Esta edición se realizó con la consultoría editorial de Contraviento – Laboratorio de contenidos
Edición general: Alejandro Torres Parra Dirección de arte: Natalia Pinilla Morales
En portada Dónde mirar este 2026, año de elecciones polarizadas, sin liderazgos que generen consensos, violencias y mucho por resolver en el país.
Estamos muy cerca CONTACTO@REVISTAPUNTOS.COM
Ochenta años después de la II Guerra, el mundo se sigue desangrando 4
Quién manda a quién en el nuevo orden mundial 12
Tener menos hijos… ¿y más prosperidad social? 16
La Sierra Nevada, un conocimiento de otro mundo 20
El conflicto armado también devasta los bosques de Colombia 28
Elecciones 2026: ¿y si no naufragamos entre la polarización? 34
Elecciones 2026: cuando opinar se convierte en una
Bogotá se bebe los últimos humedales
logra su primer banco genético para la medicina
Nos venden la idea de ser esculturales, ¡y la compramos!
puerta de salida para la depresión
obesidad no puede condicionar el destino de nadie
Tatiana Andia, alma en el conocimiento
ESPECIALES
Martínez, esencial para la música, para la vida
Mónica Nadira: ser joven, del Pacífico y abrirse camino en Bogotá
enseñar y aprender en la era de la IA
Criar hijos cuando la IA lo sabe todo (se supone)
PUNTOS ES UNA PUBLICACIÓN
EDITORIAL INDEPENDIENTE y de circulación abierta realizada y producida por la Universidad de los Andes – Colombia.
Carlos Vegalara Franco Presidente del Consejo Superior Paula Samper Salazar Vicepresidenta del Consejo Superior
Raquel Bernal Salazar Rectora
Las opiniones o miradas aquí consignadas no reflejan una posición oficial o una política de la Universidad de los Andes.
En el barrio Campamento, en Manizales, los techos cuentan historias de migración. Muchas de sus casas cobijan a quienes dejaron todo atrás. Allí, todos los días, se reconstruye la vida. A 2024 la ciudad contaba con cerca de 10 mil migrantes venezolanos y ha sido reconocida por Acnur como ‘Ciudad solidaria’. En todo el país, entre los 2,8 millones de venezolanos migrantes, 82,6 % de las mujeres embarazadas tiene estatus migratorio regular, pero solo la mitad está afiliada a un sistema de salud. Apenas 35 % accede a controles prenatales. Así lo revela una investigación del Centro Imagina.
ilustraciones: Faver Rodríguez Rodríguez con imagenes de Envato.
Punto de partida
Ruan, en la Normandía francesa, la parte el río Sena La pueblan los cafés, la transitan los turistas, la habita la memoria; por aquí cruzaron 150 mil soldados aliados en el principio del fin de la Segunda Guerra. Al mirar los cráteres, las cicatrices en los muros del Palacio de Justicia, es inevitable recordar que la normalidad de hoy descansa sobre un suelo herido —no en vano por estos lados cayeron varios miles de toneladas de explosivos aliados y unos tres mil civiles, entre cenizas y escombros, pasaron a la lista de muertos en esos días de 1944—. Y se decía que nunca más debía ocurrir algo así en ningún lugar del mundo.
Nunca más. Pero pasa.
En esas grietas del palacio de Ruan, el artista alemán Jan Vormann acumuló fichas de lego, con delicados y minúsculos elementos arquitectónicos —arcos, ventanas— no para cubrir las huellas sino para mostrar, en un vistazo multicolor entre los bloques grises del edificio, el río de la vida, su curso aunque las marcas permanezcan. Dispatchwork se llama su proyecto. Alemania se rindió el 8 de mayo y Japón el 14 de agosto. Han pasado ochenta años y unos días, unos meses. Se crearían las Naciones Unidas, se proclamaría la Declaración Universal de los Derechos Humanos, se firmarían los Convenios de Ginebra, se creería en la paz y en la soberanía de los pueblos. Se aborrecerían los genocidios. Pasan cosas, sin embargo. En Mariúpol, en Ucrania, pocos muros resistieron. En Gaza llovieron 11.800 ataques aéreos y 7.500 bombardeos de artillería, buena parte sobre un territorio de 365 kilómetros cuadrados —similar al área urbana de Bogotá, de 370 km2 según la Alcaldía—. Ahí no hay cicatrices, aún hay heridas: entre octubre de 2023 y octubre de 2025 las muertes rondaron las 67 mil personas —entre ellas 20 mil niños, 154 por inanición— y unas 168 mil resultaron heridas, de acuerdo con las mismas
Naciones Unidas. Luego de ocho décadas, Xi Jinping, Vladimir Putin y Kin Jong-Un presencian juntos un desfile conmemorativo en Pekín con el cual China envía un mensaje al mundo. Los líderes, abstraídos, fantasean con la longevidad. Tras la Asamblea General de Naciones Unidas, Donald Trump y Benjamin Netanyahu presentan su ‘plan de paz para Gaza’ y, entre el 10 y el 13 de octubre, mientras Israel inicia el alto el fuego y comienza el intercambio de rehenes y prisioneros, miles de gazatíes caminan hacia el norte en largas, largas hileras.
Son “ochenta años de paz entre grandes potencias y esa era la primera misión de la ONU”, como lo dice el politólogo Víctor Mijares —especialista en derecho y política internacional—. A costa, sin embargo, de guerras regionales. “Sin alcanzar la destrucción de las guerras mundiales, siguen siendo catastróficas”. Baste agregar Siria, Sudán, Congo o Afganistán… O mencionar a Ruanda o a los Balcanes.
Las paradojas son varias. Aunque estruendosos y mediáticos, Ucrania y Gaza no suponen un choque mundial —”La probabilidad de una guerra entre grandes potencias es muy baja”, dice Angelika Rettberg, doctora en Ciencia Política—. Para sus víctimas, sin embargo, resultan devastadores. Expertos subrayan los éxitos de los organismos internacionales. Y sin embargo, aunque menos mediáticos, una larga serie de conflictos internacionales (entre Estados), internacionalizados (con apoyos indirectos de otras naciones) o internos, laceran al mundo. Los últimos años, desde 2020, han sido los más violentos desde el fin de la Guerra Fría. Pueden ser, incluso, los peores desde la Segunda Guerra. “El orden mundial liberal naufraga —asegura el politólogo y doctor en Filosofía Carlos Ramírez Escobar—. Es hora de pensar en construir uno alternativo”.
EN LA SEGUNDA GUERRA
70 Y 100 MILLONES DE PERSONAS
cerca del 2% de la población mundial época (hoy serían unos 164 millones de personas, más de tres veces la población de Colombia).
En la Unión Soviética
Y DESPUÉS...
La Carta de las Naciones Unidas (1945) dio origen a la ONU para mantener la paz y la cooperación entre los Estados. Es un tratado vinculante. Recoge los principios de igualdad soberana, no uso de la fuerza y solución pacífica de controversias.
Se proclamó, en París, la Declaración Universal de los Derechos Humanos (1948). Fijó por primera vez los derechos fundamentales que deben protegerse en todo el mundo. Ha inspirado más de 70 tratados internacionales y regionales de derechos humanos.
17 Y 37
MILLONES DE PERSONAS
Stalin reconoció solo siete millones en 1945.
En China
10 Y 30
MILLONES DE PERSONAS
(el conflicto con Japón empezó en 1937). Solo en Nankín, la antigua capital china, durante seis semanas el ejército japonés mató entre 200 y 300 mil personas.
En el Holocausto En Polonia
6 MILLONES DE PERSONAS JUDÍAS 3 Y 6 MILLONES DE PERSONAS
Estados Unidos registró alrededor de 500 mil bajas militares.
El conflicto destruyó infraestructura, hundió la producción y desplazó a la mitad de la población europea.
Los cuatro Convenios de Ginebra (1949) establecieron reglas para proteger a civiles, prisioneros y heridos en conflictos armados. Marco esencial para el derecho internacional humanitario.
El cuarto Convenio de Ginebra prohíbe ataques contra la población civil, toma de rehenes, torturas, castigos colectivos y destrucción de bienes indispensables para la supervivencia de civiles. Regula el trato a los civiles bajo ocupación militar.
Tres protocolos internacionales, firmados entre 1977 y 2005, refuerzan los Convenios de Ginebra. Dan énfasis a la protección de víctimas en conflictos no internacionales o guerras civiles.
La ONU encarna esa lección: “El deseo de que algo así no volviera a ocurrir jamás”, dice Angelika Rettberg. Su aporte fundamental es la vocación por la paz mundial, aunque sus mandatos dependen de la voluntad de los Estados.
“Gran parte del poder de la ONU radica en LA CAPACIDAD DE PERSUASIÓN”, atributo que privilegia el diálogo, pero que a veces resulta insuficiente, agrega Rettberg.
Punto de partida
EN UCRANIA Y GAZA...
QUÉ ESTÁ PASANDO
Desde 2022 Rusia ocupa territorios ucranianos. Controlaba Crimea desde 2014 y apoyaba a fuerzas separatistas en el Dombás (oriente del país) desde ese entonces.
En Gaza, luego de un ataque de Hamás en octubre de 2023 (1.200 muertos israelíes, en su mayoría civiles, y otros 240 secuestrados), Israel arrasó en dos años el territorio de la Franja.
QUÉ SE ACORDÓ
los propósitos de naciones unidas rezan : “Mantener la paz y la seguridad internacionales, y con tal fin: tomar medidas colectivas eficaces para prevenir y eliminar amenazas a la paz, y para suprimir actos de agresión”. Y se debe buscar, por medios pacíficos, de acuerdo con el derecho internacional, solucionar controversias. Los derechos fundamentales, establece la Declaración Universal de 1948, deben protegerse sin importar nacionalidad, raza o condición.
PUNTOS DE VISTA
El orden mundial nunca cumplió fielmente lo que prometió. Ahora naufraga, la democracia se convirtió en un obstáculo del mercado, el crecimiento es un fin en sí mismo y su modelo estuvo montado sobre la diferencia entre el centro y la periferia.
Los dobles estándares minan la verosimilitud [...] Han eximido al Estado de Israel del cumplimiento de estándares de DD.HH. y de reglas básicas del DIH. El genocidio en Gaza es el capítulo más reciente. carlos ramírez escobar
Los refugiados ucranianos en el mundo sobrepasan los 6,8 millones (dato de octubre de 2025). Cuatro millones de desplazados internos.
El desplazamiento de gazatíes, en dos años, superó los dos millones de personas, llegó a 95% de la población.
Las víctimas civiles en Ucrania (muertos y heridos) podrían estar en 30 mil (unos 2.400 niños). ONU asegura que quizá la cifra sea mayor.
Los palestinos heridos en Gaza rondaron los 168 mil y el 78 % de las viviendas fue destruido o dañado en esos dos años. Más de un millón de personas debieron sobrevivir sin agua potable y el 90 % de los suelos fueron destruidos.
“A fin de garantizar el respeto y la protección de la población civil y de los bienes de carácter civil, las partes en conflicto harán distinción en todo momento entre población civil y combatientes [...] dirigirán sus operaciones únicamente contra objetivos militares”. convenios de ginebra
El genocidio es la “intención de destruir, total o parcialmente, a un grupo nacional, étnico, racial o religioso”. Los Estados deberían, desde 1948, prevenirlo y castigarlo.
convención para la prevención y la sanción del delito de genocidio
Las bajas militares, entre Ucrania y Rusia, rondan los 600 mil efectivos según han reportado The New York Times, BBC y Reuters con base en informes de inteligencia.
Israel asegura haber dado de baja a unos 16 mil combatientes de Hamás y de otros grupos en su ofensiva en Gaza (esta cifra no está incluida en el reporte de víctimas palestinas).
“Los Miembros de la Organización se abstendrán de recurrir a la amenaza o al uso de la fuerza contra la integridad territorial o la independencia política de cualquier Estado”.
carta de las naciones unidas
“Cuando una potencia con asiento permanente y derecho a veto en el Consejo de Seguridad de la ONU está involucrada, como ocurre con Rusia, la ONU no puede aprobar resoluciones que la obliguen a retirarse. Ese es el costo para evitar una guerra nuclear entre grandes potencias”.
“En la política internacional, a menudo, chocan dos dogmas: soberanía y derechos humanos”. víctor mijares
“Ahora existen figuras de jurisdicción universal y organismos como la Corte Penal Internacional, pero [...] es más probable que un gobernante africano sea llevado ante la Corte que ver a los líderes israelíes —como Netanyahu— sentados en La Haya”. angelika rettberg
“De los genocidios deberíamos aprender a reconocer las señales de alarma: prejuicios, estigmatización o justificación de la violencia contra el otro [...] Algunos justifican los genocidios por estar resolviendo una amenaza terrorista en su territorio”.
Punto de partida 10
Los conflictos en Siria, Sudán, Congo, Myanmar, Afganistán y Yemén (entre los de gran magnitud mencionados acá) están activos, persisten.
SUDÁN
La guerra civil rebasa las 130 mil víctimas desde 2023 y el genocidio contra grupos fur masalit y zaghawa dejó unas 300 mil muertes de 2003 a 2008. Fuera de Ucrania, Gaza, Etiopía y Sudán (que ya se mencionaron), los otros cinco conflictos más letales del mundo desde el fin de la Guerra Fría (genocidio en Ruanda, guerras del Congo, Balcanes, Irak y Siria) pueden exceder los 2 millones de víctimas directas (la cifra podría ser hasta tres veces mayor según la fuente).
Los refugiados suman 6,7 millones de personas y los desplazados internos, 7 millones. Sin contar Ucrania y Gaza (pgs. anteriores), los conflictos con más refugiados y desplazados de 1989 hasta acá (Siria, Afganistán, Congo, Sudán, Balcanes, Myamnar y Yemén) superan los 12 millones de refugiados y los 36 millones de desplazados. Sumados, casi equivalen a la población total de Colombia.
en términos de muertes direcgenocidio de Ruanda, en 1994. En solo 100 días fueron asesinadas entre 800 mil y un millón de personas.
PUNTOS DE VISTA
“Cuando se interviene, en algunos casos, se corre el riesgo de crear Estados fallidos, como ocurrió en Libia; cuando no se interviene, la consecuencia puede ser el exterminio y la desaparición de un pueblo”.
“En Ruanda las fronteras artificiales del colonialismo dejaron odios étnicos vivos y estallaron en exterminio. Las misiones de paz llegaron tarde, cuando el genocidio ya estaba consumado”. víctor mijares
"Aunque el número de guerras internacionales cayó drásticamente, aumentaron los conflictos armados internos".
“Los crímenes contra la humanidad trascienden las leyes de cada país [...] En Ruanda no murieron por un gran bombazo sino a punta de machete y cuchillo en las calles mientras la comunidad internacional observaba”. angelika rettberg
“Las dinámicas del capitalismo, del mercado, parecen más viables ahora bajo modelos autoritarios y el declive del orden liberal va de la mano con el surgimiento de economías emergentes y con el crecimiento de China”.
“No es casual que los EE.UU. de Trump rompan con los Acuerdos de París, la Unesco, el Tratado de Fuerzas Nucleares de Alcance Intermedio, el Consejo de DD.HH. de ONU o la OMS. La OTAN también está en una profunda crisis”. carlos ramírez escobar
PUNTOS CLAVE
123,2
MILLONES DE PERSONAS DESPLAZADAS
Y ACÁ CERCA
En Colombia, el peso de las violencias es profundo. Según el Registro Único de Víctimas, hasta el 31 de diciembre de 2023 se contabilizan
41.000 ABUSOS CONTRA NIÑOS
se documentaron, en 2024, en conflictos armados. Incluyen asesinatos, mutilaciones, reclutamiento forzoso, violencia sexual y negación de ayuda. En Gaza, el mayor número de casos.
AÑO 2023
122.000 MUERTES EN COMBATES
En ese año se registraron más conflictos armados que en cualquier otro desde 1945.
3,9 MILLONES DE MUERTES DEJARON
los conflictos armados entre 1989 y 2024 (entre combatientes y civiles). Más de la mitad ocurrieron en África, Medio Oriente y Asia.
hubo en el mundo durante las últimas tres décadas (a cierre de 2024). Persecución, violencia, violaciones de DD.HH. o crisis de orden público, las causas. 87 %
DE LAS VÍCTIMAS EN LA GUERRA
DEL GOLFO FUERON CIVILES (1990-1991). En las guerras modernas, son las principales víctimas.
10.067.423 personas afectadas por conflicto armado interno
Desplazados Asesinados Desaparecidos Víctimas de otras violencias. entre
Los principales responsables fueron los grupos armados.
450.664 muertes directamente vinculadas al conflicto, entre 1985 y 2018, aunque con el subregistro la cifra podría ascender a 800 mil, según La Comisión de la Verdad.
“El conflicto colombiano mutó: de insurgencia ideológica pasó a economías ilegales; hoy son múltiples conflictos superpuestos y transnacionales”, víctor mijares.
Fuentes: Uppsala Conflict Data Program (UCDP) en colaboración con el Peace Research Institute Oslo (PRIO), 2023, 2024. Acnur (Agencia de la ONU para los refugiados), Misión de Vigilancia de DD.HH. de la ONU, Organización Internacional para las Migraciones —OIM—, OCHA (Oficina de Coordinación de Asuntos Humanitarios de la ONU) y UNRWA (Agencia de la ONU para los Refugiados de Palestina), Ministerio de Salud de Gaza, Fuerzas de Defensa de Israel — FDI—. Informe de Tendencias Globales ACNUR 2024, publicado el 12 de junio de 2025. Angelika Rettberg: doctora en Ciencia Política por la Universidad de Boston, es decana de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de los Andes. Víctor Mijares: doctor en Ciencia Política por la Universidad de Hamburgo, es investigador asociado al German Institute for Global and Area Studies. Carlos Ramírez Escobar: filósofo y politólogo de la Universidad de los Andes y doctor en filosofía por la Ruprecht Karls Universität Heidelberg.
La firma del Acuerdo de Paz con las FARC en 2016 significó un respiro en zonas donde operaba. Sin embargo, la paz plena sigue pendiente: otros actores se disputan territorios y economías ilícitas, mientras persisten cifras alarmantes de asesinatos de líderes sociales, defensores de derechos humanos, desplazamientos y confinamientos.
MÁS…
por qué no se debe buscar la restauración del orden mundial liberal: análisis de carlos ramírez escobar en revistapuntos.com
esquirlas de guerra
Hugo Fazio Vengoa miró, desde los años 80, detrás de la cortina de hierro. Experto en relaciones internacionales, en sus libros ha ido de la URSS a la Perestroika y de los zares a Putin. Ahora, en ‘Rusia vs. Ucrania. La guerra por un nuevo orden mundial’, aborda la trama de poderes que redefine tensiones globales y anticipa desafíos.
La vida cotidiana, en Ucrania, se ha transformado ante los ojos del mundo. En la imagen, los familiares de Olena Afanasievska durante su funeral en Kherson. Fue víctima de ataques con misiles.
por Mauricio Laguna Cardozo
Aclárenos cuál es la motivación de fondo de la guerra entre Rusia y Ucrania. No hay una sola causa, es un entrelazamiento múltiple. En Ucrania se desarrollan varios planos de conflicto. Uno es el de los ucranianos-rusos contra los ucranianos-ucranianos; otro, el de Rusia ante Ucrania; un tercero es el de los países europeos y Rusia y otro se ha ido planteando con Estados Unidos (no tanto en la época de Trump, pero sí en la de Biden). Esta guerra tiene que ver con una redefinición del orden geopolítico mundial. En alguna medida involucra a China, Irán, la OTAN y otros actores. Los lleva a tomar partido sin participar directamente. Algunos sí envían armas o apoyan un bando, como Corea del Norte o los países de la Unión Europea.
Así está ocurriendo en los demás conflictos. Si uno mira Gaza, no han estado solo Palestina e Israel; también Estados Unidos, Irán, en su momento Turquía, Arabia Saudita…
Hablemos de Estados Unidos y de su rol… Las grandes potencias tradicionales quieren conservar un orden geopolítico, su supremacía: Estados Unidos, Rusia y, a su manera, China. Rusia es una gran potencia en el mundo de las armas; si hablamos de centro de comercio es insignificante, pero es la primera potencia nuclear, conserva una importancia estratégica. Hay cierta connivencia entre estos países, que pueden ser de bandos distintos, pero les interesa mantener el estado latente de conflictividad militar. En el fondo, el mundo está dando un vuelco muy grande. En los últimos tiempos nos encontramos con un choque entre la búsqueda de un orden geopolítico y un orden social (un mundo más interesado
en resolver grandes problemas que no son militares: la desigualdad, el comercio, la pobreza o el medio ambiente). Los países del sur global concuerdan más con resolver el tema de la pobreza que invertir en balas. De esto depende hacia dónde evolucione el mundo: si se impone de nuevo un orden geopolítico militar con prevalencia de grandes potencias, o se avanza hacia algo mucho más cercano al sentir de las personas.
¿Latinoamérica sí tiene tanto poder para entrar en esa discusión?
Tenemos una gran importancia. Claro, hay organizaciones más visibles como los BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Suráfrica). Lo que pasa es que el sur es muy heterogéneo y eso es interesante. El mundo nos acostumbró, con el predominio de Occidente, a una unidad con ciertos países rectores, pero este sur tiene una serie de naciones con intereses distintos. India no es lo mismo que China, pero si en los mínimos en común actúan conjuntamente dan pie a un tipo de orden mundial muy diferente. También hay juego a través de países como Brasil o México, aunque a este último le cuesta mientras no resuelva sus temas con Estados Unidos. Si Trump sigue presionando, México tendrá que buscar socios diferentes. Trump está desplazando a muchos hacia una toma de posiciones más radical frente al mismo Estados Unidos y a su orden.
Sus investigaciones se han centrado en el estudio histórico de los asuntos internacionales contemporáneos. Durante su carrera ha publicado más de veinte libros sobre el tema.
Catholique De Louvain, Bélgica.
¿Trump encarna el miedo a la pérdida de ese orden?
Por supuesto. Cuando dice ‘make America great again’ busca hacer nuevamente poderoso a Estados Unidos porque hay campos donde ya no lo es. No como antes, aunque sigue siendo la primera potencia del mundo. Nadie cuestionaba la hegemonía del dólar, pero China da sus pasos y los BRICS están creando un banco distinto, basado en otras reglas y venden dólares que tenían en reserva.
¿Y qué pasa con Europa?
Ocurren cosas absurdas. Mire, países como Inglaterra, Alemania y Francia crean una famosa “alianza de voluntarios” y supongamos que se inicia un proceso de paz entre Rusia y Ucrania. Si eso sucede, los europeos responden: “Enviamos nuestros soldados voluntarios a Ucrania para defenderla”. ¡Pero ellos son la OTAN y Rusia presiona para que Ucrania no ingrese a la OTAN! Eso nunca lo va a permitir Rusia, no ocurrirá. Pero si esos países europeos no participan de esa manera, no son nadie.
¿Qué diferencia encuentra entre esta guerra en Ucrania y guerras pasadas?
Las analogías hacen perder de vista las especificidades. Decir que Putin es Hitler no ayuda. Estamos en un mundo entremezclado, por más que se diga que el comercio recula o que la globalización es cosa del pasado. Lo que ocurre en Rusia y Ucrania impacta y obliga a tomar posiciones. Esa es una guerra con varios actores y varios niveles de conflictividad; se puede resolver alguno, pero continúa otro. Zelensky y Putin se podrían poner de acuerdo —no va a pasar—, pero la pelea grande de la OTAN contra Rusia no acaba ahí. Que Estados Unidos quiera ganarse a Rusia porque eso significa debilitar a China, tampoco se resuelve. Es una guerra inédita, globalizante.
Destrucción y supervivencia han compartido el suelo en Ucrania. Este puente estaba en uso en Bohorodychne (que fue dejada en ruinas) y los hombres de la imagen recogen comida repartida por una ONG.
Por los actores y los niveles de conflicto. Es como decir que solucionando el problema palestino-israelí, se soluciona el problema del Medio Oriente.
Esos conflictos seguirían en otros escenarios...
Mientras se mantenga la lógica de reconfigurar el mundo basado en la geopolítica, estas tensiones se mantienen. Todo apunta a que será así. Nunca se había invertido tanto en armas como hoy. Los europeos acaban de aprobar un gasto militar del 5 % del PIB. ¡Una locura! Si se invierte en armas, llega un momento en el que uno se pregunta qué hacer con ellas. Los europeos dicen: “Suponemos guerra con Rusia en cinco años”. Creen que los rusos los van a esperar para invadirlos, lo cual ya es absurdo. Pero supongamos que los esperen, ¿qué van a hacer los rusos en esos años? Se seguirán armando. Empezamos un escalamiento insospechado y, como ocurre siempre, las guerras comienzan con los más débiles.
¿Cuál es la diferencia con lo que sucedía durante la Guerra Fría?
La Guerra Fría era más ideológica: capitalismo, comunismo. Solo Estados Unidos y la Unión Soviética tenían la capacidad de destruir el planeta entero, eran líderes ideológicos, políticos y militares. Obligaban a los suyos a seguirlos: invadían a los checos o la CIA intervenía en Chile. Había unos códigos, siempre dentro del mismo esquema. Peleaban en zonas no sensibles, como en Angola, donde no pasaba nada si ganaba el uno o el otro. Hoy hay varias potencias y el panorama no se define en términos ideológicos: pueden darse factores culturales, civilizacionales, políticos... y es necesario identificar a cada actor. China, Rusia y Estados Unidos, ahora, son potencias
Rusia vs. Ucrania. La guerra por un nuevo orden mundial
Autor: Hugo Fazio Vengoa. Ediciones Uniandes
Este libro ofrece un análisis profundo del conflicto en Ucrania a partir de una perspectiva histórica, abarcando desde la desintegración de la Unión Soviética hasta la guerra abierta iniciada en 2022. Hugo Fazio Vengoa examina las múltiples dimensiones de un enfrentamiento en el que se redefine el equilibrio del poder global. La obra presenta un panorama para comprender cómo un conflicto entre dos países ha generado repercusiones que trascienden su región, influyendo en las tensiones políticas de impacto mundial.
mucho más poderosas que todas (Alemania y Francia podrían llegar a serlo, pero hoy no lo son), y también hay algo más: las potencias más pequeñas a veces logran poder regional. Turquía, por ejemplo, es muy importante en su zona, aunque de ahí no logra salir. Hay una jerarquía de poder muy distinta, ya no se trata de ‘tú estás dentro de mi esquema y me obedeces’. Tienen negociaciones con Rusia, China, Estados Unidos, la OTAN; están en contra de Israel, pero pueden voltearse en cualquier momento. Buscan lo suyo.
1 de cada 10
colombianos es adulto mayor hoy. En 2050 lo serán 1 de cada cinco y, en 2070, 1 de cada tres.
841.000 nacimientos menos hubo entre 2020 y 2024 respecto a lo proyectado. Equivale a la población de Cúcuta.
30 años más durará el bono demográfico en Colombia antes de que la pirámide poblacional se invierta definitivamente.
2040 será un año de inflexión. El Banco Mundial y el FMI calculan que la tasa global de natalidad caerá por debajo de dos hijos por mujer.
En 1960, una mujer colombiana tenía 6,8 hijos, en promedio. Hoy tiene 1,1.
La natalidad más baja de la historia. Al mismo tiempo, más de la mitad de las universitarias y de la fuerza laboral son mujeres. Menos cunas, pero más educación, independencia y rutas hacia la prosperidad. Gran dilema.
a primera vez que Karla Baquero pensó que los hijos no serían parte inmediata de su vida, estudiaba en el Francisco José de Caldas, sede Soacha. Tenía 16 años y, como la menor de cinco hermanos, todavía se sentía la consentida de la casa: recibía cuidados y no los daba. Desde su pupitre escrutaba sillas vacías, conversaciones truncas y cuadernos sin dueño cuando una compañera quedaba embarazada. Esas ausencias permanecen en su memoria.
El escenario encaja con un cambio en las estadísticas de los últimos 10 años. Los nacimientos entre adolescentes de 15 a 19 años se redujeron 51,1 %, según el Departamento Administrativo Nacional de Estadística (DANE).
“En esa época dije: ‘No, yo no quiero hijos’”, recuerda Karla, a los 33, apoyada en el borde del mesón de su cocina, con los brazos cruzados y un tono de voz seguro.
Hoy, a la vez, el total de nacimientos en el país muestra una caída reciente y veloz para las autoridades: entre 2023 y 2024 hubo una contracción de 12 % en los registros, equivalente a 61.648 nacimientos menos.
La historia de Liliana Corredor es otro trazo de la misma cartografía demográfica, con matices distintos. “Lo supe desde que cumplí la mayoría de edad. Murió mi padre y al ser la hija mayor, asumí la dirección de mi familia, lo creí importante en esos momentos”, dice.
En sus palabras pesa la responsabilidad. Primero, la del hogar; luego, la de la universidad. Alternativas que, en buena medida,
empujan cifras nacionales: la cobertura bruta de educación superior creció de 43 % a 54 % entre 2011 y 2021, con mayor concentración de matrículas en las ciudades y una mayor presencia femenina en especializaciones como las médico-quirúrgicas y en maestrías en general.
Liliana, hoy de 54 años, hizo de la formación profesional una herramienta para sostener a su familia y para construir su autonomía: estudiar, trabajar y alcanzar logros. Ahora tiene dos especializaciones (una en Derecho Procesal, la otra en Derecho Público), es dueña de un pequeño apartamento en el sur de Bogotá y es juez de la República.
Karla y Liliana encarnan vida cotidiana y transformaciones demográficas: menos nacimientos y más mujeres que tienen hijos como una elección consciente, pero también más años de estudio, más participación en la universidad y nuevas trayectorias laborales para las mujeres. Esos cambios, observan los especialistas, abren una puerta para redirigir recursos hacia capital humano y para repensar políticas públicas; la pregunta que subyace en sus historias y en los números es si el país aprovechará esa ventana.
Un país con menos cunas
Según el Fondo de Población de Naciones Unidas, en 2025 la tasa de fertilidad en Colombia se situó en 1,1 hijos por mujer a lo largo de su vida, por debajo de 2,1, el nivel de reemplazo poblacional —la referencia que marca cuántos hijos necesita tener cada mujer en promedio
Punto de partida
para mantener estable la población—. En 2024, de acuerdo con el reporte del DANE, por primera vez en dos décadas hubo menos de 500 mil nacimientos al año en Colombia.
El descenso no ocurre en el vacío. Entre 1960 y hoy, la tasa de fecundidad cayó de 6,8 a 1,1 hijos por mujer, un ajuste histórico acompañado por más indicadores: el 64 % de las mujeres entre 15 y 49 años usa métodos anticonceptivos y el 87 % de la demanda de planificación familiar está satisfecha. Además, la edad promedio para concebir el primer hijo pasó de 22,6 años en 2005 a 24,4 en 2024, lo cual refleja un retraso en la maternidad asociado al acceso a educación y empleo.
Karla lo dice sin rodeos: “He podido viajar a muchos lugares, cambiar de trabajo tranquilamente, tomar un tiempo sin salario… sin tener nadie que dependa de mí y priorizando mi economía personal”. Liliana, por su parte, enfrentó la presión social de no ser madre, pero eligió sostener su rumbo. “Hubo una presión fuerte familiar y social por el hecho de no tener hijos… pero yo siempre quise seguir preparándome”.
Andrés Álvarez, doctor en Economía por la Université París X Nanterre, explica otro aspecto: “Una de las cosas interesantes de la reducción de la fertilidad es la convergencia hacia el número de hijos deseados por las mujeres. Eso permite una mejor crianza”.
A este fenómeno los economistas lo llaman la “segunda transición demográfica”. Se trata de una caída en el número de hijos como consecuencia del aumento en la educación, los ingresos y la urbanización. Pero, ¿una población más reducida equivale realmente a mejores condiciones de vida?
La ventana demográfica
Álvarez explica la rapidez de los cambios: “Colombia, hasta 1960, era un país con una muy
alta fertilidad […]. Se dio un cambio de los 60 a los 80 hacia menores nacimientos por mujer y mayores tasas de sobrevivencia de los niños. De una manera más acelerada, casi, que en cualquier país de Occidente”.
Hoy Colombia atraviesa un bono demográfico. Existe una mayoría de población en edad de trabajar frente a niños y adultos mayores.
Hernando Zuleta, decano de Economía de la Universidad de los Andes, lo plantea con optimismo, aunque advierte condiciones: “En efecto, menos niños y más inversión por niño puede llevar a que sea la generación más educada de Colombia. Pero para lograrlo se requieren dos cosas: primero, invertir el gasto en educación de forma eficiente y, segundo, que las familias estén dispuestas a destinar más recursos a formar y educar a sus hijos”.
En su análisis, el reto consiste en redirigir los recursos liberados hacia un sistema educativo de mayor calidad. “Podemos invertir en una transformación gigantesca del sector educativo, capaz de mejorar todos los indicadores de educación”. Álvarez coincide: “Si somos más productivos, generaremos un monto de riqueza lo suficientemente grande para sostener a quienes dejarán de ser productivos en ese momento”.
El desafío es claro: invertir más en los niños, futuros adultos productivos, sin descuidar a la generación mayor en expansión. En 2024, por primera vez, los colombianos mayores de 65 años superaron el 10 % de los habitantes, y para 2050 se estima que una de cada cinco personas pertenecerá a este grupo.
Al mismo tiempo, aunque la cobertura en educación básica supera el 95 %, las pruebas de calidad siguen mostrando rezagos: en las pruebas PISA de 2022, Colombia ocupó los últimos lugares entre los países de la OCDE. El reto, entonces, no es solo cubrir más estudiantes, sino garantizar mejores
aprendizajes mientras se atiende el envejecimiento acelerado.
¿Prosperidad y paradoja?
Karla y Liliana maduraron en un país cambiante. En 1960, menos de una de cada diez mujeres llegaba a la educación superior; hoy, más de la mitad de las universitarias son mujeres. Asimismo, la tasa de participación femenina en el mercado laboral pasó de 47 % en 2001 a 54 % en 2024, aunque persiste una brecha salarial: las mujeres ganan en promedio un 6,3 % menos que los hombres en trabajos equivalentes. La otra cara de esta transformación está en la vida de los jóvenes: el 35 % de quienes tienen entre 20 y 29 años vive con sus padres, situación que retrasa la formación de nuevas familias y la decisión de tener hijos. Al mismo tiempo, la cobertura en educación inicial ha
mujeres por cada 100.000 nacidos vivos
murieron en las Américas en 2023 por causas relacionadas con la maternidad.
crecido y la inversión en primera infancia se triplicó en la última década, indicadores que muestran cómo menos hijos pueden recibir más apoyo del Estado.
En palabras de Zuleta, “tenemos un presupuesto relativamente abundante en educación, lo cual nos puede permitir aumentar la cobertura en formación preescolar, mejorar las condiciones de las escuelas públicas, tener políticas de becas…”.
En lugar de ser una alarma, cifras y relatos muestran el descenso en la natalidad como una transición. En educación, equidad de género y en un horizonte donde la prosperidad social no se mida solo en nacimientos, sino en calidad de vida. La misión, dicen los expertos, está en convertir esa oportunidad en resultados tangibles: aprendizajes de calidad, productividad y desarrollo.
fue la participación de las mujeres en el nivel de educación media, en Colombia, en 2023. de los estudiantes universitarios en el país son mujeres.
es la participación femenina en el mercado laboral colombiano.
nacimientos por cada 1.000 mujeres adolescentes puntos sobre es la cobertura de salud universal en Colombia, según indicadores internacionales.
es la tasa mundial de fecundidad en jóvenes de 15 a 19 años.
Centro de Estudios Económicos, Corficolombiana, Fondo de Población de las Naciones Unidas, Ministerio de Educación, Observatorio Colombiano de las Mujeres y Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD).
Fuentes: DANE,
Este espacio, llamado kaduko por los arhuacos, es un lugar sagrado de memoria y reflexión. Allí conversan la voz y el pensar de los mayores y se alimenta mediante las ideas y el trabajo espiritual.
Quedarse con el conocimiento es ir
desapareciendo
fotorreportaje de Daniel Álvarez
Punto de partida
inco y cuarenta de la mañana. La luz se insinúa en las montañas de la Sierra Nevada de Santa Marta. Me despierta el ruido de la ropa restregándose contra las piedras del río. Huele a leña quemada. La vida, aquí, ocurre con transparencia: es una forma distinta de habitar el mundo. Poco se oculta en el resguardo indígena Kankawarwa.
Las casas sin puertas revelan una vida abierta, como si no existieran secretos.
Gabriela Caroli estudia biología y antropología. Tiene 21 años. Al rato camino con ella entre los habitantes de Kankawarwa, en medio de brotes de cacao, de café, de maíz, de papa y en una atmósfera de respeto profundo por la naturaleza como fuente de vida. Al otro lado de estas montañas, a veces se nos olvida eso. Ella lleva casi dos años, entre Bogotá y la Sierra, en compañía de la comunidad iku y ha entendido que las relaciones no se imponen, se cultivan. Desde la experiencia.
“La confianza, aquí, parte de la inexistencia de jerarquías. Surge desde lo genuino, sobre la confianza y el reconocimiento mutuo, incluso desde el buen humor”, me explica mientras enfoco con la lente de mi cámara.
Gabriela aprende en este cruce de caminos, en este puente entre dos mundos, en apariencia, lejanos. Y me convierto en testigo mientras registraba un ‘intercambio de saberes’ o ‘interculturalidad’, palabra tan repetida cuando se habla de desarrollo. Escucho a los más jóvenes narrar sus historias, sus viajes a otros contextos urbanos donde estudian o trabajan; los oigo
La Ley de Origen sostiene el equilibrio entre elementos naturales de la madre tierra. El agua, en su viaje desde lo más alto de la Sierra hasta el mar, es reconocida como un hilo de pensamiento armónico y protección.
Punto de partida
En el kaduko también existe ese espacio para pensar con los visitantes. A la izquierda, arriba, Gabriela Caroli con miembros de la comunidad iku. A la derecha (mano en la cara), Angelika Rettberg.
sobre cómo preservar viva su lengua, sus rituales, sus costumbres…
“Resalto las palabras de un mamo. Nos decía: ‘Compartir el conocimiento, siempre, es pensar en un futuro; quedárselo es ir desapareciendo’”, me cuenta Seynabun Zapata, un joven iku apasionado por la fotografía.
En ese intercambio, varios jóvenes del resguardo están siendo certificados en multimedia, escritura, lenguas nativas, cartografía y otras áreas. “Para nosotros también es necesario mejorar la lengua materna, construir herramientas para las escuelas, pero hechos junto con las autoridades nuestras. Es lo más pertinente, construir
Mujer iku y el tejer como acto fortalecido de pensamiento. En cada hilo tejido se plasman ideas e inspiración como si se tratara de una libreta de notas. Es, también, un acto de transmisión de conocimiento y sostenimiento de la cultura arhuaca.
iniciativas en defensa de la cultura”, dice Luis Enrique Salcedo, gobernador del pueblo arhuaco Magdalena y Guajira y enlace entre los mamos y quienes venimos de occidente.
Aprendo yo, también. Contribuir al país es aportar a la preservación del medio ambiente, de lo ancestral y, como dicen ellos, promover los derechos humanos con igualdad, como todos nos lo merecemos. La diferencia no es una barrera, es una oportunidad de entendimiento. Me quedo con eso. Uno se va, aunque no del todo: a la Sierra me la llevo palpitando en el pecho. Retratar lo que para muchos no es sagrado es un verdadero reto.
El resguardo Kankawarwa, como sitio de reunión del Cabildo Arhuaco Magdalena — Guajira, hospedó entre montañas y río un encuentro de 24 comunidades iku.
Punto de partida 26
La mochila, con su tejido característico, es elaborada por mujeres de la comunidad y se entrega con cariño. Es parte del pensamiento arhuaco; portarla es símbolo de armonía, respeto y energía positiva.
El pensar arhuaco sostiene intrínsecamente la armonía con el territorio. La naturaleza está en la esencia del existir iku. Pensar, recordar y enseñar este pensamiento sostiene la vida.
Zajuna Semilla es un espacio de encuentro creado entre las comunidades iku de la Sierra Nevada de Santa Marta y la Universidad de los Andes. Busca una formación intercultural, se apoya en saberes ancestrales y conocimientos académicos occidentales. El objetivo es común: preservar la vida y mantener el equilibrio de los ecosistemas, además de evitar la pérdida acelerada de esos saberes y el sentido de pertenencia al territorio. Esta iniciativa contribuye a la gestión y protección de una zona de influencia de 24 comunidades que conforman el Cabildo Arhuaco Magdalena — Guajira. Zajuna significa semilla y este nombre fue otorgado por las autoridades tradicionales (mamus) y mayores del cabildo. Simboliza la importancia de sembrar y nutrir el conocimiento. “En este espacio se abordan, por ejemplo, preguntas sobre cómo mapear el territorio, sobre biología, diversidad cultural, biodiversidad o modelos legales”, dice Angelika Rettberg, decana de la Facultad de Ciencias Sociales de Los Andes.
el monte herido
La violencia también deja cicatrices en selva y ríos. En Colombia, la JEP registra 283 afectaciones ambientales desde la paz: bosques arrasados, aguas contaminadas y montes heridos que aún reclaman memoria.
por Mónica Ballesteros Angulo
Puerto Rico, Caquetá. La imagen del bosque, acorralado, muestra la línea del estrago en 2023. En ese lugar convergen las dinámicas de las violencias, los cultivos de uso ilícito y las heridas de la minería ilegal (página 30). Solo las hectáreas sembradas de coca, en todo el país, pasaron de 230 a 262 mil entre 2022 y 2024.
El territorio, como víctima, narra de otra forma la guerra: no solo desde la cifra y la denuncia jurídica, sino desde los sentidos. En los relatos indígenas, la selva no es un escenario pasivo, sino un ser vivo que siente, llora y guarda memoria. ¿Cómo aprender a escuchar el dolor del monte, sus silencios y sus cantos interrumpidos por las violencias?, se ha preguntado, hace un tiempo y hoy, Alejandro Castillejo, antropólogo y miembro de la Comisión de la Verdad.
A sus recorridos a través de territorios maltratados por el conflicto los han marcado pueblos indígenas, sabedores de asuntos de la tierra madre, y afros: “Nos han puesto a pensar más sobre el término naturaleza. La selva testifica, la selva llora, la selva quiere [...]. Entonces uno comienza con una intuición… ¿será que también la selva y los árboles sufren?”.
Durante décadas, el conflicto armado se ha narrado desde la muerte y las violaciones a los derechos humanos. En Colombia, el Registro Único reconoce 10.067.423 víctimas.
“En la Comisión, mucha gente decía: ‘El territorio está herido’. Los animales, el medio ambiente, la emocionalidad y el vínculo con la tierra hacen parte de eso”, recuerda Castillejo. Solo entre 1990 y 2016, aunque no puede asegurarse que toda la deforestación se relacione de manera directa o indirecta con el conflicto, Colombia perdió cerca de seis millones de hectáreas de bosque, en su mayoría en Caquetá, Guaviare y Meta. Tras el Acuerdo de Paz, esa destrucción se intensificó y en 2017 se talaron 219.552 hectáreas, cifra equivalente al 2,6 % de toda la deforestación mundial de ese año.
Los taitas del Amazonas, líderes espirituales de las comunidades andoke, murui-muina, nonuya y muinane, enseñan a percibir la violencia más allá de la destrucción física. “El problema —dice Castillejo— es nuestra incapacidad de escuchar. Ese pájaro con un canto distinto, ese viento cuyo susurro ya no es el mismo, son formas de testimonio. La violencia rompe las armonías y produce silencios demasiado profundos”.
Secuelas de minería ilegal, Puerto Rico (Caquetá).
Memoria
Conflicto y deforestación cambian ecosistemas. Entre 2001 y 2020, el Amazonas colombiano perdió 2,3 millones de hectáreas de bosque, siendo los cultivos de uso ilícito una de las principales causas. Se redujeron las aves y se alteraron los corredores biológicos de especies como el paujil, el mono capuchino o el tapir. Para los taitas, los cambios en la sonoridad del monte no son metáforas, son señal tangible de un territorio herido.
La memoria de la naturaleza, entonces, se reconoce en sonidos que se apagan, en olores distintos, en movimientos que desaparecen. En Buenaventura, por ejemplo, los manglares dejaron de ser túneles de hojas verdes para convertirse en árboles tristes, pues, según la Global Mangrove Watch, en Colombia se pierden en promedio 302 de hectáreas de manglar por año. Una degradación asociada a la guerra, la minería ilegal y la expansión urbana y vial.
68 %
de la deforestación nacional en la Amazonía ocurrió en Sabanas del Yarí (Caquetá), sur del Meta, Guaviare y Putumayo.
20.000 hectáreas de bosque se perdieron en 2024 en el Guaviare.
Disputas territoriales armadas, cultivos de uso ilícito, ganadería extensiva y quemas, las causas.
Entre esos años se deforestaron algo más de 1990 - 2016
6 millones
de hectáreas en zonas de conflicto armado como Guaviare, Caquetá y Meta.
son las hectáreas de bosque perdidas en el Putumayo de 2024 y marzo de 2025.
Coca y minería ilegal siguen siendo los motores principales de degradación ambiental en esta región.
21 % de la deforestación nacional ocurrió en Guaviare entre enero de 2018 y marzo de 2020.
“El manglar estaba acostumbrado a un movimiento particular con el viento y el agua. Cuando comenzaron a entrar los botes, la bahía se convirtió en fosa común. El exceso de cuerpos y de motores transformó su fisonomía. La gente decía: ya no hace el mismo susurro, el manglar se ha ido entristeciendo”, relata Alejandro Castillejo.
La guerra también deja marcas en los árboles, convertidos en testigos silenciosos. En una finca del Cesar, campesinos desplazados por los paramilitares regresaron tras el Acuerdo de Paz y pidieron a los mamos arhuacos un ritual de sanación. El objetivo era reconciliarse con la tierra, escenario del conflicto armado.
“Encontramos un árbol lleno de machetazos. Era usado para torturar gente. Me pregunté: ‘¿A ese árbol todavía le duelen esos machetazos?’ Pero, al mismo tiempo, descubrimos que estaba retoñando”, cuenta Castillejo.
Y asocia: “En Auschwitz, en medio de las piedras, vi una planta naciendo. Siempre creo que, incluso en las circunstancias más oscuras, la vida encuentra un camino. No sé si llamarle resiliencia; prefiero hablar de un ciclo vital que, si se permite, vuelve y renace”.
En Colombia, desde 1990, el conflicto armado suma 592.568 metros cuadrados contaminados con minas antipersona, solo en Cundinamarca. Suelos que tardarán décadas en volver a ser transitables. En Auschwitz han pasado 80 años.
Reparación
Para distintos pueblos indígenas, la reparación ambiental no consiste en plantar de manera mecánica. “No existe reparación del monte mientras no se repare la presencia de los seres invisibles y las armonías que fueron rotas”, afirma Castillejo, doctor en Antropología por The New School University. El reto, según expertos, está en la justicia transicional, diseñada para responder al daño humano, no para abarcar la dimensión espiritual de la naturaleza.
En los procesos judiciales se habla de árboles y ríos como “sujetos de derecho”, pero para los andoke, murui-muina, nonuya, muinane y arhuacos es insuficiente: la selva no necesita la validación de la ley para sentir, sufrir y guardar memoria.
En Putumayo y Guaviare, estas comunidades —entre otras—, insisten en los traumas del territorio. Minas enterradas, bombardeos y expansión de la frontera cocalera transforman sus vínculos con la tierra. La violencia, dicen, no fue solo de bala: dejó 334 mil hectáreas de suelos contaminados con glifosato, ríos cargados de mercurio por la minería ilegal en 323 municipios de Colombia, y montes arrasados —podrían tardar 20 años en recuperarse—.
No pasa solo en Colombia. Mientras la ONU advierte que el daño podría ser irreversible, en Gaza, más del 50 % del agua subterránea está contaminada y los olivares fueron borrados. Cuando la naturaleza es herida, se pierden árboles, ríos, suelos, especies; se fracturan la memoria y la posibilidad de futuro de pueblos.
166.000
hectáreas de bosque húmedo primario perdió Putumayo entre 2001 y 2022.
de la pérdida total de esa cobertura en el departamento. Esto equivale
fue el año en que un solo ataque de las FARC contaminó nueve humedales, tres estanques piscícolas y un nacedero que abastecía a comunidades indígenas nasa.
aumentaron los focos de incendio en Putumayo entre 2020 y 2022, muchos de ellos vinculados a prácticas ilegales.
Fuentes de cifras: Defensoría del Pueblo, Naturaleza de Colombia, JEP, Comisión de la Verdad, Ministerio de Ambiente, ONU, Infoamazonía, Foro Nacional Ambiental.
foto : Juancho Torres Agencia Anadolu, vía AFP
foto : Ali Jadallah Agencia Anadolu, via AFP
Hombre de la comunidad kamentsá o kamsá en Sibundoy, Putumayo. Además de los bosques, en retroceso, su cultura y su lengua también se pierden.
El caso de Gaza
15
podría tardar la limpieza de los 39 a 42 millones de toneladas de escombros en Gaza.
63% años millones
de la infraestructura de agua y saneamiento está dañada o destruida, lo que incluye plantas de aguas residuales.
1.200
toneladas diarias de basura y más de 500.000 de residuos sólidos se acumularon.
1,89
600 CO2
de toneladas de CO2 ha dejado como huella de carbono el conflicto.
millones de dólares podría costar retirar los desechos.
Qué pensar a la hora de votar en 2026. De nuevo, las elecciones parecen marcadas por las violencias, la polarización, las tareas pendientes en desarrollo, líderes ajenos a consensos… ¿Hay proyectos viables de país? Esta, una conversación pertinente.
Los días se cuentan hacia atrás. Falta poco para completar las rondas de elecciones de 2026. El 8 de marzo, Congreso; el 31 de mayo, la primera vuelta para elegir presidente de Colombia. Y el 21 de junio, segunda vuelta. La ruta a la Presidencia, desde 2025, la iniciaron algo más de 130 precandidatos. Un panorama político fragmentado, ausencia de liderazgos aglutinadores y una sombra de temor e incertidumbre.
El asesinato del senador Miguel Uribe Turbay, precandidato, golpeó al país. Las violencias siguen siendo determinantes en la vía electoral. Según cifras de la Misión de Observación Electoral —MOE—, en 2024 se registraron 492 hechos violentos contra líderes políticos, sociales y comunitarios —34,2 % más que en 2023—. Y la Fundación Paz y Reconciliación alertó sobre el crecimiento de eventos violentos relacionados con conflicto armado: 603 entre enero y mayo de 2025, 45 % más que en 2024.
La llamada ‘Paz Total’ del gobierno de Gustavo Petro ha enfrentado, en la práctica, obstáculos estructurales. Catatumbo, Bajo Cauca, Valle, entre otros, han visto recrudecer las violencias. El Instituto de Estudios para el Desarrollo y la Paz —Indepaz— señaló cómo, hasta agosto de 2025, se habían perpetrado 54 masacres, la mayoría en territorios donde los candidatos comenzaban a hacer campaña.
Marc Hofstetter, doctor en Economía por la universidad Johns Hopkins, llega a la cita con su café en la mano. Nathalie Méndez, doctora en Ciencia Política por la universidad Texas A&M, prefiere capuchino. Ambos, analistas profundos de la vida nacional, están aquí, en el bullicio del Centro de Bogotá, convocados por PUNTOS, para tocar esos hilos cruciales de cara a las decisiones de los colombianos en 2026. Liderazgos, polarización, consensos, proyectos viables, violencias, retos de país, desarrollo, lógicas electorales están sobre la mesa.
athalie Méndez (NM): La violencia nunca se fue. No se ha adaptado y, en cambio, han surgido o se han hundido diferentes estructuras, unas más formales y otras más informales. Ahora seguirá el uso instrumental de esa violencia con fines electorales, lo cual genera mucho miedo, como lo muestra el asesinato de Miguel Uribe. Y eso, sin duda, va a moldear el tipo de liderazgos emergentes, tanto entre los candidatos como entre otros dirigentes en distintos espacios.
Marc Hofstetter (MH): El proceso de paz de 2016 fue una oportunidad de reducir esas violencias. Durante un tiempo, efectivamente, en los números eso se vio, pero ha habido un resurgimiento muy marcado, particularmente en los últimos dos o tres años después de la pandemia.
— NM: Eso sigue siendo parte estructural de la sociedad y, ahora con fines electorales, la vamos a ver más explícita… o incluso en narrativas violentas, en la forma como se comunica la gente, en los patrones, en los mismos agresores.
— MH: En la cabeza de mucha gente no está solo la violencia política, sino la seguridad
En la cabeza de mucha gente no está solo la violencia política, sino la seguridad ciudadana en general.
Ahora, con fines electorales, la vamos a ver más explícita… o incluso en narrativas violentas.
ciudadana en general. Con el resurgimiento de la extorsión y del secuestro, ese va a ser un tema central en las elecciones. El candidato — sospecho— que logre aglutinar esos temores de la gente alrededor de algún tipo de solución será el que avance... quienes ofrezcan respuestas que la población perciba como ineficaces van a tener muy pocas probabilidades de llegar a la meta.
Agosto de
El malestar va más allá de nombres propios en contienda, pero termina inmerso en una lógica de polarización.
Una encuesta de Invamer mostró que los colombianos consideran que los mayores retos del país son:
32,8 %
Orden público e inseguridad
18 % 13,7 %
Desempleo Corrupción
arc Hofstetter (MH): Si quienes van a ganar en esa contienda terminan siendo los seguidores de Uribe o los de Petro, será casi imposible construir consensos. En parte porque la supervivencia política de esos dos extremos depende de tener un enemigo al frente... ahí los acuerdos no caben.
— Nathalie Méndez (NM): Estoy de acuerdo en que será muy difícil desmarcarse de lo que representan Uribe o Petro en términos de valores. Pero también soy optimista.
La supervivencia política de esos dos extremos depende de tener un enemigo al frente... ahí los acuerdos no caben.
A veces aparece esa idea de alguien que nos va a salvar, que promete resolver problemas estructurales en seis meses. Y creemos.
Liderazgo en Colombia
Un informe elaborado por la Universidad de la Sabana, la Universidad de los Andes y empresas privadas en 2024 reveló que y ause N cia de co N se N sos
57 % de los ciudadanos entiende el liderazgo como una responsabilidad compartida.
La mitad de los encuestados manifestó el anhelo de contar con líderes transformadores, capaces de impulsar cambios profundos en el país.
— MH: Petro, por ejemplo, tuvo una oportunidad de oro al comienzo de su gobierno: armó un gabinete con mucha gente de centro… y a los cuatro o cinco meses ya los había sacado a todos.
— NM: Falta un proyecto con visión a largo plazo. Al final, esos liderazgos tan reactivos le hacen mucho daño al país porque nos tapan los debates que realmente deberíamos estar dando… y eso que ya estamos a poco tiempo de las elecciones.
— MH: Los partidos políticos acá son cualquier cosa, cabe cualquiera y eso termina confundiendo mucho a la gente.
— NM: En sociedades que se están volviendo tan polarizadas, la gente termina buscando una figura que le dé ese sentido de ‘nosotros contra ellos’. Y claro, a veces aparece esa idea de alguien que nos va a salvar, que promete resolver problemas estructurales en seis meses. Y creemos.
— MH: Uno no tiene claro ‘voy a votar por estas ideas’. No. Basado en los partidos que existen en el país, no se sabe realmente por qué tipo de personas se está votando.
— NM: La verdad, veo muy difícil poder salir, por ahora, de esa figura mesiánica.
Punto de partida
y retos de país
Otra vez el miedo va a moldear los liderazgos.
M
arc Hofstetter (MH) Nos quedan apenas meses de este gobierno... No creo que en ese tiempo se vayan a abordar los grandes temas (economía global, transición energética, seguridad, entre otros).
— Nathalie Méndez (NM): Es muy triste que esos problemas, esos debates de país y de largo plazo estén más como telón de fondo y no sean el centro del debate… mi gran temor, además, es que los temas bandera del actual gobierno, tipo transición energética, también consensos para lograr la paz, se puedan estigmatizar.
— MH: Quien llegue enfrentará retos tremendos: un sistema de salud en crisis, un hueco fiscal gigantesco y un problema de seguridad enorme.
— NM: En la agenda ya se ve un candidato muy radical que, para desmarcarse totalmente del gobierno actual, más bien tomó la posición contraria. Y claro, la gente empieza a copiar. Si ese llega a ser el camino del país, sería una pérdida enorme en materia de política pública. El diagnóstico no es solo local. En su más reciente informe sobre Colombia (2025), la OCDE advirtió que el déficit fiscal, cercano al 5 % del PIB, pone en riesgo la sostenibilidad de los programas sociales y de inversión. Al mismo tiempo, el sistema de salud atraviesa una crisis marcada por deudas de las EPS que superan los 2,4 billones de pesos. Y en transición energética, el país retrocedió tres posiciones en el índice del Foro Económico Mundial, lo cual
Nathalie Méndez
refleja un rezago frente a otras economías de la región.
— MH: No descarto terminar en una primera vuelta como en Perú, con 25 candidatos. Ahí el resultado es totalmente incierto. Puede pasar a segunda vuelta alguien con el 10 o 12 % de los votos… y puede ser cualquiera. Como ya les pasó a los peruanos.
— NM: En los próximos meses, en mi opinión, habrá más incertidumbre. Y otra vez el miedo va a moldear los liderazgos. Si no se baja el tono desde la narrativa, si no se empiezan a concebir proyectos de largo plazo y liderazgos colectivos y efectivos que piensen en el país —no solo en una bandera o en una bancada—, será muy difícil.
— MH: Ni siquiera desde la izquierda —uno pensaría que está más organizada—, parecieran llegar realmente unidos. Pueden hacer una consulta, pero luego seguro se van a colar otros diciendo ‘yo también soy candidato de ese combo’.
— NM: Ese factor de ‘voten por mí porque así no votan por el otro’ será clave para ir decantando a los precandidatos.
— MH: Por eso no me sorprendería una primera vuelta con muchísimos candidatos y una segunda de dos con muy poquitos votos. Mi esperanza, pero esto es mi gusto particular y claramente mucha gente no la compartirá, es que surja un liderazgo de centro donde uno logre tener pedacitos de los dos lados y ahí se pueda armar un consenso. Los problemas son muy serios y sin consensos y sin, digamos, una articulación política en el Congreso, los problemas no se van a solucionar.
— NM: Estoy de acuerdo.
Quien llegue enfrentará retos tremendos: un sistema de salud en crisis, un hueco fiscal gigantesco y un problema de seguridad enorme. Falta un proyecto con visión a largo plazo. Al final, esos liderazgos tan reactivos le hacen mucho daño al país.
Mi esperanza, y claramente mucha gente no la compartirá, es que surja un liderazgo de centro.
Marc Hofstetter
Sataniza y reinarás
DURANTE 365 DÍAS SE ANALIZARON 15.740 TRINOS realizados en la red social X por los siete precandidatos más sonados en encuestas y casas de apuestas (durante el segundo semestre de 2025).
El 100 % se totaliza sobre el número de trinos con menciones directas de cada apartado.
Alcance en redes sociales de los precandidatos según las menciones directas de las menciones directas de Vicky Dávila, en este apartado, se refieren a Gustavo Petro.
QUIÉN HABLAN ?
% de trinos realizados por cada precandidato hablando de otros
Con el apoyo de Brandwatch —herramienta de social listening— se estimó el alcance y se seleccionaron dos tipos de menciones directas: primero, al presidente Gustavo Petro y al expresidente Álvaro Uribe (vistos como líderes naturales de la izquierda y la derecha), así como a sus tendencias políticas. Segundo, a los otros precandidatos del análisis.
Vicky Dávila presenta el mayor alcance, con más del doble que Gustavo Bolívar
1.336 656 VS. MILLONES MILLONES
No todos se refieren a sus rivales. Gustavo Bolívar solo se refirió a Iván Cepeda, por ejemplo.
Vicky Dávila
Gustavo Bolívar
Gustavo Petro
MENCIONES: número de veces que una cuenta, persona o tema es nombrado o etiquetado en publicaciones.
ALCANCE: número potencial de cuentas o personas que pudieron haber visto una mención (una persona puede haberlo hecho con varios o muchos trinos durante el año).
39,4 %
DE LOS TRINOS TUVO los dos tipos de menciones directas. Son los que se analizan en la gráfica. Los datos se toman de octubre de 2024 a octubre de 2025.
directas hablando de otros precandidatos, de Petro o de Uribe
Álvaro Uribe
Izquierda Derecha
Punto de partida
por Mauricio Laguna Cardozo
Odio, polarización, redes, medios, campañas: parecen palabras hermanas. Siamesas. Primas, al menos. Pero, ¿y si los colombianos no estamos tan polarizados y no nos odiamos tanto como dicen? ¿Nos estamos peleando con la tía por una estrategia de ‘marketing’ político?
eriodista: ¿Por qué tergiversaron mensajes para hacer campaña?
Juan Carlos Vélez: Fue lo mismo que hicieron en la campaña del SÍ.
Eso respondió el gerente de la campaña del NO en el plebiscito sobre el proceso de paz con las FARC, durante una entrevista con La República, tras su triunfo en 2016. La estrategia fue crear indignación y “emberracar a la gente”.
La táctica no nació en esa campaña ni en Colombia. Ni terminó ahí. Provocar emociones y opinión viene desde la antigua Grecia, cuando las obras teatrales incluían medias verdades y recursos emocionales para moldear el pensamiento colectivo. Aunque en épocas electorales como la de este 2026 los debates retoñan, el análisis es poco —profundizar es mala estrategia— y se apela a exaltar sentimientos y establecer enemigos. Para los enemigos no hay palabras de cariño.
Mauricio Velásquez, doctor en ciencias políticas, recuerda la frase “el medio es el mensaje”, del teórico de la comunicación Marshall McLuhan, para explicar cómo cada canal transforma el contenido. Es diferente lo que dice un político en una plaza pública, en televisión o
¿DE QUÉ HABLAN ?
Las cinco palabras más mencionadas por cada precandidato
CANDIDATOS PALABRAS EN COMÚN
137 MENCIONES
2.300 MENCIONES
6.016 MENCIONES PALABRAS INDIVIDUALES
en redes sociales. Los asesores y creadores de contenido para redes —esos campos de batalla— recomiendan mensajes simples, certeros, que atrapen en tres segundos. “Y despierten las dos emociones más importantes en política: el miedo o la rabia”, anota Velásquez.
La polarización seduce. Como en una película, cuanto más peligroso el villano, más atractiva la historia y dulce la victoria. El debate político no es distinto. Los espectadores animan al ‘héroe’ ante el monstruo. Se vuelven seguidores, soldados, y quieren ganar a como dé lugar.
El triunfo consiste en degradar, desenmascarar, humillar y ganar elecciones. Luego, se espera del líder “que sea consistente en el odio contra los demás”, concluye Velásquez.
LAS 5 PALABRAS MÁS USADAS EN LAS CONVERSACIONES
Gobierno
Mauricio
Cárdenas
Patria
Mauricio
Cárdenas
Colombianos
Valientes
Vicky Dávila
País
Presidente
Espriella
Abelardo de la Espriella
Petro
Una guerra civil digital
A pesar del ruido y los insultos, para el politólogo Juan Carlos Rodríguez Rada, de la Universidad de los Andes, Colombia no vive una polarización real. Durante el plebiscito por el acuerdo de paz de 2016 hubo dos bandos claros; en las elecciones de 2018 también. Pero, según su análisis basado en el Barómetro de las Américas–LAPOP y grupos focales en tres regiones del país, publicado en La era del hartazgo, no hay polarización en los temas centrales de la agenda pública: el grueso de las prácticas y creencias políticas —que incluso son cambiantes o tienen matices—, el modelo económico y de desarrollo o una buena parte de los valores culturales y morales. Lo que hay es un cansancio generalizado
Colombia Uribe
Gente
Paz
Claudia López
Bogotá
Expresidente
Gustavo
Bolívar
Sergio Fajardo
Antioquía
Gobernar
Corrupción
Iván
Cepeda
Senador
Cepeda
Iván
hacia las élites políticas y económicas. Rodríguez recuerda otro momento de verdadera polarización, el conflicto entre liberales y conservadores, cuando desde los púlpitos se alentaba el odio. “Tenemos la tendencia a pensar que estamos en el peor momento de la historia, del peor país del mundo, y eso hay que relativizarlo, mirar hacia el pasado y hacia otros países”. Para Mauricio Velásquez, más allá de la polarización, sorprende que llegar a acuerdos se perciba como traición. En la lógica de satanizar al otro, pactar es rendirse. “El valor más importante de la polarización es la coherencia, en el tiempo, con el odio a la contraparte”. Si el gobernante pacta, muere políticamente. Y las redes se encargan de recordárselo.
No atacar al otro se ve como debilidad. En la recta final de una campaña, no haber elegido un enemigo —no simplemente un contrincante con ideas distintas— diluye al candidato.
“La democracia es una fábrica de salchichas y nadie quiere ver cómo las hacen. Pero cuando funciona bien la democracia es porque sectores de distintas orillas políticas se acercan y logran hacer acuerdos”, anota Velásquez. No ve un trato como una transformación de la persona; es un momento de creatividad e inteligencia moral en favor del país.
Un acuerdo no es traición
¿Qué pasa entonces con el debate en la sociedad? La politóloga belga Chantal Mouffe no ve el conflicto como un mal a erradicar, sino como parte de la vida política. Distingue entre antagonismo —donde las partes son excluyentes— y agonismo —donde se reconoce al adversario, no como enemigo a destruir, sino como alguien a superar con respeto mutuo.
El respeto es indispensable en los políticos electos. No se puede probar que los discursos agresivos incidan directamente en el asesinato de líderes sociales —y esos señalamientos suelen usarse como arma política—. Pero sí pueden legitimar la acción de los grupos delincuenciales que cometieron el crimen. En tiempos de debates y redes enardecidas veremos mensajes grandilocuentes, agresivos, sarcásticos. Estrategia pura. Rodríguez recomienda “fijarse más en el contenido y no tanto en la forma”. Sabe que no es fácil hacer esa destilación, porque los ataques han comprobado ser efectivos, pero un análisis más profundo podría enfriar la cabeza.
La munición: las palabras
¿Qué palabra se le viene a la cabeza cuando escucha “inmigrante”?
Ricardo Nausa, profesor de lingüística aplicada, explica que un inmigrante es quien deja su país para establecerse en otro. El término no es negativo, pero las palabras que lo rodean sí pueden serlo. Suelen aparecer juntas en los discursos y contenidos que consumimos.
Los lingüistas lo llaman coocurrencia: el análisis de palabras frecuentemente juntas y que el público empieza a asociar. Es común, en un texto, la palabra amor en cercanías de la palabra corazón. En un informe noticioso es todavía más común si “refugiado” comparte espacio con “crisis”. Estas asociaciones y la repetición forman conceptos y emociones. En versiones menos sutiles se crean sustantivos. En Colombia, Petrochavista o Uribestia nombran algo para marcar su existencia como realidad. Un nombre no tiene matices. Es. No se debate.
El
arma: frases, discursos y arengas
Nausa distingue dos tipos de ataques: los directos —groserías, metáforas ofensivas— y los mitigados. Estos últimos parecen opiniones o descripciones, pero desacreditan. Cuando se opina sobre los migrantes ‘a quienes se les quiere ayudar, pero no se dejan’ es un ataque velado. En un debate, “un candidato puede estar dando opiniones acerca de un plan de gobierno, pero fácilmente esa opinión se vuelve un comentario sobre la persona y sobre su capacidad o sus intenciones”.
Otra forma de atacar es redefinir palabras. El término woke, por ejemplo, era usado por la comunidad afroamericana en EE. UU. para estar alerta ante injusticias. En la última campaña presidencial, el Partido Republicano lo convirtió en algo negativo, asociado a la imposición de ideas progresistas. Teniendo munición y armas, solo falta el ataque.
INVESTIGACIÓN / CIENCIA / TECNOLOGÍA
Un águila cuaresmera se posa sobre una reja en los cerros orientales de Bogotá. Observa la ciudad desde lo alto. Entre el ruido y el concreto, su descanso revela que la vida silvestre resiste incluso en medio del cemento. En la guía Bogotá Silvestre (disponible online en el Observatorio Ambiental de la Alcaldía del Distrito) se identificaron 163 especies de fauna. Habitan entre parques, tejados y avenidas. Aves, mamíferos y reptiles comparten territorio con una población conurbana que bordea los diez millones de personas.
FOTO: DANIEL ÁLVAREZ
Asunto peludo
por Johanna Ortiz Rocha
fotos : daniel álvarez
Dos chihuahuas ayudan a sanar un duelo, una pareja elige perras en lugar de hijos… Colombia tiene cada vez más familias multiespecie, pero, ¿se borran fronteras entre lo animal y lo humano?
Vínculos
Suena el timbre, la casa entera despierta y la vida brinca y ladra. Bellota y Pistacho corren, su energía los desborda. Bellota suele adelantarse en la carrera hacia la entrada, con sus patas diminutas y su pelo largo agitándose. Detrás, inseparable, Pistacho. Con 15 centímetros de altura y menos de tres kilos, estos chihuahuas —una de las razas más pequeñas— son guardias atentos, anfitriones entusiastas y compañeros de juego incansables. Son alegría, compañía y… parte esencial de la familia de Omaira Torres. Llegaron en un momento de grandes cambios: los hijos mayores se fueron a estudiar a otro país y, poco después, Omaira, de 48 años, debió enfrentar la dolorosa pérdida de su hermana Bibiana.
“Son una compañía inmensa, un amor recíproco. Uno llega cansado, con estrés, y al jugar o consentirlos todo cambia. Es impresionante… para mí son como una terapia”.
Bellota fue la primera en llegar, gracias a un anuncio en redes sociales. “Lo supe de inmediato: debía ser parte de mi vida”. Fue con su esposo a verla y no hubo duda. “Era todavía más linda que en la foto”, recuerda sonriendo. Ocho meses después, en la idea de un compañero cuando todos salen de casa, llegó Pistacho.
La rutina del hogar empezó a parecerse a la de criar niños pequeños. Les habían advertido que los chihuahuas son frágiles: sienten frío con facilidad, se lastiman con rapidez y no pueden pasar más de ocho horas sin comer. Cuidarlos exige paciencia, atención constante y detalles diarios: comida caliente, abrigo en días fríos y vigilancia constante.
Cada mañana calienta la comida en la estufa y limpia el tapete de entrenamiento. La casa a veces gira en torno a ellos: las camitas se lavan cada ocho días, los juguetes se rotan para evitar el aburrimiento y, cuando hace falta, viene la visita al veterinario.
Con Omaira también van al parque y les encanta acompañarla, metidos en su bolso. Apenas lo ven, predicen la salida; se agitan, celebran. Incluso tienen una silla especial en el carro, diseñada para perros de su tamaño ante los riesgos de una frenada.
Calcula, mensuales, unos trescientos mil pesos entre gastos de comida natural, tapetes de entrenamiento, objetos y accesorios. “Cuando veo juguetes, me antojo”, dice entre risas. Y eso sin contar el veterinario, gastos que asume como lo haría con cualquier otro miembro de su familia. “No permitiría verlos sufrir”. Con ellos transita la vida con calma, fortaleza y amor.
67% DE LOS HOGARES
COLOMBIANOS TIENE MASCOTAS
65%
43,7%
TIENE PERRO TIENE GATO
¿Perrijos?
En el apartamento amplio y luminoso, pensado para ellos y para sus dos perras, Daniela y Andrés construyen su concepto de familia. Decidieron no tener hijos, al menos no humanos. “Mis papás ya hicieron las paces con esto; sus nietas, dicen, son las perras”, cuenta Daniela riéndose. Nala, criolla, y Hela, alaska malamute, son el centro de su cotidianidad. Y la decisión de no ser padres no fue impulsiva. Lo habían hablado desde el comienzo de su relación. Andrés nunca se sintió atraído por la idea de tener hijos y Daniela, tras sufrir una grave enfermedad y convivir con familiares que enfrentaron retos de salud en la crianza, no quiere vivir esa angustia constante. La rutina con ellas comienza mientras Daniela se
Punto de quiebre
alista para el trabajo; Andrés baja a las perras, las alimenta y organiza la casa. Por la tarde, ambos caminan hasta el gimnasio con una de ellas —Nala tiene inconvenientes de movilidad por su edad—, hacen escala para dejarla donde los padres de Daniela —su red de apoyo, vital— y luego regresan. “Son como hijos, uno organiza el día alrededor de ellas”, admite Andrés.
El gasto mensual ronda los 700 mil pesos entre comida, vacunas, baños y veterinario. “Hay meses, fácilmente, de un millón; sobre todo por los problemas de piel de Nala, que además está cieguita”, explica Daniela. Ninguno lo ve como un gasto innecesario. “Podríamos viajar o ahorrar más, pero preferimos invertir en ellas. Son parte de nuestra familia”.
“¿Y cuándo piensan tener hijos?”, preguntan —aún— familiares y otros allegados sin entender cómo pueden asumir a los perros como hijos. Su proyecto de vida está en ese hogar compartido con sus ‘perrijos’. “Si alguien me preguntara cómo está compuesta mi familia, yo diría: mi pareja y mis dos perras. Para mí es tan sencillo como eso”, afirma Daniela.
Hace unos meses vivieron el dolor de perder a Apolo, el golden retriever con quien Daniela compartió su vida cuando vivía con sus padres. La acompañó entre la juventud y la adultez.
En 2024 le diagnosticaron tres tipos de cáncer: carcinoma en la nariz, melanoma en el ojo y un cáncer de bazo avanzado. Cuando la oncóloga recomendó la eutanasia, Daniela sintió su mundo caer. “Yo siempre dije que no dejaría sufrir a mis perros, pero una cosa es decirlo y otra es vivirlo”, confiesa. Una noche lo llevaron a casa de sus padres y toda la familia pudo despedirse. El veterinario lo durmió en compañía de la familia.
“Algunos nos dicen ‘era solo un perro’. No entienden. Hay canciones que todavía no puedo escuchar. Me recuerdan ese día”.
87%
91% DE LOS HOMBRES DE LAS MUJERES
considera a sus mascotas como
6,1 billones de pesos
SUMARÁ el gasto en mascotas en 2026.
INVIRTIERON los colombianos, en los últimos cinco años, en productos y servicios para mascotas.
Cifras para Colombia. Fuentes: DANE, Encuesta Multipropósito 2021 — Estudio Provokers en Bogotá, Cali, Medellín y Barranquilla — People Media, Insights Mascotas 2024 y Euromonitor.
billones de pesos
Futuros
La relación con las mascotas refleja una transformación cultural.
Hasta hace unas décadas eran vistas como una propiedad, “casi como un objeto”, señala Camilo Ordóñez, científico del comportamiento. Hoy se reconocen como seres sintientes —capaces de experimentar dolor, placer o felicidad— y deben ser protegidas.
En ese estatus, comunidades pet friendly y familias multiespecie configuran nichos urbanos donde el cuidado animal juega un papel. Hay seguros para mascotas, afiliaciones veterinarias con citas periódicas, vacunas y emergencias cubiertas, así como cementerios y servicios funerarios. En las leyes, el Congreso colombiano sancionó la Ley Ángel (Ley 2455 de 2025), que refuerza la lucha contra la crueldad animal. Y se discute un proyecto para dar licencia remunerada por muerte de mascotas.
El trasfondo de este fenómeno va más allá. Según Ordóñez, doctor en Psicología, hablar de ‘perrijos’ o ‘gatijos’ es también una respuesta de nuevas generaciones a antiguas demandas sociales, donde se imponían la maternidad y la paternidad como condiciones para formar familia. Este cambio —explica— se conecta con las dinámicas de sociedades cuyas exigencias académicas y laborales chocan con la posibilidad de ejercer una maternidad o paternidad. Los animales aparecen como una alternativa afectiva y relacional.
Además, la ciencia demuestra que perros, gatos y otros animales no solo ofrecen compañía: ayudan a reducir estrés, ansiedad y depresión,
fomentan empatía y, en muchos casos, suplen pérdidas de vínculos humanos profundos.
Pero, ¿suplir equivale a sustituir? ¿Se pueden reemplazar relaciones humanas? Los animales son, advierte Ordóñez, un elemento esencial del ecosistema afectivo, pero no pueden sustituir relaciones humanas. “Necesitamos interacciones sociales e intelectuales que solo son posibles con otros humanos”.
El reto es doble: cuidar el vínculo con las mascotas y recuperar lazos profundos entre personas. Este giro cultural también plantea otros dilemas. Uno, evidente, la antropomorfización; es decir, atribuir a los animales características humanas. “El límite está en no olvidar que un perro es un perro y un gato es un gato. Cuando les atribuimos expectativas que no corresponden a su especie, empezamos a traspasar una línea peligrosa que se convierte en maltrato”, señala el experto.
Las fiestas de cumpleaños caninas con gorros y decoraciones entretienen a los dueños, pero incomodan a las mascotas. Las dietas veganas contradicen su biología. La clave, insiste Ordóñez, está en respetar su naturaleza, comprender su comportamiento y atender sus necesidades reales. Hay, también, un desafío institucional: “Con más familias multiespecie se necesitan regulaciones, políticas públicas e infraestructura para esa nueva realidad”. Solo así estas nuevas familias podrán sostenerse de manera equilibrada, garantizando bienestar.
Abeja azul de la calamintha
—Osmia calaminthae—
Endémica de Florida (EE.UU.)
Polinizador en peligro.
Reconocible por su brillo metálico.
El amarillo en la parte inferior de su abdomen evidencia polen, seguramente de dos tipos de menta cada vez más escasas y con las cuales sobrevive.
¡TITANES!
La pérdida de hábitat y de alimento ha reducido su población en casi un 90 %.
fotos Levon Biss
l zumbido irrita, el enjambre aterra. Las patas de la araña impresionan. Puede pasar. Sus formas cautivan, sus hábitos intrigan. También pasa. Y mucho. Desde lo más minúsculo de sus cuerpos, de manera esencial, insectos y arácnidos sostienen la vida. Todos los días. Con su lente macro, el fotógrafo británico Levon Biss revela la belleza oculta y deslumbrante de múltiples especies con una alerta: varias están en peligro de desaparecer o ya no existen. Con sus análisis e investigaciones, además, expertos tienden puentes entre nuestra perplejidad y nuestros miedos profundos y develan la relevancia de estos colosos de la naturaleza.
E
¡TITANES!
Punto de quiebre 56
Es el insecto oficial del estado de Nueva York.
Desde la década de 1980, su población cayó drásticamente.
CATARINA
de nueve puntos —Coccinella novemnotata—
Aliada indispensable de agricultores en Estados Unidos y Canadá para controlar plagas.
Investigadores de la Universidad de Cornell comenzaron a criarla en laboratorio y a liberarla en Nueva York y otras regiones del noreste de Estados Unidos.
Puede medir hasta 18 centímetros.
ESCARABAJO
de cuernos largos, dientes de sable —Macrodontia cervicornis—
Destello metálico.
Habita en las selvas amazónicas de Brasil, Perú y Ecuador.
La deforestación y la caza de coleccionistas lo ponen en riesgo.
Sus élitros —alas endurecidas que protegen a las que realmente usan para volar— imitan la corteza de los árboles y lo camuflan en el bosque.
Punto de quiebre 58
CIGARRA
faraón —Magicicada septendecim—
Millones emergen a la vez para convertirse en adultos y reproducirse, un espectáculo natural marcado por su canto ensordecedor. Norte de EE.UU.
El desarrollo urbano destruye las ninfas.
Célebre por su ciclo único
3.877 especies de mariposas
hacen de Colombia el país con más variedad en el mundo.
17
AÑOS
COMO NINFA
BAJO TIERRA
alimentándose de raíces.
Entre biología y mente
La belleza oculta de insectos y arácnidos contrasta con la aracnofobia (fobia a las arañas), la blatofobia (a las cucarachas), la apifobia (a las abejas o avispas) o la entomofobia (insectos en general). Según Amanda Muñoz-Martínez, doctora en Psicología Clínica por la Universidad de Nevada, Reno, el miedo se convierte en fobia cuando incapacita y limita la vida diaria. Tiene raíces evolutivas —huir de animales venenosos aumentó la supervivencia humana—, pero también se adquiere en la infancia o por experiencias traumáticas. Una fobia puede provocar ataques de pánico con síntomas como taquicardia, parálisis o falta de aire. Sin embargo, cuentan con tratamientos. Entre ellos, la terapia de exposición, incluso mediante realidad virtual, permite enfrentar de manera gradual la génesis del temor hasta recuperar el control. La mayoría de arañas no representa peligro. En Colombia existen 914 especies registradas y solo tres géneros son realmente peligrosos. Todas cumplen un papel crucial: cazan insectos y pequeños vertebrados y mantienen el equilibrio de los ecosistemas. Su seda, un material extraordinariamente resistente, ha inspirado innovaciones tecnológicas como el desarrollo de fibras para chalecos antibalas.
Punto de quiebre
Arizona, Texas y México.
Depende de los monzones. Si la lluvia falta por el cambio climático, su ciclo vital se pone en riesgo.
POLILLA
raspa de seda
—Sphingicampa raspa—
De tonos marrones y naranjas, alas robustas y aterciopeladas.
Guarda un secreto bajo el suelo. Completa su metamorfosis en cámaras subterráneas hechas con seda y tierra.
Levon Biss
utiliza macrofotografía y combina entre 8 mil y 10 mil imágenes de cada insecto. Cada parte del cuerpo se ilumina y se captura por separado, lo que permite registrar texturas y detalles invisibles al ojo humano. Lo diminuto como obra de arte y ciencia. Insectos en peligro, su proyecto, documenta 40 especímenes del Museo de Historia Natural de la Universidad de Oxford gravemente amenazados o extintos.
Islas del Atlántico.
Su población se ha reducido, el turismo y el desarrollo urbano disminuyen su hábitat.
MARIPOSA
azufre del archipiélago de Madeira —Gonepteryx maderensis—
Su intenso color recuerda al del azufre.
Enfrenta graves riesgos: una planta invasora amenaza al único árbol del que dependen sus orugas para sobrevivir.
Habita en lo alto de los árboles.
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Conocido como ‘ratón volador’ o abejorro gigante.
ABEJORRO
chileno
—Bombus dahlbomii—
Su pelaje anaranjado lo ha convertido en ícono de los bosques templados de Chile y Argentina.
Nativo del sur de América.
Su población cae de forma alarmante desde que los agricultores introdujeron abejorros europeos para polinizar cultivos.
Es uno de los más grandes del mundo. Una reina puede alcanzar los 40 milímetros de largo y, un macho, los 30.
ESPECIES DE ABEJAS
existen en el mundo, polinizadores clave para la biodiversidad y la producción de alimentos.
especies de abejas están registradas en Colombia
Podrían ser 1.445 por el subregistro existente.
FLORES por minuto visita un abejorro en su búsqueda de polen y néctar.
VUELOS
al día realiza una abeja, posándose en unas 40 mil flores.
Fuentes de datos: Sistema de Información sobre Biodiversidad. Instituto Alexander von Humboldt, 2023. Cuadernos de Periodismo /Centro de Estudios en Periodismo (CEPER)/ Universidad de los Andes. National Geographic Magazine 20.000
Sin ellos, ¿comemos?
La disminución de insectos polinizadores, entre ellos las abejas, es una preocupación creciente para la biodiversidad y la seguridad alimentaria. La fragmentación de hábitats, el uso intensivo de pesticidas y el cambio climático afectan a numerosas especies, aunque la magnitud de este fenómeno varía según la región y el grupo de insectos. Si bien no todos los cultivos dependen de polinizadores, una parte importante de frutas, hortalizas y frutos secos sí requiere de ellos para mantener buenos rendimientos y calidad. Como explica Carlos Guarnizo, doctor en ecología, evolución y comportamiento animal por la Universidad de Texas—Austin, los polinizadores cumplen un papel esencial en la reproducción de muchas plantas, contribuyendo a la diversidad genética y a la estabilidad de los ecosistemas. Además, facilitan la regeneración de numerosos ambientes naturales, incluidos bosques tropicales, donde ciertas especies arbóreas dependen de interacciones específicas con insectos o aves para reproducirse
Este ejército diminuto sostiene la vida.
Pasos de animal grande
por Santiago García Arévalo
El rastro de un animal enorme, un iguanodonte del cual no se tenía evidencia alguna en Colombia ni en Suramérica, transforma la existencia de un verde pueblo de Boyacá. Abre un episodio en la ciencia.
Fue un suelo blando cerca de un mar poco profundo. Hoy es roca vertical en el pozo La Calavera, en Boyacá, a unos 20 minutos del pueblo de Santa María. Ahí están las pisadas del iguanodonte. Son seis, cuatro de un solo animal. Miden hasta 42 centímetros de largo.
fotos : daniel álvarez
Punto de quiebre
oner un pie en Santa María, un municipio boyacense de cerca de 3.800 habitantes, es entrar en un valle escondido entre montañas donde el verde de la cordillera Oriental parece abrazarlo todo. El paisaje resulta sereno. Como las calles del pueblo. Pero desde hace unos años, desde antes de pandemia, las pisadas de un animal gigante están en boca de todo el mundo, en la panadería, en la tienda de la esquina y en la cancha de fútbol. Sus huellas, en este lugar de clima cálido y húmedo, a 850 metros de altitud, han sido capaces de reescribir la historia y hasta de darle una nueva forma a la identidad de la región. Por carretera, el viaje, de unos 150 kilómetros, toma cuatro horas desde Bogotá. Antes, en la primera mitad del siglo XX, esta tierra en el Valle de Tenza era la Hacienda Argentina. Hoy viven aquí, mal contadas, 2.400 especies de flora y fauna, 91 de ellas endémicas. Pero mucho antes, hace 133 millones de años, andaban por acá, devorando plantas, iguanodontes de dos toneladas y media o tres y de ocho metros de largo. Nadie, sin embargo, lo sabía, hasta que un grupo de paleontólogos empezó a sospecharlo en 2017 y hoy es un hecho documentado. Nadie había visto, además, huellas ni evidencia alguna de la existencia de este tipo de dinosaurios fuera de Europa. Ni había precedentes de una especie tan grande en Colombia. ¿Huellas? Sí. Lo que hay en Santa María son unas pisadas —Iguanodontipus o marcas de iguanodón—. Están en un pozo llamado Calavera, en uno de los muchos hilos de agua que suenan en cada tramo por este valle. Cuando las vio por primera vez, en ese 2017, Alejandro Corrales era un estudiante de biología y geociencias. Las marcas, en la roca del pozo, parecían hojas fosilizadas, pero su simetría y su profundidad lo intrigaron. Las analizó con
su profesor, el paleontólogo Leslie Noé, fueron concluyendo estar frente al rastro de un iguanodóntido y en 2020 documentaron su hallazgo —con su equipo de investigadores de la Universidad de los Andes y expertos internacionales— en la obra The Geology of Colombia, editada por el Servicio Geológico Colombiano.
En Santa María, sobre el piedemonte llanero, ahora se lucen —y se venden— camisetas con iguanodontes erguidos sobre sus dos patas, con sombrero de aventuras y binoculares en sus manos. También miniaturas, réplicas de las huellas, pocillos o recordatorios y una figura de fibra de vidrio de tamaño natural, de un amarillo encendido —diseño de Alejandro Ospina García—, bordea la esquina del parque principal. Al naciente ecoturismo se suman las excursiones al pozo de La Calavera y a su historia fascinante sobre los dinosaurios.
“Aquí se siente el iguanodón”, afirma segura
Diana Catherine Acosta, del grupo Guianza Turística. El alcalde, Rubén Darío González, cree con firmeza en las nuevas dinámicas económicas y culturales generadas por los visitantes.
Las huellas son seis. De hasta 42 centímetros de largo por 30 de ancho. Se preservan en el río Batá, una formación compuesta de rocas sedimentarias y areniscas y cuatro de ellas forman un rastro completo de un solo animal. No es un detalle menor. Su estudio permite saber que se trataba de un ornitópodo subadulto caminando con sus dos toneladas y media a unos cinco kilómetros por hora sobre suelos fangosos —hoy roca vertical— en el Cretácico Temprano. Por esos días, Suramérica y África empezaban a separarse en Gondwana, una de las dos grandes masas continentales de la Tierra en ese momento y, según las hipótesis, habría llegado a la actual Colombia migrando desde Laurasia (donde estaba Europa)
Sus dientes eran parecidos a los de una iguana, aunque mucho más grandes. A eso debe su nombre.
Tenía el pulgar en forma de espina, posiblemente para defenderse o romper plantas duras.
Sus manos contaban con dedos flexibles Le permitían sujetar ramas y hojas.
Punto por punto
Megalosaurio Iguanodón
Podía caminar en dos o cuatro patas, según la
8 - 10 m
Fue el segundo dinosaurio descrito científicamente en el mundo (después del Megalosaurus) y uno de los que dio origen al concepto de ‘dinosaurio’.
por rutas costeras a través del norte de África (Gondwana hace 133 millones de años).
Los suelos boyacenses de hoy eran la costa de un mar poco profundo.
Esa imagen vívida del dinosaurio en su andar es punto de partida pedagógico para las ciencias, el patrimonio y la identidad de Santa María. Carlos Guarnizo, doctor en Biología por la Universidad de Texas—Austin y divulgador científico, lo precisa: “Antes, los estudiantes de la región estaban más enfocados en su celular, en redes sociales y ahora buscan huellas. Son paleontólogos en potencia”.
El iguanodonte es una semilla de ciencia.
Fue Guarnizo quien gestionó, con el apoyo de la empresa AES Colombia (Applied Energy Services) y la Alcaldía de Santa María, la
En Bernissart (Bélgica) se encontraron cerca de 30 esqueletos completos de iguanodontes. En tren y barco, fueron una de las primeras ‘exportaciones de dinosaurios’ para la ciencia.
llegada del iguanodón amarillo al municipio luego de ser exhibido en Bogotá en la exposición Dinosaurios entre nosotros. También, con Paula Ríos e Ignacio Mesa, es coautor del nuevo libro Dinosaurios, una travesía cretácica, editado por Penguin. En la obra, concebida como un viaje, los dinosaurios conviven con científicos, aves, iguanas, rocas del espacio exterior y hasta un álbum musical de Tu Rockcito, una banda de rock infantil. Hoy existe, disponible en YouTube, el documental Huellas de identidad. En todos estos años el iguanodonte se hizo un maestro silencioso. Sus pisadas son más que un fósil. Son narración viva en este valle templado de tanto verde y tanta agua. Su mensaje resulta claro, la historia de la vida está grabada en el territorio.
Punto de quiebre
La sed del asfalto
Bogotá devora un paisaje que ya casi no existe. En 1940, la Sabana contaba con cerca de 150 mil hectáreas de humedales; hoy apenas sobreviven unas 1.500 de ese sistema hídrico que durante siglos filtró y reguló el agua. ¿Cómo se consumen y sobreviven estos ecosistemas? Casos.
HUMEDAL JUAN AMARILLO
Con 222 hectáreas, es el más extenso del Distrito. Está entre Suba y Engativá.
Fauna diversa habita sus terrenos. Se encuentran la garza bueyera, la tingua de pico amarillo, el pato turrio, la tingua bogotana, entre otras aves.
Un avance reciente: en junio de 2025 se sembraron 100 árboles nativos (chilco, mano de oso, cajeto, otros) como parte de la estrategia de restauración ecológica de Bogotá para recuperar hábitats y mejorar la biodiversidad.
En cuanto a flora, Juan Amarillo muestra una mezcla discursiva: vegetación acuática —enea, buchón, helecho de agua, botoncillo— y vegetación terrestre con especies como aliso, sauce, nogal, roble y cedro.
En 2023-2024 N
EL ACUEDUCTO
de Bogotá retiró 35 toneladas de buchón de agua de 10 hectáreas del espejo de agua de Juan Amarillo. Esta planta invasora crecía tan rápido que estaba reduciendo los niveles de oxígeno, afectando la fauna y flora del humedal.
Fuentes: Fundación Humedales de Bogotá, Secretaría de Ambiente, Observatorio Ambiental, Alcaldía de Bogotá.
FOTOS: DANIEL ÁLVAREZ
HUMEDAL MEANDRO DEL SAY
Entre Bogotá y Mosquera, occidente de la Sabana. Su espejo de agua guarda la memoria del antiguo cauce del río Bogotá.
Una vez al año el cielo se llena de aleteos: patos canadienses llegan desde el norte y tinguas pico rojo anidan entre la vegetación. Unas cien especies lo visitan.
CASAS
En
EL RÍO
fue desviado, perdió casi el 60 % de su extensión. En 2004, 30 hectáreas fueron declaradas Parque Ecológico Distrital. Con ese terreno sobrevive.
Sus aguas dependen de lluvias y escurrimientos locales.
habitadas por unas 30 personas fueron construidas sin autorización en la ronda del humedal. La Alcaldía de Mosquera, la CAR Cundinamarca y miembros de la comunidad las encontraron en 2004.
Fuentes: CAR Cundinamarca, Alcaldía de Bogotá, Humedales de Bogotá, Secretaría de Ambiente. N 1986
Los predios, en la ronda del humedal han intentado ser vendidos, de manera ilegal, por precios que van entre 40 y 80 millones de pesos.
HUMEDAL CÓRDOBA
Entre el oriente de la Avenida Suba y la Boyacá, aparece como una bocanada de naturaleza en medio del concreto.
90
ESPECIES
“Cuando
se interrumpe la conectividad, cuando se echan basuras o cuando se drenan, les quitamos la posibilidad de acomodarse a los cambios climáticos”.
Sus
40,5
HECTÁREAS
están fragmentadas por la Avenida Suba y rodeadas de barrios que lo han dejado con aguas intervenidas y cargadas de desechos.
Cerca de 60 conexiones vierten aguas negras en sus espejos, el canal Molinos arrastra basura y sedimentos, y se han arrojado al menos 46 toneladas de escombros que compactan el suelo y dañan la cobertura vegetal.
de aves lo visitan; ranas sabaneras, lagartijas, insectos y pequeños mamíferos como ardillas de cola roja encuentran refugio en su vegetación.
CATALINA GONZÁLEZ
Doctora en Ciencias Naturales por la Universidad de Bremen (Alemania)
Magíster en Bosques y Conservación Ambiental e ingeniera forestal (Universidad Nacional de Colombia). Profesora de la Universidad de los Andes.
Fuentes: Observatorio ambiental de Bogotá, Humedales de Bogotá, Secretaría de Ambiente, Fundación Humedales de Bogotá.
Cerca de
74 Punto de quiebre
HUMEDAL TORCA-GUAYMARAL
Se extiende, en el norte de Bogotá, como una gran franja verde partida en dos por la Autopista Norte. De un lado, Torca, con 30 hectáreas; del otro, Guaymaral, con 49.
Conviven más de 76
ESPECIES:
la tingua bogotana entre juncales, el curí entre los arbustos, y árboles de aliso y sauco levantan su sombra junto a una vegetación acuática especializada.
Rellenos alteraron su suelo entre
la desconexión hídrica lo dejó sin respiración en algunos tramos y la llegada de plantas desplazó parte de su flora.
El megaproyecto Lagos de Torca, de 1.800 hectáreas, promete miles de viviendas y restauración del ecosistema: reconectar quebradas, ampliar el humedal y crear el Parque Metropolitano Guaymaral.
Los planes de ese proyecto también incluyen elevar la Autopista Norte para permitir el cruce de fauna, plantar más de 95 mil árboles y captar hasta el 30 % del agua de lluvia.
Fuentes: Fundación Humedales de Bogotá, Secretaría de Ambiente, Universidad Nacional de Colombia, Lagos de Torca (sitio de Internet).
reconocidos legalmente como Parques Ecológicos Distritales (727 hectáreas), la Alcaldía de Bogotá advierte que tres de ellos —Tibanica, Jaboque y Juan Amarillo— han mostrado una pérdida acelerada de área.
Mientras la Secretaría de Ambiente reporta cerca de
en los humedales de la ciudad, naturalistas señalan que el número podría llegar a las
se corrigieron 1.208 conexiones que vertían aguas residuales directamente a humedales como Córdoba, Juan Amarillo, Techo, El Burro, Jaboque y La Vaca.
la Secretaría de Ambiente retiró 1.952 toneladas de basura acumulada en estos cuerpos de agua. Ese mismo año, el Distrito destinó
de pesos al mantenimiento y cuidado de los humedales.
En junio de 2025, la Secretaría de Ambiente adelantó jornadas de restauración nativos.
Fuentes: Alcaldía de Bogotá, Secretaría de Ambiente, Observatorio Regional Ambiental y de Desarrollo Sostenible del Río Bogotá.
VIVE CLARO
El terreno es señalado por activistas como parte del antiguo humedal Salitre.
“La Sabana de Bogotá ha tenido, por mucho tiempo, sistemas de humedales dado lo que fue en la antigüedad, un lago”:
caTalina g O nzález
Según estudios técnicos de 2013, ratificados por la Secretaría de Ambiente en 2024, no cumple las condiciones para ser humedal: no tiene espejos de agua, vegetación acuática ni conexión hídrica.
Hoy se levanta allí el escenario Vive Claro Distrito Cultural para 40 mil personas. N
CURAR A LA MEDIDA
Punto de quiebre
CÓMO SOMOS
Las variables genéticas so n r e sponsa
95MILLONESDEVARIANTESGENÉTICAS
5 0, 6 % Anc e s trí a eu r op e a Una muestra de 1.441 genomas abre la puerta para que Colombia cuente con una guía vital en la medicina. ¿Qué revela el análisis de estos primeros genes? 1 6 7, % A
detectaron los datos de Código Colombia . L o s r egist r os mu e st r a n una h e r enci a genética mix t a, e n su m a y oría, y n o puede deci r se qu e e xis t an grupos , e n el país, con un a sola a nc e stría .
3 2 , 8 % A n c e stría in d ígen a ameri c a n a
IDÓCG O ,AIBMOLOC ne apatearemirpus , ibmolocedsamonegóinuersona d e 41 bop l ica o n e s .
Indígena
Rechazo de órganos: el medicamento Tacrolimus, clave en el trasplante de órganos, es metabolizado más rápido aumentando el riesgo de rechazo. Hipercolesterolemia familiar tipo 1: mayor predisposición a esta enfermedad. Afecta la forma en que el cuerpo procesa el colesterol. Mayor resistencia a la malaria: causada por el parásito CÓMO NOS VA Estas son algunas de las implicaciones para la salud de los colombianos según la muestra de Código Colombia.
Africana
Europea
Dependencia a la nicotina: la herencia genética europea puede generar mayor riesgo de esta adicción.
D os pacientes toman un mismo medicamento, pero los efectos secundarios son más severos en uno de ellos. El médico, al ver sus rasgos físicos, tiene una sospecha: las características de sus genes pueden estar provocándole intoxicación. No prejuzga, su conocimiento se lo dan la genética y sus variantes en una población: un país puede saber, entre otras cosas, qué medicamentos afectan a su gente o a qué enfermedades es propensa si tiene una base de datos genética. Colombia ha dado su primer paso. El Consorcio para la Diversidad Genómica, Ancestría y Salud (Código-Colombia), con datos de cinco instituciones de investigación, formó la primera base de datos de genomas humanos en el país. La iniciativa, de acceso público, la lideran investigadores de cuatro universidades colombianas (De Cartagena, Del Valle, Tecnológica del Chocó y De los Andes), con instituciones y universidades aliadas en Estados Unidos como el National Institute of Health y el Georgia Institute of Technology. Reino Unido, con el UK Biobank, cuenta con cerca de 500 mil genomas. Colombia cuenta con 1.441 y, como lo señala Augusto Valderrama, doctor en Ciencias Biomédicas y director de Código Colombia, debe formalizar esfuerzos para ampliar su base de datos. El conocimiento y la tecnología, están .
Bienestar en serie...
¿en serio?
Muchos hemos querido ser como ellos: musculosos, disciplinados, exitosos, saludables y… ¿felices? Nos esculpen como si la perfección fuera salud. En el mármol del salutismo acabamos siendo idénticos y frágiles
El salutismo convierte la salud en una obligación moral, estética y productiva. Se presenta como autocuidado y termina siendo obediencia: un molde único, homogéneo y excluyente. ¿Qué pasa cuando perseguimos sin descanso un estilo de vida vendido como “deseable”? Quizá no encaje con quienes somos, quizá no todos vivimos el bienestar de la misma manera. Detrás de esa obsesión hay más sombra que luz. Esa carrera por encajar en un ideal produciendo justo lo contrario de lo que promete: identidades frágiles, prestadas, quebradizas con cada nueva tendencia. Como explica Diana Agudelo, psicóloga y doctora en Psicología Clínica y de la Salud, sacrificamos autonomía por reconocimiento externo. Queremos ser únicos, pero somos copias.
Punto de quiebre
todo
comi E nza E n
la cab E za
‘No eres
sano porque no quieres’
La mente se llena de mandatos: pensar sano todo el tiempo, planear rutinas impecables, vigilar cada gesto como si la vida fuera una hoja de Excel.
La mente, antes un refugio, se convierte en tribunal. Salud y bienestar dejan de ser un derecho y se vuelven un deber moral: si no cumples, fracasas. Cada acción se mide en términos de productividad, de disciplina; las redes repiten la idea del éxito como un eco inagotable.
Hay más: no todas las personas tienen las mismas condiciones. No es lo mismo —recalca la psicóloga Diana Agudelo— construir identidad desde el privilegio. El mandato de “vivir sano” está condicionado por las características de la persona y puede ser una carga abrumadora para quienes enfrentan más obstáculos.
2025 - 2026
Lo que nace en la cabeza como promesa baja al corazón como ilusión.
Aquí se instala la trampa
E l corazón s E E str E lla
No deseamos el vestido: deseamos cómo se ve en el maniquí. Seguir el modelo, creemos, nos dará plenitud. No parecerse al influencer de turno sería una frustración.
La promesa de bienestar es un modelo, un producto "ajeno", aclara Diana. Y al no alcanzar el modelo, la emoción se quiebra una y otra vez: aparecen ansiedad, culpa, la sensación permanente de no llegar.
‘No soy suficiente’
Y peor: las redes hacen del dolor un error. Cada like es un disparo de dopamina. La adicción nos ordena ser felices siempre, como si sentir malestar fuera un fracaso.
ilustración: Faver Rodríguez Rodríguez con asistencia de Google IA Studio.
Se talla con dietas, rutinas y sacrificios para ser visto, medido y validado.
E l cu E rpo : ni r E fugio ni fu E rza vital
Las redes también deciden quién encaja y quién es invisible. Celebran a quienes muestran los objetos correctos y el estilo “ideal”, mientras refuerzan la sensación de fracaso en quienes no lo alcanzan.
En el registro de la app, en el video de Instagram, en la cascada de likes, la salud se mide en miradas. Las notificaciones son dopamina, más y más en menos tiempo. El malestar —parte inevitable y necesaria de la vida y cuyas enseñanzas, como lo recuerda Diana, nos hacen poderosos— se vuelve inaceptable.
Corro para ser visto. No solo para sentirme bien. Ya no basta con correr... Hay que hacerlo con zapatos de marca, reloj inteligente, suplementos, dietas y ropa técnica. Cada movimiento se mide, se graba y se exhibe.
Compro luego
existo
Cada compra proyecta una imagen de disciplina y perfección. Compramos objetos que prometen salud, pero más bien entregan estatus. El resultado: cuerpos uniformados y un cuidado que obedece más al mercado.
El
1 de cada 10 principiantes en CrossFit se lesiona en dos meses por exigirle demasiado al cuerpo
Por cada mil horas de práctica deportiva pueden ocurrir entre 1,7 y 53 lesiones
El estudio Prevalence of overuse injuries in athletes mostró cómo el 42 % de quienes practican deportes individuales se lesionó en algún momento y en 2025 La Vanguardia tituló: “Alerta de los nutricionistas ante la obsesión por alimentos ‘high protein’: ‘El cuerpo no los necesita’”.
“El corazón modifica su estructura y funcionamiento para adaptarse a las mayores exigencias. A largo plazo, como en el caso de los deportistas, o en pacientes no entrenados, estos cambios pueden aumentar el riesgo”. dra . l E tizia fausta b E rtoldi , cardióloga de Humanitas para Men’sHealth.
Punto de quiebre
No midas, disfruta
No se trata de hacerlo perfecto, sino de hacerlo tuyo: cuatro claves para vivir el bienestar en serio, por la psicóloga Diana Agudelo:
¿Hoy qué necesito yo?
¿Estoy eligiendo este hábito o solo quiero ser alguien más?
Autoconciencia:
Mírate con honestidad, reconoce lo que sientes y lo que realmente necesitas, sin compararte con los demás.
Pensamiento crítico:
Pregúntate de dónde vienen los ideales a seguir. Si de verdad te hacen bien o solo obedeces a un modelo externo.
¿Esto refleja lo que valoro o lo que me exigen?
¿Huyo de una emoción incómoda?
Toma de decisiones:
Elige prácticas según tus valores y posibilidades, no por la presión de la aprobación social.
Abraza el malestar:
La incomodidad y la tristeza también son parte de la vida. Solo conocemos la luz porque hemos transitado la oscuridad. Siéntate con la emoción y pregúntate qué puedes aprender de ella, qué está tratando de decir.
Fuentes: Diana María Agudelo Vélez, psicóloga de la Universidad de Antioquia y doctora en Psicología Clínica y de la Salud por la universidad de Granada. Decana de Estudiantes de la Universidad de los Andes. | Esposito, L., & Pérez, F. M. (2014). Neoliberalism and the commodification of mental health. Humanity & Society, 38(4), 414–442. | Schrecker, T. (2016). Neoliberalism and health: The linkages and dangers. Sociology Compass, 10(10), 952–971. Prevalence of overuse injuries in athletes from individual and team sports: A systematic review with meta-analysis and GRADE recommendations (2021) en Brazilian Journal of Physical Therapy.
El hilo en el laberinto
por Andrés Bahos Rodríguez
ilustración: Juliana Avella Vargas sobre prompts a Sora
¿Someterse a una cirugía en el cerebro para aliviar la depresión?
Suena a ficción futurista, pero en 2025, en Bucaramanga, se realizó por primera vez en Colombia un procedimiento quirúrgico de Estimulación Cerebral Profunda.
Una alternativa para quienes han agotado todas las posibilidades.
uede sufrir durante años y no responder. Ni al tratamiento ni a los medicamentos ni a la psicoterapia ni a otras terapias. Puede padecer neuropsicopatología o trastorno mental resistente, como lo llaman. Y no es raro: al fin y al cabo —lo dice la Organización Mundial de la Salud, OMS—, puede ser una entre los 280 millones de personas que, hoy, conviven con la depresión (casi 2,5 millones son colombianos). Es más, en 2030, la depresión podría ser la principal causa de discapacidad global. Y 30 % de sus pacientes, según la Asociación Mundial de Psiquiatría, presentan un cuadro resistente, prueban caminos… y nada. No es raro.
William Omar Contreras es neurocirujano, postdoctoral en Neuromodulación en la Universidad de Sao Paulo y en la Universidad Médica de Harvard. Él lideró la primera Estimulación Cerebral Profunda (ECP) en Colombia y explica el diagnóstico: se confirma solo después de un proceso exhaustivo y ético. La persona, el paciente entre los 280 millones de convivientes con la depresión, cumple con todos los criterios internacionales y permanece atrapado en la enfermedad. p
Juan Camilo Vargas, psicólogo clínico y profesor de la Universidad de los Andes, añade: “La persona empeora con el tiempo”.
La psiquiatra y neurocientífica estadounidense Helen S. Mayberg, pionera en ECP, compara la depresión resistente con “un cortocircuito en el sistema eléctrico del cerebro”. Los tratamientos tradicionales intentan encender la luz, pero los cables siguen dañados. Por eso, tratar estos casos exige un nivel de precisión y colaboración interdisciplinaria mucho mayor. Vale la pena agregar otro dato: en Colombia, solo una de cada diez personas recibe tratamiento adecuado para sobrellevar la depresión.
Del túnel a la luz
Lorena Rodríguez Moreno, colombiana, de 38 años, marcó un hito. Fue la primera, en el país, en someterse a una cirugía de ECP tras 17 años con depresión resistente y ansiedad. Pasó por todas las evaluaciones clínicas y psicológicas posibles: psiquiatría, neurología, neuropsicología, resonancias funcionales y estudios de conectómica. Una junta médica y un comité de ética evaluaron su caso.
“Me sentía atrapada en un túnel sin salida”, le contó Lorena al medio Infobae. La metáfora recuerda a Teseo en el laberinto del Minotauro, perdido en pasillos oscuros y confusos donde cada giro lo devolvía al mismo punto. Así se vive la depresión resistente.
La operación, en el Hospital Internacional de Colombia, en Santander, duró cerca de seis horas. Los cirujanos hicieron pequeñas perforaciones en el cráneo para introducir cuatro electrodos muy finos en áreas específicas del cerebro —como el cíngulo subgenual y el núcleo accumbens—, regiones que funcionan como “centros de control” del estado de ánimo
¿ cómo ocurre la ecp ?
Evaluación
Valoración de paciente y caso por un equipo de psiquiatras, neurólogos, psicólogos, neuropsicólogos y un comité de ética.
Estudios de resonancia funcional y conectómica, mapeo de circuitos cerebrales relacionados con tristeza, motivación y ansiedad.
Confirmación de si la persona no respondió a tratamientos completos con antidepresivos.
02
01 Planeación
Definición de puntos exactos del cerebro donde se colocarán los electrodos en las intersecciones de los circuitos que regulan emoción y conducta.
03 Cirugía
Apertura milimétrica en el cráneo.
Inserción de electrodos finísimos en las áreas seleccionadas (en el caso de Lorena, cuatro electrodos para seis circuitos).
Pruebas intraoperatorias para observar cambios inmediatos en ánimo o energía.
Conexión de los electrodos a un marcapasos cerebral implantado en el pecho.
04
Ajustes y seguimiento
Activación del dispositivo una semana después.
Programación y ajustes en consultas sucesivas, según la evolución clínica.
Acompañamiento permanente de psiquiatras, psicólogos y especialistas en neurología y neurocirugía.
y la motivación. Estos electrodos quedaron conectados a un dispositivo implantado bajo la piel del pecho, parecido a un marcapasos, encargado de enviar pulsos eléctricos regulados.
Ayudan a equilibrar la actividad cerebral.
Una semana después, el dispositivo fue activado y comenzó la fase de ajustes progresivos. Ahí, el equipo médico calibró la intensidad y la frecuencia de la estimulación.
Los cambios no fueron inmediatos, pero sí notables con el tiempo. Lorena lo describe como “volver a nacer”. Poco a poco recuperó rutinas cotidianas como salir a un centro comercial, comer un helado, retomar proyectos académicos. Hoy continúa bajo seguimiento de un equipo médico multidisciplinario —llevará el ‘marcapasos’ cerebral de por vida—.
Caminos distintos
La ECP es un peldaño. El último de una larga escalera terapéutica y no todos los pasos, entre las 280 millones de personas que conviven con la depresión, conducen a ella. La depresión —lo explica el psicólogo clínico Juan Camilo Vargas— se manifiesta en distintos niveles, desde leve a resistente, y en cada uno el abordaje cambia (ver página 89). Un tratamiento comprende psicoeducación y transformaciones en el estilo de vida —ejercicio, sueño, alimentación— y otro el trabajo con el entorno familiar y social.
En casos moderados han empezado a aparecer neurotecnologías no invasivas, entre ellas el neurofeedback o estimulación magnética superficial. Ayuda a entrenar la actividad eléctrica del cerebro sin necesidad de cirugía.
“La mente no es un circuito rígido, es un terreno fértil para nuevas conexiones”, explica
David Valderrama, psicólogo clínico y fundador de Neurohacking Center, en Medellín. Habla de un abordaje multidimensional, psicoterapia, nutrición y prácticas de atención plena, además de los recursos tecnológicos.
La cultura popular, la ficción y las predicciones de inteligencias artificiales todopoderosas, singularidades y longevidades juveniles en los humanos alimentan a diario tanto ilusiones como temores. Baste una mirada a unos cuantos capítulos de la masiva serie Black Mirror para contrastar anhelos y pánicos colectivos en ese cruce entre neuronas y tecnologías. Por supuesto, las neurotecnologías implican riesgos médicos y jurídicos, desde la responsabilidad del equipo tratante hasta la protección de datos cerebrales —explica el profesor de derecho digital Nelson Remolina—.
“Las tecnologías son bienvenidas siempre que estén al servicio de la dignidad y la salud humana”, asegura Remolina. En intervenciones como la ECP, priman el rigor médico y ético y la autonomía del paciente. No hay algoritmos ni corporaciones ocultas, como sucede en la ficción.
En los casos graves de la depresión, con farmacoterapia, terapias intensivas y seguimiento psiquiátrico constante, pueden considerarse técnicas como la estimulación transcraneal profunda no invasiva, la estimulación del nervio vago o la terapia con infrarrojo. Buscan reconfigurar los circuitos neuronales sin abrir el cráneo. Cuando el sufrimiento psíquico es insoportable y todos los tratamientos fallan, se plantea la cirugía ECP. En palabras de Valderrama, la tecnología apoya, no reemplaza la experiencia humana ni el acompañamiento terapéutico.
Fuentes: William Omar Contreras ocupa posición posdoctoral en Neuromodulación en la Universidad de Sao Paulo y la Universidad Médica de Harvard. Juan Camilo Vargas es doctor en Psicología Clínica y de la Salud por la Universidad Autónoma de Madrid y es profesor de la Universidad de los Andes. David Valderrama Góez, psicólogo clínico de la Universidad Ponfiticia Bolivariana, es terapeuta de neurofeedback y sistémico transpersonal.
las escalas de la depresión y algunos tratamientos
Leve
• Tristeza persistente, apatía o fatiga.
• Se conserva funcionalidad en actividades diarias.
• La interferencia en la vida cotidiana es baja o moderada.
Moderada
• Los síntomas se intensifican.
• Interfieren significativamente con el trabajo, las relaciones y el bienestar general.
• La persona puede experimentar anhedonia (cambio en la capacidad para sentir placer o alegría), insomnio, baja autoestima y dificultad en toma de decisiones.
Grave
• Síntomas intensos y debilitantes.
• Posible ideación suicida, incapacidad para realizar tareas básicas, aislamiento social y deterioro funcional severo.
Persistente o resistente
• No responde a tratamientos (psicoterapia, medicamentos).
• Puede coexistir con otras condiciones como ansiedad severa o trastornos del estado de ánimo.
• Evaluación clínica integral.
• Psicoterapia individual: TCC, terapia de aceptación y compromiso, terapia interpersonal (Vargas).
• Intervención familiar y psicosocial (Valderrama).
• Neurotecnologías no invasivas: neurofeedback, estimulación magnética superficial (Valderrama).
• Psicoeducación sobre salud mental y emociones.
• Cambios en el estilo de vida: ejercicio, sueño, alimentación (Valderrama).
• Terapias breves: activación conductual, TCC breve (la Terapia Cognitivo-Conductual ayuda a identificar y cambiar pensamientos negativos por otros más realistas mientras enseña nuevas conductas que mejoran el bienestar)
• Apps de monitoreo emocional para autoregistro (Vargas).
• Tratamiento farmacológico con antidepresivos (Vargas).
• Psicoterapia + psiquiatría en paralelo.
• Evaluación de riesgo suicida.
• Neurotecnologías avanzadas: estimulación transcraneal profunda no invasiva, terapia infrarroja, regulación del nervio vago (Valderrama)
• Diagnóstico de depresión resistente (Contreras).
• Cirugía de Estimulación Cerebral Profunda (ECP) (Contreras).
• Programación postoperatoria personalizada.
• Seguimiento continuo y ético (Vargas).
Esta escala se construye con base en los enfoques complementarios de los expertos consultados (pg. 88)
por Alejandra Muñoz García Nadie cabe en un número
ilustración : luisa negrete sanjuan
Una cifra marcó la infancia de Daniela y la persiguió en su vida adulta. Hoy, médicos y pacientes coinciden: un dato sobre el peso de una persona puede servir como guía, pero convertirlo en un lastre de su destino deja cicatrices profundas.
l diagnóstico llegó de la forma más absurda. Daniela recuerda vívidamente la confusión y el miedo. Había entrado a la consulta de un ortopedista por un dolor agudo en las manos, que se encendía al escribir, boxear o cocinar. Pero la cita con el especialista en lesiones musculoesqueléticas se transformó, de golpe, en una lección de pérdida de peso: listas de dietas, alimentos prohibidos y restricciones.
“Estás entrando en la madre de todas las enfermedades”, le advirtió el médico. Esa frase todavía le retumba en la cabeza. Tenía 19 años. El dolor nunca se fue; abandonó el boxeo y se refugió en el baile. Tampoco se fueron los kilos de más. Desde ese día, quedaron señalados como la causa de todos sus males presentes y de todas sus enfermedades futuras.
La etiqueta ya la había sentido antes. En el colegio, durante una clase de salud, les enseñaron a calcular el Índice de Masa Corporal (IMC). En su caso, el resultado salió por encima de lo que una hoja arrugada marcaba como “normal”. La reacción de sus compañeros fue inmediata: “¡Ush, es altísimo!”. Bajó la mirada sin saber cómo responder. Desde entonces, los chistes crueles se volvieron rutina. Aprendió a blindarse detrás del humor pesado, la ironía y el carácter fuerte. Ese número se convirtió en su sombra.
El IMC se obtiene al dividir el peso entre la estatura al cuadrado: una relación simple entre kilos y altura para estimar si alguien está dentro de un rango “saludable”. Fue creado en el siglo XIX por el estadístico belga Adolphe Quetelet como un indicador poblacional, aunque con el tiempo terminó instalado en los consultorios como medida casi absoluta de salud. En Colombia, más de la mitad de los adultos aparece con exceso de peso, según ese cálculo, aunque los datos oficiales más recientes provienen de la Encuesta Nacional de Situación Nutricional de Colombia (ENSIN) 2015.
La medida, ampliamente usada como indicador del estado de salud de una población, tropieza cuando aterriza en lo individual: no muestra los matices de la composición corporal. “Es un indicador rápido, pero condicionado —explica la magíster en Nutrición Deportiva Jenny Ortiz—. No refleja la diferencia real entre grasa y masa muscular. Puede, por ejemplo, clasificar como obesa a una persona con gran desarrollo físico o, por el contrario, pasar por alto riesgos en alguien con poca masa magra”.
En enero de 2025, la Comisión de The Lancet dio un paso más allá. Reconoció que millones de personas como Daniela quedaban atrapadas entre un número y un estigma, y propuso un marco más sensible: distinguir entre “obesidad clínica”, cuando hay daño en órganos o limitaciones reales, y “obesidad preclínica”, cuando el exceso de grasa no genera aún enfermedad, pero puede aumentar riesgos a futuro. El informe pide complementar el IMC con otras medidas de diagnóstico —como la circunferencia de cintura o la relación cintura–estatura—, pero sobre todo resalta la necesidad de un abordaje integral, no reducir a las personas a una cifra y reconocer la diversidad de trayectorias de salud.
Lastimosamente, esa sensibilidad, tan necesaria, apenas se abre paso. A Daniela, en
Punto de quiebre
cambio, le tocó atravesar sus años universitarios sin ese marco de cuidado.
Lo que para cualquiera serían tensiones normales —parciales, desvelos, cambios de rutina— en su caso se transformó en un cóctel explosivo: saltarse comidas, almuerzos apresurados de comida callejera, falta de sueño, miedo de no dar la talla, tensiones con sus compañeros, miradas inquisitivas de su familia y el diagnóstico que ya cargaba como sombra. Entre el estrés constante y los desórdenes cotidianos aparecieron las crisis de ansiedad y los episodios depresivos. En pocos meses subió seis o siete kilos, y cada aumento reforzaba el eco de aquella sentencia: “La madre de todas las enfermedades”.
“Para mí, la obesidad es un problema más de la cabeza que del cuerpo”, dice hoy, con 23 años y una mezcla de resignación y lucidez. Cuando las emociones la desbordaban, encontraba un único refugio: la comida. “No era energía para vivir, era anestesia. Un atracón para tapar la rabia, la tristeza, lo que no sabía cómo manejar”.
Los atracones de Daniela podrían estar más ligados a la respuesta de un cuerpo y una mente bajo presión que a un simple mal hábito. Lo explica Diego Lucumí, doctor en Comportamientos en Salud y Educación en Salud por la Universidad de Michigan: el estrés crónico derivado del estigma y la discriminación tiene efectos biológicos bien documentados en la población general —altera hormonas como el cortisol, favorece la resistencia a la insulina y promueve la acumulación de grasa— y también comportamentales, pues con frecuencia empuja a usar la comida en exceso como mecanismo de afrontamiento.
La psicóloga y nutricionista Paola Sabogal, experta en obesidad y trastornos de la conducta alimentaria, explica que ese vínculo es
más común de lo que se cree: “El estigma de peso no solo deteriora la autoestima. Eleva el cortisol, altera el metabolismo y empuja a muchas personas hacia trastornos de la conducta alimentaria. Los cuerpos grandes son quienes más riesgo tienen de desarrollar atracones o restricciones extremas, porque han vivido toda la vida bajo presión para adelgazar”.
Ese sentimiento de culpa no nació en la universidad. Daniela lo había sentido años atrás, cuando un pediatra usó por primera vez la palabra “sobrepeso” frente a su madre. “Desde ese día ella empezó a vigilar lo que yo comía. Y yo empecé a esconderme para comer”, recuerda. Lo recuerda con tristeza: “Sí, era una niña más grande, pero era feliz, activa y sana”.
Si lo que se come es vigilado, lo prohibido empieza a ocupar un lugar especial: se idealiza. “Ya no es solo nutrición: es identidad, es refugio, es control. Por eso la relación se vuelve tremendamente difícil: cada bocado trae un juicio moral. Salir de ahí no es un asunto de fuerza de voluntad, sino de desmontar años de discursos y prácticas que han enseñado a mirar la comida con culpa”, argumenta Paola Sabogal.
Ir al médico, con los años, le empezó a parecer inútil a Daniela. No importaba si llegaba por un dolor en las manos, una molestia de estómago, alergias o un resfriado: siempre recibía la misma indicación, “tienes que bajar de peso”. La consulta dejaba de ser un espacio de cuidado y escucha para convertirse en un sermón. “Uno deja de ir”, admite. Esa sensación de no ser escuchada terminó pesando tanto como el propio dolor físico.
De esta forma, la consecuencia es doble: por un lado, pacientes como Daniela cargan con el estigma; por otro, se exponen a riesgos reales al abandonar los controles o recibir diagnósticos tardíos. Se pierden la confianza en el médico o en el sistema y la posibilidad de tratar
a tiempo enfermedades que no tienen nada que ver con la báscula.
Sabogal lo resume con contundencia:
“A veces, cuando nos obsesionamos con el peso, perdemos algo fundamental: la escucha. Y cuando no hay escucha, se pierden diagnósticos importantes”.
Y es que al desconocer el contexto del paciente —su familia, el lugar donde vive, su origen— se escapa la mitad de la historia. Esos factores son determinantes dentro y fuera del consultorio: explican por qué para unos comer bien es una elección y para otros, un lujo.
Daniela lo sabe bien. “El cambio cuando me pasé a la prepagada fue brutal. En la EPS, apenas entraba, la consulta se reducía a un libreto y a una hoja con alimentos ‘limpios’”. Gracias a una mejoría en la situación económica de su familia, pudo acceder a medicina prepagada. De pronto, las citas eran más largas, había preguntas, incluso escucha. En Colombia, con un sistema saturado y lleno de complejidades, el contraste es claro: la sensibilidad también depende de la capacidad de pago.
El exceso de peso en el país no se reparte de manera uniforme: golpea con más fuerza a los hogares con menos recursos y a las comunidades afrodescendientes e indígenas. Un estudio liderado por Carlos O. Mendivil, médico y doctor en Bioquímica Nutricional y Metabolismo por la Universidad de Harvard, mostró que los adultos de menor nivel socioeconómico y educativo concentran las tasas más altas de obesidad.
Esa desigualdad se confirma en los territorios. Un análisis publicado en la Revista de Salud Pública detalló cómo en Nariño y Chocó los niños de hogares pobres tenían un riesgo mucho mayor de obesidad, algo que no se repitió en Bogotá. La inseguridad alimentaria afecta al 77 % de la población indígena y al 68,9 % de la
afrocolombiana, según un estudio reciente en Quibdó realizado por Paula Andrea Castro, Daniela Molano y Diego Lucumí. Dietas basadas en carbohidratos más económicos y violencia que limita la actividad física están relacionadas con una realidad dolorosa. En regiones marcadas por la escasez, también crece la obesidad.
“Las medidas de salud pública para tratar de controlar el avance de la obesidad en Colombia —asociada al acto universal de comer— no son sencillas. Para cambiar la dieta de las personas es necesario involucrarse en
su cotidianidad. Esto implica meternos con la voluntad personal, con la libre determinación”, advierte el investigador Mendivil en el reportaje Colombia, pasada de peso, sobre su estudio, para REVISTAPUNTOS.COM
Daniela, durante años, buscó respuestas en esta misma cotidianidad: dietas, rutinas, tratamientos... Y la diferencia la marcó algo que, en su momento, pasó por alto. Un médico de medicina alternativa le sugirió hace un tiempo buscar apoyo psicológico. Entonces, no le dio importancia. Después de una de
sus crisis recordó las palabras bondadosas del profesional y encontró un camino distinto: la compasión y el cuidado.
El abordaje psicológico, más que un valor añadido, es un pilar. “La relación con la comida y con el cuerpo se construye desde lo emocional y lo social. Si no atendemos el estigma, la culpa, las dinámicas del entorno y los patrones de afrontamiento, las dietas solas fracasan”, explica Sabogal. Hoy, Daniela lo dice con claridad: “Me ha dado paz. La ansiedad ha disminuido y, con ella, los atracones”. Además
—cuenta con alegría— le ha dado la fuerza para enfrentar a los especialistas y buscar una mejor calidad de vida, pues reconoce: “Estar obesa no es bueno, lo siento en mi día a día. Soy ecóloga; me limita en mi trabajo de campo. No quiero sentirme limitada, más allá de mi peso”. En su práctica, Paola Sabogal propone hablar de soberanía corporal: el derecho de cada persona a habitar su cuerpo desde la autenticidad, sin vivir bajo la tiranía del número en la báscula.
Lucumí también reconoce la importancia de esta sensibilidad y añade la relevancia del contexto. Hay espacio para las decisiones individuales, sí, pero están condicionadas por el entorno: pobreza, violencias, acceso desigual a alimentos o a espacios seguros para moverse. “No podemos caer en los extremos —señala—. Ni quitarle agencia a la persona ni culparla como si todo dependiera de ella”.
Aceptar que la obesidad merece un abordaje más humano es un avance. El informe de The Lancet marca un paso importante en esa dirección: sugiere reconocer matices, aliviar el peso del estigma y abrir la mirada clínica más allá de un número. Daniela subraya cómo sanar la relación con su cuerpo ha sido esencial, sin dejar de asumir la existencia de un malestar físico imposible de ignorar.
Llamarla enfermedad —insiste Paola Sabogal— puede reforzar etiquetas profundamente dañinas en torno de la obesidad. Diego Lucumí, por su parte, recuerda los casos mórbidos que sí requieren un despliegue clínico riguroso, sus riesgos vitales. El debate, por lo menos, ya no se mide con una sola fórmula y hoy se habla de dignidad, de sensibilidad y de contextos. Quizá puedan abrirse puertas de escucha, de políticas públicas. De una sociedad capaz de reconocer que los cuerpos, como las historias, no caben en un solo número.
Tatiana Andia, en la serie documental y de reportajes de PUNTOS ‘VISIONARIOS’
EDY MARTÍNEZ
Excepcional para el piano, para la música… para la vida
ESPECIALES
UN VIAJE CON
La investigación, sin alma, carece de sentido. El conocimiento, sin lo humano, es ruido. Eso es ella, ese es su legado. Luchó para transformar el sistema de salud, para bajar los precios de los medicamentos. Hizo de la muerte un aprendizaje. Su búsqueda personal inspira. Ella misma define el espíritu de esta serie documental y de reportajes: Visionarios.
por Andrés Ruiz Zuluaga
i a Tatiana Andia, por primera vez, un martes cualquiera de febrero de 2010 en un auditorio de la Universidad de los Andes. Yo acababa de llegar como periodista, todavía con nostalgia por los medios de comunicación y con la ingenuidad de quien cree que las universidades son lugares tranquilos. Me habían mandado a cubrir un foro llamado El sistema de salud colombiano: en cuidados intensivos —tema bastante lejano para mí—, y llegué con la idea de encontrar una experta para un artículo profundo en la revista Nota Uniandina. El título —pensé— era solo un gancho: la expositora era muy joven; prejuicioso, asumí que no podía ser una experta.
Entonces ella tomó el micrófono.
No sé si fue la voz —delgada, pero firme— o el gesto de las manos. Tatiana Samay Andia Rey, con su blusa tipo kimono rompiendo la línea gris de los trajes, hablaba de economía, farmacéuticas y política pública con una claridad impropia de alguien tan joven. Tenía mi edad, 30 años, y me sentí un alumno. En tres minutos me desmontó cualquier prejuicio. Era imposible no mirarla: mezclaba dulzura y contundencia, como si cada palabra viniera de un lugar más profundo que los documentos oficiales o las teorías económicas.
Había en ella una energía volcánica contenida. En su voz suave, el conocimiento no servía para acumular datos sino para mover el
mundo. Mientras hablaba, se me ocurrió que esa mujer debía tener una historia por contar. Años después esa intuición se convertiría en una promesa y ese encuentro marcaría una línea invisible entre mi oficio y mi vida.
En el fondo, todos tenemos a alguien que nos cambia la mirada. Tatiana cambió la mía. Detrás de cada debate técnico —lo entendí desde ese día— había una pulsión humana, un deseo de justicia, un impulso por entender por qué el mundo funciona como funciona.
Tatiana no solo pensó el Estado; lo habitó, hasta donde pudo, lo transformó y lo humanizó un poco. Yo buscaba historias y en ella encontré una búsqueda compartida. La suya, por darle alma al Estado. La mía, por entender la esencia de quienes lo intentan.
LA HIJA DEL MÉDICO REBELDE
Tatiana Andia creció en una casa donde las conversaciones de sobremesa parecían debates de Naciones Unidas. Su padre, Óscar Andia, un médico boliviano exiliado por la dictadura de Hugo Banzer, llegó a Colombia en los 70 con el ideal de que la medicina debía ser un servicio público, no un negocio. Su madre, colombiana, Marina Rey, lo acompañaba en esa cruzada. Organizaba el hogar como una república democrática: todo se discutía, todo se votaba.
A las asambleas familiares de cada domingo las llamaban ASPE —Análisis, Síntesis, Proyección y Ejecución— y sí, hasta las decisiones más íntimas se tomaban allí: cuál mascota adoptar, cómo planificar la semana o qué carrera estudiar.
Tatiana, la única hija de Marina y de Óscar, tenía tres medio hermanos por el lado de la mamá y una por el lado del papá. Mientras otros niños jugaban, ella clasificaba medicamentos en los datos de Observamed, el observatorio que su padre había fundado para vigilar a las farmacéuticas que “inflaban precios” y “jugaban con la salud de la gente”.
La información era una forma de justicia. Esa idea marcó su infancia. Su papá le pagaba por registrar nombres de los fármacos como un juego, pero moldeaba a una investigadora.
Su destino parecía escrito. Tatiana, sin embargo, fiel a su espíritu rebelde, rompió la tradición médica familiar. “Voy a estudiar economía”, anunció un domingo. A Óscar casi le da un infarto. Tatiana preparó gráficos y argumentos; el padre defendió su postura con pasión. La ASPE, al final, votó. Tatiana ganó por mayoría —convenció, desde antes, a su mamá—. Dejó de hablar con su padre por un tiempo.
Ella necesitaba hacer su camino, recordaría años después Claudia Vaca, su gran amiga y su cómplice en el Ministerio de Salud. Y señalaría
fotos : Archivo personal
EL SÓTANO DEL PODER
un principio de la rebelión, derribar al ídolo: “Pero lo hizo con amor”. La vida —y la salud— traerían a Tatiana de vuelta a ese destino.
En la Universidad de los Andes quiso entender el mundo desde otro lenguaje, menos biológico y más estructural. En vez de bisturíes, gráficas; en lugar de pacientes, modelos económicos. Su padre, desde Observamed, seguía librando batallas en los periódicos, denunciaba abusos de la industria farmacéutica. Ella, en silencio, tomaba nota. Su curiosidad la llevaba a las grietas del sistema de salud. Mientras estudiaba, trabajó en el Departamento Nacional de Planeación y,
luego, hizo una maestría en estudios de desarrollo en la London School of Economics. Allá comprendió que la salud era un espejo de las desigualdades del mundo. Regresó con la cabeza llena de teorías y el corazón lleno de preguntas. Empezó a enseñar en Los Andes, a hablar de desarrollo, de políticas públicas, de desigualdad. En el fondo, algo la llamaba de nuevo a casa. Ese legado, la lucha por el acceso a los medicamentos, por la dignidad en el sistema, era en realidad su destino. Su rebeldía era solo otra herencia, aunque, como todo héroe antes de cruzar el umbral, Tatiana aún no lo sabía.
Tatiana llegó al poder por el ‘sótano’, recuerda con humor Claudia Vaca, hoy defensora delegada para el Derecho a la Salud y Seguridad Social e investigadora y profesora de la Universidad Nacional de Colombia: “La metimos al Ministerio casi a escondidas. Era la hija de Óscar Andia, enemigo público número uno de las farmacéuticas, un ‘demonio’ por todas sus batallas. Si sabían que trabajaba allí, la bloqueaban”. El sótano también era literal. Un pequeño despacho con tres sillas y una mesa donde Tatiana, Claudia y Carolina Gómez —recién llegada de Berkeley y con experiencia en el Instituto Nacional de Salud— planificaban una de las transformaciones más ambiciosas de la historia reciente del sistema: regular los precios de los medicamentos. Era 2013. Colombia, por algunos fármacos, pagaba hasta veinte veces más que el promedio internacional. El sistema estaba al borde del colapso. Y ellas, sin apellidos políticos ni padrinos en el Congreso, enfrentaron a las multinacionales con datos, argumentos y una fe obstinada en la justicia, además del respaldo del entonces ministro, Alejandro Gaviria. Entre expedientes, café frío y largas reuniones, Tatiana empezó su épica. Tenía el temple de su padre, pero otra estrategia: la del diálogo, la diplomacia y la ironía. No necesitaba gritar; sabía escuchar y PERSONAJE
Esta es la Tatiana niña, de la que hablé con ella, de la que me habló su papá. La foto grande, con la que arranca esta historia, se la tomé en Cali, en una plaza de mercado, por ahí en 2021. El pelo en desorden de casi siempre, esa mirada encendida.
luego soltaba una frase. Su misión no era derrumbar al Estado, sino transformarlo. El conocimiento, así, podía ser una forma de rebeldía… y de construcción.
El exministro Gaviria lo recuerda con claridad: “Tatiana jugó un papel fundamental en la regulación de precios de medicamentos. Fue una crítica constructiva, una crítica posibilista del sistema, conocía cómo se tomaban las decisiones dentro del Estado y usaba ese conocimiento para entender y transformar el sistema”.
Lo suyo no eran solo datos, era un modo distinto de ver. Pensaba en personas, insistía de manera sencilla y revolucionaria: “Si el conocimiento no sirve para mejorar la vida de alguien, no sirve para nada”.
Así nacieron decretos que cambiaron el rumbo de la salud en Colombia: el control de precios de medicamentos de alto costo y la política de biosimilares. Detrás había noches de tensión, llamadas con ministros, y hasta reuniones en inglés con emisarios de la Casa Blanca.
Gracias a este trabajo, entre 2013 y 2019 Colombia redujo en cerca de 42 % los precios de los medicamentos más costosos, como los del cáncer o la artritis, y ahorró cerca de 5,5 billones de pesos. Detrás, miles de pacientes siguieron sus tratamientos sin interrumpirlos.
Tatiana llamó a esa experiencia su “tesis viva”. De allí saldría
Acá la cogí bailando champeta. Esta foto se la tomé a Tatiana en Cartagena, también por esos días de 2021, mientras explorábamos juntos en el mundo de la política.
su legado teórico, el de los “burócratas visitantes” —funcionarios, en su mayoría de la academia y temporalmente en el Estado, que promueven innovaciones concretas sin ambición de poder ni jefes políticos—.
“Su trabajo no es solo técnico o científico —escribió en su tesis de doctorado—; también es político. Consiste en persuadir y construir coaliciones”.
La metáfora es brillante: en un Estado conformista, los visitantes eran héroes anónimos. Tatiana lo fue. “Convencía incluso a las empresas de apoyar políticas que las perjudicaban —recuerda Gaviria—. Tenía la extraña virtud de unir mundos opuestos”.
Yo la recuerdo, en esa época, con la misma energía del foro donde la conocí, pero multiplicada. Mientras los titulares hablaban de crisis y corrupción, ella escribía párrafos que se convertirían en política pública. Cuando la entrevistaba para conocer sus avances, me sorprendía verla tan feliz en medio del caos. “Esto me gusta, estar en el ojo del huracán”.
El sótano del poder fue su campo de batalla. Allí descubrió su propósito: unir la academia con la acción, la ética con la política, la ternura con la fuerza. Tatiana había cruzado el umbral. La economista rebelde le dio alma al Estado.
Las pruebas, como en los viajes de los héroes, apenas comenzaban.
LA MAESTRA DE LA CLARIDAD
Tatiana regresó a la academia con cicatrices invisibles. Había enfrentado a las farmacéuticas, sobrevivido al lenguaje del poder y probado que la investigación podía sanar vidas. Regresó más ligera, más directa, más humana. En esos años entraba al salón con una sonrisa y una ironía lista en el bolsillo. “Bueno, hoy vamos a hablar de sociología, pero sin bullshit”, decía.
Era su manera de enseñar con rigor de científica y humor de amiga. Su sociología mezclaba experimentos con etnografía, big data con intuición, academia con calle. “Nos enseñó que no hay crítica sin método y que no hay método sin afecto”, recuerda la socióloga uruguaya María José Álvarez.
No solo enseñaba conceptos: enseñaba a ver. A mirar ministerios como organismos vivos, a entender leyes como relatos humanos, a descubrir en los datos historias que nadie cuenta. La sociología debía servir para ver las tensiones, los silencios, los gestos mínimos donde se revela la estructura del poder. Si un estudiante dudaba, soltaba una sonrisa de medio lado: “Si no entiendes el Estado, obsérvalo desde adentro. Métete, aunque sea por el sótano”.
Aquella frase, mitad broma mitad consigna, era una lección
profunda: el conocimiento no puede ser cómodo; debe arriesgarse, ensuciarse, tocar la realidad.
Le fascinaban los temas incómodos: la desigualdad, los medicamentos, la maternidad, la muerte. Y, al hablar, los hacía cercanos, respirables. En 2018, junto con María José y un pequeño grupo de colegas, fundó la maestría en Sociología en Los Andes.
“Nada le parecía imposible”, dice María José. A sus estudiantes, en la trinchera alegre de sus clases, los hacía sentir parte de algo más grande, mirar la realidad sin cinismo. Su educación era un acto colectivo de entusiasmo. Veía talento entre el caos, empujaba con una frase a quien perdía confianza.
Compartí muchos espacios con ella en esos años, entre sus infinitos viajes por Asia, Europa y América Latina. La encontré luminosa. Su oficina estaba llena de libros, papeles y plantas. En el escritorio, una taza con la frase: “Todo conocimiento es una forma de amor”. Hablamos largo sobre la relación entre cine, política y academia.
La invité a unirse a un documental. Llevaba doce años construyéndolo y se convertiría en película para cine. Mientras yo trataba de humanizarlo más y entender su importancia para mí, ella me dijo: “La investigación no tiene sentido si no toca el alma. Lo técnico sin lo humano es puro ruido”. Hoy, en PUNTOS, esta serie llamada Visionarios
PERSONAJE
la vemos como búsquedas personales convertidas en investigación y conocimiento colectivo.
Tatiana había ido de la rebeldía juvenil a la lucidez madura. Del sótano del poder al aula luminosa. De la lucha por regular medicamentos a la lucha por formar miradas críticas. Era ya la maestra de la claridad; esa figura, en todo viaje del héroe, para guiar a otros.
Su historia se acercaba a un aprendizaje profundo: convertir la muerte en lección de vida.
REVOLUCIONARIAMENTE FELIZ
Tatiana no tuvo miedo de mirar la muerte a los ojos.
Cuando el diagnóstico llegó —cáncer de pulmón metastásico—, no lo narró como tragedia, sino como continuidad. Había entendido el Estado, la política, el poder… le faltaba entender el final de la vida. Observó, escribió, conversó, transformó la experiencia en conocimiento. En sus últimas entrevistas y en columnas para Razón Pública y El Espectador hablaba de la muerte, entre tratamientos y silencios, sin solemnidad.
De hecho, reía. “Corto, pero sustancioso”, escribió alguna vez, definiendo su vida como si hablara de una sopa perfecta o de una historia bien contada.
Ser feliz era, para ella, un acto revolucionario. El tiempo que nos
queda, mucho o poco, se mide en intensidad, aseguraba. Y lo contrario de la tristeza no es la alegría; es la gratitud. En los últimos meses, a su casa, iban amigos, colegas, exministros, estudiantes, vecinos. Ponía música, asaba, servía vino, hablaba con energía. Prefería celebrar la vida antes de que otros lloraran su ausencia. Y en esa vitalidad luminosa, tomaba decisiones profundas: optó por una muerte digna, libre y consciente.
Eligió día, hora, compañía. El 26 de febrero de 2025 dijo adiós. “Se acabó la fiesta —escribió en su última columna—. Me apagaron la música. Me retiro con dignidad”. En su despedida siguió enseñando. Mostró que el conocimiento no sirve si no se encarna, que las ideas valen al vivirlas. Y que la felicidad es, en realidad, una forma de resistencia.
Óscar, su padre, sabedor de que la rebeldía también puede ser herencia, la despidió sereno. Ahora mantiene su legado en Observamed y la lucha contra los abusos de las farmacéuticas.
Claudia Vaca, Alejandro Gaviria y María José Álvarez la recuerdan como una mujer de pensamiento en acción, de acción en ejemplo. Yo, como la amiga que me hizo ver la vida desde otro lugar. Comunicar no es solo contar historias, sino darles alma, me enseñó.
No la imagino enferma. La veo reír, argumentar, bailar, provocar
VISIONARIOS,
conversaciones imposibles. La veo como luz encendida en quienes la conocimos. Los verdaderos visionarios no desaparecen; se transforman en mirada, en método, en impulso.
Tatiana completó su viaje. A los demás, nos dejó una tarea difícil, continuar el nuestro. Como periodista y amigo me quedo con una certeza: ella vivió como investigaba, con ternura y desafío. Su paso por la vida fue corto, pero nos legó que ser revolucionariamente feliz también es una forma de cambiar el mundo. Aún lo estamos aprendiendo.
gente con sueños personales que transforman su entorno, llega a su segunda temporada. mírala en reVIstapuntos.com
‘El cuerpo puede doler, pero el alma… esa sigue tocando’
Seguimos las huellas de Edy Martínez, un hombre excepcional para el piano, para la música… para la vida. por
Johanna
Ortiz Rocha e
s de noche en el Auditorio Lleras Camargo. Centro de Bogotá. El público llena la sala y el murmullo previo se desvanece cuando un hombre de caminar lento, apoyado en un bastón, cruza el escenario. Es el maestro Edy Martínez, pianista, percusionista, compositor, arreglista y director musical colombiano. A sus 83 años se sienta con ayuda frente al piano. El gesto parece frágil, pero apenas sus manos tocan las teclas, algo ocurre: los achaques desaparecen, el tiempo se repliega y —como él mismo dice— “el cuerpo deja de doler y es el alma la que empieza a tocar”.
Entonces la música brota con naturalidad y destreza. Como cuando armonizó acordes junto a Ray Barreto, Tito Puente, Gato
En pocas palabras
Barbieri, Celia Cruz, Mongo Santamaría o un sinfín de leyendas que marcaron la historia del latin jazz y la música afrolatina en diferentes tarimas alrededor del mundo.
“Es un honor para mí estar aquí y poder transmitir un poco de lo que hago, de lo que sé, muy gentiles, muchas gracias”, dice, en medio de aplausos durante el homenaje que la Universidad de los Andes le rinde por su trayectoria en el Día Internacional del Jazz.
Desde las 224 butacas se rompe el silencio con un clamor unánime: “¡ La Guaneña , maestro!”. No es un pedido cualquiera, se trata de un bambuco tradicional de Nariño, un himno popular en las fiestas de Blancos y Negros en San Juan de Pasto, que evoca las
raíces andinas de la región y abre la puerta a su historia.
Su nombre de pila es Manuel Eduardo Martínez Bastidas. Nació en 1942 en la capital nariñense, en una familia de músicos.
Su padre, Manuel Martínez Polit, trombonista y percusionista apasionado, fue convocado a la Banda Nacional, por lo cual la familia se trasladó a Bogotá cuando Edy tenía tres meses de edad. Su madre, Rosita, también se suma a sus influencias musicales. Fue maestra de piano durante gran parte de su vida. “Los culpables de todo esto son mis padres… esa fue mi verdadera escuela”, contaría con gratitud tras el homenaje.
Unas semanas más tarde nos recibe en lo que él llama “un hogar
“La irrupción de Edy en Nueva York durante los sesenta y setenta no solo dejó una impronta en la historia del latin jazz, abrió una puerta insospechada para los músicos colombianos. Nos dio referentes, nos mostró que era posible”. óscar acevedo
foto : judy pulido
de viejitos”, en el norte de Bogotá. Allí pasa sus días entre rutinas tranquilas: escribe, hace arreglos musicales y practica el piano —eso sí, siempre con audífonos para no molestar a los demás residentes—.
“Don Edy, llegaron los de la entrevista”, anuncia una enfermera. Con cuidado baja las escaleras, bastón en mano. En la sala, otros adultos mayores, con más limitaciones, conversan distraídos, ajenos a que comparten techo con un hombre que triunfó en escenarios diversos y que quizás interpretó canciones con las cuales bailaron en su juventud. Nos habilitan el patio trasero de la casa. Edy aparece impecable, como siempre: le gusta vestir con pashminas en su cuello. Este día lleva una azul con estrellas blancas, como si revelara las mismas estrellas con las que brilló en Estados Unidos.
Allí empieza a contarnos de dónde nació su pasión por la música. En su casa de infancia se escuchaba a Beethoven, Chopin, Stravinsky y Messiaen, pero también vibraban los sonidos de Miles Davis o Nancy Wilson. “Todos los grandes genios de la música clásica reinaban y habitaban en mi casa… y no pagaban renta”, dice con el humor que lo caracteriza.
Aquella atmósfera sonora se complementaba con vinilos de música bailable, africana, cubana: conjuntos, charangas, orquestas, jam sessions grabadas en La Habana. Una fusión donde lo erudito y lo popular convivían sin fronteras. Quiso ser médico, pero la música llegó primero… y nunca se fue. Aprendió percusión de oído. Con su hermano Juan —también músico— pasaban las tardes escuchando
discos una y otra vez, copiando solos, transcribiendo arreglos, aprendiendo a tocar por instinto. “Cuando encontrábamos un vinilo que nos gustaba, escribíamos el nombre en un papelito y mi papá nos llevaba a comprarlo”.
El primer flechazo con el piano llegó al escuchar a Pedro Justiz, ‘Peruchín’, el pianista cubano que mezclaba el sabor del son con la elegancia del jazz. “Me enamoré locamente de su forma de tocar. Su sabor, su técnica, su sabiduría… ¡Era un genio! Ahí supe que yo quería hacer eso con mi vida”.
‘COMO POR ARTE DE MAGIA’
Tenía apenas 17 años cuando caminaba con su padre por la carrera Séptima de Bogotá, cerca de la calle 24. Se cruzaron, ese día, con Her-
foto : judy pulido
nando Becerra, integrante de una dinastía de músicos boyacenses, uno de los pianistas más virtuosos y versátiles del momento y miembro de la Banda Nacional.
— ¡Manolito! ¡Has caído como del cielo! —le dijo Becerra a su padre—. Estoy buscando un pianista para los carnavales de Pasto, ¿tu hijo se anima?
Así fue como terminó tocando en la orquesta de Becerra. Semanas más tarde, desde Aruba, Becerra le envió un telegrama: el baterista de su quinteto había enfermado y necesitaba al joven pianista.
Con el permiso de sus padres y los papeles listos, viajó al Caribe y se unió a un grupo de músicos excepcionales, donde tocó durante varios meses, y sorprendió a todos con su talento y destreza con el piano. También se presentó en La Florida, Estados Unidos, y después de triunfar en Miami, un músico lo animó a probar suerte en Nueva York.
—Allá están los más grandes, pero tú puedes tocar con cualquiera —le decían.
¡ESTOY EN EL CIELO!
Edy se armó de valor, habló con su jefe, empacó sus partituras… y se fue a la ciudad que nunca duerme sin conocer a nadie.
Llegó a la Unión de Músicos, un salón enorme. Parecía un templo sonoro dividido en tres alas: a la derecha, los músicos latinos; a
la izquierda, los del jazz; y al fondo, los clásicos. “Me siento… y de pronto veo entrar por la puerta a Tito Puente. Dije: ‘¡Ay, Dios mío! Tengo sus discos, pero nunca lo había visto en persona’. Luego aparecen Tito Rodríguez, Machito, Frank Sinatra… y pensé: ‘¿Dónde estoy? ¡Estoy en el cielo! Qué belleza, qué maravilla’.”, recuerda.
Ese mismo día, por azares del destino, Tata Vásquez, un director de orquesta cubano, se sentó junto al joven pastuso. Le urgía encontrar un pianista y, al ver pasar a un amigo, le gritó: “Oye, estoy necesitando un pianista”. Edy no lo dudó, levantó la mano y respondió con firmeza: “Yo soy pianista”. Lo miraron con cierta incredulidad y le advirtieron que, si no encontraban a nadie más esa noche, lo llamarían.
Horas después, pasada la medianoche, sonó el teléfono: no habían conseguido a nadie. “Te esperamos mañana en el ensayo”, le dijeron.
Al día siguiente, frente a una orquesta completa, le entregaron la partitura de Mango del monte, del puertorriqueño Tito Rodríguez. En la mitad del tema, la banda se detuvo: era el momento del solo de piano. Edy tocó como si lo llevara en la sangre… porque lo llevaba. Aquella pieza estaba entre sus vinilos favoritos desde niño.
—¿Y usted de dónde es?
—Colombiano —respondió.
—Maestro, qué swing, qué lectura… —le dijeron—. Quédese con
Algunos hitos
1965
En la Unión de Músicos, en Nueva York, se cruza con Tito Puente, Tito Rodríguez y Machito. Poco después, Ray Barretto lo invita a grabar Señor 007. Entra en la élite del latin jazz.
1970-76
Trabaja con Mongo Santamaría, Gato Barbieri, Justo Betancourt y Eddie Palmieri. Entra a los estudios de Fania. Compone, arregla, graba. Su nombre se vuelve una referencia.
1979
Viaja a Holanda con Pete Conde Rodríguez. Guía al pianista Jan Laurens Hartong en la creación de la banda Nueva Manteca, una de las más influyentes del jazz latino europeo.
1993
Vuelve a Colombia para producir Privilegio, su primer álbum como solista. Lo compone, arregla, produce y lidera. Finalmente, su cara aparece en la portada.
2008
Lanza Midnight Jazz Affair, obra maestra de madurez musical. Fusiona experiencia, sensibilidad, riqueza melódica y emocional. Celebration y Suite para piano se destacan.
2011
Alterna su vida entre Colombia y Estados Unidos, enseña y toca. En Colombia forma nuevas generaciones; en Nueva York y Europa, su música sigue siendo referencia.
2013
Es invitado al circuito nacional de jazz en Cartagena, participa en el IV Festival Voces del Jazz. Recibe un homenaje que lo consagra como uno de los grandes pianistas colombianos.
2015
La Universidad de Nariño le concede el título Honoris Causa en Música. Para él, uno de los homenajes más entrañables, pues lo devuelve simbólicamente a sus raíces.
2025
Entre calma y disciplina, ensaya a diario en su hogar de retiro para sus presentaciones en Bogotá.
nosotros, por favor. Y así fue como, sin conocer a nadie, el colombiano se abrió paso entre gigantes.
Empezó a trabajar con Ray Barreto, una de las figuras más influyentes del latin jazz. El primer álbum que grabaron juntos fue Señor 007 (1967), una audaz reinterpretación de los temas clásicos de James Bond al estilo de la orquesta de Barreto: ritmo bailable, arreglos sofisticados y espíritu jazzístico. Luego llegaron The Other Road, con arreglos de Edy, y El rey criollo, donde brilló su sabor afrolatino. Y como si todo esto fuera poco, fue también coautor —junto con Barreto— del famoso estribillo “¡Oye, qué rico suenan… la trompeta y el trombón, mi china!”, que dio paso al inmortalizado “¡Oye, qué rico suenan las Estrellas de Fania!”, y se convertiría en la firma musical del legendario colectivo. Aunque, según él, nunca recibió crédito por ello.
Durante las décadas de los 60, 70, 80 y 90, fue uno de los músicos más solicitados en los escenarios del jazz latino y la salsa en Nueva York, participando en giras por diversas regiones del mundo. Los Países Bajos, Italia, Francia y Puerto Rico —entre muchos otros— vibraron con sus arreglos e interpretaciones. Ha grabado más de 300 discos y compartió escenarios y estudios con grandes figuras como Héctor Lavoe, Cheo Feliciano, Adalberto Santiago y la Orquesta Broadway.
Grammy y nominaciones
Just Like Magic, álbum grabado con músicos de la Filarmónica y la Sinfónica de Nueva York. Fue nominado al Grammy en la categoría de Latin Jazz.
Colaboración con Tito Puente. Edy Martínez participó en el álbum Homenaje a Beny Moré, que incluye Bonito y sabroso. Este trabajo fue reconocido con un Grammy.
Álbum Unfinished Masterpiece, de Eddie Palmieri, en el cual participó Edy Martínez y fue galardonado con un premio Grammy.
Destacan producciones como Homenaje a Beny Moré Volumen I , realizado a invitación de Tito Puente e inmortalizado con el tema Bonito y sabroso, y Unfinished Masterpiece, de Eddie Palmieri. Ambos álbumes fueron reconocidos con el premio Grammy. A ello se suman otros discos en los que colaboró y que recibieron nominaciones a este galardón.
DE REGRESO A SU TIERRA
Durante sus años de mayor éxito en Nueva York viajaba constantemente a Colombia. Llegó incluso a ser profesor en la Universidad de Nariño, que en 2015 le otorgó
el título Honoris Causa en Música como reconocimiento a su trayectoria. Es uno de los muchos homenajes que ha recibido, aunque no son suficientes para enaltecer la magnitud de su obra. Después de conquistar los escenarios de Nueva York, la vida le impuso una pausa abrupta. Había llegado a Georgia en 2021 invitado por una amiga, cuando el trabajo en la Gran Manzana empezó a escasear. Allá se unió a una destacada banda de jazz, compartió su álbum Midnight Jazz con el director, y fue recibido con entusiasmo. Comenzaron a explorar juntos los sonidos latinos, y todo parecía fluir.
foto : archivo personal
Edy Martínez con Charlie Sepúlveda, trompetista puertorriqueño del Golden Latin Jazz de Tito Puente. Edy lo califica como “increíble”.
Álbum Midnight Jazz Affair, con una participación destacada de Edy Martínez y nominado al Grammy.
Álbum Credo For Orchestra, Choir And Five Soloists —como Eduardo Martínez—, nominado al Latin Grammy en la categoría de Mejor Álbum de Música Clásica.
Colaboración con Larry Harlow Raza
Latina - Nominada a premio Grammy.
Hasta que una noche, tras una presentación, tomó su carro para regresar a casa. Apenas había salido a la autopista tras tanquear cuando un conductor lo embistió por detrás. El impacto lo dejó inconsciente, sufrió lesiones fuertes en su cabeza y el resto del cuerpo. Las secuelas permanecen hasta hoy. “Me mostraron las fotos del carro… quedó como una uva pasa, totalmente destruido. Estaba vivo de milagro”.
Golpeado físicamente, el maestro regresó a Colombia.
Afortunadamente, aunque los años pasan, el piano sigue siendo su compañero. “Practiqué y estudié por muchos años, la sabiduría está ahí, en el cerebro —dice con serenidad—. Probablemente me falla un poquito el movimiento de las manos… pero yo puedo tocar, no hay ningún problema”.
Y, en efecto, no ha dejado de crear.
Practica cada día, compone y se prepara para las presentaciones que aún lo mantienen en contacto con el público. Al momento de esta charla tiene pendiente subirse al escenario del Teatro Colón, en Bogotá, y mantiene conversaciones para estrenar en el Planetario su obra electrónica inspirada en el planeta Marte, escrita en 2015, y que nació por un sueño mientras dormía. Al mismo tiempo, reorganiza su Big Band en la capital, con cuatro trompetas, cuatro trombones, cinco saxofones, base rítmica y dos cantantes. Un proyecto ambicioso.
“Bueno, yo voy a seguir tocando hasta que pueda… hasta que me la presten. Estoy muy agradecido con la vida y con el planeta”, dice, tranquilo.
Y seguramente, cuando su obra suene en el Colón, el público volverá a ponerse de pie y aplaudir sin descanso, como en esta noche de 2025 en el Auditorio Lleras Camargo, donde los asistentes ovacionan sin parar. En primera fila, uno de sus cuatro hijos —Manuel—, su nuera y Narda —la madre de sus hijos—: “¡Otra, maestro, otra!”.
Lo dice… Demetrios Kastaris,
“Edy no solo se ganó el respeto del público, también el de sus pares —y eso, en la música, es aún más valioso—. Pianistas de talla mundial como Eddie Palmieri, lejos de verlo como un rival, lo invitaban a grabar en sus discos o a subirse a sus tarimas”.
GRIE go be EL rum RO
“Rey Vega, primer trompetista de Tito Puente y de Ray Barreto, me dijo una vez: ‘Edy es el mejor pianista del mundo en el género afrocubano’”.
“En un homenaje a Benny Moré, producido por Tito Puente, realizó un arreglo magistral (cargado de riqueza armónica y de sabor latino) de la célebre Bonito y Sabroso Consolidó su lugar entre los grandes pianistas y arreglistas del latin jazz”.
“Su talento ha sido tan indiscutible como su humildad. Tocaba (en NY) para brillar, sí, pero sobre todo para que brillaran los demás. Y esa es su huella: la de un músico que, incluso entre genios, siempre es reconocido por su gran destreza”.
“Yo no pongo a los músicos al nivel de Dios —sería un pecado—, pero estoy convencido de que Edy recibió un don distinto, un regalo especial del Todopoderoso”.
“Aunque no es cubano, los cubanos lo admiran profundamente porque se volvió experto en todos los géneros: rumba, chachachá, danzón, guajira… y además les agregó algo más sofisticado. En Cuba tocan su música”.
t r a s ciend e Conecta, crece y
Estudia un posgrado en la universidad #1 del país, según el Ranking QS.
CULTURAS /CREACIÓN / MIRADAS
El Rojo, una cobra bañada en fuego, fue creado en honor a hombres blancos que, llenos de rabia, terminan colorados. Eso cuenta William Gutiérrez, quien desde los 14 años (tiene 66), dibuja dioses, animales y héroes fluorescentes sobre materiales microperforados para adornar picós, esos enormes reproductores de música que ambientan los bailes del Carnaval de Barranquilla, las fiestas del 11 de noviembre en Cartagena, eventos y fiestas populares en el Caribe. Ha exhibido su estilo en Francia, Chile y Argentina y ha hecho este tipo de trabajos en distintas ciudades de Europa, en Melbourne y Nueva York. Estuvo en la Bienal Internacional de Arte y Ciudad BOG25, dictó talleres de gráfica y reveló secretos de su estética ‘sonora’.
foto: Génesis Gutiérrez Mendoza
Punto aparte
Colombia debe contar (...) con universidades que generen conocimiento propio…
No puede depender exclusivamente de la investigación que se hace en otros países (...) Es necesario producir conocimientos para solucionar nuestros propios problemas.
La universidad debe prestar un servicio a la sociedad…
Entregar profesionales bien formados, y generar conocimiento en los diferentes campos y áreas que impulsen el avance del país, pero, además, debe ser la conciencia de la sociedad, particularmente en tiempos de crisis.
Los medios pueden cambiar…
Lo que debe permanecer es el conjunto de que permiten transformar las ideas en hechos, los problemas en oportunidades y las crisis en desafíos: excelencia, creatividad, osadía, disciplina y persistencia…
Nunca podremos perder de vista que los problemas son humanos…
actitudes
por
Requieren soluciones en cuyo centro deben estar las personas (...) Fuimos formados para apreciar críticamente la realidad, no para desconocerla.
obra
de la educación
La dinámica del conocimiento es altamente cambiante ...
Se necesitan profesionales adaptables (...) y eso se logra con una formación muy sólida y una exposición mayor y más rica de los alumnos a los temas básicos de la ciencia natural y social, así como a las artes y las humanidades.
No olviden nunca que al decidir están afectando la vida de muchos…
Háganlo responsablemente, con todo el cuidado que merece lo humano .
Hay que construir país a través de la educación.
Lo fundamental es ofrecer educación de calidad y ayudar a las clases más desfavorecidas a acceder a ella. Esa es la verdadera revolución del país.
Nació en Bogotá. Fue uno de los primeros estudiantes de la alianza académica entre la Universidad de los Andes y la Universidad de Pittsburgh, que permitía iniciar los estudios en Bogotá y concluirlos en Estados Unidos; así obtuvo su título en ingeniería civil. Durante varias décadas trabajó en Hidroestudios, firma de la que fue socio y gerente general, al tiempo que ejercía la docencia. En 1997 asumió la rectoría de Los Andes, cargo que desempeñó hasta 2011. Durante ese tiempo, Carlos Angulo Galvis impulsó una transformación académica y administrativa. Su mirada fue clara: educar para romper la desigualdad social. Estas frases fueron tomadas del libro Hacer universidad en Colombia: Los Andes 1997-2011, de María Alejandra Balcázar, de los discursos de grado bajo su rectoría y de la entrevista concedida a Uniminuto Radio en 2013.
Ingeniero civil, visionario, transformador, Carlos Angulo Galvis (1937 - 2025) promovió el progreso a través de la educación y la investigación. Recopilamos, en sus frases, ideas que lo guiaron y que inspiran, hoy, la “revolución del país” a través del conocimiento.
Las universidades privadas cumplen una importante misión pública…
Sus objetivos son comunes a los de las instituciones públicas.
Sin una sólida formación ética, el conocimiento pierde valor.
La educación es tal vez la llave más importante que debemos utilizar para la recuperación de Colombia.
La universidad no solo da conocimientos…
También da valores para contribuir a la sociedad.
La universidad es un espacio para formar ciudadanos críticos y comprometidos con la sociedad.
su semblanza, estilo de liderazgo y cómo impulsaba la transformación desde sus entornos de trabajo.
‘Siempre hay un camino’
Llegó a Bogotá con una chaqueta que su mamá le regaló. Eso y un saco tejido de color naranja la abrigaban el día en el cual, por primera vez, sintió el frío de la capital. Viajaba en un bus que había partido desde Buenaventura cargando varias maletas y la incertidumbre de empezar una vida lejos de casa. Viajaba con un sueño. Y se hizo realidad. Su mamá la acompañó durante el recorrido. “Nos perdimos en la terminal. Caminamos durante una hora porque nos habían dado una dirección equivocada. Me dio miedo pensar que, después, iba a enfrentarme a todo eso sola”, recuerda.
Desde La Playita, un barrio popular de Buenaventura, hasta Bogotá, Mónica Nadira ha tumbado muros y estigmas. Se ha hecho abogada para llevar justicias a su tierra, pero también ha tejido comunidad, poesía y emprendimiento lejos del puerto.
Mónica Nadira Angulo creció en La Playita, un barrio popular de Buenaventura. Es “un mundo pequeño donde hay de todo”. Cada calle tiene nombre propio, sus vías llevan al océano, hay una tienda en cada esquina y los vecinos se saludan al caminar.
Allí comenzó a soñar con estudiar derecho. Durante una clase en el colegio Teófilo Roberto Potes escuchó hablar sobre justicia. “Yo decía, ‘¿cómo así?, ¿qué es el Estado?’ Porque yo no lo veía materializado. No había nada que me dijera ‘esto es una institución’”, cuenta.
Pronto lo entendió: esa posibilidad no estaba cerca. Las universidades de la región no ofrecían la carrera y en casa los recursos eran limitados. Con su sueño aún distante, se matriculó en la licenciatura en Arte Dramático en la Universidad del Valle y, al mismo tiempo, buscó en internet lo que parecía un deseo lejano, becas para estudiar su anhelo.
Un día, en medio de una clase de historia del arte, un correo le cambió su vida: había sido preseleccionada para la beca Pa’Lante Pacífico de la Universidad de los Andes. “Me puse a llorar porque ya había renunciado a la idea. Pensé: ‘no se pudo y ya’”.
FOTO: DANIEL ÁLVAREZ
La decisión no fue fácil. Era quedarse con su familia o partir hacia Bogotá, una ciudad desconocida, enorme, caótica. En medio de la duda, una profesora la llamó aparte al final de clase. Le habló con calma, sus palabras podían pesar durante años y ella lo sabía. “Tú allá puedes hacer teatro y aquí no vas a poder estudiar derecho”, le dijo.
Dio ese paso en una historia marcada por los retos. La capital la recibió con un clima hostil, costos de vida mucho más altos y una cultura distinta. “Debía esforzarme el doble de mis compañeros, lo entendí [...]. Era complejo, pero también sentía una voz dentro de mí repitiendo todo el tiempo: ‘No te rindas’”.
En las lecturas en inglés copiaba palabra por palabra para después traducir. Saludaba en los pasillos y muchas veces nadie respondía; el silencio la golpeaba tanto como el frío. En medio de esa distancia encontró refugio en otros jóvenes, como ella, con el mismo acento, las mismas dudas y la sensación de estar aprendiendo a habitar un lugar ajeno.
Con el tiempo, esos encuentros se transformaron en algo más grande. En 2022, junto con otros estudiantes, fundó un colectivo afro convertido en punto de encuentro, conversación y acción. “Nos dimos cuenta de que sería bueno que quienes llegaran también pudieran tener un lugar donde hablar. No era solo ser de otra región, sino ser una persona negra”. Allí hablaron de racismo, pero también de poesía, de historia y de saberes. Era un espacio para encontrarse y afirmarse en medio de la universidad.
Mónica construyó comunidad y, al mismo tiempo, emprendió. Junto con su mejor amiga creó Mompa, “En la región del Cauca significa compa, compañero, el que te apoya”, explica.
La tienda empezó vendiendo accesorios pensados para la población diversa. Personas,
como ellas, en la búsqueda de expresarse a través de la diferencia: mujeres jóvenes, comunidades afro, población LGBTIQ+ y quienes consolidaban, en la moda, formas de su identidad.
Mompa inició como una propuesta pequeña, pero creció hasta ser un proyecto fuerte. Aretes de gran tamaño, tejidos en fibras naturales, collares con semillas, estampados de colores vibrantes: no se trataba solo de accesorios, sino de símbolos de pertenencia cultural.
En Bogotá, vendía en ferias y en la universidad. Ofrecía objetos e historias. “A veces no se trataba de alguien diciendo ‘qué lindos accesorios’, sino de contar por qué tienen esa estética y cómo es el proceso para elaborarlos”.
En esas mismas ferias y pasillos descubrió que las palabras también podían ser un refugio. La poesía empezó a mezclarse con los colores de Mompa como otra forma de sostenerse.
Entre lecturas jurídicas y jornadas exigentes, encontró, en los versos, un lugar de respiro. “Para salvar al mundo, a veces basta con un verso. Hay muchas formas de sanar y el arte es una de ellas”, recita en uno de sus poemas. Estrofas, camisas estampadas... Mónica Nadira también trabajó, hasta agosto de 2025, en el Ministerio de Igualdad, se mudó a Cali y aplicó a un fondo de financiación con su colectivo —llamado Qadira— para desarrollar en Buenaventura su primera iniciativa social. De hecho, ya comenzó su labor con El ruido que hay en el silencio, proyecto con mujeres víctimas del conflicto armado en su ciudad.
Desde La Playita hasta Bogotá, desde los mercados de Buenaventura hasta las ferias universitarias y de vuelta al Pacífico, ha tejido un camino. En él conviven las leyes, la literatura, el emprendimiento y la comunidad. “Siempre hay un camino para todo. Hay territorios fértiles, lugares donde mis otras pasiones también toman forma”.
esencial
l escenario se oscurece. Los gongs retumban y surcan una grieta en el tiempo. El telón se alza… se abre el portal a la antigua China. Los intérpretes son estudiantes de la Academia de Danza de Beijing, la Universidad Normal del Noreste y la Universidad Normal de Tianjin. Están en el auditorio Mario Laserna, en el Centro de Bogotá. Con su danza recrean, en 2025, la
grandeza de la milenaria civilización. La obra avanza, la escena se transforma. Es un viaje por siglos de historia. Desde los tiempos de Qin Shi Huang, el primer emperador de China con sus cerca de ocho mil guerreros de terracota preparados para custodiar su tumba, algo más de dos siglos antes de la era cristiana. Aquí, cinco momentos, cinco instantáneas de esa grieta en el tiempo.
fotos : dani E l álvar E z
Punto aparte
Las bailarinas, con túnicas de seda naranja, destellan. En sus movimientos circulares ondean mangas amplias, sus faroles blancos dibujan estelas; evocan el Festival de los Faroles, una tradición nacida en la era Han (206 a. C. — 220 d. C.).
La Ruta de la Seda introduce vestuarios, estéticas: damas aristocráticas adoptan influencias extranjeras. Dos bailarines, de movimientos suaves, máscaras delicadamente pintadas y un atuendo conocido como Hu, custodian secretos antiguos llevados por las caravanas.
2025 - 2026
El silencio se quiebra con pasos firmes. Un bailarín, con movimientos calculados, casi geométricos, evoca la disciplina y el poder. Está ataviado como uno de los soldados de terracota. Para el público es la danza de un ejército eterno.
Banquete simbólico. Un bailarín se inclina hacia el público y, con un gesto pausado, reparte manjares rituales. La comida no ha sido solo sustento. Es, también, un puente cultural: en los banquetes imperiales se celebraban vida y unión. En la Ruta de la Seda, el alimento viajó con especias, creencias y artes. Un gesto simple y profundo, compartir lo esencial.
El simbolismo de su danza, fragmentos del baile y detalles de su intercambio con escuelas colombianas en revistapuntos.com
la ia alucina ...
y tú sigues creyéndole
En el país
67%
perdió interacción humana por la IA
40%
siente que no puede trabajar sin IA
78%
teme manipulación electoral por IA
Fuente: KPMGUniversidad de Melbourne
En Colombia, 53 % de los trabajadores reconoce haber cometido errores por confiar en la IA y 70 % confiesa nunca haber verificado la exactitud de sus resultados.
por Alejandra Muñoz García
ilustración : luisa negrete sanjuan a
ceptémoslo: es adictiva. Tiene una voz complaciente, da respuestas inmediatas, es incapaz de dudar. Obedece todas tus órdenes de una, sin quejarse y nunca se queda sin argumentos; aunque, para lograrlo, deba inventarse unos cuantos. Sí, la inteligencia artificial ‘alucina’. No miente en el sentido humano, produce frases perfectamente plausibles que, en realidad, pueden ser erróneas o ficticias.
Esas invenciones ya no se quedan en la pantalla: hoy circulan en nuestro día a día, en las aulas y hasta en los tribunales. Al final, consultar a la IA se parece menos a acudir a un supercerebro sabelotodo, y más a lanzar unos dados muy sofisticados.
Confían sin revisar
De 31.000 dólares fue la multa que un juez federal en California impuso en mayo de 2025 a Ellis George y a K&L Gates, esta última una de las firmas más grandes y prestigiosas de Estados Unidos, con presencia global y una cartera de clientes donde se cuentan corporaciones multinacionales, instituciones financieras y gobiernos.
La sanción se produjo tras descubrir que habían presentado un escrito legal con 27 citas, de las cuales nueve eran erróneas y al menos dos completamente inventadas por inteligencia artificial. El documento se devolvió tres veces
porque cada versión corregida seguía arrastrando fallos no verificados; incluso la última mantenía media docena de errores. El juez calificó la conducta como negligencia “cercana a la mala fe” y lo dejó claro: confiar ciegamente en la IA puede tener consecuencias severas. Si esa confianza ciega ya provoca sanciones en los tribunales, en las aulas abre grietas y debates. En la Universidad de Northeastern, una estudiante denunció que los materiales de su clase incluían citas inexistentes, imágenes distorsionadas y errores de redacción; el profesor admitió haber usado ChatGPT y otras herramientas sin verificar el contenido, mientras prohibía a sus alumnos recurrir a ellas. Aunque la universidad defendió ese uso como apoyo complementario y rechazó devolver la matrícula, el caso desató controversia sobre la falta de transparencia y el papel de la IA en la educación superior.
El truco detrás de la ilusión
La inteligencia artificial generativa es, ante todo, una herramienta para crear contenido nuevo, así lo explica Daniel Santamaría, asesor TIC en educación de Didacta (de la vicerrectoría Académica de la Universidad de los Andes). Para lograrlo, se entrena con enormes cantidades de información previamente recopilada. Y allí surge el primer riesgo: esa selección nunca es neutral. La curaduría de datos puede llevar implícitos sesgos, agendas o rasgos culturales del lugar donde fueron creados e inevitablemente afectará el resultado.
Con ese material, el modelo aprende cómo suenan los textos humanos y genera respuestas que parecen escritas por una persona. No se trata de una copia (salvo que se lo pidas explícitamente), sino de algo más parecido a un aprendiz en su paso por varios maestros: primero uno,
luego otro, y más tarde un tercero. Al final no repite a ninguno, mezcla técnicas, estilos y recursos. Crea su identidad de lo propio y de lo ajeno.
En el caso de la IA, esa combinación no es caprichosa: la gobiernan las probabilidades. La inteligencia artificial no es, contrario a como muchos lo creen, un supercerebro con la verdad del mundo; es un modelo que predice la siguiente palabra más probable según los patrones con los cuales aprendió. Por ejemplo, si un texto comienza con “La ciudad de Cartagena es…”, el sistema calculará, entre las palabras más probables, la siguiente. “Hermosa”, “turística” o “caliente” tienen muchas más probabilidades de aparecer que “azul”. Así, paso a paso, construye un texto completo, explica Santamaría.
Y, ¿cómo logra calcular esas probabilidades? Organiza la información en un mapa invisible de miles de dimensiones. Daniel lo explica como un campo de fútbol donde, cada rincón, está ocupado por un tipo de texto distinto. A esa representación de la ubicación en el espacio se le llama embedding. Cada pieza de información tiene un lugar en el campo según sus similitudes y diferencias con otras. Cuando envías un prompt, el modelo localiza la zona del campo donde se encuentra lo más parecido a lo que pediste y, desde allí, empieza a predecir palabra tras palabra.
Ahí puede aparecer la alucinación. Cuando la herramienta percibe relaciones inexistentes —o indetectables para los humanos— entre conceptos reales, genera resultados carentes de sentido o completamente inexactos.
“El modelo hace todo lo posible por contestarte algo. Es complaciente, en ese sentido. Al no haber un elemento mejor, usa probabilidades que no son tan altas para responder”, afirma Santamaría. Por eso, sin la información o el entrenamiento suficiente, ante la frase “Cartagena es…”, podría terminar diciendo “Cartagena es azul”.
Este fenómeno, en realidad, se parece mucho al comportamiento humano. Como explica Daniel, también rellenamos vacíos de memoria o completamos frases sin estar seguros, guiados por asociaciones, a veces, arbitrarias. Si alguien recuerda mal una historia o confunde un detalle, de la misma manera la IA mezcla conceptos y los presenta con total seguridad, como si fueran ciertos.
Tan adictivas como inexactas
Hay muchas cifras de cuánto alucinan las diferentes herramientas de inteligencia artificial generativa disponibles en el mercado. En el caso de ChatGPT, una de las más populares, las cifras varían entre modelos y las tareas que se les encomiendan.
Un reportaje de The New York Times habla de pruebas internas de OpenAI en las cuales su modelo o4-mini alucinó hasta en el 79 % de los casos en el test SimpleQA, mientras otros como o3 marcaron un 51 % y versiones anteriores, como o1, un 44 %. Ojo: estos porcentajes dependen siempre del modelo evaluado y de la tarea específica.
En contraste, la compañía promueve un relato de mejora: al presentar su modelo GPT-4.5, Sam Altman aseguró haber reducido la tasa de alucinación del 61,8 % al 37,1 % en pruebas internas. Sobre todo, destacaron que “interactuar con GPT-4.5 se siente más natural” y resaltaron su mayor “inteligencia emocional” para escribir, programar o resolver problemas prácticos.
Esa narrativa se quebró con la llegada de GPT-5: menos complaciente y más riguroso, sí, pero también percibido como distante. El rechazo apareció casi al mismo tiempo que la actualización. “GPT-5 lleva la piel de mi amigo muerto”, escribió June, una estudiante
noruega de 23 años, al enterarse de que la versión 4o había sido retirada. La psiquiatra Nina Vasan, consultada por The New York Times, lo explica con claridad: “El duelo es duelo, la pérdida es pérdida. Nuestro cerebro no distingue si al otro lado hay un humano o un chatbot”.
Esa dependencia emocional puede sonar lejana, pero en Colombia adopta otro rostro. Aquí no se habla de duelo digital, sino de entusiasmo desbordado: ocho de cada diez personas la aprueban o la aceptan sin reservas. Y ese optimismo convive con un uso riesgoso: 53 % de los trabajadores reconoce haber cometido errores por confiar en ella y 70 % confiesa nunca haber verificado la exactitud de sus resultados. Así lo afirma el estudio: Trust, attitudes and use of Artificial Intelligence: A global study 2025, publicado por KPMG en colaboración con la Universidad de Melbourne, un análisis de las percepciones y uso de la inteligencia artificial en el mundo a partir de una encuesta realizada a cerca de 48.000 personas en 47 países.
Un engaño convincente
Su voz, su tono al escribir, resultan demasiado convincentes. Imposible negarlo. Se le puede preguntar al abogado Rafael Ramírez, citado ante un juez tras presentar un documento con referencias a un fallo judicial que, en realidad, nunca existió. “No sabía que las IA pudiesen inventar contenido falso”, alegó. Ni siquiera pensó en verificar: los textos alucinados sonaban muy reales. El resultado, una multa significativa y la remisión del caso al comité disciplinario del estado de Florida.
Ese ‘tono que parece verdad’ conecta con nuestras debilidades. Y ese es el problema. Los humanos también completamos frases,
rellenamos huecos de memoria y buscamos confirmar lo que ya creemos: son sesgos cognitivos y somos vulnerables a aceptar como ciertos los relatos, en apariencia, plausibles. Si no media pensamiento crítico, validamos la ilusión de coherencia, cualidad excelsa de la IA. Confundimos probabilidad con certeza.
No le pidamos una verdad que no existe
Dejémoslo claro: la inteligencia artificial generativa no está diseñada para decirnos qué es cierto y qué no: como ya explicó Daniel Santamaría, solo predice patrones. Cuando el
1.
No pedir verdades absolutas
En lugar de “¿qué pasó?” es mejor preguntar “¿qué teorías existen sobre esto?”. Así, el modelo devuelve perspectivas en vez de inventar una respuesta “definitiva”.
tema tiene consenso —como las fechas de la independencia— suele dar respuestas consistentes, no porque sepa la verdad, sino porque las probabilidades aumentan cuando la mayoría de las fuentes coinciden.
El problema aparece en asuntos polémicos, sin resolver, o muy complejos, donde ni los humanos hemos encontrado consenso —como los sucesos y detalles de la toma del Palacio de Justicia—. Allí la máquina mezcla versiones contradictorias y construye un relato convincente pero revuelto. No entrega certezas, sino un collage de probabilidades con apariencia de verdad, y el error surge cuando las aceptamos sin cuestionar.
2.
Formular preguntas específicas
Cuanto más claro y acotado sea el prompt, menor es la probabilidad de que el modelo rellene huecos con información inventada.
3.
Usar herramientas que muestren fuentes
Plataformas como Perplexity enlazan a fuentes originales. Pueden fallar, pero permiten verificar textos humanos, rastrear la procedencia de la información o evaluar su confiabilidad si lo pides.
4.
Verificar siempre en fuentes primarias
La IA no sustituye la investigación directa, la lectura de artículos científicos ni la consulta con expertos. Puede ser un punto de partida, nunca el destino final.
5.
Mantener escepticismo frente a lo convincente
6. Que una frase suene coherente y fluida no la hace cierta. El mayor peligro no es que la máquina invente, sino que no cuestionemos qué entrega.
Conocer la herramienta: sus limitaciones y beneficios
Entender hasta dónde llega la IA es clave: evita delegarle tareas de rigor absoluto o no diseñadas para ella. Lo valioso está en usarla donde realmente brilla.
Lecciones inteligentes
Los alumnos dudan de sus propias habilidades —¿la IA puede hacerlo mejor?—, los profesores sospechan de que un trabajo no haya sido elaborado por el estudiante… La IA siembra ortigas y flores en clase. Estas, tres historias de adaptación a la tecnología.
por Mauricio Laguna Cardozo
Los ochenta estudiantes debían presentar un texto para la clase Conflicto y paz en Colombia. Su profesora, Angelika Rettberg, decana de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de los Andes, con cerca de 25 años de experiencia docente y experta en temas de paz, recibió los trabajos y notó textos muy similares. Seguramente —no es fácil comprobarlo— muchos habían sido generados por la inteligencia artificial.
“Entré en crisis de identidad. Pensé: ‘¿Cómo voy a evaluar la toma de perspectiva o el trabajo crítico, si los estudiantes pueden darle un buen prompt a la inteligencia artificial y les resuelve el tema?”.
Salir de la zona de confort y conocer nuevas perspectivas es, para los estudiantes, el objetivo del ejercicio. Eso busca Rettberg con un juego de roles en el cual simulan un proceso de desmovilización de grupos armados en Colombia. Los participantes escogen el papel de combatientes rasos, comandantes o miembros del gobierno y reflexionan sobre su rol. El texto, al final, analiza su experiencia y la evolución de su postura.
Para resolver el problema de la evaluación, la profesora contactó a Didacta, unidad encargada de acompañar procesos pedagógicos y curriculares. La IA, concluyeron allí, daba herramientas para reforzar el ejercicio: se construyeron asistentes GPT alimentados con información en línea sobre cada rol y material relevante (textos oficiales, académicos y de producción propia) y se aumentaron a seis los posibles perfiles a escoger.
Estos asistentes virtuales ahora preparan de forma individual a los participantes en conversaciones estimuladas por preguntas de los estudiantes. Durante la clase el diálogo continúa, pero con el salón en conjunto y, finalmente, con las personas que tenían el mismo rol se identifican retos en común. Para evaluar la actividad, los estudiantes graban un video de la conversación con el grupo de su rol y eso lo califica Rettberg.
A ella, del ejercicio, le gusta el aprendizaje en el uso de prompts y la posibilidad de construir roles, ahora potenciados. Cree que, sin duda, los negociadores aprenden, aunque algo le hace falta todavía y le duele perder: “La satisfacción de construir un argumento escrito”.
ilustración : luisa negrete sanjuan
Punto aparte
Quien no se haya aburrido en alguna clase del colegio, que tire la primera piedra. Si además no entendía el tema, posiblemente cayó dormido. Esa fue una de las motivaciones de MacKenzie Price para fundar los colegios Alpha, en Texas, Estados Unidos. El colegio era muy aburrido, le dijeron sus hijas. Se trata del modelo de educación, analizó ella, más allá de cualquier disputa posible entre sistemas públicos y privados.
El colegio, fundado en 2014 con 16 estudiantes, hoy tiene sedes en cinco estados. A la parte académica se le dedican solo dos horas diarias, utilizando tutorías personalizadas impulsadas por IA.
Un día en un colegio Alpha es así: los estudiantes llegan a las 8:30 a.m. y resuelven una tarea en apariencia imposible o difícil, con el propósito de estimularlos y enseñarles a trabajar en
equipo. Después ocurre el momento de sentarse frente a sus computadores y, con aplicaciones e IA, estudiar las asignaturas académicas fundamentales: matemáticas, lectura, lenguaje y ciencias. El resto del día hacen proyectos colaborativos basados en actividades prácticas y habilidades para la vida. “La tarde es donde todo se vuelve realmente emocionante, porque es cuando los niños no tienen que estar sentados en un pupitre todo el día”, dijo la cofundadora en una entrevista para The New York Times. El colegio entiende a los profesores como “guías” en el acompañamiento a los estudiantes. Utilizando la IA, los niños avanzan a su propio ritmo y nivel; un estudiante puede estar haciendo lecciones de matemáticas de octavo y ciencias de décimo grado. Aseguran que, con la llegada de la IA generativa, pueden medir con precisión y exactitud ese aprendizaje.
Estos colegios tienen críticas —además del precio de 40 mil dólares anuales—. Para Martha Isabel Tejada Sánchez, quien dicta la clase de IA para la Educación en la Universidad de los Andes, son un modelo interesante: anticipan la conexión constante entre IA y educación, pero corren el riesgo de formar estudiantes bajo un paradigma empresarial. “La escuela deja de ser un espacio de encuentro comunitario y de construcción de ciudadanía para transformarse en una incubadora de proyectos y productos al estilo de Silicon Valley, donde incluso la motivación se convierte en capital humano a gestionar”.
No hay duda, es una experiencia innovadora e incluye elementos largamente deseados por los teóricos de la educación como currículos flexibles, integración de la tecnología o retroalimentación constante. Pero, como advierte Tejada, se requiere estar atentos para que no se escondan vacíos bajo la retórica de la innovación
Guiar
La primera película colombiana para ver con lentes 3D fue Pequeñas voces (2010). Uno de sus directores, Jairo Carrillo, amante de la tecnología en el cine, hizo lo posible por ser pionero con la técnica para la exhibición en salas de su película. Hoy es profesor de la Universidad Militar Nueva Granada y sigue alerta a cualquier innovación para aplicarla en los proyectos de sus alumnos.
Con la eclosión de la IA generativa, experimentó al crear relatos y luego animarlos en clase. Pero ese ensayo no resultó porque “todas las historias terminaban iguales, monótonas, sosas, con unas fórmulas muy parecidas —recuerda—. Yo decía: ‘Esto no funciona porque el cine se trata de contar buenas historias’.
Seguía viendo la potencia de la IA para hacer las animaciones, pero faltaba el toque humano. Por eso les pidió a sus estudiantes que le preguntaran a un familiar por una historia de Navidad personal. Así, abuelos, tíos y padres relataron, con su voz, recuerdos importantes para ellos y sus familias. Estos finalmente fueron animados con programas gratuitos de IA.
“Termina siendo un híbrido, como las películas de efectos especiales: no todo son efectos, hay partes muy cotidianas y eso nos acerca”, dice Carrillo, convencido de que esta nueva tecnología no acaba con la animación. Pone como ejemplo el estreno de Toy Story hace 30 años, cuando, se decía, había llegado el final de ese arte. En realidad le dio un impulso.
Sigue enseñando los fundamentos, como encuadres o movimientos de cámara, porque sin ellos los estudiantes no pueden conseguir con sus prompts lo que quieren. Logró, echándole una mano a la IA, contar historias que tocan el corazón humano.
Echar una mano
Al día siguiente
Mira este brote...
¡Mamá GPT!
¡Mamá GPT! Muy bien, papá...
La IA dice que no es nada
¡Mamá GPT!
¡Era pañalitis!
Inteligencias en pañales
¿Qué ocurre cuando la IA desplaza la interacción humana en los niños?
por Angélica Castellanos Romero
ilustración : luisa negrete sanjuan
Salome
Salomé tiene 15 meses y un brote en la piel inquieta a sus padres. En el apartamento de Nicolás y Vanessa, de 30 y 29 años, en Bogotá, el papá consulta la foto con ChatGPT. La respuesta los tranquiliza, pero no es del todo cierta: al poco tiempo, los médicos confirman pañalitis. Pasó en 2024. En esta familia, la tecnología ha sido aliada para planear comidas, organizar rutinas y acompañar el aprendizaje de Salomé.
La escena es común: la inteligencia artificial se ha vuelto parte del día a día como antes lo fueron la televisión o internet. Alexa cuenta cuentos antes de dormir, ChatGPT resuelve dudas sobre un brote en la piel y Gemini sugiere recetas o planes de sueño. La pequeña Salomé apenas balbucea palabras y ya logra decir: “Alexa, Alexa”, para pedirle a sus papás que le pongan música. No es un fenómeno menor: el mercado global de IA en el cuidado infantil ya bordeaba los 4 mil millones de dólares en 2023 y podría superar los 19 mil millones en 2031, según el informe de InsightAce Analytic citado por OpenPR (2025).
Durante la primera infancia, cada interacción deja huella en el cerebro. Juego, lenguaje y contacto humano impulsan el desarrollo. ¿Qué pasa con su imaginación, su aprendizaje y sus vínculos emocionales cuando un niño dialoga con máquinas como si fueran personas?
La doctora Catalina Ayala Corredor, psiquiatra infantil y de adolescentes de la Fundación Santafé de Bogotá, explica que el cerebro en la niñez es altamente plástico: puede adaptarse, crear rutas nuevas y aprender a través de diferentes áreas. Esa flexibilidad se da en
momentos clave, cuando ciertas funciones están en plena formación y maduración.
Pero esas ventanas no se abren para siempre. Si se desaprovechan en la infancia o adolescencia, ya no se recuperan en la adultez. Funciones como la planeación, la regulación de la gratificación o el juicio, que dependen del lóbulo prefrontal y maduran hasta los 25 años, necesitan del contacto humano y de la estimulación real. Ninguna interacción virtual, por avanzada que sea, puede sustituir el vínculo físico con el entorno.
Lo evidenciaron, a comienzos de los 2000, investigadores en Estados Unidos cuando reunieron a bebés de entre 9 y 10 meses para estudiar cómo aprenden un idioma. Durante varias semanas, participaron en sesiones presenciales con una hablante nativa de mandarín: les leía cuentos y les hablaba directamente. Al cabo de un tiempo, los bebés fueron capaces de distinguir sonidos propios del mandarín inexistentes en inglés. Otro grupo de niños vio los mismos libros y escuchó exactamente las mismas palabras a través de una grabación en video de la misma mujer. La diferencia fue clara: estos últimos no aprendieron nada. El hallazgo mostró que lo determinante no era la exposición a la información, sino la interacción social y afectiva en vivo que acompañaba el aprendizaje.
Ayala enfatiza: “El sano desarrollo infantil requiere la mirada y la interacción con el otro. Aprendemos a hablar porque alguien nos nombra el mundo; responde a nuestros gestos y sonidos. Esa interacción es la base del lenguaje y, posteriormente, de la lectoescritura”.
¡Alexa! ¿Cómo te sientes hoy?
Greisy
Muy feliz.
¿Lo ves?
Te dije que sí tiene sentimientos
En la casa de Greisy, mamá de dos niños de 6 y 7, esta escena también es real: sus hijos usan la IA para resolver dudas, aprender sobre temas de su interés o a jugar con las palabras. Sin embargo, no logran diferenciar que detrás no hay una persona sino una máquina y eso, a ella, le inquieta.
Gran parte de nuestro desarrollo físico y psicológico ocurre en el primer año de vida. El cerebro de un recién nacido comparado con el de un bebé de 12 meses es morfológicamente distinto. En ese corto tiempo también se desarrollan procesos fundamentales como la sensibilización y la introducción a prácticas culturales básicas para relacionarse con el entorno. En los primeros años, los niños aprenden a reconocer y a responder a las emociones de los demás: distinguen en el tono de voz si alguien está feliz o molesto, y comprenden a través del contacto cuándo sus acciones son bien recibidas o no. Empiezan a construir la empatía y las bases de la vida social.
Según Camila Suárez, psicóloga e investigadora en desarrollo infantil, cuando estas interacciones se reemplazan de forma temprana por la compañía de dispositivos digitales, aumenta el riesgo de que en la niñez o en la adolescencia aparezcan vacíos en la identidad, el sentido de pertenencia y las habilidades para relacionarse con otras personas.
“Estamos generando que nuestros niños perciban que no tienen apoyo social y eso es muy grave: es uno de los principales riesgos para desarrollar problemas de salud mental en el futuro”, afirma Suárez.
El juego compartido con adultos es parte de esa protección. Los juegos simbólicos —como cuando un niño convierte un portavasos en una tablet o una cuchara en un avión— fomentan la creatividad, la imaginación y el lenguaje figurado. Delegar estas experiencias a las pantallas limita la capacidad de los niños para explorar, frustrarse y volver a intentar, un proceso esencial para su desarrollo.
Papá, ¿quién hizo las pirámides?
Mmm, no lo sé
¿Google?
Las pirámides de Egipto se construyeron hace más de 4.500 años con enormes bloques de piedra que...
Abril y Salvador
Durante sus viajes, con frecuencia, Abril (de 4 años) y Salvador (de 2) conocen buena parte de los misterios del mundo por cuenta de la IA de Google. Para esta familia colombiana es un apoyo. El estudio Young Children and ChatGPT: Parents’ Use of ChatGPT in Parenting (CHI 2024, Honolulu) encontró que cada vez más padres en Estados Unidos utilizan ChatGPT para resolver dudas sobre alimentación, rutinas y desarrollo infantil, y un 52,7 % de ellos lo hace de manera explícita para estrategias de crianza. Muchos valoran su aporte educativo y creativo, mientras otros temen dependencia tecnológica o distanciamiento con los hijos.
En centros de cuidado y educación se utilizan herramientas que personalizan el aprendizaje, agilizan labores administrativas y mejoran la seguridad, con beneficios como participación más sólida de los padres, detección temprana del desarrollo y ambientes más eficientes.
Sin embargo, organismos como Unicef advierten sobre los límites, riesgos y oportunidades
de la IA para orientar políticas, prácticas educativas y esfuerzos con el fin de reducir brechas. El error y la experiencia directa son insustituibles. Eduardo Escallón, especialista en educación para la primera infancia, lo explica: “Nada reemplaza el cuidado humano sensible, cariñoso y atento. Poner una máquina a ‘entretener’ al niño puede ser útil en ciertos momentos, pero una exposición prolongada implica perder valiosas oportunidades de desarrollo”.
La clave está en no dejar pasar los primeros años. “No desaproveches la oportunidad de interactuar directamente con tu hijo pequeño. Esa etapa no se repite”, enfatiza Escallón.
En casa de Abril y de Salvador, la tecnología es una ayuda. Para la música, los cuentos, el descanso o los viajes. Criar no es sencillo, pero es clave entender en qué momentos las herramientas no sustituyen la interacción directa con los hijos: ni la voz de un padre ni la indicación de un pediatra ni la experiencia directa ni el error o el afecto.
Explora la IA
Muéstrales a tus hijos qué hace la inteligencia artificial y qué no. Jueguen, pregunten, prueben y descubran. Explicarles que no tiene emociones ni conciencia ayuda a entenderla como herramienta y no como una persona.
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Acompaña los aprendizajes
Introduce la IA como una actividad compartida: si el asistente cuenta un cuento o responde preguntas, coméntalo, dialoga sobre el posible aprendizaje. Es un punto de partida para la interacción, no un reemplazo del vínculo humano.
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Fomenta el esfuerzo
Motiva a tus hijos a intentar resolver un rompecabezas, escribir o dibujar antes de acudir a la IA. El ensayo y error fortalecen la creatividad, la resiliencia y la autonomía, mientras que la tecnología queda como apoyo secundario.
Enseña pensamiento crítico
La IA no siempre ofrece información precisa. Invita a tus hijos a hacerse preguntas, contrastar fuentes y consultar a un adulto o a un libro si algo les genera duda. Esto desarrolla criterio y los prepara para un mundo cada vez más digital.
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Establece límites y rutina
Define espacios y momentos sin pantallas: comidas, juego al aire libre o tiempo de descanso. Esto protege la salud emocional y física de los niños, al tiempo que refuerza los vínculos familiares.
Cuida la privacidad y la seguridad
Explícales que la IA aprende de los datos que recibe y que no deben compartir información sensible, como nombre completo o dirección. Revisa siempre las configuraciones de privacidad y utiliza controles parentales cuando sea posible.