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OTRAS DEPENDENCIAS
OTRAS D E P E N D E N C I A S OTRAS
Repartidas por varias dependencias del palacio y de los edificios contiguos que integran el Cuartel General, se encuentran diversas esculturas y pinturas dignas de mención.
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OTRAS
DEPENDENCIAS
ntre las primeras destaca un busto (75 x 56 x 20 cm) del General Castaños, realizado en hierro colado en 1855 por el cincelador Jacinto Bergeret en la fábrica asturiana de Trubia siguiendo el modelo ejecutado en yeso en 1853 por el escultor romántico José Piquer y Duart (1806-1871); el duque de Bailén viste uniforme y luce varias bandas y condecoraciones, interpretadas con gran minuciosidad, lo que permite identificarlas con el Toisón y las órdenes de Carlos III, Isabel la Católica, San Fernando, San Hermenegildo, etc. Hay también dos pequeños bronces (40 x 30 x 15 cm), seguramente franceses del siglo XIX, que reproducen los famosos Caballos de Marly que llevó a cabo Guillaume Coustou a comienzos del siglo XVIII con destino a los jardines del Castillo de Marly, cercano a Versalles, y que hoy engalanan la parisina avenida de los Campos Elíseos. De desconocido autor español del siglo XIX son dos esculturas de hierro colado (80 x 22 x 22 cm) que representan a Cervantes y a Murillo, ataviados conforme a la moda española del siglo XVII. Del mismo material es una figuración (48 x 49 x 23 cm) de La Justicia, que será obra francesa del siglo XIX.
En el capítulo de pinturas hay algunas muestras de extraordinaria calidad, como el retrato de Caballero (103 x 76 cm), de discutida cronología, representado de medio cuerpo, vestido a la moda del siglo XVI con traje negro sobre el que destaca un collar dorado. Merece especial atención un lienzo (43 x 68 cm) con escena de Batalla que pudiera ser obra del siglo XVII realizada por el ya mencionado Esteban March; en ella, varios soldados a caballo combaten entre nubes de polvo, pudiendo apreciarse al fondo, a la derecha, otro aspecto de la contienda delante de una montaña. También de Esteban March o de su círculo serán dos cuadros con el tema Batalla contra los turcos; en uno de ellos (75 x 127 cm), cruzados y turcos pelean junto a un puente, con un castillo en el lateral derecho; el lienzo ha sido forrado, por lo que ha desaparecido cualquier sello o inscripción relativa a su origen que pudiera haber en la parte posterior; el otro (75 x 100 cm), que probablemente ha sido reducido de tamaño al procederse asimismo a su forrado a la vista del estado de deterioro, muestra también un combate entre cruzados y turcos bajo un cielo nuboso y con un torreón a la derecha. Por otra parte, de un desconocido artista cuyo nombre parece ser Philo a juzgar por la firma que aparece en el ángulo inferior derecho de la tela, es el Paisaje (84 x 103 cm) que representa la campiña romana con un río, que, cruzado por puentes, se pierde en el horizonte; en la orilla derecha hay un rebaño pastando y, en primer plano, dos personajes navegan en una barca; en el lado derecho se contempla una arquitectura clásica con arcos y columnas de orden corintio. Es obra notable, posiblemente de escuela francesa de fines del siglo XVII o ya de los inicios del XVIII, en el que el paisaje clasicista se convierte en sujeto principal. De la misma escuela, estilo y época es otro Paisaje (74 x 98 cm) con dos figuras femeni-
nas hablando en un escenario frondoso junto a un río, apreciándose al fondo un caserío de acusados volúmenes. También del siglo XVII es un tercer Paisaje (51 x 68 cm) con un camino entre oscuras gargantas por el que discurren varias personas, unas a caballo y otras a pie, todo ello bajo un cielo de espesas nubes. Dos pequeños Floreros (22 x 17,5 cm) pintados sobre tabla serán obra española de un artista anónimo de fines del siglo XVII o incluso ya del XVIII.
La pintura del siglo XIX está representada por una aceptable copia (122 x 93 cm) del retrato de la reina Isabel II que pintara Federico de Madrazo en 1844, cuyo comentario ya se hizo al tratar del ejemplar conservado en el Salón Prim. De la misma centuria descuella el enorme lienzo (192 x 323 cm) que decora el hall del Estado Mayor y que reproduce un Episodio de la Guerra de África, realizado en 1864 por el catalán Francisco Sans y Cabot (1834-1881) y en el que, como ya se indicó en el salón mencionado líneas atrás, las tropas españolas se ordenan en torno al general O’Donnell, que parece señalar con la diestra hacia la ciudad amurallada, Tetuán, que se ve en el lado izquierdo del fondo; el cuadro recuerda en varias figuras la supuesta escena de La batalla de los Castillejos que, de hacer caso a Ossorio y Bernard (18831884:630), el mismo Sans habría pintado expresamente para el general O’Donnell y que pudiera ser la pintura que se conservada en la Saleta de la Reina del madrileño Museo del Ejército.
También hay una copia (197 x 298 cm), de autor desconocido y regular valía, de La rendición de Bailén, el conocido cuadro de historia pintado en 1864 por el palentino José Casado del Alisal (1831-1886), cuyo original pertenece al Museo del Prado. El excelente retrato del General Juan Zavala y de la Puente, lienzo (120 x 85 cm) realizado en 1882 en Madrid, se debe a J. Laverny; el ilustre militar de Caballería, que fue ministro de la Guerra en 1872 y 1874, está vestido con uniforme de gala sobre el que lucen la banda roja y tres grandes cruces laureadas de la Orden de San Fernando. De similar calidad artística es la representación del General Camilo García Polavieja (120 x 88 cm), firmada en 1888 por el sevillano Manuel de Ojeda y Siles (1835-1904), discípulo de Esquive!, quien pone aquí de manifiesto su conocida habilidad en el campo del retrato; el militar, que ocupó la cartera de Guerra en 1899, aparece vestido con uniforme de general con banda y placa de Carlos III y otras condecoraciones, entre las que destaca la Gran Cruz Laureada de San Fernando.
Ya del siglo XX es el retrato (134 x 92 cm) del General José Tovar y Marcoleta, obra del aragonés Juan José Gárate Clavero (1870-1939), buen retratista y afortunado creador de temas de asunto popular, quien plasmó en 1920 al que fuera ministro de la Guerra con Alfonso XIII vestido con uniforme de gala de capitán general y luciendo la placa y la roja banda de la Gran Cruz Laureada. De Francisco Echauz Buisán (1927-2011) son Escena bélica, cuadro (199 x 282 cm) de entonación agrisada, fechado en 1948, en el que unos militares disparan desde el interior de un sótano, posiblemente del Alcázar de Toledo, y El traslado de Zumalacárregui, lienzo (148 x 200 cm) de 1951 con varios soldados del Regimiento nº 1 llevando a hombros una litera en la que reposa el famoso general carlista tras haber sido herido en el frente de Bilbao, de resultas de lo cual fallecería en la localidad de Cegama en 1835. No deja de resultar curiosa la interpretación, más que copia exacta, del conocido lienzo velazqueño de La rendición de Breda que llevó a cabo el realista Cristóbal Toral (Antequera, Málaga, 1940) durante la realización de su servicio militar en el Batallón del Ministerio; se trata de un lienzo de notables dimensiones (189 x 280 cm) y con factura bastante suelta frente al acostumbrado rigor de pincelada que luego le hiciera famoso, en el que el propio pintor se autorretrató con el uniforme caqui del Ejército de Tierra entre los integrantes de la fuerza española que mandara Ambrosio de Spínola en tierras flamencas durante el reinado de Felipe IV; está firmado en la parte inferior derecha: «C. Toral / 67».
Al igual que en la zona noble, varios relojes de singular calidad están repartidos por otras dependencias. Entre ellos destaca un reloj francés del siglo XIX, con sistema Brocot, que presenta a un guerrero antiguo con casco y coraza, apoyándose la maquinaria sobre varias armas y escudos. Un reloj de mármol negro y bronce pavonado de la segunda mitad del siglo XIX, firmado en la esfera por el fabricante parisino Paillard, luce en la parte superior la figura sedente de Lorenzo de Médici, copia de la conocida escultura funeraria de Miguel Ángel. Por último, un reloj de caja alta con la firma de Simpson Wigton en la esfera será obra británica del siglo XIX.