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Establecer relaciones genuinas

Establecer relaciones genuinas: Equipando a los creyentes con habilidades para escuchar atentamente, tener empatía y preocuparse por el bienestar de los demás.

¿Pueden coexistir el pentecostalismo y la contemplación? Esta es la pregunta que viene a mi mente cuando pienso en cómo equipar a los creyentes con habilidades que les ayuden a escuchar de manera atenta, a ser empáticos y a preocuparse por el bienestar de los demás. Otra forma de plantear esta pregunta sería: “¿Puede un creyente ser pentecostal y contemplativo a la vez?” Con entusiasmo, para mí es un ¡sí!, pero usted deberá decidir por sí mismo. Este escrito surge como resultado de mi propia experiencia como una persona pentecostal y contemplativa. Si toda la vida es espiritual, y creo que lo es, significa entonces que cada uno de nosotros transita por un camino espiritual. Sin embargo, la forma en que se desarrolla este viaje es diferente para cada uno, aunque hay tiempos en los cuales se entrelaza con otro. Cuando ocurre, tenemos la oportunidad de ver de primera mano la realidad de nuestra relación con Cristo. El trato que le damos a otras personas es un gran indicador de cómo vivimos nuestra relación con Cristo. Debemos crecer y cambiar constantemente, así también nuestra relación con Cristo.

El viaje espiritual de un creyente es un maravilloso testimonio de la fidelidad y gracia de Dios. Pero lo maravilloso no significa que el creyente estará libre de luchas o dificultades, sino todo lo contrario. La maravilla de nuestro testimonio surge a partir de las luchas y dificultades que forman parte del crecimiento espiritual y emocional. Los creyentes que caminan por este proceso se vuelven más fuertes y adaptables. También, son sensibles a las cosas espirituales y a la voz de Dios. Se mueven en unidad con el Espíritu y no andan de un lado a otro como aquellos cuyas raíces son superficiales. Sus raíces se profundizan en el latido del corazón de Dios, de donde todo en la vida comienza a ser diferente. ¿Cuál es el camino que deben recorrer los creyentes para que se desarrolle este proceso? La verdad es que no puedo enlistar pasos fáciles o una fórmula, como tampoco considero prudente decirle que haga lo que personalmente he hecho en mi vida. El camino espiritual de cada uno de nosotros es distinto en muchos aspectos; sin embargo, le puedo ofrecer un punto de partida: comenzar donde se encuentra en este momento. El presente es siempre un espacio perfecto para echar raíces profundas en el latido del corazón de Dios.

Personalmente, he encontrado distintas disciplinas espirituales que me han ayudado en mi crecimiento espiritual. Entre ellas el silencio, la quietud, la meditación, la oración centrada, la autoevaluación personal y la confesión. Otro recurso valioso para mí ha sido desarrollar una regla de vida como un marco para fomentar el crecimiento espiritual y no contemplar las disciplinas espirituales como si fueran la meta en lugar de un medio que me ayude a acercar a Dios. Otro recurso

valioso ha sido buscar ayuda de un mentor espiritual una vez al mes. Estas sesiones me han ayudado a escuchar atentamente a Dios y ser receptiva a Su presencia. Este tiempo divino me ha enseñado a ver a los demás y al mundo que me rodea de otra manera.

Sin duda, la salvación que encontré al principio de mi viaje espiritual fue un momento muy decisivo, pero nada cambió realmente en mí, o al menos eso parecía. No fue hasta que comencé a recibir formación espiritual que pude ser testigo de la obra y la presencia de Dios en mi vida. E incluso entonces, no me sentía preparada de guiar a otros, pero no dejé que nada obstruyera [el plan de Dios]. El mayor recurso del cual eché mano para discipular a otros fue mi propia vulnerabilidad y autenticidad. Por supuesto, no tenía idea de lo que estaba haciendo; pero mi anhelo de conocer a Dios y de ayudar a otros creyentes cuyo camino también se estaba forjando era realmente genuino.

Con el crecimiento espiritual, los desafíos son inevitables. Para mí fueron los muchos gigantes espirituales que tenía a mi alrededor, pero a la vez carecía de personas que practicaran la empatía, tuvieran oído para la voz sagrada y se preocuparan por los demás de manera genuina. En ese momento no sabía que esto era algo que necesitaba, pero en mí había un profundo deseo de conocer más. Sin embargo, no sabía “qué” era ese más. Ese deseo profundo me llevó a un enfoque más

contemplativo de mi propia espiritualidad y comenzó a filtrarse en muchas otras facetas de mi vida. Mientras más meditaba, más sentía que el Espíritu de Dios encendía algo en lo profundo de mi ser. Comencé a escuchar más y a hablar menos. También empecé a reconocer la presencia de Dios en mi propia vida, en los demás y en el mundo que me rodeaba. Era como si tuviera que aprender a ver, en lugar de qué cosas ver.

Esta nueva forma de ver me ha brindado oportunidades vivificantes para estar con Dios, y como resultado la empatía y la compasión por los demás se ha acrecentado. En este espacio contemplativo, mi [corazón] es más sensible a la obra del Espíritu. Todo mi ser es saturado de reverencia y admiración, y el glorioso amor de Dios rebosa en mi ser. Este enfoque contemplativo de la espiritualidad ha llenado la parte pentecostal en mí, y siento “como un fuego ardiente metido en mis huesos” (Jeremías 20:9), y al igual que el profeta Jeremías, no puedo retenerlo. Es en este encuentro con Dios que somos transformados e impulsados a practicar el oído atento, la empatía y a cuidar a las personas genuinamente. Es aquí donde somos testigos de la transformación que Jesús —el Cristo, nuestro Salvador resucitado— realiza en la vida de las personas. Para mí, esta combinación contemplativa con el fuego pentecostal ha sido el vehículo que me ha llevado a madurar en Cristo, a ser emocional y espiritualmente saludable, y a construir relaciones verdaderas.

MARIE PROCTOR | LANCASTER, CAROLINA DEL SUR

Marie Proctor es ministra ordenada en la Iglesia de Dios de la Profecía. Después de laborar en el ministerio pastoral por un tiempo, recientemente fue nombrada directora espiritual de grupos pequeños e individuos. Su función anterior como pastora (2013-2024) y directora del Ministerio de Damas en Carolina del Sur (20102019), la impulsó a servir como directora espiritual de grupos pequeños desde el 2022 hasta el presente. Su pasión es dedicar tiempo con su familia y deleitarse en la serenidad y quietud que Dios le da cada día.

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