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MIS PADRES (VIVENCIAS José Antonio Lliso

MIS PADRES (vivencias)

Tuve la suerte de tener unos padres excepcionales, que me supieron educar, con unos principios que ahora son difíciles de encontrar, el respeto y la ayuda a los demás. No digo, que no haya ahora esos principios. Digo, que antes era generalizado y ahora la gente es muy individualista. Por cierto yo vine al mundo el mismo día que mi padre cumplía su 32 cumpleaños, por tanto en mi casa el día 14 de enero era un día muy especial, y a mí me hacía sentirme especial y orgulloso por cumplir años el mismo día que mi héroe. Mi padre era ocho años mayor que mi madre, pero nunca la edad fue para ellos un obstáculo para el amor, para mí, eran mi Romeo y Julieta particular, os cuento el porqué. Mi padre era de Alboraya y mi madre de Almácera, la familia de mi padre, agricultores y mi abuelo materno, mecánico de barcos y por cierto muy valorado, por su profesionalidad, ya que no pocas veces, embarcaba con destino a Palma de Mallorca, arreglando el barco y al regreso ya estaba a plena maquina, completamente arreglado.

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Pero divago. En 1938 los niños de Almácera, fueron a las vías del “trenet” (ahora mismo la línea 3 del metro de Valencia), para jugar, y los más mayores tiraron algunas piedras al tren, el tren paró y el revisor corrió tras los niños, cogiendo al más pequeño de ellos (que no tendría más de cinco años), y que era mi tío, por lo que a mi abuelo como responsable de su hijo, lo condenaron y encarcelaron un mes. Mi abuela con cuatro hijos, sin trabajo ya que era ama de casa, y sin el sueldo de mi abuelo, tuvo que ir por los campos, pidiendo recoger lo que ya no servía para la venta.

Un día, (y esta es la historia de amor de mis padres), mi abuela acompañada de mi madre que tenía unos ocho años, fueron buscando por los campos de Alboraya, algo con que alimentarse y poder llevarse a casa. Llegaron a la alquería de mi padre, este había acabado de recoger las patatas que ya estaban en los sacos. Mi abuela le pregunta a mi padre, si podía pasar al campo a recoger las patatas olvidadas o pequeñas, que no se comercializaban. Mi padre que tenía por entonces 17 años, mira a la niña y le dice en plan de broma a mi abuela: “si, puede pasar, pero a cambio me guardará a la “morenita”, pues algún día me casaré con ella”.

Mientras recogían las patatas, mi padre se interesó por qué iban rebuscando comida, y se enteró de lo que les había pasado. Entonces, les dio un saquito de harina para que hicieran pan, y les estuvo ayudando dándoles huevos de sus gallinas, leche de sus vacas y demás alimentos que tenía guardado en la “andana” (sobrado). Cuando mi abuelo salió de la cárcel fue agradecerle a mi padre, la ayuda que le había prestado a mi abuela, sin saber que pasados los años se convertiría en su hijo político.

Fueron pasando los años y perdieron el contacto. Hasta que diez años después, se volvieron a encontrar. Se miraban… era como si se conocieran, pero no conseguían saber de qué? Pero siguieron viéndose los domingos, hasta que un día en que mi madre, iba a la playa con sus amigas, pasaron por la senda que iba de Almácera a la playa, y que pasaba por detrás de la alquería de mi padre, y allí estaba mi padre trabajando en el campo. Mi madre al verlo lo llamó, y mi padre cuando vio a mi madre solícito fue con ella, entonces los dos recordaron de que se conocían, era el chico que los estuvo alimentando en momentos difíciles.

Cuando regresó mi madre de la playa, le contó a mi abuela quien era, el chico con quien salía a pasear los domingos por la tarde, la sorpresa fue mayúscula, porque mi abuela, sí recordaba sus palabras proféticas, aquel mismo domingo, mi padre solicitó hablar con mis abuelos y formalizaron el noviazgo y dos años después se casaron, luego vinieron los tres hijos, yo fui el segundo, pero eso ya es otra historia.

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