proféticas, aquel mismo domingo, mi padre solicitó hablar con mis abuelos y formalizaron el noviazgo y dos años después se casaron, luego vinieron los tres hijos, yo fui el segundo, pero eso ya es otra historia.
Jose Antonio Lliso Mari © (Derechos reservados)INGREDIENTES (10 / 12 galletas):
● 3 dátiles sin hueso
● 1 taza de frutos secos tostados y sin sal: almendras, nueces, avellanas, cacahuetes, etc.
● 1 cucharada de cacao 100%
● 2 cucharadas de crema de cacahuetes
● 10/12 pipas de calabaza o almendras tostadas sin sal.
1. Triturar los frutos secos, tostados y sin sal, y los dátiles.
2. Añadir la cucharada de cacao y mezclar.
3. Coger pequeñas porciones y darles forma de dedos.
4. Decorar poniendo una semilla de calabaza o almendras en un extremo del dedo, a modo de uña.
Una receta sencilla, sabrosa y ¡Monstruosos pero riquísimos!
INGREDIENTES (para 4 personas):
● Jamón Serrano (corte fino)
● Aceitunas rellenas de pimiento asado o aceitunas negras sin hueso o mermelada de pimiento de piquillo (en la foto de cabecera).
● Queso Mozzarella (en bolitas)
● Kétchup
1. Prepara los ingredientes y montar según podemos ver en la foto de cabecera:
2. Incrustar media aceituna en cada bolita de queso.
3. Envolver, de forma vistosa, cada bolita con una cortada de jamón.
En esta receta no ponemos cantidades de cada ingrediente, ya que dependerá del número de “ojos” que queramos hacer.
Por cada unidad de aperitivo: ½ cortada de jamón + 1 bolita de queso mozzarella + 1 aceituna rellena.
● 1 kg de calabaza
● 25 gr. de raíz de jengibre
● 400 gr. de filetes de bacalao
● 500 ml de caldo de verduras
● 30 ml de aceite de oliva virgen extra
● 5 gr. de pimienta negra molida
1º.Preparar la calabaza. Si la hemos comprado entera 1, hay que partirla, quitarle las pepitas, trocearla y pelarla. También podemos comprar carne de calabaza, fresca, envasada al vacío. Cortarla en cubos pequeños y reservar.
2º.Calentar el aceite y añadir los daditos de calabaza. Sofreir un par de minutos y luego añadir el caldo de verduras.
3º.Tapar la olla y deja cocer a fuego medio durante 20 minutos, hasta que la calabaza esté completamente tierna
4º.Lavar y cortar el bacalao a trocitos, mientras se cuece la calabaza.
5º.Preparar el jengibre: rallar el trocito de raíz pelado y reserva de momento.
6º.Retirar del fuego la cazuela con la calabaza y triturar con el turmix. ¡No añadir sal de momento! El bacalao es muy salado de por sí y nos va a añadir ese toque de sabor que contrasta con el dulzor de la calabaza.
7º.Sofreír, en la misma cazuela y con un poco de aceite de oliva, los trocitos de bacalao.
8º.Añadir la crema y deja cocer unos minutos para que se integren bien los sabores. .
9º.Servir la crema caliente, decorada con un poquito de perejil picado.
Una receta sencilla, aprovechando que comienza la temporada de la calabaza. Si compramos una calabaza, y queremos aprovechar la calabaza para decorar la noche de Halloween, podemos sacar la carne de la calabaza, respetando la forma que queramos para nuestra “lampara de calabaza”
(1) Corta la calabaza por la mitad con el cuchillo grande, así tendremos una superficie plana para apoyarla. Con una cuchara, quita todas las semillas y filamentos que tiene el interior hasta dejar la carne limpia. Pela la piel con un pelador de verduras o con el cuchillo. Si lo haces con el cuchillo, haz cortes de arriba a abajo, empujando la piel hacia la tabla de corte. Corta el cabo de cada lado y ya tendrás toda la carne lista. Corta en trozos grandes, primero haciendo un par o tres de tiras, y luego cortando estas en cubos. Reserva la calabaza cortada.
Lo único que tiene malo es que es pequeño. Pero las tapas son de granimaginación y calidad: Milhojas de calabaza Ensalada de burrata, Humus de remolacha, Carpaccio de salmón y abadejo, Ceviche de salmón, ajoarriero , bravas,... Todo lo que una persona en su sano juicio demandaria un sábado por la noche. Postres y helados caseros. Hacen buenoscremaets. Quizá lo único malo es que el que tenga nietos se puede encontrar al suyo allí.Justo enfrente tiene un pub de los viejos tiempos para tomar una copa y hablar sin problemas. No recuerdo como se llama pero pone: “terraza interior”.Los precios están acordes con ellocalyeltipo decomida.
Llevo más de 20 años yendo a este sitio y nunca me ha defraudado. Si uno quiere comer comida asiática este es el sitio. Además de tener comida japonesa,tienen una carta magnifica de los manjares másfamosos deAsía.
Pato laqueado (muy recomendable) servido en tres fases. Rodaballo frito donde te comes la carne y además te sacan la espina muy crujiente en una base. Ensalada de bogavante. Won ton frito, triángulos de carne al curry, arroces. Servido con gran amabilidad en un sitio muy elegante. Los postres son caseros. Los precios oscilan entre 30 y 45 por persona dependiendo de lo que pidas. También puedes encargarlo por teléfono e ir tú a recoger el pedido y comer en casa. Vamos, si te gusta la comida asiática y no has ido al Zen no sabes lo que te pierdes.