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La reforma tributaria profundizará la espiral inflacionaria

La reforma tributaria tiene mucho de redistribución y poco o nada de generación de riqueza. El Gobierno ha sido insistente en que el proyecto está encaminado a recaudar los recursos necesarios para atender las obligaciones financieras y sociales que el viejo modelo y el nuevo contexto nacional e internacional imponen. Dejó pasar la oportunidad para hacer correcciones de fondo para proteger el debilitado aparato productivo ante la anunciada crisis económica.

Inicialmente planteó que el 32% del nuevo recaudo lo aportaran las personas naturales mediante ajustes en el impuesto de renta y patrimonio; el 28% por impuestos al uso del subsuelo, básicamente petróleo, carbón y oro; el 20% por los ajustes en materia de beneficios tributarios en el impuesto de renta a las empresas; y el restante 20% por impuestos indirectos y otras medidas, entre los cuales se encuentran algunos “verdes” y “saludables” y la lucha contra la evasión.

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Lo aprobado tras el primer debate sobrecarga las expectativas de recaudo en el sector minero energético con el 51% de la meta. Esto tiene dos problemas: afecta toda la economía por medio de los canales de abastecimiento, suministro, transporte y comercialización de las cadenas productivas de la economía; y no corrige la desigualdad estructural en la distribución de ingresos o utilidad en las personas jurídicas.

Lo más preocupante es que si se suma a la ecuación los impuestos a los plásticos de un solo uso y de algunos alimentos, la reforma impulsará la espiral inflacionaria que no cesa en Colombia y el mundo, la cual golpea a la mayor parte de la población que se encuentra en condiciones de vulnerabilidad económica.

Esto sucede por el abultado peso de los alimentos, el transporte, la vivienda y los servicios en la inflación interna de los países de la región. En este sentido, la reforma no ayuda a corregir la creciente desigualdad en la distribución de los ingresos y la generación de riqueza de forma importante. Se sobrecarga el costo de la crisis en las clases medias y las pequeñas empresas desconociendo que, con la pandemia, el 10% de las personas más ricas de ALC apropiaron el 77% de la riqueza de los hogares, mientras que el 50% más pobre concentró el apenas el 1%.

A pesar de la recuperación de 2021 y 2022, el panorama para 2023 es desalentador. Finalizando 2022 las proyecciones de crecimiento se han corregido a la baja por la incertidumbre en los mercados internacionales. El FMI espera que la región crezca por debajo del 1.7% en 2023 debido a la devaluación, el crecimiento de la deuda y de los precios.

Contrario a lo planteado por el nuevo gobierno, el país debe deslindarse de las recetas tradicionales en el manejo de la política monetaria y fiscal. Es necesario sintonizar todas las herramientas de política económica para atender con urgencia las necesidades del aparato productivo. Planes de mediano plazo orientados a simplificar el sistema tributario, proteger los sectores productivos tradicionales y fomentar la oferta exportadora en sectores de alta competitividad y valor agregado deben ser la prioridad.

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