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Cómo es un PCC «bueno»?

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Referencias

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varios países también se ofertan PCC en educación. Aunque algunos PCC se centran en áreas de conocimiento más bien tradicionales, como la publicidad, la hostelería, la enfermería, la fisioterapia, la logística, el diseño gráfico y la electrónica, otros han surgido en áreas más recientes e innovadoras, como el diseño de aplicaciones, la animación digital, la inteligencia de datos, el diseño web, la ciberseguridad y las redes sociales.

¿Cómo es un PCC «bueno»?

Para satisfacer las necesidades de las personas, los empleadores y las autoridades responsables del diseño de las políticas, los PCC de ALC deben ser «buenos»; es decir, de alta calidad. La cuestión, pues, es cómo saber si un programa es bueno.

La educación superior puede beneficiar a una persona de múltiples maneras: puede ampliar sus habilidades, mejorar sus perspectivas de empleo o garantizar un salario más alto. También podría ampliar su red social, exponerla a puntos de vista alternativos y enriquecer su vida cultural. La educación superior no solo puede beneficiar a las personas que la reciben, sino también a la sociedad en su conjunto. Por ejemplo, una persona con un alto nivel de estudios podría participar más en su comunidad local y contribuir a un intercambio más rico de ideas e información.

Sin embargo, varios de estos beneficios personales y sociales son muy difíciles de medir. Además, en el caso de los PCC, su objetivo inmediato —según la definición de la UNESCO— es formar a las personas para el mercado laboral. Por lo tanto, este libro se centra en los resultados del mercado laboral, como el empleo y los salarios. También analiza los resultados académicos, como las tasas de graduación y el tiempo transcurrido hasta la obtención del título.

Se considera que un programa es bueno cuando produce buenos resultados, tras tener en cuenta las características personales de los estudiantes. Esta calificación es importante. Considérese, por ejemplo, a una recién graduada que obtiene un salario inicial elevado tras su graduación. ¿Se debe a que ya estaba muy calificada —es decir, bien preparada— antes de empezar el programa, o a que el programa mejoró considerablemente sus habilidades? En este ejemplo, un buen programa sería aquel que contribuyera a mejorar sus habilidades y le ayudara a conseguir un salario alto, independientemente de su formación inicial. En otras palabras, los programas buenos (o de alta calidad) tienen un alto valor agregado.

Para medir el valor agregado de un programa, la regla de oro sería un experimento a gran escala: asignar aleatoriamente a algunas personas al programa y a otras a un grupo de control (consistente, por ejemplo, en no cursar estudios superiores). Si el primer grupo obtuviera mejores resultados que el segundo, se podría concluir que el programa tiene un valor agregado positivo, que contribuye de forma positiva a los resultados de los estudiantes.

Sin embargo, los experimentos aleatorios son poco frecuentes. Tampoco son prácticos, por ejemplo, para estimar el valor agregado de cientos o miles de programas en un país. Incluso si los entornos experimentales que no requieren

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