CINE DE ARTES MARCIALES
OPERACIÓN DRAGÓN
El género de artes marciales, el cine de kung fu, tal y como se explotaba en Hong Kong y China durante muchos años (en los 60 y 70 principalmente) obtenía un éxito inusitado que no pasó desapercibido por la maquinaria de Hollywood. Una estrella en ciernes como Bruce Lee era el objetivo idóneo para encarnar al héroe artista marcial capaz de sorprender a la audiencia oriental para trasladar ese asombro al público norteamericano e internacional. La Warner Bros. se arriesgó a probar cómo podría funcionar ese cine tan sencillo pero tan efectivo. Utilizando la fórmula honkonesa pero aplicándole los ingredientes del cine made in Hollywood, la Warner fichó a Bruce Lee para protagonizar una película que cumpliría con esos cánones. Era arriesgado, pero el carisma y la aplicación adecuada de las piezas en juego dieron como lugar una película de enorme popularidad, y convertida en el trampolín para el género. Amén, de convertir a Bruce Lee en un icono reconocido mundialmente. Aunque lamentablemente, falleció (como todos sabemos en extrañas
circunstancias) y no llegó a ver el estreno de la sorprendente, efectiva y por momentos sublime ‘Operación Dragón’ (‘Enter the Dragon’, 1973). Un cóctel imposible con un sabor inigualable ‘Operación Dragón’ conjuga con acierto ingredientes al más puro estilo del agente 007 (especialmente una trama que podría haber sido protagonizada perfectamente por Bond, además de un villano digno de la saga de Ian Fleming), mezclado con el cine de acción, de artes marciales, sin renunciar al exotismo aportado por un toque pulp, ramalazos de blaxploitation y con elementos kitch tan chirriantes como fascinantes e icónicos. El guionista Michael Allin aporta una historia tan simple como predecible. El director, Robert Clouse, ofrece una realización sin brillantez, pero sin tropiezos. Los norteamericanos (John Saxon y Jim Kelly) ponen la conexión, el vínculo necesario para poder exportar el producto (aunque a la postre casi prescindibles). Lalo Schifrin una banda sonora sobresaliente que sabe fusionar ambos mundos con el escenario, la trama y la violencia marcial. Y Bruce Lee nos regala a un protagonista carismático, chulesco hasta decir basta, veloz como nadie
visto hasta entonces y acompañado de una filosofía nada desdeñable. Todo ello dio lugar a una de las películas de culto del género, un hito en la época y que, a pesar de sus defectos (nota habitual en este tipo de cine, pero que queda asumido por el espectador aficionado en pos del espectáculo), consigue una película repleta de diálogos brillantes, con coreografías asombrosas (para la época) y algunas escenas memorables que consiguen un resultado de entretenimiento absoluto. Emoción desde el primer plano (el templo Shaolin) hasta el último (esa garra peluda es puro fetichismo). Cero en argumento, diez en carisma ‘Operación Dragón’ nos presenta un argumento bien hilado, simple, efectivo, al grano pero sobre todo diseñado para que su estrella protagonista se luciese. Y como toda película de este tipo se precia, tenemos a un villano de altura. Han es un despiadado personaje, fascinante, muy jamesbondiano (me disculpan el palabro, pero creo que lo define exactamente) y, sobre todo, un carisma muy necesario. Lo que supone un acierto total. Sobre todo porque el bueno de turno (aunque contiene tanta ira, sed de venganza y violencia contenida como su contrincante, eso sí, bien canalizada y espiritualizada) ofrece en cada plano sobredosis de carisma. Pero también de los rasgos que harían famoso a Lee: su mirada impenetrable, su agilidad asombrosa, sus gritos inolvidables y una actitud chulesca (que hasta una fiera Cobra tiene que sufrirlo) marca de la casa. Muchos cineastas, productores, guionistas y actores se han esforzado en sus trayectorias por lograr lo que Lee despliega en tan poco recorrido: un carisma inigualable. No fue casual que triunfara en el cine, más allá de convertirse en un mito por su
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