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Rompiendo el techo de cristal

La brecha salarial, la desigualdad en el número de puestos de responsabilidad, el desequilibrio en el reparto del cuidado de los hijos y las tareas del hogar son solo algunos de los fundamentos del denominado techo de cristal, un concepto de plena actualidad que es una metáfora de la dificultad que encuentran las mujeres para al ascenso laboral.

El techo de cristal se refiere al conjunto de normas no escritas al interior de las organizaciones que dificulta a las mujeres tener acceso a los puestos de alta dirección. Su carácter de invisibilidad es resultado de la ausencia de leyes y códigos visibles que impongan a las mujeres semejante limitación.

La participación de las mujeres en sectores claves de la economía es muy reducida, como en construcción o transporte, incluso en la Industria llantera por años fue un mercado mayoritariamente masculino, aún cuando esta situación ha ido cambiando.

Estas barreras son culturales y no personales. Es decir, el problema no estaba en las mujeres, sino en el sistema. El hecho de que ese ‘techo’ sea de ‘cristal’ simboliza el hecho de que esos rasgos culturales, sociales y económicos son, en la mayor parte de los casos, velados, disimulados o subrepticios de forma que son difíciles de detectar, lo que complica la puesta en marcha de medidas y actitudes para romperlo.

La participación de las mujeres en sectores claves de la economía es muy reducida, como en construcción o transporte, incluso en la Industria llantera por años fue un mercado mayoritariamente masculino, aún cuando esta situación ha ido cambiando. Sin embargo existen ramas altamente feminizadas en todo lo que se refiere a salud, cuidados, educación o industrias de la rama alimenticia, con una participación promedio del 70%. Y aquí se suma un factor más, a pesar de ser sectores en donde la mayoría son mujeres, los cargos de dirección son ocupados por hombres. En este punto entonces es donde se incorpora el llamado “techo de cristal”.

De acuerdo con el Glosario para la Igualdad del Instituto Nacional de las Mujeres (Inmujeres), “el techo de cristal es un término acuñado en el campo de la psicología para referirse a las barreras invisibles, difíciles de traspasar, que representan los límites a los que se enfrentan las mujeres en su carrera profesional, no por la carencia de preparación y capacidades, sino por la misma estructura institucional”.

Por qué se generan los techos de cristal

A la hora de ascender profesionalmente las mujeres tienen más dificultades para crecer dentro de las empresas. Esto sucede porque las mujeres son vistas como invitadas o huéspedes. La cultura de las organizaciones es una cultura muy masculinizada, las redes informales son entre hombres, las recomendaciones y los espacios de networking están más pensados para ellos. De ahí los techos de cristal, las paredes de cristal y los laberintos de cristal donde a una mujer le tomará más tiempo llegar a la meta. El problema con los liderazgos de las mujeres no son las mujeres, sino la cultura de las organizaciones. Deberíamos empezar por cambiar esa cultura para derribar los principales obstáculos que enfrentan las mujeres.

Trabajar por una mayor igualdad de género en las empresas donde todos puedan crecer de acuerdo a sus capacidades y conocimientos, es tarea de todos.

¿Qué se puede hacer para superar el techo de cristal? La ruptura del techo de cristal debe venir acompañado de una nueva estrategia política y empresarial, un cambio cultural y un empoderamiento individual.

Es evidente que los gobiernos deben establecer nuevas estrategias políticas para abordar los obstáculos que encuentran las mujeres para progresar en su carrera laboral. Por una parte, los gobiernos deben establecer férreas políticas de igualdad, además de planes que reviertan la brecha salarial y ayuden a la conciliación familiar.

Por otra parte, las empresas deben concientizarse en materia de igualdad elaborando sus propios planes internos de igualdad de oportunidades. Porque apoyar el talento femenino es rentable, desperdiciar talento es perder dinero, dicho en lenguaje empresarial.

Una vez rota la brecha educacional que suponía, no hace tanto tiempo, una desigualdad en el acceso a la educación, el cambio cultural está más cerca. Solo hace falta echar un vistazo al comportamiento y las actitudes de los más jóvenes para inferir que algo está cambiando, pero todavía queda mucho por hacer.

En este sentido, conviene recordar la desigualdad que se mantiene en relación al número de mujeres con estudios superiores y a su poca presencia en la representación de las empresas.

Además del esfuerzo colectivo que ya viene haciendo buena parte de la sociedad para generar ese cambio cultural que nos lleve a una sociedad más igualitaria, ¿qué puede hacer una persona a nivel individual para romper su techo de cristal?

• Desarrollar todo el potencial. Se trata de evitar los tradicionales estigmas y tópicos asociados al trabajo femenino para desarrollar todas las capacidades individuales.

• Asumir liderazgo. En consonancia con lo anterior y, dentro de las diversas derivaciones del empoderamiento, el liderazgo en nuestro día a día laboral se manifiesta a través de una actitud proactiva, responsable y autoexigente.

• Ser positiva. Queda mucho por hacer, pero las cosas están cambiando. Hoy en día es menos complicado acceder a un puesto de responsabilidad que en el pasado. Por eso hay que evitar autocompadecerse y luchar por los objetivos que nos hayamos marcado.

• Equilibrar el reparto de tareas. En caso de tener pareja y, aunque cada familia es un mundo, es necesario establecer un equilibrio en el reparto de tareas. Se trata de que el inevitable perjuicio que supone, al menos actualmente, la conciliación del trabajo, las tareas del hogar y el cuidado de niños y/o personas dependientes no recaiga solo en una de las dos partes.

• Evitar el estrés. Según diversos analistas, la conciliación familiar y el trabajo supone una carga extra de estrés para muchas mujeres a la que son ajenas muchos hombres y que podría ser uno de los principales refuerzos de ese techo de cristal. El cuidado de la salud, tanto física como mental, debe ser siempre una prioridad. Tener un espacio para uno mismo, es fundamental para asegurar un buen rendimiento laboral.

• Reflexionar sobre el propio concepto de ‘trabajo’. Por último, cabe señalar que cada mujer, cada persona, es diferente y su relación con el trabajo y con su carrera profesional, también. El progreso laboral entendido como objetivo per se puede convertirse en un arma de doble filo y, desde luego, no debe ser nunca impuesto desde fuera. Algunas mujeres, incluso algunos hombres también, no consideran el trabajo como algo esencial en sus vidas, aunque lo sea. Trabajar menos y vivir más también puede romper otros ‘techos de cristal’…

Esta metáfora del techo de cristal existe hace más de cuarenta años y sigue vigente, por lo tanto se debe pasar de la teoría a la acción, tenemos que ser conscientes de nuestra responsabilidad para hacer visible lo invisible y romper con las barreras que impiden la igualdad de género. Trabajando en conjunto se puede garantizar la igualdad de oportunidades en el desarrollo profesional de las mujeres.Trabajar por una mayor igualdad de género en las empresas donde todos puedan crecer de acuerdo a sus capacidades y conocimientos, es tarea de todos. Hablar sobre la brecha de género es el primer paso para transformar esta realidad. A partir de hacer visible lo invisible es que podemos mejorar.

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