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Chema García
(Salamanca, 1977) Licenciado en Historia por la Universidad de Salamanca. Trabaja como arqueólogo y publica artículos de investigación y alguna ponencia de ámbito científico durante la primera década del siglo XXI. Desde 2014 es participante del Ágora de la Poesía de León (publica varios poemas en su primera antología) y asiduo del Taller de Escritura Creativa “Casa de las Conchas” de la Biblioteca Pública de Salamanca (publica en la antología “Bivalvos” a punto de editarse) y, desde 2015, miembro de la Tertulia poética “Papeles del Martes” (publica poemas de forma regular en su revista de creación poética). Finalista al mejor relato de la Revista Entropía (2011) y del II Certamen Umbral de Poesía de Valladolid (2015). Ha participado con sus poemas y vídeos en diversas exposiciones, recitales, presentaciones y homenajes poéticos en las ciudades de León y Salamanca.
¿Sólo brilla la apariencia?
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¿Qué quietud tan profunda, avanza entre las nubes para que una calma sin palabras penetre en la transparencia de mis ojos?
¿O quizá sólo brilla la apariencia? ¿Acaso fulgura vacía a la espera para dejar de ser lo que no es, lo que nunca fue y algún día será real en lo absoluto?
La vida que siempre vive canta desde las alas, la muerte que no muere respira sin memoria.
¿Quién ayuda a morir con dignidad? ¿Quién busca lo verdadero con la fuerza de la palabra? ¿Quién encuentra la voz de los poetas?
Sólo desde el dolor se puede amar sin condiciones.
Chema García.
(Inédito).
Hijos de Rilke
A los hijos de Rilke y a mi noche.
¡Oh hijos de Rilke!
¿Por qué siempre regresa la noche?
De los dedos de la muerte emana su juventud enloquecida.
¡Oh ciudad encantada que recibes con gozo a los poetas!
¿Quién escribió en tus paredes con sangre que los dioses habitan en medio de los bosques?
El dolor ignífugo, resina entre sus ramas, la fuente que nunca se detiene.
¡Oh hijos de Rilke!
Sollozan sin fin aquellos ángeles ante la ausencia del hombre, y del plúmbeo pelaje de sus plumas se acarician sin cesar los desheredados de la tierra.
¡Oh hijos de Rilke!
No cesa el galope del quinto jinete que robará la luz a los dioses y, cuando ese rayo de esperanza nos atraviese, ¿cesará al fin la eternidad de la noche?
Chema García. Publicado en “Papeles del martes” Revista de creación poética nº 63. Salamanca 2019.
Mi calma es tu parábola
Mi calma es tu parábola.
Mi pasión no son tus curvas o tus rectas, ni tus cabellos son bosones de Higgs, ni tu piel son puntos o circunferencias.
Lo que me llena, es tu forma de escribir la vida en una esfera. Mi Universo está lleno de cometas, solitarios paralelepípedos que se vuelven órbita al compás de la sonrisa de tu esencia.
Mi número áureo es tu ausencia pues la naturaleza no es perfecta. Por eso cuando me miras, las plantas crecen en progresión geométrica.
No existe vértice si no se mueven tus caderas, no hay principio ni fin si no subes, o bajas, por las escaleras.
Ojalá fueses un círculo y yo su centro, podría sentirte tan cerca que los polígonos no tendrían ángulos, sino curvas para acompañarnos, en ese viaje en el tiempo por salvar a Euclides de la quema.
Barcas y remos, prismas y cilindros, mi calma es tu parábola, y, para buscar en las estrellas, vendrá Hypatia, a inculcarnos el amor por la ciencia.
Chema García
(Inédito).
El Templo de Salomón
Afuera hay sol, no es más que sol pero los hombres cantan.
Alejandra Pizarnik (La jaula)
La jaula se convierte en pájaro Alejandra Pizarnik (La espera)
Mi amado es para mí y yo soy para mi amado: él pastorea entre los lirios
Cantar de los Cantares.
El cuerpo sin vida, pesa como una jaula que no es pájaro.
Duermen los lirios entre pedazos de un espejo que refleja como cae su semilla.
Salomón nació noche dentro de una mujer que amó a otra mujer con besos de esclavo.
Una jueza bebe cicuta y un niño vuelve a su madre. No está viva, ni muere la palabra entre las rosas.
Chema García. “Olvida y aprende” Poemario inédito.
Fuerte de la Concepción
Estudié el pasado para hallar entre las piedras un presente que nunca tuve.
En sus huellas, en su estilo, en su orden, reconstruí la vida de cien pueblos; jamás encontré nada mío entre sus vidas.
Desde que apareciste buscamos juntos, en cada muro, en cada vasija, en cada polen de otro tiempo.
No sé por qué debemos ir tan lejos, melancolía de lluvia y barro que se adhiere a las uñas.
Que se muera el pasado, no hay Carbono 14 que desvele este misterio.
Me acurrucaré cerca de ti, abriré la puerta, liberaré a la esclava acallaré al fantasma y sólo viviré el presente.