En blanco y negro: Capítulo 10

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A pesar de todo, siguió con la rutina como si nada. Generalmente, la rutina le resultaba como un veneno que actuaba a largo plazo, que la iba apagando poco a poco; muchas veces, de hecho, se preguntaba qué hubiera sido de ella de no ser ladrona al tener que vivir siguiendo las mismas reglas, al hacer las mismas cosas un día y otro y otro... En aquella ocasión, sin embargo, agradeció el poder sumirse en la monotonía, en las cosas que hacían las personas normales, porque le impidieron pensar en lo sucedido. << Pero tú no eres una persona normal>>. Aquellas míseras palabras la aterraban. Lo peor del caso era que no sabía a qué venía aquel temor tan visceral. Era una cobarde, una gallina, y ni siquiera sabía por qué. Como no estaba de humor, se mantuvo ajena a todos en el ensayo. Le resultaba muy fácil el alejarse de todos, quizás porque nunca había llegado a estar realmente con nadie. Aquella vez no fue distinta: sus dos amigos estaban ocupados interpretando sus papeles, además entendían perfectamente las señales y la dejaban sola cuando ella así lo deseaba. Sólo había una persona que no había desistido y que cada día, cada momento, le había estado persiguiendo incansablemente. Había. En el pasado. Deker ya no le perseguía, no le molestaba, no le tomaba el pelo o la irritaba. Ya no hacía nada de lo que solía hacer, limitándose a estar, simplemente estar. No discutían, no hablaban, no se sentaban juntos en clase... De hecho, en aquella ocasión estaban cada uno en un extremo de la sala... Y eso que trabajaban juntos en la dichosa obra de teatro. - ¿Por qué estás sola? La voz femenina la sobresaltó. Estaba harta de los dichosos fantasmas, que a ese paso le iban a provocar un infarto. ¿No podían avisarla? Quizás pedir cita o algo por el estilo. Agitó la cabeza, ¿para qué perder el tiempo pensando semejantes tonterías? Acabó por suspirar, encogiéndose de hombros, mientras miraba de refilón al fantasma de la chica rubia. Era la primera vez que hablaba con ella. - Lo prefiero así - susurró. - Sólo las personas que estamos solas creemos que queremos estarlo.

Estupendo. Primero me acosa el fantasma graciosillo y ahora la fantasma filósofa barata. ¿Qué va a ser lo próximo? ¿Un psicópata? ¿Un tuno? ¿David Bisbal? - Me alegro de que en vida te gustaran las galletas de la fortuna, pero, ¿sabes qué? Que no tengo tiempo, ni ganas, ni paciencia... Ni estoy de humor como para soportar tus clichés - cerró el cuaderno en el que había estado garabateando para entretenerse y se puso en pie, echándose la


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