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Rosa Telesforo Gumiel
artista con mayúsculas
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Rosa Telesforo Gumiel nació en 1918 en Arroyo de San Serván y fue escultora, pintora y restauradora. Durante su trayectoria vital participó en certámenes y exposiciones colectivas e individuales junto a nombres propios de las artes extremeñas, como Adelardo Covarsí, Eugenio Hermoso o Fernando Mejías.
Mucho antes del nacimiento de Rosa, en 1783, se tuvo conocimiento de los primeros pobladores de Arroyo de San Serván y del hallazgo de pinturas rupestres de gran valor. Existen alrededor de unos veinte abrigos
con pinturas de colores rojizos y negros que representan animales, ído-
los y escenas de caza y que demuestran que los antepasados de Rosa Telesforo también cultivaron la pintura como modo de expresión.
En sus paseos por Arroyo, Rosa se deleitó con la iglesia de la Santa Cruz del siglo XVI. Un edificio de granito y de planta rectangular formado por arcadas ciegas de medio punto que descansan sobre pilastras adosadas. En su trayectoria como restauradora, Rosa trabajó en la reparación de retablos e imágenes, y probablemente su primer contacto con el arte sacro fue con el gran retablo plateresco de gran belleza que preside el interior del templo.
La Romería de Nuestra Señora de Perales tiene lugar el domingo siguiente al Domingo de Resurrección y data del año 1872. En la actualidad el festejo se ha modernizado y, tanto la noche anterior, como el día de la romería, son una gran fiesta para todos los que se animan a compartirla con sus vecinos.

En días de fiesta se degustan los
vinos elaborados en la cooperativa local: Lindero y Reserva de San
Serván. Los bollos de chicharrón y las sultanas son dos de los dulces más afamados.

Rosa Telesforo tuvo una intensa trayectoria artística, lo que le llevó a obtener la Medalla de Plata en 1944 por la Obra Sindical de Educación y Descanso. Ella, junto a Cándida Valle, fueron las únicas representantes de la escultura extremeña en la I Bienal Hispanoamericana de Arte de Madrid en 1951. La artista también recibió el Primer Premio en la Bienal de Arte Hispanoamericano en 1953 y en 1955. Telesforo Gumiel fue además Medalla de Oro en el primer Certamen de Arte del Círculo Pacense de 1962.
En 1931 se estableció con su familia en Badajoz, donde pudo desarrollar su vena artística. Se formó en la Escuela de Artes y Oficios y recibió clases de pintura de Adelardo Covarsí y de escultura de Ángel Zoido.
Siguiendo las obras de Rosa Telesforo, en la capital pacense podemos visitar varias de sus esculturas, entre ellas el monumento en bronce de Luis Chamizo en el Parque Castelar y el monumento del padre López en la plaza del mismo nombre.
En Badajoz también se expone el busto del ex ministro Licinio de la Fuente, que está en el Hogar del Pensionista de la calle Venegas y el del canónigo Emilio de la Riva en el Museo de la Catedral. En el Museo Provincial de Bellas Artes de Badajoz están los bustos de Leonardo Rubio, decano de la Escuela de Artes y Oficios de Badajoz, y de Juanito el mendigo.
Aunque la actividad artística de Rosa fue principalmente escultórica, también se dedicó a realizar trabajos de pirograbado y miniado en distintas parroquias pacenses. También llevó a cabo la restauración de imá-
genes en las iglesias de San Agustín, San Andrés, Santo Domingo o Las
Adoratrices de la capital pacense y, además, tiene una calle en el barrio de San Roque.
En Badajoz se celebra una de las Semanas Santas más espectaculares de la región, declarada Fiesta de Interés Turístico Nacional, con orígenes que se remontan al siglo XVI. Durante la celebración de la fiesta, 14
cofradías procesionan por el casco antiguo pacense con imágenes de
gran valor artístico. La Semana Santa es una de las épocas del año más señaladas para disfrutar de la gastronomía de la ciudad y degustar las deliciosas torrijas y pestiños o recuperar fuerzas con un potaje de patatas con bacalao.
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benefactoras y aventureras
valientes con corazón

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Leandra Rebollo
testigo del Milagro del Arroz en Olivenza
Leandra Rebollo Vázquez era en 1949 la cocinera del Hogar de Nazaret de Olivenza, en el que ocurrió el Milagro del Arroz, que es el único hecho inexplicable de multiplicación de alimentos reconocido por la Iglesia Católica, después del milagro de los panes y los peces de Jesucristo. El Hogar de Nazaret es una institución religiosa y caritativa fundada por Luis Zambrano, que era el párroco a mediados del siglo XX.
Leandra Rebollo era natural de Ribera del Fresno, una localidad obligada en la ruta del vino en Extremadura y donde nació también San Juan Macías, que en aquella época era beato. Ella se encargaba de preparar la comida para los pobres de Olivenza, una localidad fronteriza con mucha influencia portuguesa que puede verse en su arquitectura como la iglesia de la Magdalena, claro ejemplo del gótico manuelino. En Olivenza destaca su ciudadela medieval, declarada Conjunto Histórico Artístico, y especialmente la enorme torre del castillo, construido por la Orden del Temple, que actualmente acoge el Museo Etnográfico González Santana.

Las familias acomodadas de finales de los años 40 donaban alimentos para que en el Hogar de Nazaret se cocinaran y se entregaran a los más necesitados. El 23 de enero de 1949 llegó el momento de preparar la comida y Leandra se encontró con solo un puñado de arroz, pues los alimentos no habían llegado. Se dispuso a cocer el arroz pensando que al menos podría comer una familia. Echó los granos en una pequeña olla con el agua necesaria mientras exclamaba en tono triste “ay, beato,
y tus pobres sin comida”. Luego se puso a hacer otras cosas y a los pocos minutos, cuando regresó a la cocina, vio que la olla estaba a punto de rebosar y corrió a coger otra cazuela y pasar comida de una a otra. El
arroz no paraba se salir de la pequeña olla y además salía condimenta-
do, a pesar de que ella había puesto una mínima cantidad. Cuentan los testigos, algunos de ellos aún vivos, que los allí presentes buscaron ollas de matanza y comenzaron a llenarlas inexplicablemente.
El día del milagro del arroz comieron todos los pobres de Olivenza y todos los que se acercaron. El Hogar de Nazaret se encuentra dentro de las murallas de la ciudad, que ofrecen aún hoy en día vistas imponentes. Olivenza tiene hermosas plazas y en muchos de sus acerados reconocemos también la influencia portuguesa. Bien lo dice una canción del folklore del lugar: “Las muchachas de Olivenza no son como las demás, porque son hijas de España ¡ay! y nietas de Portugal.”
La tradición taurina de Olivenza se manifiesta a primeros de marzo en su Fiesta del Toro, de Interés Turístico Regional, y reconocida por los expertos en el tema por ser el primer evento anual de este tipo en España. Prestigiosos toreros se dan cita en la ciudad, así como el público que se acerca a disfrutar de los eventos y de la feria que se organiza.
Su gastronomía incluye sabrosos guisos, ajo de peces, migas, gazpacho y bacalao, muchos con toques portugueses. Y no podemos obviar la famosa Técula Mécula, una tarta de almendras y yemas original del lugar, que es el dulce por excelencia.
Olivenza cuenta también con el Museo de Papel Craft, donde pueden verse figuras en tres dimensiones. Hay merenderos en el área de La Charca y, además, se encuentra muy cerca del lago de Alqueva, el más grande de Europa, un lugar ideal para la época veraniega.
Cerca de Olivenza se encuentra Cheles, cuya playa de La Dehesa ha estrenado Bandera Azul en 2019. Además, la zona del Gran Lago de

Alqueva es un destino Starlight para la contemplación de los cielos estrellados, un punto predilecto para los amantes del turismo astronómico.
Cuando Leandra dio a todo el que se acercó el arroz más rico que habían comido nunca, el grano seguía saliendo y ya llevaba cuatro horas alimentando personas. Fue entonces cuando el párroco Zambrano entró en la cocina y exclamó: “¡basta!” y el arroz dejó de salir. La noticia se extendió por el mundo y el Vaticano envió expertos que analizaron el arroz y la olla, e interrogaron a los testigos y a Leandra, que insistía en que era un milagro del beato Juan Macías, que gracias a este hecho se hizo santo. La cocina del Milagro del Arroz, que aún se conserva en el Centro Parroquial, cuenta con una inscripción sobre cerámica que identifica el lugar.
La Duquesa de Montpesier
dejó a Valencia del Mombuey una importante herencia
Cuando nació María Isabel González de Olañeta e Ibarreta, el 22 de abril de 1895, su padre ya era Marqués de Valdeterrazo y Vizconde de Antrines. Sus posesiones estaban en Madrid y en Extremadura y especialmente en Valencia del Mombuey, una pequeña localidad fronteriza de la provincia de Badajoz que había renacido de sus cenizas, pues fue pasto de las llamas durante la guerra con Portugal. Allí, en Valencia del Mombuey, nació el abuelo de la niña Isabel, Antonio González González, que llegó a ser Jefe de Gobierno de España.
María Isabel tuvo una vida sin privaciones de ningún tipo. De su abuelo heredó las propiedades que había dejado en la localidad extremeña en la que ella pasaba largas temporadas, especialmente en su niñez y su juventud. Tenía una gran finca que da nombre a su marquesado y dos casas, una de ellas es la Casa Palacio del Marqués de Valdeterrazo, donde se encuentra actualmente la Casa de Cultura, el Hogar del Pensionista y otras dependencias municipales. Tiene además un salón de actos y las instalaciones de correo. En su jardín se encuentra la piscina municipal a la que acuden los vecinos en época veraniega.
Valencia del Mombuey es un pueblo con un pasado que se remonta a 3500 a.C. Muy cerca del núcleo poblado se encuentran los restos de un asentamiento celta. Allí aún pueden verse los Letreros de Nijata, en los que se distinguen figuras de guerreros grabados en la piedra. Un dolmen funerario conocido como Piedras Pinchás, también evidencia su pasado remoto.
Los caminos de esta localidad también fueron recorridos por romanos. Quizás ellos otorgaron el nombre original a este lugar: “Valentia”. A unos kilómetros del pueblo encontramos un puente romano llamado acertadamente “puente viejo”. Además, los visigodos dejaron vestigios y restos
de algunas de sus construcciones en medio de la dehesa, que sirvieron durante años como lugares para encerrar el ganado de los pastores de la zona.
La iglesia parroquial de la Purísima Concepción de Valencia del Mombuey tiene unas bóvedas de crucería cubiertas de pinturas decorativas. Su aspecto actual se remonta al siglo XVIII, aunque comenzó a construirse siglos antes. Cuenta con un retablo barroco bien tallado. La ermita de Santa Bárbara está a la salida del pueblo en dirección a Villanueva del Fresno, una localidad de referencia para Valencia del Mombuey. Es una ermita sobre una loma, sencilla pero coqueta, a la que corona una espadaña.

Valencia del Mombuey se encuentra en una de las puntas de un triángulo formado por Villanueva del Fresno y Oliva de la Frontera. Es un lugar ideal para disfrutar de la naturaleza y de la fauna. La enorme extensión de dehesa permite largas rutas con hermosas vistas, ríos y fuentes. Cientos de aves, como buitres y milanos, cruzan el cielo. Además, en Valencia del Mombuey se encuentra el Centro de Interpretación del Lince.
En su gastronomía destacan los productos de la matanza, así como las migas, el gazpacho y la caldereta.
La finca de Valdeterrazo, que da nombre al marquesado de Isabel González, se encuentra en esta zona privilegiada. A ella le gustaba montar a caballo, pasear por su pueblo y disfrutar de las tradiciones. A los 26 años se casó con Fernando de Orléans, duque de Montpesier y su vida transcurrió entre París y Madrid. Desde ese momento Isabel pasó a ser Duquesa de Montpensier, como se la conoce. No tuvo hijos y su cariño por Valencia del Mombuey se mantuvo intacto durante toda su vida, aunque estuviera alejada de allí. Por eso, en su testamento dejó sus propiedades en favor de los niños y ancianos del pueblo que tanto quiso.

Lady Smith
una vida de película desde Badajoz a Sudáfrica
Mucho antes de que Karen Blixen escribiera sus célebres Memorias de África, Juana María de los Dolores León vivió al lado de su marido una gran historia de amor y aventuras, desde Badajoz a la Sudáfrica colonial de principios del siglo XIX. Como Lady Smith pasó a la historia la mujer pacense que tuvo una vida de película mucho antes de la protagonizada por Meryl Streep y Robert Redford en el cine.
Aunque la historia de Juana y Enrique parece sacada de una novela romántica, arranca en el asedio de Badajoz por las tropas inglesas del Duque de Wellington en 1812. Era aún una niña huérfana que, junto a su hermana mayor y atemorizadas por los saqueos, salieron de la muralla en busca del amparo de los oficiales y fue a cruzarse con Harry Smith. Dicen que fue un flechazo, se casaron y ya nunca se separaron, ni en los campos de batalla.
Quién le iba a decir a Juanita, como él siempre la llamó, que iba a recorrer medio Imperio Británico de la mano del vencedor de Napoleón. Ella que sufrió la invasión napoleónica y la toma de Badajoz por Wellington que expulsó a los franceses. De entonces se conservan restos tan curiosos como la fecha de 1812 hecha con bolas de cañón incrustadas en el Baluarte de la Trinidad, que es solo uno de los numerosos elementos defensivos de la ciudad. De hecho, allí se descubrió por sorpresa en 2017 un pozo de escucha que servía para saber si el enemigo acechaba gracias a las ondas que provocaban en el agua las vibraciones de las pisadas.
Muy cerca, a 25 kilómetros, se había librado la Batalla de la Albuera. Otro gran hito de la Guerra de la Independencia que cada mes de mayo recrean los propios vecinos de este pequeño pueblo en toda una Fiesta de Interés Turístico Regional. Fue una batalla feroz, como tantas a las que Lady Smith siguió a su marido. En alguna ocasión, incluso atravesando

al galope las líneas enemigas, para ir en su busca creyéndolo muerto. Ella que apenas sabía montar en burro cuando lo conoció y que llegó a entrar a lomos de un elefante en La India, como cuenta Salvador de Madariaga en su ensayo sobre Mujeres Españolas, donde la incluyó junto Catalina de Aragón o Rosalía de Castro.

Sir Harry Smith llegó a ser gobernador en Sudáfrica, donde Lady Smith dio nombre a otro sitio tan histórico para la historia inglesa, como para para Badajoz: la muralla, donde se inició esta gran historia y que hoy en día puede recorrerse. Toda una ruta que se conoce por la Badajoz abaluartada. El carácter fronterizo de la ciudad, a cerca de seis kilómetros de Portugal, queda patente y en su interior hay construcciones como el Fuerte de San Cristóbal y museos como el del Carnaval de Badajoz, Fiesta de Interés Turístico Nacional, que está situado en La Poterna del Baluarte de Santiago.
Como también son célebres sus desayunos. La ciudad ofrece una enorme variedad de tostadas y entre ellas la reina, la cachuela, que es santo y seña de una cultura popular que también acompañó toda su vida a Lady Smith. Nuestra heroína solía desayunar una rodaja de melón con jamón, hasta el punto de que por ella se les conoce en áfrica por spanspek, de la contracción de sepk spaaanse, que significa tocino español.
Las calles de la barriada del Cerro Gordo de Badajoz llevan nombres en recuerdo de la Guerra de la Independencia y no falta la de Lady Smith, como tampoco en Almendralejo, donde algún estudioso sitúa el origen de quien acabó siendo toda una leyenda. Una leyenda que nació entre
los baluartes de Badajoz, comunicados con el casco histórico por la Puerta de Palmas, de entre los siglos XV y XVI, que es tan representativa como la Torre almohade de Espantaperros, que sobresale en la Alcazaba árabe y por donde es imprescindible dar un paseo y sentir el origen árabe de la ciudad.
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Amalia Anglés
Amalia Anglés y Moya parecía nacida para la música. Vino al mundo en Badajoz en 1827 y desde muy niña mostró unas dotes naturales que la convirtieron, con diez años, en una guitarrista capaz de tocar complicados acordes que nadie le había enseñado. Cuando su familia se dio cuenta del don que tenía, la inscribió en el conservatorio de Madrid, donde desarrolló una espléndida voz de soprano.
Antes de dedicarse a la lírica fue profesora, incluso de las hijas de Fernando VII, una de las cuales se convertiría en la reina Isabel II. Pero fue precisamente una de las óperas menos conocidas de Vicenzo Bellini, La extranjera, representada en 1851 en el Palacio Real de Madrid, la que le abrió las puertas de grandes teatros de Europa. Luego llegaron óperas tan populares como Lucía de Lammermoor de Donizetti o Rigoletto de Verdi, cuyas interpretaciones gustaron tanto a la crítica como al público. En una de sus actuaciones le sorprendió la muerte. Fue en 1859, en Stuttgart , cuando apenas tenía 32 años. Dicen que hasta el propio Rossini dijo de ella maravillas después de escucharla cantar. Según la Real Academia de la Historia, pudo ser antecesora del tipo de soprano que popularizó después Adelina Patti, la diva del siglo XIX, por sus vibrantes agudos que dominaba con una preparación técnica envidiable.
Ana de Austria
El 21 de mayo de 1580, la reina Ana de Austria llegó a Badajoz acompañando a su esposo, el rey Felipe II. Se establecieron en la ciudad mientras preparaban la campaña para entrar en Portugal y ejercer sus derechos dinásticos al trono, ya que el monarca del país vecino había muerto sin sucesor.
Cuentan las crónicas que el día de su entrada en Badajoz hizo mucho calor, aunque esto no impidió que se prepararan arcos triunfales y grupos de danzantes. Además, la comitiva pasó por los lugares más emblemáticos. Para los pobladores aquello se convirtió en un día de fiesta, lástima que la estancia no fuera todo lo feliz que prometía.
Ana de Austria nació en Cigales el 1 de noviembre de 1549 y pasó varios años de su infancia y juventud en Viena, hasta que el rey pidió que volviera a España para casarse con ella porque su tercera esposa había fallecido. Ana era su prima y sobrina y él era 20 años mayor que ella. Ella hablaba español, era educada, tranquila y dicen
que le dio a Felipe II la estabilidad emocional que necesitaba. La pareja tuvo cinco hijos, Fernando, Carlos Lorenzo, Diego Félix, Felipe y María. Solo llegó a la edad adulta Felipe, que se convirtió en Felipe III.
Ana estaba embarazada cuando llegó a la ciudad de Badajoz. Allí el rey enfermó de gripe y ella se entregó a su cuidado con la mala suerte de contagiarse también. Felipe II se recuperó y fue nombrado Rey de Portugal, pero Ana de Austria murió el 26 de octubre de 1580. Fue enterrada en el Real Monasterio de Santa Ana de Badajoz, un edificio actualmente declarado Bien de Interés Cultural de la ciudad, donde destacan sus retablos, imaginería, pinturas, platería y archivos. Años después, Ana de Austria fue trasladada al Monasterio de San Lorenzo de El Escorial.
Ascensión Martínez Ramírez
Se puede decir que Ascensión Martínez Ramírez pertenece a la estirpe de compositoras invisibles, pese a que fue discípula de Emilio Arrieta, el gran maestro de la zarzuela. Nacida en Badajoz, vivió entre 1855 y 1934, en tiempos en los que el papel de la mujer en la composición musical no era lo suficientemente valorado y algunas, incluso, tenían que firmar sus trabajos con nombres masculinos para que fuesen reconocidos. Pero estudios basados en la prensa de la época revelan que ella estrenó su primera sinfonía en audiencia real ante la Infanta Isabel con buenas críticas y que obtuvo en 1876 un primer premio de composición en la Escuela Nacional de Música y Declamación.
Generalmente se atribuye a las compositoras de esta época pequeñas piezas de carácter religioso, pero de Ascensión Martínez Ramírez hay constancia de que, además de motetes y un Stabat Mater para coros con orquesta o una Letanía al Corazón de Jesús a dos voces con acompañamiento de órgano, compuso sinfonías y algunas románticas inspiradas muy probablemente en Schumann. Se conserva la partitura de Cetimevien: Romanza para soprano dedicada a su amiga Francisca Massanett y la de una romanza para canto y piano titulada La margen del arroyo, con letra de Zorrilla, por lo que hay quien dice que fue pionera en ponerle música a sus poemas.
Balbina Valverde Durán
Balbina Valverde Durán fue una importante actriz española que nació en Badajoz en 1840. En 1851 Balbina se trasladó con su familia a Madrid, donde ingresó en el Conservatorio y fue alumna de José Luna y Julián Romea.
Debutó a los 18 años de edad con Vida por honra de Hartzenbusch, de la mano de la Compañía del Teatro del Príncipe y llegó a convertirse en la mejor intérprete de comedia de la época. Pasó por el Teatro de la Zarzuela, por el Circo de la plaza del Rey de Madrid y por el Teatro de la Comedia, donde estuvo actuando durante diez años. Emprendió una gira por América y llegó a estrenar más de 350 obras. Fue la actriz favorita de varios autores y Emilia Pardo Bazán escribió para ella el monólogo El vestido de boda, que se estrenó en 1898.
Balbina Valverde fue toda una figura en el teatro madrileño. Participó en 1880 en la inauguración del Teatro Lara y en él actuó durante 27 años. Cuando falleció en 1910, el ayuntamiento madrileño decidió portar su féretro hasta el Teatro Español, el de la Comedia, el Teatro Apolo y el Teatro Lara. La actriz extremeña tiene una calle en Madrid en las inmediaciones del paseo de la Castellana.
Carmen Silva
Carmen Silva fue una de las primeras mujeres del mundo en estar al frente de un periódico, El Robespierre Español. El rotativo fue fundado en 1811 en Cádiz por Pedro Pascasio Fernández Sardinó, médico castrense, y su pareja, con la que se casó años después de conocerse en Badajoz. De ahí viene su conexión con Extremadura, porque esta portuguesa llegó a la capital pacense durante la Guerra de la Independencia, huyendo de quienes la perseguían en su país por haber liberado a presos españoles. Ella misma se definió en El Robespierre como española de elección.
Carmen Silva llegó a Badajoz acompañada de un hermano y sin apenas recursos, pero consiguió de las autoridades una pensión por los servicios prestados hacia los soldados españoles en Portugal y licencia para poner en marcha un pequeño estanco. Conoció a quien sería su marido y juntos participaron activamente en la defensa de la ciudad.
Carolina Coronado
Carolina Coronado ha pasado a la Historia como la gran poeta del Romanticismo que fue, a la altura de Rosalía de Castro y de su paisano José de Espronceda. Pero lo que apenas se conoce es que se puede considerar también a la almendralejense toda una pionera del periodismo español . Al trasladarse a Madrid, pudo conocer en persona a los directores de periódicos y aprovechar que La Ilustración necesitaba un corresponsal en la Exposición Universal de 1851 en Londres, para ofrecerse a Fernández de los Ríos.
La extremeña fue la primera reportera del periodismo español, cuyo viaje pudo ser financiado en parte por el propio rotativo. Así lo recoge toda una experta en la figura de Carolina Coronado, como es Carmen Fernández-Daza, en su discurso de ingreso en la Real Academia de Extremadura de las Letras y las Artes. Al anunciar a los corresponsales enviados a Londres, La Ilustración incluyó las crónicas por entregas del viaje de Carolina Coronado. Si bien ya había hecho gala en prensa de su curiosidad sin límites y de su vocación comunicadora firmando artículos sobre episodios como el estreno del ferrocarril entre Madrid y Aranjuez. Carolina Coronado tuvo una larga vida y murió a los 90 años, en 1911, en Lisboa. Está enterrada en el cementerio de Badajoz.
Catalina Clara Ramírez de Guzmán
Catalina Clara Ramírez de Guzmán fue una poeta del siglo de Oro que nació en Llerena en el año 1611. Aunque no existen muchos datos sobre su biografía, se cree que residió toda su vida en su localidad natal. Desarrolló una intensa vida cultural en los círculos intelectuales de Llerena que por aquella época tenían una actividad artística muy dinámica.
En Llerena participó activamente en reuniones literarias y en fiestas sociales que se celebraban en la localidad, sede del Tribunal de la Inquisición.
La obra de la llerenense Catalina Clara se enmarca en la literatura barroca, en la que destaca la poesía satírico-burlesca. La mayor parte de su obra se conserva manuscrita en la Biblioteca Nacional de España.
En sus poesías se burla de los hombres y de los tópicos de la belleza de las mujeres con tintes feministas. Le gustaba describir todos los sucesos ocurridos en su Llerena natal, como acontecimientos personales, noticias sociales o hechos religiosos.
Aborda también la poesía amorosa y los temas filosóficos o religiosos. Es la autora de una novela perdida de carácter cortesano y ambiente pastoril titulada El extremeño. Escribió el romance A la preñez de una dama, donde se dirige desde la poesía al bebé nonato.
Dolores Sánchez de Castro y Delgado de Torres
Dolores Sánchez de Castro y Delgado de Torres nació en Villanueva de La Serena y fue la madre de Mariano José de Larra, una de las principales figuras del Romanticismo español. Fue el único hijo que tuvo con Mariano José de Larra y Langelot, que en anteriores nupcias había tenido hasta ocho vástagos que murieron a muy temprana edad.
El padre del escritor también tuvo relación con Extremadura al trabajar en Cáceres como médico de cámara del infante Francisco de Paula. Su vinculación con José Bonaparte obligó a la familia a exiliarse a Francia, de donde volvieron en 1818, cuando Mariano José tenía 9 años.
La atormentada vida de Larra tuvo en cierta manera parangón con la de su madre, que no fue feliz casada con un hombre que le doblaba la edad. Su esposo la culpó del suicidio del hijo, porque consideraba que había ocurrido porque la madre no supo inculcarle valores religiosos. Se vengó dejándole por toda herencia los muebles de la casa y dos reales, a pesar de tener una buena posición económica, tal y como recoge la escritora Carmen de Burgos en Fígaro (1919), Biografía sobre Mariano José de Larra. Los padres de Larra no fueron al entierro del escritor, que causó gran conmoción en Madrid y fue masivo.
DULCE CHACÓN
Dulce Chacón no solo fue escritora, y de éxito, sino la autora que recuperó la memoria histórica de Extremadura. En su libro más comprometido, La voz dormida, quiso dar voz a las mujeres que sufrieron la persecución franquista tras cuatro años y medio
recopilando testimonios por toda España. “Porque la Historia la escriben los hombres”, respondió en prensa a la pregunta de por qué nunca antes se había contado la historia de estas mujeres. El libro se publicó en 2003 ,solo un año antes de su muerte. Un cáncer de páncreas fulminante truncó la carrera literaria de Dulce Chacón lejos de su tierra, de donde se marchó con once años al morir su padre, aunque Extremadura siempre estuvo en su memoria y en sus libros. Aquí estuvo ambientada Cielos de barro, con la que ganó el Premio Azorín de Novela en el año 2000.
Hija del alcalde de su Zafra natal durante la dictadura de Franco, Dulce Chacón reivindicó la memoria histórica a través de la literatura. Fue una mujer comprometida con su tiempo también a lo largo de su vida y, junto a Saramago, leyó en Madrid un manifiesto contra la guerra de Irak y combatió la violencia de género, entre otras causas sociales.
Fue una escritora de fuertes convicciones progresistas, que empezó escribiendo poesía en el internado donde ingresó en Madrid tras la muerte de su padre. También es autora de obras de teatro, aunque es la narrativa la que más éxitos de crítica y público le dio. Murió con 49 años en Brunete y sus cenizas se esparcieron, parte en el cementerio de Zafra, ciudad donde había nacido en 1954, y parte en el paraje del Canchal de los Maquis, porque este lugar de El Torno, en el Valle del Jerte, la cautivó cuando buscaba testimonios para La voz dormida.
Elvira Quintana
Elvira Quintana fue una actriz de cine y cantante de boleros y rancheras que triunfó en México, lugar al que emigró con su familia desde su Montijo natal con solo cinco años, después del fusilamiento de su padre durante la Guerra Civil. Llegó a ser todo un icono del cine allí llamado ranchero, comenzando en el mundo del espectáculo casi por casualidad, porque haciendo de extra la descubrió un gran director, Manuel Gómez Urquiza. Acabó haciendo más de sesenta películas y no pudo hacer más porque con solo 33 años, en 1968, murió por los problemas que le ocasionaron los incipientes tratamientos de belleza a los que se sometió.
Fue una mujer de belleza natural, pero sucumbió a la moda y en la cúspide de su carrera su voz se apagó. Una voz que había cautivado al público mexicano por su talento musical e interpretativo. Saltó a la fama en 1958 por la película Bolero inmortal, donde debutó también como cantante de rancheras.
En Montijo, donde nació en 1935, también se la recuerda. En la planta baja del conservatorio se puede ver una muestra sobre la artista y una calle lleva su nombre, así como una asociación de mujeres progresistas.
Isabel Gallardo
Isabel Gallardo fue una mujer adelantada a su tiempo, porque aún sin haber podido estudiar, su curiosidad y su capacidad de trabajo acabaron convirtiéndola en la gran folklorista del siglo XIX y la autora del primer libro de cocina extremeña. En tiempos en los que a la mujer se la relegaba a la cocina entre las labores propias del hogar, ella decidió compartir sus recetas. En 1922 publicó La cocina, tratado completísimo de arte culinario con más de 3.000 recetas, consejos útiles y una detallada explicación de la tradicional matanza extremeña.
Su pasión por las tradiciones de la región la llevaron también a rescatar canciones y bailes regionales y buena parte del folklore que hoy conocemos se reunió en su casa de Badajoz.
Desde pequeña, en su casa familiar de Villanueva de la Serena, ayudó a su padre a llevar las cuentas de la célebre fábrica de jabones. Por ser la mayor de once hermanos no pudo estudiar, a diferencia de una de sus hermanas pequeñas, la pedagoga Manuela Gallardo, que revolucionó el sistema educativo. Pero como ella, también Isabel escribió novelas, poesías y artículos periodísticos, aunque en ocasiones bajo el seudónimo de Gracian d’Orellana. Isabel Gallardo, que había nacido en 1879 en Orellana de la Sierra, fue una mujer hecha a sí misma cuya obra no se publicó, en su mayoría, hasta después de su muerte.
Julia Saturnina
Dentro del inventario del Museo Nacional de Arte Romano de Mérida encontramos una pieza de mármol que destaca entre las demás, no por su grandiosidad o su belleza, pero sí por lo que nos enseña del mundo romano. Se trata de un ara sepulcral de apenas un metro de alto por medio metro de ancho, que sirvió de estela funeraria, pero también de altar para dejar ofrendas al difunto.
La persona a la que está dedicada esta pieza se llamaba Julia Saturnina y en la inscripción que la identifica dice que era una “esposa incomparable, médica óptima y mujer santísima”. Por supuesto, lo primero que llama la atención es que sea una mujer médica en la Emérita Augusta.
La información viene, no solo por la inscripción de la estela, sino también, porque en uno de los lados de la pieza hay un niño envuelto en pañales, lo que indica, según los expertos, que Julia Saturnina fue una médica que ayudaba a las mujeres a dar a luz a sus hijos. Médica era una de las pocas profesiones en las que se permitían mujeres en la época romana.
La estela de Julia Saturnina fue encontrada en Mérida a principios de siglo XVII. Se piensa que esta mujer debió nacer en Emérita Augusta y vivir allí entre el siglo I o II d.C. y que, además, se casó con un liberto, Casio Filipo, un descendiente de esclavos liberados quien, a la muerte de su esposa, cuando ella tenía 45 años, mandó a escribir el epitafio que ahora nos habla de Julia Saturnina.
Leonor de Austria
Leonor de Austria fue la hermana mayor de Carlos V y al Monasterio de Yuste acudió en varias ocasiones a visitar a su hermano el emperador.
Leonor nació en Bélgica en noviembre de 1498 y tuvo una infancia feliz junto a sus hermanos, a pesar de la prematura muerte de su padre y la separación de su madre. Cuando tenía 20 años se casó con Manuel I de Portugal, que era 29 años mayor que ella. Con él tuvo a su única hija, María. La reina tenía buena relación con sus hijastros, pero cuando murió su esposo, se fue a vivir junto a su hermano Carlos y no pudo llevarse a su hija con ella, porque la familia real portuguesa no se lo permitió.
En 1530 se casó con Francisco I de Francia por necesidades políticas. No fue un matrimonio feliz. Vivieron juntos una época convulsa de las relaciones entre España, Francia y los Países Bajos. Cuando murió Francisco, el nuevo rey abandonó a su suerte a la esposa de su padre. Leonor se marchó a los Países Bajos en 1548 y en 1556 regresó a España.por lo que hay quien dice que fue pionera en ponerle música a sus poemas.
En 1558 Leonor se encontró con su hija en Badajoz, no la había visto desde que era una niña y María no se había casado aún. Leonor le pidió que vivieran juntas en España, pero su hija no aceptó y decidió volver a la corte portuguesa. Entonces Leonor tomó el camino de regreso para encontrarse con sus hermanos, pero en Talavera la Real sufrió un ataque de asma y murió acogida por una familia de hidalgos que tenía una casa en la plaza.
Aunque no se conoce el origen del nombre de Talavera la Real, algunos afirman que “real” viene de este histórico acontecimiento. Cuenta con una bonita iglesia, la de Nuestra Señora de Gracia, que tiene un retablo del siglo XVI. El convento de las Carmelitas Descalzas está en el centro del pueblo y en la ribera de los Limonetes crecen variedad de plantas y viven especies de animales protegidas. Dos antiguos puentes llevan al viajero a esta localidad que fue lugar de paso y asentamiento de diversas culturas.
María Balbina de la Flecha
María Balbina de la Flecha fue una maestra y escritora que nació en Almendralejo en 1832. Desde muy joven obtuvo el título de maestra elemental y ejerció su profesión docente en Badajoz. En 1879 regentó una escuela privada de niñas en Almendralejo, con muy buenos resultados y calificaciones entre sus alumnas. Incluso el gobernador les escribió una carta a todas las maestras para felicitarles por los exitosos resultados de sus jóvenes en los exámenes.
Almendralejo, cuna del Romanticismo, con nombres tan ilustres como los de José de Espronceda (1808) y Carolina Coronado (1820), influyó en la producción literaria de la escritora.
Balbina publicó sus poemas en revistas extremeñas y madrileñas y fue colaboradora de una publicación malagueña. En la Revista de Almendralejo, Balbina compartió sección literaria con varias mujeres. En cuanto a los temas que protagonizaban su obra, muchos de ellos fueron de carácter religioso o sobre acontecimientos destacados del municipio.
Contrajo matrimonio en 1855 y falleció a los 83 años en su ciudad natal. Sus restos descansan junto a los de su esposo, José Francisco Mejía, en el cementerio de la localidad.
Mencía Calderón
Mencía Calderón Ocampo nació en Medellín en 1514 y en 1535 se casó con Juan de Sanabria, también extremeño, para el que eran sus segundas nupcias. Tuvieron varios hijos, Diego, María, Mencía, Isabel y Francisca. Aunque algunos investigadores afirman que Diego era hijo de Juan de Sanabria con su primera esposa y otros, incluso, que era su hermano.
En 1447, Carlos V nombró a Juan de Sanabria Adelantado del Río de Plata. La misión era doble: por un lado, llevar pobladores a la zona aún en disputa con Portugal y por otro, frenar el mestizaje con las indias, para eso debían llevar un grupo de mujeres solteras que pudieran formar familia con los españoles que ya vivían allí.
Juan de Sanabria y su familia vendieron propiedades y obtuvieron dinero de varios préstamos para realizar el viaje, con el que llevarían unas 300 personas y especialmente unas 50 o 60 mujeres solteras. Las jóvenes eran damas hidalgas, la mayoría de ellas extremeñas.
El proyecto estaba en marcha, pero en Sevilla Juan de Sanabria enfermó y murió. El cargo no podía heredarlo una mujer y Diego era aún muy joven. Mencía Calderón fue capaz de asumir ese reto y se convirtió en la primera adelantada. Algunos de los que iban a financiar la empresa decidieron no continuar y Mencía tuvo que embarcar primero y dejar a Diego en España para que procurara otros barcos y llevara al resto del pasaje.
A Mencía la acompañaban sus hijas y su amiga de Medellín y también viuda, Isabel Contreras de la Becerra y las hijas de esta, Isabel y Elvira y, al mando, Juan de Salazar, capitán mayor. El 10 de abril de 1550 el puerto de Sanlúcar vio como un grupo de personas, especialmente mujeres, guiadas por una joven viuda, subían a tres embarcaciones y se perdían en el horizonte.
La aventura no terminó allí. Tuvieron que soportar sublevaciones, tempestades, enfermedades y asaltos de corsarios. Fueron tantos los infortunios, que solo lograron llegar a Asunción seis años y un mes después de su partida. Mencía Calderón, la adelantada, llegó acompañada por cincuenta personas, la mayoría de ellas mujeres que pronto se casaron con aquellos hombres que habían dejado su tierra para adentrarse en un nuevo mundo.
Petra Cortijo Álvarez
Petra Cortijo Álvarez es la primera presidenta de un banco en España. La extremeña cogió las riendas de la Banca Pueyo en los años 50, como presidenta de honor, al morir su marido. Falleció en 2002 a los 92 años.
En un mundo de hombres, esta madre de familia numerosa llegó incluso a presidir un consejo de administración formado exclusivamente por mujeres durante toda una década. Un caso único en la historia de la banca española que se dio en Villanueva de la Serena, donde su cuñado Javier del Pueyo, fundó en 1890 la “Casa de Banco” para financiar el mercado de ganado tan boyante en la región. En 1956 pasó a llamarse Banca Pueyo y, como su propio nombre indica, es una banca familiar y la banca extremeña por excelencia que aún hoy tiene su sede central en la calle Virgen de Guadalupe, en pleno centro de Villanueva de la Serena, y en manos de la cuarta generación.
Santa Eulalia
Cada 10 de diciembre Santa Eulalia recorre las calles de Mérida en procesión como patrona de la ciudad. Su historia es tan antigua como su localidad natal, pues Eulalia nació en Emérita Augusta en el año de 292, por lo que conoció el circo, el teatro, los templos y las calzadas de la hermosa ciudad que hoy es Patrimonio de la Humanidad y capital de Extremadura.
Mandaba en Emérita Augusta el gobernador Daciano, quien siguiendo órdenes del Emperador, prohibió a los cristianos adorar a su dios. Eulalia protestó esta orden, ya que era una jovencísima cristiana y hasta sus padres vieron en su rebeldía un peligro para ella misma, por lo que decidieron enviarla a una casa en el campo.
Eulalia escapó e hizo sola el camino de regreso a la ciudad. Al llegar buscó al gobernador y le increpó por sus órdenes. Este intentó disuadirla, pero Eulalia se negó. La joven fue martirizada y cuando murió, los testigos afirmaron que vieron una paloma blanca volar hacia el cielo. Los verdugos huyeron del sitio presos del remordimiento y una gran nevada cubrió el cuerpo de Eulalia hasta que los cristianos la recogieron para darle sepultura.
La historia de la niña mártir se extendió rápidamente por todo el Imperio Romano y se convirtió en un todo un símbolo cristiano. Antes de la proclamación de Santiago Apóstol, Eulalia era invocada como la protectora de las tropas en la Reconquista.
En la Mérida actual las fiestas patronales comienzan el 8 de diciembre, día de la Inmaculada Concepción. El 9, la jornada arranca en el Santuario de Nuestra Señora de Perales de la localidad de Arroyo de San Serván. Desde allí sale la peregrinación eulaliense, que repite el recorrido de la joven hacia la ciudad, cuando huyó del cautiverio de sus padres. La celebración continúa hasta la noche y al día siguiente, el día grande, una procesión lleva la figura de Santa Eulalia de su basílica a la Concatedral de Mérida. La tradición marca que una espesa niebla cubre la ciudad los días cercanos a su fiesta, es la niebla de Santa Eulalia, que casi nunca falta.
Soledad y Enriqueta Martín Ortiz de la Tabla
Soledad y Enriqueta Martín Ortiz de la Tabla nacieron en Llerena en 1875 y 1892 respectivamente, en una familia que apoyó su preparación profesional y cultural en una época en la que no era habitual que las mujeres se formasen como ellas lo hicieron.
Una calle recuerda a Soledad Martín Ortiz de la Tabla en Llerena desde 2012. Es todo un homenaje al gran amor que esta poeta sintió por su localidad natal, como quedó patente en sus versos, algunos de los cuales se publicaron bajo el seudónimo de Julio o Victoria y en otras ocasiones con su nombre. Gran amante de las letras, se casó con Pablo Fernández Grandizo y Niso, que puso en marcha la imprenta Grandizo de Llerena en la que se imprimían cartillas de lectura infantil.
Enriqueta Martín Ortiz de la Tabla se doctoró en Filosofía y Letras en 1918 y enseñó español en Estados Unidos, siendo una de las primeras españolas en dar clase en el extranjero, pero por encima de todo fue bibliotecaria.
En 1920 marchó a Estados Unidos como lectora en el Smith College, siendo su primera estancia en América, donde volvió en 1925 para ser instructora del Departamento de Español en el Vassar Collage. Antes de volver a España, Enriqueta Martín aprovechó para visitar bibliotecas de todos los niveles, desde las de los barrios menos favorecidos, hasta las de las universidades o los bibliobuses. Dejó su rica experiencia americana para ser bibliotecaria del Instituto Internacional de Madrid, centro cultural
estadounidense, donde también fue responsable de sus cursos de Biblioteconomía, los primeros que se impartieron en la capital de España y de los que surgieron las bibliotecas infantiles.
Teresa Istúriz
La Istúriz, como se conoció a Basilia Teresa de Jesus Istúriz Coca, fue una famosa cantante lírica del siglo XIX que nació en Badajoz en 1830. Debutó con la zarzuela El estreno de una artista, obra de Gaztambide, en el conservatorio de Madrid, donde se formó, para no dejar de cantar en los principales teatros de España, América, Italia, Rusia o Portugal. Interpretando Óperas italianas como Rigoletto, El trovador o Un baile de máscaras, cosechó excelentes críticas, tanto de la prensa, como del público.
De su muerte, en Madrid en 1874 con 44 años a causa de una larga enfermedad, se pudo leer en prensa: “... Su pérdida ha sido verdaderamente muy sensible para el arte músico, toda vez que ella fue una de las tiples más aplaudidas, tanto en España como en el extranjero, en cuyos teatros dejó el honor del pabellón músico español muy alto, celebrado y respetado..” .
Walda Lucenqui de Pimentel
Walda Lucenqui de Pimentel (Badajoz, 1847) fue una maestra adelantada a su época, empeñada en defender la igualdad en la formación y acceso a la cultura de hombres y mujeres y, para conseguirlo, se popuso elevar el nivel de preparación de las maestras del siglo XIX.
Es uno de los personajes ilustres de Extremadura que está enterrado en el cementerio de San Juan de la capital pacense, donde falleció en 1923.
Una mente abierta la de Lucenqui, en la que mucho tuvo que ver la formación humanística recibida de su padre, el pintor Germán Antonio Luchemky, alemán que castellanizó su apellido al venir a vivir a España.
Walda Lucenqui cursó los estudios de profesora en la Escuela Normal de Badajoz y en la Central de Madrid. En 1874 volvió a Badajoz como profesora de niñas en el Hospicio Provincial y en 1880 fue nombrada regente de las anejas de la Escuela Normal.
Fue una maestra moderna que supo ver la importancia que tenían para la educación la actividad física, los juegos y las excursiones. Pudo exponer sus teorías en el I Congreso Nacional Pedagógico que se celebró en Madrid en 1882, para el que fue elegida como representante por la Diputación y el Ayuntamiento pacenses. Sus propuestas para innovar en educación femenina quedaron recogidas también en la revista El Magisterio Extremeño.
Walda Lucenqui es autora de libros como Lecciones de la teoría de la lectura y la caligrafía (Badajoz, La Minerva, 1885); Tratado de redacción de documentos (Badajoz, La Minerva, 1896) o Método de dibujo aplicado a las labores (Badajoz, 1888).
Edita: DIPUTACIÓN DE BADAJOZ
Texto: planVE Extremadura Ilustraciones: Mayte Alvarado Diseño y maquetación: Mayte Alvarado
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A todas las mujeres que abrieron camino para construir un presente y un futuro en igualdad.
