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Agustín B. Sequeros
El traductor, Agustín B. Sequeros y la poeta foto cortesía de salamancartvaldia/2017
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... de Salamanca. Licenciado en Letras, Lingüista, Profesor de Lengua y Cultura Españolas en la Universidad de Utrecht. Poeta, traductor, e interprete en Masstricht.
INGRID JONKER

No deja de ser curioso el caso de la poeta sudafricana Ingrid Jonker, una mujer que vivió en la Sudáfrica del Apartheid de los años sesenta del siglo pasado y que 50 años después de su muerte adquirió de nuevo una inusitada fama. Fama que se ha extendido por todo el mundo, menos en España, donde las editoriales no han mostrado ningún interés por esta gran poeta.
Indudablemente, el hecho de que su vida fuera llevada a la gran pantalla en 2011, contribuyó decisivamente a la renovación del interés por su obra. La película, titulada Mariposas negras¹, tuvo mucha aceptación no sólo en Holanda, sino también en otros países europeos. El film nunca llegó a los cines españoles, pero sí se difundió en varios países latinoamericanos. Quizás fuera esa una de las razones por las que en Colombia se acogiera favorablemente la primera traducción al castellano de la obra principal de Ingrid Jonker: Humo y ocre, publicada en Medellín en 2015, con un magnifico prólogo de María Cecilia Salas Guerra, de la Universidad Nacional de Colombia y una introducción del traductor².
Pero no fue sólo esta película lo que hizo que renaciera el interés por Ingrid Jonker. Ya antes, su figura, prácticamente relegada al olvido después de su prematura muerte - se suicidó en 1965, a los 31 años de edad -, fue rescatada por nadie menos que Nelson Mandela. Durante el discurso de apertura del primer Parlamento democrático de Sudáfrica, en 1994, Mandela le rindió homenaje, leyendo su poema «El niño matado de un tiro por los soldados en Nyanga». Además, en el siglo pasado, apareció en Holanda una antología bilingüe de sus poemas, acompañada de la biografía de la poeta³, que tuvo desde el primer momento un éxito rotundo, y aún sigue reeditándose en los Países Bajos.
Ciudad del Cabo fue el lugar donde se desarrolló gran parte de la vida literaria de Ingrid Jonker. Allí se fue a vivir en los años sesenta, después de haber pasado varios años en Johannesburgo y haberse separado de su marido. En el nuevo entorno entró en contacto con un grupo de artistas -principalmente escritores-afincados en la playa de Clifton, en las cercanías de Ciudad del Cabo, el cual tendría una significación decisiva para la vida literaria sudafricana. Muchos de ellos escribían en afrikáans y estaban intentando llevar a cabo toda una renovación tanto en actitudes vitales como en la manera de hacer arte. Y esto en un momento muy especial: el del recrudecimiento del régimen del apartheid, al que se oponen radicalmente. Es el grupo al que se designa en Sudáfrica con el nombre de «Generación de los Sesenta»⁴. Ingrid se integra plenamente en el grupo. Especial influencia ejercen en ella el poeta y traductor afrikáner Uys Krige⁵ y el escritor sudafricano de lengua inglesa Jack Cope (que se convierte en su amante).
En marzo de 1960, se producen en Sudáfrica protestas masivas contra la «ley de pases», según la cual los negros no podían moverse libremente en el país sin un pase. En Sharpeville la policía abre fuego contra los manifestantes, ocasionando la muerte de sesenta y nueve
¹ Realizada por la directora holandesa Paula van der Oest. ² Ingrid Jonker, Humo y Ocre, Editorial Universidad de Antioquia, 2015. Edición bilingüe: afrikáans – español. Traducción de Agustín B. Sequeros. ³ Ingrid Jonker. Ik herhaal je [Te repaso]. Amsterdam: Podium,2000. (Traducción de los poemas al neerlandés: Gerrit Komrij; biografía: Henk van Woerden). ⁴ Die Sestigers, entre ellos: Jan Rabie, Adam Small, Breyten Breytenbach, Uys Krige, Jack Cope. ⁵ Uys Krige acababa de traducir al afrikáans, entre otros, a Eluard, Lorca y Jorge Andrade
personas. En Nyanga, una barriada de Ciudad del Cabo, el ejército dispara igualmente contra los manifestantes, matando, entre otros, a un niño. La imagen de ese niño muerto, con la cabeza traspasada por una bala, en brazos de su madre, impresiona profundamente a Ingrid y le inspira el poema «El niño».
EL NIÑO Matado de un tiro por los soldados en Nyanga
El niño no está muerto el niño levanta el puño contra su madre que grita África grita el aroma de libertad y brezo en barriadas de corazón acorralado
El niño levanta el puño contra su padre en el cortejo de generaciones que gritan África gritan el aroma de justicia y sangre en las calles de su orgullo en armas
El niño no está muerto ni en Langa ni en Nyanga ni en Orlando ni en Sharpeville ni en la comisaría de policía de Philippi donde yace con la cabeza traspasada por una bala
El niño es la sombra de los soldados que hacen guardia con fusiles y carros blindados y cachiporras el niño está presente en todas las asambleas y legislaciones el niño mira expectante por las ventanas de las casas y en los corazones de las [madres el niño que sólo quería jugar al sol en Nyanga está por todos lados el niño que se ha hecho un hombre recorre toda África el niño que se ha hecho un coloso va por todo el mundo
Sin un pase⁶
Su publicación produjo una gran conmoción. Era totalmente inusitado en Sudáfrica que una mujer, poeta y además blanca, se atreviera a tomar públicamente partido por gente negra. Además, esta mujer resultaba ser la hija de un parlamentario sudafricano perteneciente al Partido Nacional, propulsor del apartheid: Abraham Jonker⁷ . El enfrentamiento entre hija y padre fue fulminante y se ventiló hasta en la prensa. Máxime cuando poco después éste es nombrado presidente de una comisión cuyo cometido fue establecer una legislación para el endurecimiento de la censura, a fin delimitar la libertad de prensa y someter a
⁶ Ver supra nota 2. ⁷ Abraham Jonker, periodista y escritor de poco éxito, hizo carrera como político y llegó a ser parlamentario por el National Par
aquellos escritores rebeldes, entre los que se contaba su hija. Es en ese momento cuando Ingrid conoce al escritor André Brink⁸, que había organizado una acción de protesta contra la censura, junto con otros escritores del grupo de Clifton. Desde entonces se establece entre ambos una relación amorosa que condicionará decisivamente la evolución de la vida emocional de la poeta⁹ .
Su mayor éxito literario se produjo a raíz de la publicación del poemario «Rook en oker» (Humo y ocre), por el cual le concedieron en 1964 uno de los premios literarios más importantes de Sudáfrica . Con el dinero del premio, Ingrid emprende a mediados de marzo de ese año un viaje a Europa (Londres, Ámsterdam, París y Barcelona), que acabará convirtiéndose una verdadera catástrofe emocional: André Brink se había reunido con ella, pero en Barcelona, después de numerosos altercados y explosiones emocionales, decide abandonarla y regresar a Sudáfrica. En París ingresan a Ingrid en una clínica psiquiátrica durante unos días. De vuelta a Sudáfrica, la crisis se agudiza y en la noche del 19 de julio de 1965 se suicida adentrándose en el océano y dejándose engullir por las olas.
Las palabras de Abraham Jonker, al enterarse de la noticia de que el cuerpo de su hija había sido encontrado sin vida en la playa, fueron terribles. Parece ser que dijo: «Por mí, que la vuelvan a tirar al mar».
Después de su muerte, el escritor Jack Cope recolectó los poemas escritos por Ingrid en 1964 y 1965, más algunos otros compuestos antes y nunca editados, publicando en 1966 «Kantelson» (Sol volcado)¹¹ .
El amor, la muerte, la traición, la búsqueda desesperada de un escape al aislamiento que conlleva la condición humana, son los temas que configuran los poemas de este libro póstumo. En sus versos, resuena aún intensa, dura y tierna a la vez, la voz de Ingrid Jonker.
⁸ André Brink (fallecido en febrero de 2015) escribía tanto en afrikáans como en inglés. Por aquellos años publicó una curiosa novela, Orgie (1965), en cuya elaboración participó activamente Ingrid Jonker. ⁹ Ingrid seguirá manteniendo al mismo tiempo su vínculo amoroso con Jack Cope. ¹¹Ingrid Jonker, Sol volcado, Editorial Universidad de Antioquia, 2019. Edición bilingüe: afrikáans – español. Introducción y traducción de Agustín B. Sequeros.