
4 minute read
Demos sentido a la vida cuidando la salud mental
En la sociedad actual ganan nueva visibilidad trastornos que por mucho tiempo se mantuvieron en silencio, como la depresión y la ansiedad, y destaca el aumento en el número de muertes por suicidio. En entrevista, el Dr. Quetzalcóatl Hernández Cervantes, coordinador del Doctorado en Investigación Psicológica en la IBERO Puebla, nos habla sobre estos tres temas.

Advertisement
qué se debe que la incidencia de ansiedad, depresión y suicidio se haya incrementado, o que se hayan hecho más visibles en las nuevas generaciones?
Primero, podríamos decir que la gente admite más, y eso trae como consecuencia que el problema se perciba más que antes; segundo, más allá de que hable con menos miedo o que el tabú sea menor, creo que las tendencias han ido en aumento, y eso nos hace pensar en que la gente toma conciencia sobre lo que acontece a su alrededor: la familia, la escuela, el trabajo… Y eso, sin duda, también tiene que ver con el momento histórico, social y económico que vivimos, prepandémico, pandémico y pospandémico.
¿Cómo interactúan entre sí estos tres padecimientos?
En temas de trastorno mental, difícilmente ocurre una sola cosa. Por ejemplo, si vemos un tema muy común, el de las adicciones, difícilmente encontraremos que una persona solo fume. Generalmente, quien fuma bebe alcohol, y viceversa. Con respecto a la depresión y la ansiedad, es prácticamente imposible que no haya elementos ansiosos en un trastorno depresivo, o que en el grupo de trastornos por ansiedad no haya un elemento de tristeza, melancolía, de angustia. Y, por supuesto, lo que en salud mental llamamos comorbilidad —es decir, la coexistencia de dos o más trastornos en una persona— es de lo más común. Ni siquiera tendría mucho caso identificar cuál fue primero. Es la eterna cuestión de qué fue primero: el huevo o la gallina; finalmente, ambas cosas son importantes. Entonces, en la población mexicana suelen ir en ese orden.
El grupo de trastornos que más prevalece en la población mexicana es el de ansiedad. Y entre los trastornos de ansiedad, por ejemplo, los primeros lugares los ocupan las fobias.
Luego vienen los trastornos del estado de ánimo. Entre ellos, el que más afecta a la población mexicana es el trastorno depresivo mayor. De ahí tenemos los vinculados con dependencia de sustancias, y dentro de las que afectan a la población mexicana son el alcohol y el tabaco. Si ponemos números a estas tres cosas, en primer sitio tendríamos los trastornos de ansiedad, con alrededor de 16%. Luego, trastornos del estado de ánimo, con 14%, y de ahí entre 10 y 12% los relacionados con dependencia de sustancias. Regresando al punto anterior, ¿por qué muchas de estas cuestiones se presentan juntas? Por supuesto, si uno piensa y profundiza en una persona que tiene problemas con el alcohol, pues hasta en 80% de los casos encontraríamos que cumple los criterios para un trastorno del estado de ánimo. Si vemos a alguien que fuma de manera consuetudinaria, casi diario o diario, veríamos que también cerca de 80% de casos cumplen con los criterios de un trastorno de ansiedad. Entonces, podríamos decir que van intrínsecamente ligadas.
¿Qué nos lleva a tener fobias?
Aun cuando puedan presentarse en comorbilidad, como dije antes, no necesariamente es que una cause otra, o que anteceda a la otra. Por ejemplo, una fobia puede desarrollarse cuando algo falla en la desaparición usual de muchos miedos en la adolescencia o la edad adulta. Es decir, a lo mejor un niño o un preadolescente tendría miedo de las agujas, pero cuando crece, eso desaparece y dice: “Bueno, es por mi salud”; no es que le encante que vayan a inyectarlo, por ejemplo, pero no hay un miedo irracional, no se paraliza. Muchos teníamos miedo a la oscuridad, a los insectos, a las serpientes, a las alturas, al agua… pero la gran mayoría transitamos hacia la adultez sin esos miedos. Eso es muy distinto de lo que ocurre, por ejemplo, con una depresión; en ningún momento de la vida es normal sufrir depresión. Con respecto a la dependencia de sustancias, es evidente que nadie nace con una adicción, salvo algunas personas que nacen con síndrome de abstinencia, pero son casos poco frecuentes. Apenas en la adolescencia, por ejemplo, empezamos a probar alguna sustancia, casi siempre alcohol y tabaco. Entonces, no necesariamente una antecede a la otra, y se desarrollan de manera distinta.
¿Qué podría hacerse en casa para ayudar a jóvenes y adultos que se sienten desesperados por no encajar en un círculo generacional?
Bueno, en la salud mental y principalmente con respecto a las adicciones, la permisividad es muy frecuente. La vivencia no es la misma para un adolescente cuyos padres o cuya familia extensa no fuman ni beben habitualmente —porque va a enfrentar resistencia y una prohibición clara— que cuando ambos o alguno de los padres o los cuidadores, como un abuelo o abuela, fuma; en algún momento, este joven va a decir: “No puedes decirme que no fume, porque tú también lo haces”, y no solo eso; incluso, el inicio en el tabaco y del alcohol ocurre por la interacción con los padres. Todas las personas, a lo largo de la vida, sentimos una presión de pertenencia, que tiene muchos costos. Por ejemplo, dónde estudiaste, dónde vives, de dónde eres; es decir, como el esquema de “cuánto vales” o “cuál es tu lugar”, si tienes o no una profesión universitaria. Y no se diga en cuanto al nivel económico, el estatus. Entonces, en realidad toda la vida nos bombardean estas situaciones de presión. Esa presión también viene de dentro; es decir, por la manera como nuestra historia de vida se refleja en nuestra autoestima, nos presionamos a nosotros mismos, además de lo que recibo del exterior sobre mi imagen, mi cuerpo, mi forma de ser, las actividades que me gustan, etcétera, y hasta procesos más complejos, como la identidad de género al menos o la orientación sexual.
Para leer el artículo completo, descarga la app COMUNIDAD IBERO PUEBLA unidos
Para más información sobre el tema de Salud mental escanea el QR.