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La escalera principal

LA ESCALERA

PRINCIPAL

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uatro grandiosas columnas pétreas de orden toscano subrayan el sentido ascensional de este espacio, cuya balaustrada de jaspe gris contrasta con los escalones de granito al igual que con las diferentes columnas de orden jónico que, adosadas a los muros, unifican el conjunto con el vestíbulo o distribuidor del piso superior.

La caja de la escalera se cubre ahora con techumbre plana, pero antaño contaba con una especie de artesonado rectangular de escayola imitando madera y decorado con trofeos militares, cerrando el espacio contiguo una bóveda, también de escayola, adornada en su centro con el escudo imperial de los Austrias y, en los ángulos, con los emblemas de las cuatro órdenes militares medievales, junto a diversas cabezas de guerreros y figuras de heraldos. Es posible que esta decoración hubiese sido acometida en 1880, anualidad en la que el estado de gastos registra una considerable inversión en el ornato de la escalera.

En el primer rellano se sitúa una pareja de armaduras modernas con sendas espadas en las manos. Al inicio de la barandilla, hay un par de excelentes candelabros (164 cm de altura) de bronce dorado del siglo XIX, con fuste de perfil renacentista que apea en cuatro patas con forma de pezuña; lucen la marca de fábrica («V.P.» y corona) del broncista francés Victor Paillard, activo en París entre 1830 y su fallecimiento en 1886, quien se especializó en la producción industrial de candelabros, relojes y esculturas destinadas al embellecimiento de palacios y viviendas. En el remate de la escalera, existen dos jarrones de bronce dorado (98 cm de altura) a modo de copas con asas en forma de cabeza de león con una argolla en la boca y tapaderas con motivos vegetales que, según indica una inscripción, fueron realizados en la Fundición de Artillería de Sevilla en 1899 siguiendo un modelo suministrado por el escultor P. Domínguez.

La escalera acaba en un distribuidor, en donde se encuentra otra pareja de modernos arneses, ahora con lanzas, y en el que luce un busto del Gran Capitán (84 x 72 x 28 cm), excepcional genio militar que supo combinar con acierto por vez primera la infantería, la caballería y

Dos relojes decoran el distribuidor de la escalera: uno representa a la Fama (izquierda) y el otro, probablemente, a Enrique III (derecha).

la artillería en los campos de batalla. Obra firmada en la parte inferior izquierda por el escultor, pintor y arquitecto madrileño Federico Amutio y Amil (18691942), fue fundida en bronce pavonado en los talleres barceloneses de Masriera y Campins, existiendo una réplica en el Museo del Ejército. Gonzalo Fernández de Córdoba, con el rostro altamente idealizado y la mirada dirigida hacia un punto en la lejanía, viste a la moda de la España de los Reyes Católicos con ropa y coraza; sobre esta última ostenta el distintivo de la orden medieval aragonesa de la Azucena y de la Jarra, consistente en un medallón con la Virgen pendiente de una cadena formada por dragones.

La pared principal del distribuidor luce desde 2015 un tapiz titulado Victoria de Tito, que fue realizado en el último tercio del siglo XVII en Bruselas, en los talleres de Geraert Peemans. Representa la conquista de Jerusalén en el año 70 d.C., durante la Primera Guerra Judeo-Romana. A la izquierda, en primer término, aparece el futuro emperador Tito a caballo al frente de sus tropas. Va vestido con armadura y lleva una corona de laurel. Con él avanzan galopando otros jinetes hacia la ciudad, mientras a la derecha, en un segundo plano, se ve a la infantería romana tratando de ascender a lo alto de una torre, mientras los judíos se afanan por defenderse. La bordura presenta una fastuosa guirnalda compuesta por flores, frutos, aves y jarrones. El centro superior está formado por un nudo de laurel del que salen palmas, flores, dos espadas cruzadas, una antorcha y un caduceo. Este tapiz, realizado en lana y seda, es propiedad del Museo del Prado.

Además, hay un reloj de bronce dorado con adornos de porcelana pintada de fabricación francesa de mediados del siglo XIX, con abundante decoración vegetal y de rocallas en el basamento, en el que están embutidas dos placas de porcelana con representaciones infantiles con los símbolos de la Pintura y la Música; en la parte superior, una figura sedente de la Fama, acompañada por dos niños, apoya el brazo derecho en un medallón ovalado de porcelana en el que está pintada una alegoría de las Bellas Artes; con este reloj forman conjunto dos candelabros de bronce dorado con placas de porcelana pintada en el basamento, que se conservan en el Salón Don Quijote.

Asimismo luce otro reloj de semejante mecanismo con esfera firmada en Madrid por Pedro Lagaillarde y una figura de monarca que pudiera representar a Enrique III.

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