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El silencio permite hacer propia la palabra Licenciada Angélica Estrada

El silencio permite hacer propia la palabra

Inspirado en la lectura de Alfonso López Quintás sobre creatividad.

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Licenciada Angélica Estrada

El silencio permite hacer propia la palabra. Ahora mismo, luego de leer a López Quintás y antes de escribir sucedió. Ese encuentro con todas las letras, tildes, comas, puntos. Todos esos signos se traducen en algo que hoy tienen significado para mí. Sin ese suspiro, sin ese levantar la mirada hacia la “nada” arriba de la hoja de lectura… todo sería un “copy –paste”. Dejaría mi tarea de ser humana y humanizadora, sin ese silencio previo a escribir, luego de leer. Ese silencio es el que hace que realmente todo el conocimiento copilado en palabras del documento sea escuchado, ya que el silencio permite que haga mío el nuevo aprendizaje. Vuelvo a hacer que me encuentre en él.

La vida implica responder, pero eso antes, supone escuchar. Escuchar es una forma de dejarse coexistir, dejar que el Ser sea en uno… uno recibe por medio de ese silencio (la nada que recibe al Ser que le llama a existir). El silencio manifestado primero como la nada que se deja ser, al aceptar el Ser, al escucharle, al acoger la palabra, su llamado a la existencia. El silencio es el recuerdo humilde de nuestro principio. El suspiro oxigenador que nos prepara para recibir en manos abiertas el Don. El silencio nos conecta en recuerdo con la nada, lo único que le pertenece al humano (lo que en esencia es- el no ser-), para recibir desde allí, desde su oquedad, el Todo que se ofrece constantemente en un diálogo nutricio.

La palabra que viene o se gesta en el silencio se distingue por los lazos nutricios que adensa, por el ámbito que recrea, por el amor que le enriquece y se manifiesta en encuentro. El silencio no supone ausencia de ruido externo físico. En un bosque es muy difícil no encontrar ruidos de pájaros, de animales, de grillos, etc. Pero si se sabe buscar se encuentra el silencio. Ausencia de distractores, de ruido no físico, ausencia de interrupciones, ausencia de vértigo… ese silencio que cualquiera que quiera puede encontrar aún en medio de muchos decibeles. El silencio es una actitud de escucha, apertura, aceptación, diálogo, preparación para enlazarme, para alimentarme, para encontrarse.

El silencio permite hacer propia la palabra

Inspirado en la lectura de Alfonso López Quintás sobre creatividad.

“Que el silencio es una plenitud lo sentí profundamente una vez junto al Main. Estaba sentado junto al río, y todo el valle se hallaba en silencio; ningún pájaro contaba, ningún hombre ni ningún coche pasaba por allí. Todo era silencio, incluso dentro de mí. Pero ¡qué riqueza había en todo! Todo estaba lleno de vida, de sustancia interior, de la gran plenitud que late en el fondo de todas las cosas ” (Cf. Briefe…, p. 132)

El autor habla de cómo la creación misma se encuentra en esa actitud de escucha a merced de su Creador. No sin emitir ruido… todo bosque genera ruido… pero aun así podríamos decir que está en silencio como en espera de ser interpretado. Como si con sólo existir dijera, “Yo soy árbol, yo soy perro” y espera de nosotros la respuesta “Yo soy…”. Y en ese yo soy… se verbaliza, se entreteje la respuesta. Como si nos enseñaran a hablar con su ejemplo… Yo soy árbol y tú… tú eres persona. Los árboles del camino a La Antigua Guatemala, por ejemplo… son el preámbulo de la Vieja Ciudad de Centroamérica, preparan de alguna forma a la belleza colonial del lugar. Un camino lleno de silencios en tonalidades verde oscuras. La naturaleza nos habla, el autor lo dice claramente al mencionar cómo sentado junto al río encontraba la riqueza del diálogo en el silencio.

La vida es un poema, una respuesta de amor a una llamada al Amor con mayúscula. A la coexistencia con el Ser, desde nuestra nada. Desde nuestro silencio primero manifestado por la nada y luego nutrido en el diálogo convertido en coexistencia que se encuentra con un Ser que le permite ser, dialogar…

Nota: Se distingue el silencio del diálogo en escucha, del silencio de la indiferencia o de la ausencia de encuentro por falta de comunicación. El silencio al que hace referencia la lectura es al silencio propio de la escucha atenta que luego gesta la palabra y en ella manifiesta la riqueza contenida.

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