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La confianza como un factor de crecimiento económico y empresarial frente al riesgo del país

“Si a las personas les gustas, te escucharán, pero si confían en ti, harán negocios contigo”

Zig Ziglar

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Una de las condiciones que siempre ha imperado en la historia como factor de crecimiento personal, económico, social, empresarial, etc., ha sido la confianza, es un término que ya ha sido definido desde varias disciplinas y ciencias, sin embargo, su significado es mucho más profundo y extenso cuando se trabaja como objeto de estudio en el campo del conocimiento.

La confianza ha sido y será la pieza clave para lograr que la humanidad pueda interactuar de manera armónica, coordinada y pacífica, permitiendo el progreso y el crecimiento en uno de los campos que permite mejorar la vida de los habitantes del planeta, lo económico, ello, producto de la interacción de los pueblos y de sus gentes que creen en sí mismas, porque tienen y se tienen confianza. Una de las tantas definiciones dice que es “la posibilidad de creer en que otra persona, o un grupo de ellas, actuarán de la manera adecuada en nuestra ausencia, es decir, que no nos defraudarán o engañarán, ni necesitan tampoco nuestra supervisión y vigilancia” (Concepto, s.f., párr. 1), visto de otra manera el término, es la reducción o desaparición de la incertidumbre ante las acciones de una o unas personas, quedando fuera del escenario las dudas, cimentándose la firme credibilidad y fe en ellas.

Los alcances de la confianza van de lo personal, a lo interpersonal hasta llegar a lo impersonal o institucional (De la Dehesa, 2010, párr.2), el sentido de la credibilidad que se tienen sobre las personas, las organizaciones y las instituciones, se basa en sus acciones, esta sensación de confianza es bastante frágil, depende de la percepción que se tenga, pues es desde allí que se genera optimismo o pesimismo en la imagen personal, corporativa o estatal. John M. Keynes en su libro la “La teoría general del empleo, el interés y el dinero” publicado en 1936, acuña el término “Animal Spirits” definiendo las reacciones y el comportamiento de los seres humanos ante determinados estímulos y refiriéndose al “optimismo espontáneo” de los hombres de negocios, aspecto que influye en el nivel y el ritmo de la Inversión. (Fornero, R. A. s.f.), la confianza es un determinante de los negocios, ya que su ejecución demanda credibilidad bidireccional entre las partes, necesaria para llevar a cabo el propósito comercial, o cualquiera que sea su intención legal y legítima.

Este concepto de confianza traído a la actualidad nacional colombiana, tiene eco en todas aquellas iniciativas del actual gobierno, el cual, a través de políticas heterodoxas y de carácter disruptivo, ha generado amplios campos de incertidumbre y duda, aspectos que pueden afectar el apetito al riesgo de los inversionistas tanto nacionales como internacionales. Aspectos como el cese de la exploración y explotación de hidrocarburos, ha generado un ambiente de duda, debido a que las ventas de los derivados del petróleo a los tres principales compradores de Colombia que son Estados Unidos, China y Panamá (Legis, 2022, párr.9); se constituye en la fuente que genera mayor ingreso de divisas al país en dólares estadounidenses por concepto de exportaciones, acompañada de otros ingresos como son los otros tipos de exportaciones no tradicionales, la inversión extranjera directa, los créditos internacionales otorgados por el Fondo Monetario Internacional, el turismo internacional y las remesas, siendo vital la disponibilidad de divisas para garantizar las exportaciones, las salidas de capitales cuando el inversionista lo requiera, el turismo fuera del país y otras erogaciones que requieren de recursos en dólares estadounidenses.

Para que el país pueda mantener y mejorar su crecimiento económico, necesita de la confianza de los inversionistas que llegan al país, así como de los que ya están instalados y en general a todo el sector productivo, que crean su solidez jurídica, en su fortaleza económica y por supuesto en sus instituciones, suspender la industria petrolera de manera intempestiva, puede sumir al país en un contexto de desconfianza inversionista y si a ello se suma los gravámenes que se están proyectando en la reforma tributaria a nivel empresarial, podrían crear el ambiente perfecto para que muchos puedan considerar la idea reubicar sus inversiones y/o sus empresas, en países que les generen mayor tranquilidad y confianza.

El riesgo país es un escenario latente, donde un país puede caer por diferentes factores relacionados con la posibilidad de incumplir sus obligaciones financieras, siendo desencadenantes las fallas en la conducción económica, el tono político o la seguridad pública, incrementando la prima de riesgo, aspectos que pueden conducir a calificaciones negativas por parte de las calificadoras de riesgo internacional como son Standar & Poors, Fitch y Moody’s, las cuales miden el nivel de riesgo soberano, económico, político, social e internacional (Moncayo, 2016, párr.6), siendo catastrófica una mala calificación sobre todo en el campo de las inversiones.

El reto del actual gobierno es proponer nuevos esquemas económicos, sin que generen desconfianza o distorsión en las interacciones económicas y comerciales que se vienen dando y que se puedan fortalecer entre las organizaciones e instituciones públicas y privadas, inclusive dentro de estas mismas, siendo producto de la seguridad que el gobierno pueda dar a las empresas y el sector productivo, todo encaminado a mantener y mejorar el crecimiento económico y con ello el nivel de bienestar y desarrollo en el país, generando empleo y recursos para mantener el flujo comercial y así satisfacer las necesidades básicas de los colombianos. La expectativa es total y solo con decisiones sustentadas en modelos efectivos, se podrá sortear la actual crisis financiera y económica que atraviesa el mundo y que influye de manera importante en Colombia.

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