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Fuego y Comunión

El siguiente es un extracto de un saludo que el otrora supervisor general, el obispo Fred Fisher, dio en la Asamblea General de 2012 en Louisville, Kentucky. El Obispo Fisher sirvió como el cuarto supervisor general de la Iglesia de Dios de la Profecía, evangelista, supervisor estatal, presbítero general y pastor. El obispo Fisher falleció el 13 de mayo de 2024, y fue honrado en un Mensajero Ala Blanca posterior. Su esposa, Betty, falleció este año. Su tributo se encuentra en esta edición de la revista.

Los arqueólogos dicen haber descubierto evidencia, que data miles años atrás, sobre la existencia de hombres y familias que se reunían alrededor de fogatas para compartir con amistades y los unos con los otros.

No puedo corroborar la veracidad de esta historia. Pero sí puedo decir que hace más de 2,000 años atrás, en un Aposento Alto, el Señor invistió a Su iglesia con el bautismo del Espíritu Santo y lenguas como de fuego aparecieron sobre las cabezas de los allí reunidos, acompañado de un viento recio que sopló por las calles de Jerusalén hasta los umbrales del mundo. Luego de esto, 3,000 personas se unieron al número, y después 5,000 más. Esto cambió al mundo. Ellos trastornaron el mundo entero. Juntos.

Luego, a finales del siglo 19, en una remota región montañosa, un pequeño grupo de creyentes hambrientos del Señor se reunieron en la Escuela Shearer para recibir de Dios. Allí ocurrió otra visitación del fuego de Dios, y el grupo fue bautizado con el fuego del Dios. El grupo anhelaba la llenura del fuego de Dios y fue así como comenzó la Iglesia de Dios.

Este pequeño grupo de personas viajaron a caballo y en carretas tiradas por bueyes; cruzaron arroyos, ríos crecientes, atravesaron las montañas de Carolina del Norte, Tennessee y Georgia hasta llegar a Cleveland, Tennessee. Ellos no tuvieron mucha educación ni recursos financieros, pero este humilde comienzo abrió el camino para que hoy nos encontremos operando en los siete continentes, en más de 130 países alrededor del mundo.

La hermana W.F. Bryant testificó haber viajado en carreta para asistir a nuestra primera Asamblea General. Hoy día viajamos de diferentes partes del mundo –de lugares cercanos y muy lejanos–, por avión o en automóviles, para reunirnos en centros de convenciones y hoteles porque el Espíritu Santo sigue avivando el fuego de comunión en nuestro medios. Él nos está llamando como familia, para que seamos arropados por este fuego.

Pablo les escribió a los romanos diciendo, “Tengo muchos deseos de verlos para que unos a otros nos animemos con la fe que compartimos. Quiero que sepan, hermanos, que aunque hasta ahora no he podido visitarlos, muchas veces me he propuesto hacerlo, para recoger algún fruto entre ustedes. Lo primero que haré al llegar es compartir con vosotros”.

Él sabía que la comunión sería de bendición. El compañerismo es necesario. Él amonestó a los romanos, y a nosotros diciendo, “Lloren con los que lloran”. Hoy lloramos por el sufrimiento que padecen nuestros hermanos en Haití a causa de los terremotos, por Hackleburg, Alabama que fue devastado por los tornados y también por otros lugares en el sureste que han experimentado muchas tragedias.

También nos unimos al dolor de África por la pérdida de su amado presbítero general; lloramos con los obispos que han perdido a sus amadas esposas. Sin duda, hay muchas razones por las cuales lloramos.

Pablo también nos manda a regocijarnos con aquéllos que se unieron a Tim McCaleb en reconstruir el orfanato de Haití y otros edificios. Nos regocijamos y alabamos a Dios por aquellos que comparten el evangelio. Nos regocijamos con África quien recibió un nuevo presbítero general. Nos regocijamos unos con otros.

El fuego de Dios ruge y las llamas crecen más y más. Nosotros, unidos, como familia, podemos sentir el calor del amor y la vida por doquier.

El fuego de Dios nos llama a que nos reunamos en nuestras iglesias, hogares, mercados y restaurantes para compartir los unos con los otros.

Yo necesito de usted. No puedo sin su ayuda. Comparta su amor y comunión conmigo. Acerquémonos al fuego de Dios y salgamos bien saturados para llevar el evangelio al mundo. La Iglesia de Dios de la Profecía tiene capacidad para todos. Los jóvenes y viejos danzan juntos; los del sur, norte, medio oeste, norteamericanos, latinoamericanos, europeos, caribeños, mediterráneos, rusos, africanos, asiáticos, etc., todos nos podemos sumergir en un solo fuego para ser impulsados a la comunión los unos con los otros.

William Booth, el fundador del Ejército de Salvación, escribió el cántico “Manda el fuego”, que fue traducido e interpretado por el cantautor Marco Barrientos. La cuarta estrofa dice lo siguiente:

Tu fuego hoy rogamos ver Mándalo

Que llene todo nuestro ser

Manda el fuego hoy

Con gracia para el mundo amar

Con fuerza para el mundo conquistar

En santidad siempre andar

Manda el fuego hoy

Manda el fuego

Manda el fuego

Manda el fuego

Manda el fuego hoy

OBISPO FRED FISHER, PADRE

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