50 Años Cuidando de la Infancia y la Naturaleza
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MEMORIA DE GESTIÓN que alimento- para crecer y no morir. Por eso y más, el niño y la niña, en mi caso, es una importante justificación para levantarme cada día, para vivir, porque han tenido que sufrir un parón en la mejor etapa de la vida de cualquier ser humano: la infancia. Con todo, han sido capaces de aguantar y cumplir las normas para evitar la propagación del virus. Bien es cierto que, gracias al ambiente físico, el concepto urbanístico con el que Alberto diseñó la CEMU han podido sobrellevar esta situación con muchas menos restricciones que la generalidad de niños, niñas y adolescentes. Nuestro agradecimiento y reconocimiento especial a los niños y niñas que conforman la CEMU, por su colaboración y comportamiento en general. Los trabajadores esenciales que pese a las adversidades mantienen todo el edificio social en pie. Los “nadies”, que diría Eduardo Galeano; “los millones de personas sin historia que todos los días se levantan a una orden del sol a proseguir la oscura y silenciosa labor cotidiana y eterna”, escribió Unamuno. El personal sanitario -enfermeros, médicas, personal de limpieza-, Protección Civil, la UME y los cuerpos policiales -nacional y local-, los trabajadores del transporte, los trabajadores de los supermercados, entre tantos. Y entre todos ellos, los trabajadores de la CEMU: los equipos de cocina, mantenimiento, educadores, limpieza, aduana, maestros, lavandería, administrativos. A todos los hombres y mujeres esenciales, y en especial a aquellos que mantienen los servicios que presta la CEMU, gracias. Porque sin su
Nunca hubiéramos imaginado que el año en el que nuestro proyecto cumpliera cincuenta años fuera a ser tan difícil. La pandemia provocada por la COVID-19 ha atravesado, y sigue haciéndolo, todo el mundo, dejando a sus espaldas a millones de muertos. A mediados de marzo se decretó en nuestro país el estado de alarma para controlar el virus, tras ver cómo se había desarrollado durante los primeros meses de 2020 en China y cómo venía empeorando la situación italiana. El coronavirus ha atentado contra los pilares de nuestras sociedades: sabemos que ha acabado con la vida de al menos ochenta mil españoles y ha cambiado la vida de los más de 46 millones de ciudadanos que convivimos en nuestro país. Familias rotas, una crisis socioeconómica de dimensiones aún desconocidas y la ruptura de nuestra forma de vivir: el aislamiento social, la ausencia de contacto (sin abrazos, sin besos) y con (más) estrés. Los meses más difíciles fueron marzo y abril, pero las restricciones de movilidad y contacto social -los métodos más eficaces para prevenir el contagio-, las hemos estado sufriendo desde que el virus llegó a nuestras vidas. A nuestro modo de ver hay dos grandes colectivos protagonistas de esta historia; dos grandes grupos que alimentan diariamente nuestras sociedades-,y también nuestra pequeña comunidad, la CEMU: los niños y los trabajadores esenciales. Los niños y niñas, según Alberto, son el ser humano más desvalido, el cachorro más indefenso del mundo animal; el niño y la niña es el animal de aprendizaje por excelencia, el que más amor necesita- más
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