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Presentación

La política de género de Plan Internacional asume la igualdad de género, la promoción de la justicia de género y el cumplimiento de los derechos de las niñas como un gran propósito para alcanzar su objetivo de ser una organización centrada en los derechos de la niñez. Para el logro de los propósitos en temas de género, asume como perspectiva el Enfoque Transformador de Género (ETG), desde el cual se reconoce que la desigualdad de género varía de acuerdo con los contextos, pero que en todas las sociedades se presentan múltiples formas de violencia y discriminación por razones de género1, además de una distribución desigual en las relaciones de poder entre hombres y mujeres, niños y niñas, y que para superarlas hay que “abordar las causas estructurales de las desigualdades de género” (Plan International, 2020:5), especialmente las relacionadas con desiguales relaciones de poder, normas sociales discriminatorias y legislación.

Por su parte, el proyecto Agua para ConvidArte ha incorporado el ETG para “mejorar las condiciones de vida de niñas, adolescentes y mujeres en relación con el acceso, uso y control del agua en sus familias y comunidades”2, definiendo una serie de acciones y actividades concretas en cada uno de los componentes del proyecto. Estas acciones y actividades están dirigidas a la formación y el acompañamiento para el empoderamiento de las mujeres y las niñas, así como a la reflexión con los hombres, lo que les permite avanzar hacia masculinidades que se vinculen con el cuidado tanto de los cuerpos femenino y masculino como del agua.

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El presente documento recoge las orientaciones anteriormente mencionadas en forma de una herramienta metodológica y conceptual que le permita al equipo de campo de Plan en Tumaco orientar la inclusión del ETG en los tres componentes del proyecto Agua para ConvidArte, teniendo en cuenta las características de los grupos y las relaciones de género que se establecen en el territorio.

1 Así como de otros factores de exclusión como edad, pertenencia étnica, discapacidad, nacionalidad, identidad de género y orientación sexual.

2 Tomado de los términos de referencia para la consultoría especializada para el diseño del modelo pedagógico y la elaboración de instrumentos a utilizar en los procesos formativos relacionados con la Estrategia Transformadora de Género en el proyecto Agua para ConvidArte en el municipio de San Andrés de Tumaco (Nariño).

El contenido se organiza de la siguiente manera: en la primera parte se desglosan las referencias conceptuales y metodológicas pertinentes para realizar la lectura de género en el proyecto. Estas referencias permiten enmarcar, sustentar y argumentar la metodología de acompañamiento propuesta. Cabe aclarar que son aproximaciones y síntesis de cada tema, por lo que es recomendable profundizar en ellos a partir de las lecturas recomendadas.

Posteriormente se presentan de manera detallada los diseños metodológicos de los espacios de formación para cada grupo poblacional vinculado al proyecto, bajo la modalidad de talleres participativos, los cuales se organizan de la siguiente manera:

Tabla 1. Espacios de formación propuestos para cada grupo poblacional de acuerdo con los componentes del proyecto Agua para ConvidArte

Componente Población Taller

1. Economía del cuidado y agua.

A Mujeres participantes en los comités de agua.

2. Derechos sexuales, derechos reproductivos, cuerpo y agua.

3. Participación política de las mujeres.

4. El autocuidado para el empoderamiento de las lideresas del territorio.

B

A y B

Niñas, adolescentes, jóvenes y mujeres Agentes de Cambio, participantes en los comités intergeneracionales.

Niños, adolescentes, jóvenes y hombres Agentes de Cambio participantes en los comités intergeneracionales, y hombres participantes en los comités de agua.

C Representantes de las MIPYMES.

1. Derechos sexuales, derechos reproductivos, cuidado del cuerpo en mujeres afrocolombianas y violencias basadas en género que vulneran el cuerpo.

2. Participación comunitaria de las mujeres, autocuidado y cuidado del agua.

3. Salud menstrual.

1. Cuidado del cuerpo, derechos sexuales y derechos reproductivos, y su relación con el agua.

2. Trabajo productivo, trabajo reproductivo y el papel de los hombres en la redistribución.

1- Trabajo productivo, trabajo reproductivo y caracterización de los emprendimientos.

2- Empoderamiento económico de las mujeres y el enfoque de género en los emprendimientos.

3- Autocuidado de la emprendedora para su salud física, mental y espiritual.

1. Referentes conceptuales

Mujeres, economía del cuidado y cuidado del agua

Economía del cuidado: hace referencia a los análisis realizados en el marco de la economía feminista para llamar la atención sobre la división sexual del trabajo, que ubica el tema del cuidado como un asunto fundamental para la vida humana. Considera necesario reconocer las dimensiones productivas y reproductivas como fundamentales para el bienestar humano. Así mismo, analiza las inequidades que se dan en el ámbito reproductivo y productivo con desventajas para las mujeres. Las actividades reproductivas, en la mayoría de las culturas, están en manos de las mujeres, hacen parte del ámbito de lo privado, no han sido valoradas, no tienen reconocimiento. De manera opuesta, las actividades productivas que tienen valoración cultural hacen parte de lo público y han estado en manos de los hombres históricamente.

El trabajo reproductivo recoge todas las actividades no remuneradas que se realizan al interior de los hogares, que también se identifican como actividades domésticas, y permiten satisfacer las necesidades cotidianas como la preparación de alimentos, el suministro de éstos, el mantenimiento del hogar y la higiene personal. También son parte de este trabajo las actividades para el cuidado de personas dependientes durante la infancia y la vejez, y de personas en situación de discapacidad o con condiciones de salud que requieren cuidado permanente. Estas labores son llevadas a cabo todos los días y a lo largo de la vida de una persona.

El trabajo productivo se refiere a las actividades que, en conjunto, se considera que producen la riqueza social y han tenido históricamente diferentes formas de organización como el esclavismo, el feudalismo y el capitalismo. Este trabajo es adelantado en el marco de un tiempo determinado o jornada, durante el día, la semana, mes y año (CEPAL, 2015).

En Colombia, la Ley 1413 de 2010 regula la inclusión de la economía del cuidado en el sistema de cuentas nacionales, y define la economía del cuidado como el “trabajo no remunerado que se realiza en el hogar, relacionado con el mantenimiento de la vivienda, los cuidados a otras personas del hogar o la comunidad y el mantenimiento de la fuerza de trabajo remunerado” (Artículo 2°. Definiciones).

De acuerdo con la CEPAL (2015), el cuidado debe ser organizado socialmente en cuatro ámbitos que permitan el acceso al bienestar. Estos son: la familia, el Estado, el mercado y la sociedad civil. Así mismo, es necesario que haya políticas públicas que permitan reconocer, reducir y redistribuir el trabajo del cuidado, transformando a la división sexual tradicional de este tipo de trabajo a través de:

1. Redistribuir el cuidado al interior de los hogares entre mujeres y varones.

2. Mayor intervención del Estado en las actividades de cuidado que recaen sobre las familias y las mujeres3.

3. Propiciar una intersección entre las políticas de igualdad de género, de corresponsabilidad y de promoción de los derechos de las personas dependientes (niños, niñas, personas mayores, personas con discapacidad). Es necesario que estas políticas sociales se integren y refuercen.

4. La inclusión de los enfoques de género y de derechos en las políticas sociales.

Mujeres y trabajo productivo: en América Latina y en Colombia las mujeres han incrementado su participación en el mercado laboral. Sin embargo, de acuerdo con el DANE (2020), hay una brecha importante en la participación de las mujeres en este campo, pues antes de la pandemia casi 3 de cada 10 mujeres de 15 años o más no tenía ingresos propios, mientras que para los hombres 1 de cada 10 estaba en esta situación. Esta brecha también se evidencia en el desempleo, que se profundiza en la población joven. Para el 2019, las personas con edades entre 18 y 24 años tenían las peores tasas de desempleo, las mujeres de 22.9% y los hombres de 13.8% (DANE, 2020). Estas brechas en el mercado laboral también afectan con mayor fuerza a las mujeres rurales, cuya participación en América Latina representa solo el 36% del mercado laboral (CEPAL, 2019).

3 La CEPAL en el documento citado sobre Políticas de Cuidado en América Latina, asume que el cuidado es un derecho en el que el Estado desde su rol como garante debe asegurar el cuidado como un derecho universal de todas las personas. (Batthyány Dighiero, Karina, 2015).

En 2020, cerca del 25% (3.168.042) de personas jóvenes entre 14 y 28 años se encontraban desempleadas, de estas 2.010.774 eran mujeres jóvenes y 1.213.814 eran hombres jóvenes; la brecha de desempleo entre mujeres y hombres jóvenes fue de 11,7 puntos porcentuales. Las adolescentes y mujeres jóvenes entre 14 y 28 años son las que menos participación tienen en el marcado laboral. En promedio, ellas se encuentran 16 puntos porcentuales por debajo en relación con los hombres en los últimos 5 años. A esto se suma la informalidad laboral: el 47,1% de las personas jóvenes ocupadas entre 14 y 28 años se encontraban con empleos informales en 2021, cifra que aumentó 0,4 puntos porcentuales en relación con 2020 cuando la informalidad fue 46,7%.

La mitad de las y los jóvenes se encuentran en la informalidad laboral, evidenciando que la creación de empleo formal sigue estando por debajo de la demanda. La pandemia generó además un crecimiento del desempleo en la población joven.

Las normas sociales y los estereotipos laborales basados en género han hecho que se genere discriminación y exclusión laboral de las mujeres y que se les impongan mayores responsabilidades en el hogar, así como en el ejercicio de la maternidad. La pandemia provocada por COVID-19 amplió estas brechas de desigualdad afectando de manera diferencial a hombres y mujeres.

De acuerdo con los datos de la Encuesta Nacional de Uso del Tiempo, entre septiembre de 2020 y agosto de 2021, a nivel nacional, las mujeres dedicaron en promedio 7 horas y 46 minutos al día en actividades de trabajo no remunerado y los hombres 3 horas y 6 minutos (Observatorio Contando lo Invisible, Plan Internacional, 2021).

En relación con la brecha salarial en 2020, por cada 100 pesos que recibió un hombre, una mujer recibió 94. La brecha salarial se manifiesta en mujeres del área rural, mujeres con bajos niveles educativos, madres solteras, mujeres que se encuentran en unión libre, separadas, divorciadas y en mujeres indígenas. En mujeres solteras esta brecha se invierte: por cada 100 pesos que ganaron, un hombre ganó 76 (Observatorio Contando lo Invisible, Plan Internacional, 2021).

La participación de las mujeres en el mercado laboral se da en ocupaciones y sectores económicos que ofrecen menos ventajas en las condiciones laborales, con menores posibilidades de acceso a seguridad social y bajos ingresos. Se ubican generalmente en el sector informal, tienen pocas posibilidades de acceder a los cargos jerárquicos de poder y enfrentan barreras que limitan sus potenciales y el disfrute del acceso a recursos materiales e intangibles, barreras entre las que se encuentran las fuertes cargas de trabajo doméstico y de cuidado que asumen en sus hogares, y la falta de valoración e invisibilización del trabajo no remunerado que realizan, que significa un gran esfuerzo en tiempo y entrega.

El cuidado y el agua: el acceso y cuidado del agua está estrechamente vinculado a las acciones que se realizan en los hogares para el cuidado de la vida humana. La mayoría de las actividades necesarias para mantener el agua en condiciones adecuadas para el consumo están en manos de las mujeres, los niños y las niñas, lo cual les significa una gran inversión de tiempo y energía. En las comunidades en donde se presentan dificultades para contar con agua en los hogares, a las mujeres, niños, niñas y adolescentes se les ha asignado socialmente la tarea de recorrer grandes distancias para conseguirla, lo cual tiene efectos negativos en su salud, su seguridad y el tiempo destinado a la educación y el descanso. El hecho de que las mujeres, además del trabajo doméstico, también tengan que garantizar el agua, dobla su esfuerzo y extiende significativamente su jornada. Asimismo, el contar con menos tiempo para la capacitación las relega como las más pobres entre los pobres, pues tienen menos opciones de ingresar al mercado laboral y generar ingresos propios.

Ética del cuidado: es un concepto que recoge diferentes desarrollos teóricos vinculados al enfoque de género, que parte de reconocer que el cuidado “es una actividad específica que incluye todo lo que hacemos para mantener, continuar y reparar nuestro mundo, de manera que podamos vivir en él tan bien como sea posible. Ese mundo incluye nuestros cuerpos, nuestro ser y nuestro ambiente, todo lo cual buscamos para entretejer una compleja red de sostenimiento de la vida”, citado por CEPAL (2018: 13) con base en Fisher y Tronto (1990), citado en Tronto (2006, pág. 5). En este último documento también se recoge la definición de cuidado de Betthyány, quien plantea que se refiere a “…actividades que permiten a las personas alimentarse, educarse, estar sanas y vivir en un hábitat propicio. Abarca, por tanto, al cuidado material que implica un trabajo, al cuidado económico que involucra un costo y al cuidado psicológico que entraña un vínculo afectivo” (Betthyány CEPAL, 2018: 24).

Como concepto, la ética del cuidado nace como una respuesta de la psicóloga norteamericana Carol Gilligan en 1982 (In a Different voice) a la teoría moral de Lawrence Kohlberg. “En este libro, Gilligan desafía la concepción tradicional en la teoría del desarrollo moral a la luz de las voces de las experiencias de las mujeres, hasta ahora excluidas en las teorías y los análisis sobre el desarrollo y la capacidad moral” (Comins Mingol, 2003: 56). Se podría entender que esta propuesta nace para cuestionar principios y propuestas de la ética de la justicia, en donde se pregunta por la concepción de universalidad de la moralidad, la autonomía y la justicia (como características inherentes a la humanidad), y pone sobre la mesa las formas de moralidad y construcción de ética desde la socialización de las mujeres. Sin embargo, esta teoría moral llevó a pensar en el contexto y las relaciones que en este se establecen como cruciales para entender el desarrollo moral, y permite que la moral entendida desde el cuidado sea considerada para la configuración de espacios sociales más justos y una nueva apuesta para las relaciones productivas y reproductivas. Cabe aclarar que las prácticas de cuidado que históricamente se han asignado a las mujeres son resultado de los procesos culturales de socialización y educación de ellas, y no son una característica biológica ni natural.

Por su parte Nel Noddings aporta a la discusión sobre la ética del cuidado la priorización de las experiencias y las relaciones de las personas sobre los principios totalizantes, lo cual la lleva a considerar que se debe “priorizar a las personas concretas sobre los principios abstractos, por dar un peso mayor al ámbito afectivo que al cognitivo, por entender los valores como respuestas a las necesidades humanas, y por educar moralmente a través de la creación de condiciones facilitadoras para el aprendizaje del cuidado” (Noddings Vázquez Verdera, 2009:41). Sus posturas sobre las consideraciones filosóficas del ser humano le llevan a formular que el cuidado entre individuos es una necesidad propia de este.

Joan Tronto (1987), igualmente, señala que las prácticas del cuidado son ejercicios políticos que permitirían otras formas de las estructuras sociales de poder. Son una apuesta por una “buena teoría moral contextual”, esto quiere decir que se define en términos de relaciones de cuidado, o sea, que pasa por lo íntimo, pero se extrapola a lo público. Plantea como una de las características de la ética del cuidado que permite que “los problemas morales se pueden expresar en términos de acomodar las necesidades del yo y las de los demás, de lograr el equilibrio entre la competencia y la cooperación, y de mantener la red social de relaciones en que uno se encuentra” (Tronto, 1987: 13), y así generar escenarios sociales con predominancia en el cuidado y no en la competencia, en la responsabilidad por las otras personas y no solo la concepción del individuo, valor que es predominantemente humano.

Tronto propone que una apuesta política del género debe afrontar el debate de la ética del cuidado en términos de la teoría política y moral. Esto lleva a mirar críticamente, tal como lo ha expuesto Gilligan, la noción de “moralidad de mujeres propuesta por las interpretaciones sobre la moral y las distinciones por género”, además de “estas interpretaciones en el contexto de las investigaciones sobre la moral y las distinciones de clase, raza y etnia” (Tronto, 1987: 5).

Joan Tronto y Helen Kohlen (2018) establecen que la ética del cuidado tiene tres características, (i) centralidad en la relación, (ii) énfasis en la responsabilidad, teniendo en cuenta que es diferente del deber, enfocado a un ejercicio reflexivo individual que permita que cada persona se pregunte cuáles son sus responsabilidades frente al otro y (iii) la claridad en las relaciones de poder, pues el cuidar implica que hay una persona con algún grado de vulnerabilidad/necesidad que es solventada por otra (la persona cuidadora).

El ecofeminismo se ha nutrido de las conceptualizaciones de la ética del cuidado al cuestionar las concepciones históricas que relacionan a las mujeres con la naturaleza y a la misma naturaleza como sujetos a disposición de lo masculino, esto generando relaciones androcéntricas en donde los hombres se vuelven los privilegiados de los cuidados y de las virtudes de los ecosistemas, y es por ello que desde la ética del cuidado se puede postular que “una correcta integración de razón y emoción, de principios universales y virtudes de cuidado, de derechos y responsabilidades, permite alcanzar teorías éticas más completas. La ética ambiental, según sostenemos, tiene mucho que ganar de la nueva forma de entender la moralidad que se propone desde la ética del cuidado” (Velasco Sesma, 2016:200).

Los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) y el cuidado: en la Agenda de los Objetivos de Desarrollo Sostenible 2030, el tema del cuidado quedó expresado en el ODS 5, Igualdad de Género, Meta 5.4: “Reconocer y valorar los cuidados no remunerados y el trabajo doméstico no remunerado mediante la prestación de servicios públicos, la provisión de infraestructuras y la formulación de políticas de protección social, así como mediante la promoción de la responsabilidad compartida en el hogar y la familia, según proceda en cada país”.

Según la CEPAL, la meta mencionada guarda relación con muchos otros ODS:

Es esencial para erradicar la pobreza e implementar sistemas y medidas apropiadas de protección social para todas las personas (ODS 1), poner fin al hambre, lograr la seguridad alimentaria y la mejora de la nutrición y promover la agricultura sostenible (ODS 2), garantizar una vida sana y promover el bienestar (ODS 3), garantizar una educación inclusiva y equitativa de calidad (ODS 4), lograr la igualdad de género y empoderar a todas las mujeres y las niñas (ODS 5), promover el crecimiento económico sostenido, inclusivo y sostenible, el empleo pleno productivo y el trabajo decente para todos (ODS 8), construir infraestructuras resilientes, promover la industrialización inclusiva y sostenible y fomentar la innovación (ODS 9), reducir la desigualdad (ODS 10), adoptar medidas urgentes para combatir el cambio climático (ODS 13), promover sociedades pacíficas e inclusivas (ODS 16), fortalecer los medios de implementación y revitalizar la Alianza Mundial para el Desarrollo Sostenible (ODS 17) (CEPAL, 2021:6).

Bibliografía sobre economía del cuidado: https://www.researchgate.net/publication/273127313_Las_politicas_y_ el_cuidado_en_America_Latina_una_mirada_a_las_experiencias_ regionales https://www.cepal.org/es/publicaciones/47264-la-sociedad-cuidadoaportes-la-agenda-regional-genero-marco-desarrollo.

Batthyány, K. (2015). Las políticas y el cuidado en América Latina, una mirada a experiencias regionales. Santiago de Chile: CEPAL, Cooperación Española.

Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL). Hacia la sociedad del cuidado: los aportes de la Agenda Regional de Género en el marco del desarrollo sostenible (LC/MDM.61/3), Santiago, 2021.

Congreso de la República de Colombia. Ley 1443 de 2010. “Por medio de la cual se regula la inclusión de la economía del cuidado en el sistema de cuentas nacionales con el objeto de medir la contribución de la mujer al desarrollo económico y social del país y como herramienta fundamental para la definición e implementación de políticas públicas”.https://www. funcionpublica.gov.co/eva/gestornormativo/norma.php?i=40764

Secretaría Distrital de Planeación (s.f.) Implementación del Sistema Distrital del Cuidado en Bogotá. https://bogota.gov.co/mi-ciudad/mujer/ sistema-distrital-de-cuidado-en-bogota-sitio-web

Derechos sexuales y derechos reproductivos

Cuerpo y cuidado

Abordar los derechos sexuales y derechos reproductivos en un proceso de formación sobre agua y género en un contexto como el Distrito de Tumaco, implica «territorializar» la discusión partiendo de la comprensión de lo que significa el cuerpo con una mirada aterrizada al contexto: cómo viven las mujeres, las personas LGBTIQ+ y los hombres afro, indígenas y mestizos, en los diferentes momentos del ciclo vital en este territorio, su corporalidad; cómo significan su cuerpo, cómo lo cuidan o protegen, cómo lo adornan, a qué vulneraciones están expuestos y expuestas, cómo se relacionan con el agua y con los demás elementos del territorio, entre otras cuestiones. Este tema ha sido ampliamente abordado en Colombia, tanto desde las instituciones académicas y público estatales como desde los movimientos de base social, y hay coincidencia en la postura de que los cuerpos afrocolombianos viven y se expresan de manera particular, ya que son leídos y sentidos con relación al territorio, y también entendidos a partir de las variadas formas de violencias a las que históricamente han estado expuestos.

De acuerdo con Mara Viveros, acercarse teóricamente al cuerpo es, en gran medida, intentar dar cuenta de este como «territorio privilegiado de signos, símbolos, medidas, evaluaciones y disciplinamientos, así mismo, de gestos, posturas, temores y placeres» (Viveros, 2002: 275), además, como lo expresa Natalia Angulo Agudelo (2018), el cuerpo está inscrito en un campo de relaciones de poder, por lo que en él se reflejan imaginarios, discursos, estereotipos; es el resultado de procesos socioculturales e históricos en donde se inscribe la memoria colectiva «a través de la piel, el cabello, los movimientos, los gestos» (Angulo Agudelo, 2018, recuperado en noviembre de 2022). También es asumir que el cuerpo es una realidad que problematiza posiciones binarias como naturaleza y cultura, subjetividad y objetividad, espacio individual y social, masculinidad y feminidad. El concepto de cuerpo, por ser tan complejo, no puede ser reducido a discursos desde miradas biomédicas, culturales, psicológicas o sociales independientes. Pensar en el cuerpo como generizado y racializado requiere tener en cuenta que hace parte del ser en primera persona, que es socialmente construido y con significado, de igual manera que las relaciones institucionales y sociales producen formas específicas de experiencias corporales.

Diferentes autoras que han abordado el tema de los cuerpos de las mujeres afro en Colombia han resaltado que estos han padecido las violencias raciales estructurales que se refuerzan con el hecho de estar inscritos en territorios históricamente en disputa, por diversas razones, lo cual hace que las mujeres estén atravesadas tanto por violencias raciales, como por violencias de género y territoriales. Tal como lo han denunciado lideresas afro como Charo Mina: «históricamente en los territorios étnicos, los cuerpos de las mujeres han sido usados por actores armados para sembrar el pánico colectivo perpetuando hechos violentos ejemplarizantes que permiten el control social y territorial, cohesionan la organización y alimentan el silencio» (Mina, 2017:4). Esto se complementa con la mirada de investigadoras como Juana Camacho Segura quien señala que las mujeres negras, al estar inscritas en estos contextos simultáneos de poder, también han estado atravesadas por «la lucha continua por la supervivencia y la liberación», además, que los cuerpos de las mujeres negras han sido «imaginados, representados y deseados por distintos y contradictorios estereotipos» (Camacho Segura en Angulo Agudelo, 2018, recuperado en el 2022).

No obstante, se destaca igualmente que estas relaciones de subordinación y vulneración han generado espacios y procesos de lucha y resistencia. Al ser el escenario de convergencia de diferentes poderes culturales, sociales y políticos, se presenta también como adecuado para promover las dinámicas de cambios de valores y paradigmas en dichos escenarios. La búsqueda por la reivindicación del cuerpo y la identidad se leen de la mano con la defensa del territorio. En esta medida, hablar de derechos sexuales y derechos reproductivos permite dotar de herramientas a las mujeres y las niñas para reflexionar sobre las formas de habitar y vivir el cuerpo, y de relacionarse con sus entornos más próximos: sus familias, instituciones escolares, comunidades, etc.

Con relación a los cuerpos masculinos, según Viveros (2002), durante la colonización colombiana a los varones negros se les atribuyeron poderes sexuales, lo cual representaba una amenaza para la pureza racial y la institución familiar; esto, aunado al simbolismo cristiano, contribuyó a asociar lo negro con el mal y lo blanco con el bien. Hay una relación entre las discriminaciones que se dan entre género y etnia, el varón negro puede representarse como un buen salvaje, manso y afable, porque no representa una amenaza para la masculinidad occidental hegemónica (poderosa, autoritaria, llena de iniciativa) o, en cambio, como brutal y desenfrenado sexualmente, en oposición al hombre blanco, descrito esta vez como un caballero civilizado y protector.

Así pues, como lo señala el Centro Nacional de Memoria Histórica, el cuerpo corresponde a vivencias y al primer archivo de memorias, es un conjunto de experiencias que quedan en la subjetividad de las personas, el cuerpo está implicado en el mundo y por eso la forma en que las personas conocen y experimentan la realidad es siempre corporal, «los cuerpos son realidades materiales en las que se encarnan simultáneamente nuestras historias de vida, nuestras percepciones sobre el mundo social y el lugar que ocupamos en él. No existen sujetos sin cuerpos ni cuerpos sin sujetos. Nuestra identidad personal y colectiva es corporal. Esto significa que aquello que nos identifica en el mundo tiene como soporte invariable al cuerpo» (Centro Nacional de Memoria Histórica, 2017: 22).

Derechos sexuales y reproductivos como derechos humanos: los Derechos Sexuales y Reproductivos son parte integrante de los Derechos Humanos; por lo tanto, son universales (todas las personas nacen con los mismos derechos), indivisibles (todos los derechos son igualmente necesarios para la vida y dignidad de una persona) e interdependientes (todos los derechos están relacionados entre sí). Hacen parte de los estándares mínimos necesarios para que las personas puedan disfrutar del más alto nivel posible de salud que les permita vivir dignamente.

La Política Pública de Derechos Sexuales y Reproductivos colombiana asume que en los derechos sexuales y en los derechos reproductivos se recogen todos los derechos humanos interpretados desde la sexualidad y desde la reproducción, y se desarrollan en el derecho a la libertad sexual, a la intimidad, a la libertad de pensamiento, a la vida e integridad personal, a la información, a la autonomía reproductiva y a la salud, entre otros. Los derechos humanos en el ámbito de la sexualidad son interdependientes con los derechos a la dignidad, a la libertad y a la igualdad. Esto implica que las personas, sean hombres, mujeres o con orientaciones sexuales e identidades de género diversas, deben ser autónomas sobre las cuestiones relativas a su sexualidad, tales como la actividad sexual, la orientación sexual o la identidad de género y su relación con la salud sexual y la salud reproductiva. Los derechos sexuales como derechos humanos determinan la capacidad de decidir libremente en los aspectos de la sexualidad y la reproducción, ocurra esta por vía natural o por procedimientos asistidos científicamente, sin coerción, discriminación o violencia.

Sexualidad humana: la sexualidad es una dimensión de la vida humana que está presente desde antes de nacer hasta la muerte y se desarrolla y desenvuelve de diferente forma a lo largo de la vida, de tal manera que la sexualidad de un niño no será la misma que la de un adolescente o una persona adulta. De acuerdo con el Fondo de Poblaciones de las Naciones Unidas (UNFPA), la sexualidad comprende la actividad sexual, las identidades de género, la orientación sexual, el erotismo, el placer, la intimidad y la reproducción. Está constituida mediante la interacción de factores biológicos, psicológicos, sociales, económicos, políticos, culturales, éticos, legales, históricos, religiosos y espirituales. La sexualidad se experimenta y expresa a través de pensamientos, fantasías, deseos, creencias, actitudes, valores, comportamientos, prácticas y relaciones.

La diversidad sexual indica que existen muchas formas de ser mujer u hombre, más allá de los rígidos estereotipos, siendo el resultado de la propia identidad que se construye en un contexto sociocultural determinado.

Orientación sexual: tiene que ver con la manera en que los seres humanos orientan sus afectos, de quién se enamoran. Es la organización específica del erotismo y/o el vínculo emocional de un individuo con relación al género de la pareja involucrada en la actividad sexual (Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo, 2013). En este sentido existen diferentes posibilidades, entre ellas:

• Heterosexualidad, hace referencia al direccionamiento de los afectos hacia personas del género opuesto.

• Homosexualidad, indica la atracción hacia el mismo género. Las personas con esta orientación se identifican como lesbianas o gais.

• Bisexualidad, indica atracción hacia su mismo género y al opuesto.

• Asexualidad, indica que la persona no siente atracción sexual (Profamilia, recuperado en noviembre de 2022).

En la orientación sexual también pueden presentarse otras opciones, entre ellas, la demisexualidad, que está referida a las personas que solo establecen un vínculo sexual con alguien con quien tienen previamente un vínculo afectivo; y la pansexualidad, que recoge a quienes sienten atracción hacia cualquier persona sin tener en cuenta su sexo o género. También es importante aclarar que la orientación sexual puede cambiar con el tiempo, no es necesariamente estática, y que puede presentarse en tantas posibilidades como los seres humanos la quieran expresar.

Identidad de género: está relacionada con la forma en que los seres humanos llenan de contenido culturalmente el sexo biológico y construyen feminidad, masculinidad y otras posibilidades no binarias como el transgénero. Entre estas opciones se encuentra el género fluido, que está referido a la posibilidad de que las personas puedan tener distintas identidades de género en diferentes momentos. Por eso es importante tener claro que la identidad de género también puede ser cambiante de acuerdo con los deseos de las personas. La identidad de género incluye tener claros conceptos como:

• Hombre: corresponde a la construcción cultural en torno a una persona que tiene información genética y fenotípica masculina y esto le asigna estatus y roles socialmente construidos.

• Mujer: corresponde a la construcción cultural con relación a una persona con información genética y fenotípica predominantemente femenina y por esta razón se le asignan estatus y roles socialmente construidos.

• Intersexual: personas con información genética y/o fenotípica de ambos sexos.

Sexo: es una categoría construida histórica y culturalmente a partir de las nociones biológicas que dividen a los seres humanos en hombre y mujer, es compartida con la mayoría de los animales que los clasifica en hembras y machos según características genéticas, anatómicas y fisiológicas (Cartilla Bogotá se Puede Ser, 2017).

Género: “es una construcción sociocultural que analiza los comportamientos, actitudes, valores, símbolos y expectativas elaborados a partir de las diferencias biológicas que cada sociedad atribuye a mujeres y hombres, en función de sus características propias” (Aguilar Melero, 2010: 76).

La Política de Género de Plan International (2022) asume que la identidad de género tiene que ver con cómo se siente una persona acerca de su propio género, y que todas las personas expresan su género de una forma única y personal.

Bibliografía sobre sexualidad:

Vargas, E. (2013). Sexualidad mucho más que sexo. Bogotá: Universidad de los Andes, Grupo Familia y Sexualidad, Departamento de Psicología Facultad de Ciencias Sociales. https://www.academia.edu/33742548/ Sexualidad_mucho_mas_e_book

Ministerio de Salud y Protección Social (s.f.). Política Nacional de Sexualidad, Derechos Sexuales y Derechos Reproductivos. https://www. minsalud.gov.co/sites/rid/Lists/BibliotecaDigital/RIDE/DE/LIBRO%20 POLITICA%20SEXUAL%20SEPT%2010.pdf

Plan International (2021). Derechos sexuales y reproductivos para niños, niñas, adolescentes y personas adultas del Pacífico colombiano. Colección Caminos Pazcíficos, Caminos 2. Nos la jugamos por la igualdad. https:// plan.org.co/liderandoporlapaz/wp-content/uploads/2022/02/Camino-2Derechos-sexuales-y-reproductivos_DEF.pdf

Fondo de Población de las Naciones Unidas UNFPA (s.f.). Derechos sexuales y reproductivos (infografía). https://colombia.unfpa.org/sites/ default/files/pub-pdf/INFOGRAFIA_DSR_WEB.pdf

PLAN International. Observatorio Contando lo Invisible. https://www. contandoloinvisible.org/.

Higiene, salud y cuidado menstrual

La literatura construida por diferentes entidades internacionales como UNICEF, UNFPA y PLAN, y en Colombia por la Secretaría Distrital de la Mujer de Bogotá en respuesta a la Sentencia de la Corte T-398 de 2019, entre otras, ha usado los conceptos de higiene menstrual, salud menstrual y cuidado menstrual en sus procesos de sensibilización y formación especialmente con niñas y adolescentes, así como con sus referentes familiares e institucionales, enfocados en fortalecer sus conocimientos y empoderarles en torno a la vivencia de la menstruación como un cambio secundario biológico natural de los cuerpos de las mujeres y personas menstruantes. De esta manera buscan aportar a que este proceso, presente durante una buena parte del ciclo vital, sea vivido sin estigmatizaciones ni barreras que limiten sus actividades y, en el caso de las niñas y adolescentes, sin exponerlas a violencias sexuales o matrimonios a temprana edad. Aunque estos tres conceptos están estrechamente relacionados, tienen sus especificidades.

Higiene menstrual: UNICEF plantea que se relaciona con las creencias y prácticas sociales asociadas con la menstruación y su higiene, e incluye los imaginarios culturales en torno al significado y los cuidados que se generan en un contexto específico en torno a la adolescencia de las mujeres en los aspectos relacionados con su desarrollo físico, psicológico, social y emocional. Para la Secretaría Distrital de la Mujer de Bogotá, la higiene menstrual hace parte del «bienestar físico, mental, social, que les permita desarrollar [a las personas menstruantes] todas sus potencialidades y autonomía sobre sus cuerpos, así como las relaciones de las mujeres en el ámbito de la educación y trabajo» (Sentencia T-398 de 2019, párrafo 57).

La Corte Constitucional ha indicado que la higiene menstrual está considerada como un asunto de los derechos humanos de las mujeres y las personas menstruantes, pues es fundamental para su dignidad y se relaciona con derechos como la igualdad de género, el acceso al agua, al saneamiento, a la salud y a la educación. En este sentido indica que se da una vulneración de derechos cuando no hay acceso al agua potable en las comunidades, en espacios públicos y en las instituciones educativas que no cuenten con baños adecuados que garanticen la intimidad, tengan agua y sistemas de eliminación.

En el manejo de la higiene menstrual se ha priorizado el acceso a información precisa y adecuada sobre el ciclo menstrual y a los elementos higiénicos necesarios durante el sangrado (agua y jabón), así como a brindar información y los elementos necesarios para la eliminación cuando se trata de elementos desechables (toallas higiénicas) o de elementos reutilizables (copa menstrual, toallas lavables, etc.).

Salud menstrual: dado que alrededor de la menstruación se han construido mitos y tabúes que tienden a estigmatizar este proceso natural, es importante reconocer que «la salud menstrual se define como un estado de bienestar físico, mental y social y no meramente la ausencia de enfermedad o dolencia en relación con el ciclo menstrual» (Pérez Rioja, 2021), lo cual quiere decir que la salud menstrual es evidencia e indicador de cuerpos sanos. Además, «para lograr la salud menstrual, las mujeres, niñas y toda persona que experimente un ciclo menstrual debe ser capaz de acceder a información precisa, oportuna y apropiada para la edad sobre el ciclo menstrual, así como ejercer prácticas de higiene y autocuidado» (Pérez Rioja, 2021).

Por otro lado, frente a este tema la Organización Mundial de la Salud (OMS) ha señalado que para hablar de la salud menstrual se deben atender tres puntos. El primero, entender todo lo relacionado con la menstruación como un asunto de la salud y no como un asunto de la higiene, ya que aborda las dimensiones físicas, psicológicas y sociales, que a su vez deben ser atendidas a lo largo del ciclo vital. Segundo, hay que reconocer que hablar de salud sexual implica que mujeres, niñas y otras personas menstruantes, tengan acceso a educación e información sobre este tema, a los productos necesarios para atenderlo, a agua y saneamiento para el cuidado del cuerpo, y a cuidados pertinentes y empáticos cuando los necesiten. Igualmente, vivir en espacios de habitación, estudio y trabajo donde la menstruación no sea vista como algo negativo. Tercero y último punto está dirigido a las acciones públicas y sociales para que se generen las garantías sobre la salud menstrual (WHO, 2022).

Desde estas perspectivas se debe entender la salud menstrual como un aspecto que atraviesa ampliamente la vida de las personas menstruantes, y que es garantía de su bienestar, del ejercicio de sus derechos y de condiciones de vida digna.

Cuidado menstrual: el trabajo adelantado por Plan Internacional en diferentes países en torno a generar condiciones para que la menstruación sea una vivencia tranquila y gratificante, especialmente para las niñas y adolescentes, asume el cuidado menstrual desde los siguientes aspectos : (i) abordar el tema de manera integral y desde una perspectiva de derechos, que parte de la sensibilización y la educación sobre el ciclo menstrual; (ii) contribuir al acceso al agua potable y a servicios sanitarios; (iii) transformar los estereotipos y tabúes por razones de género;

(iv) suministrar los insumos necesarios para la higiene menstrual y (v) reconocer en las prácticas de la medicina ancestral las contribuciones que hace para el cuidado del cuerpo, a través del manejo del dolor cuando se presenta o la atención médica si se enfrenta alguna disfunción en el sistema reproductivo. De esta manera busca generar, de un lado, entornos que promueven ambientes familiares, institucionales y sociales seguros y saludables para las niñas y adolescentes, y de otro, el empoderamiento sobre el autocuidado, el conocimiento de su cuerpo y sus derechos (Montano, 2022).

Información básica sobre la menstruación (PLAN International y UNFPA, s.f.):

• La menarquía viene por sorpresa alrededor de los 11-15 años.

• Es normal que los primeros ciclos menstruales sean algo irregulares (“factor sorpresa”).

• Pueden durar entre 2 y 7 días.

• Se recomienda el cambio del artículo menstrual un mínimo de 3 veces al día.

• La higiene íntima durante la menstruación es segura y muy recomendable.

• Pueden aparecer dolores en el abdomen, la espalda, diarrea, dolor de cabeza o cansancio.

Las etapas de la menstruación son las siguientes (Manual MSD, 2022):

• Fase folicular: esta fase es la previa a la liberación del óvulo e inicia con el primer día de la hemorragia producida por la menstruación. Cuando el óvulo no es fecundado (o sea, cuando no hay embarazo), se produce una descomposición y desprendimiento de las capas que están cubriendo al útero (endometrio), lo cual lleva al sangrado de la menstruación. «El acontecimiento principal de esta fase es el desarrollo de los folículos en los ovarios (los folículos son sacos llenos de líquidos)» (Manual MSD, 2022), que posteriormente llevarán a la liberación del óvulo. Si bien la duración de cada una de las fases de la menstruación puede variar de acuerdo con el cuerpo de cada mujer, esta fase suele durar entre 13 o 14 días, y tiende a ser más corta durante la menopausia.

• Fase ovulatoria: en esta fase se libera el óvulo y es el momento en el que se puede producir el embarazo. Esta fase dura habitualmente entre 16 y 32 horas, y acaba con la liberación del óvulo. Este puede fertilizarse hasta un máximo de unas 12 horas después de su liberación. Sin embargo, es importante resaltar que «los espermatozoides sobreviven entre 3 a 5 días, por lo que un óvulo puede ser fecundado incluso si los espermatozoides entran en el aparato reproductor antes de que el óvulo sea liberado. En cada ciclo, hay alrededor de 6 días en los que puede ocurrir el embarazo (la llamada ventana fértil)» (Manual MSD, 2022).

• Fase lútea: esta es la fase que sigue después de la ovulación y antes de la menstruación (a menos que ocurra un embarazo). En este momento, los cuerpos de las mujeres se preparan para una posible fecundación, lo cual lleva a que se engrose el endometrio, se acumule líquido y nutrientes para alimentar a un posible embrión y dificultar la entrada de bacterias al útero, entre otros. Si no ocurre la fecundación, el cuerpo lúteo degenera tras 14 días y se da paso a un nuevo ciclo menstrual. Si ocurre la implantación del óvulo fertilizado, se continúa con estos «procesos de cuidado» (ibíd., 2022) del embrión de la fase lútea hasta que el feto en crecimiento pueda producir sus propias hormonas.

Algunas recomendaciones

El Fondo de Poblaciones-UNFPA (2022) plantea las siguientes recomendaciones básicas para garantizar una higiene menstrual adecuada:

• Acceso a materiales limpios para absorber o recoger la sangre menstrual, dichos materiales deben ser aceptados por las personas que los utilicen.

• Deben poder cambiarse estos materiales en un entorno seguro y privado, y tener un lugar para deshacerse de suministros para la menstruación usados o para higienizar suministros reutilizables.

• Las mujeres y las niñas que menstrúan también deben poder lavarse con agua y jabón de forma privada y segura.

• Deben tener una educación básica acerca del ciclo menstrual y el modo de manejar la menstruación sin incomodidad o temor.

• Las mujeres y las niñas también deben tener acceso a información y cuidados de salud si sufren trastornos relacionados con la menstruación.

Algunas cifras sobre personas menstruantes en Colombia

De acuerdo con el DANE (s.f.) en el informe Menstruación en Colombia, según las proyecciones para el año 2022, en Colombia hay 17,3 millones de niñas y mujeres entre los 10 y 55 años, un rango de edad considerado «en edad de menstruar». En este sentido, al menos el 33,6% de la población en Colombia menstrua. Del informe citado, se destacan los siguientes datos:

• «Entre mayo del 2021 y mayo del 2022 en promedio el 8.0% de las mujeres ha tenido que interrumpir sus actividades diarias por su periodo menstrual» (DANE, s.f.: 16). Por su lado, UNICEF, en su estudio realizado con niñas y jóvenes de colegios rurales en el pacífico colombiano, ha encontrado que «1 de cada 4 encuestadas alguna vez en su vida había faltado a la escuela por causa de la menstruación [...] 86% de las encuestadas refirieron que los cólicos menstruales son la principal razón por la cual las niñas y adolescentes no asisten a la escuela» (UNICEF, s.f.: 13).

• Entre mayo 2021 y mayo 2022, el 19% de las mujeres que se auto reconocen como indígenas que tuvieron su periodo menstrual presentaron dificultades económicas para adquirir los elementos para atenderlo. Este porcentaje es de 14,7% entre las mujeres que se auto reconocen como negras, afrocolombianas o afrodescendientes, y 14,9% entre las mujeres que no se reconocen como parte de algún grupo étnico. (DANE, s.f.: 23).

• «El 7,9% de las mujeres tuvieron dificultades para acceder a un baño cercano privado y limpio en el que pudieran gestionar su menstruación entre mayo de 2021 y mayo de 2022, en promedio» (DANE, s.f.:26).

Normatividad para garantizar la higiene, salud y cuidado menstrual en Colombia

En Colombia hay avances significativos y diferentes iniciativas que buscan garantizar la dignidad de las personas en el momento de la menstruación. Las siguientes son normativas nacionales que están orientadas a regular y aportar a la gestión de la higiene y salud menstrual4:

Norma Contenido

Sentencia T-398 de 2019, Higiene menstrual para mujeres habitantes de calle.

Protege los derechos fundamentales a la dignidad humana y los derechos sexuales y reproductivos, relacionados con la gestión de la higiene menstrual para todas las habitantes de calle.

Ley 2061 de 2022, por medio de la cual se garantiza la entrega gratuita, oportuna y suficiente de artículos de higiene y salud menstrual a las mujeres y personas menstruantes privadas de la libertad y se dictan otras disposiciones

Garantizar la entrega gratuita, oportuna y suficiente de artículos de higiene menstrual a las mujeres y personas menstruantes privadas de la libertad, con el fin de lograr la materialización de los derechos a la dignidad humana, la salud y bienestar, la no discriminación y la igualdad de género.

4 En el momento de escritura de esta guía (noviembre de 2022) se presentó el Proyecto de Ley 042 de 2022, “por medio del cual se garantiza el manejo de la higiene menstrual en el país y se prevé de manera gratuita artículos de higiene menstrual a niñas, mujeres y personas menstruantes en condición de vulnerabilidad”. Recuperado de Proyecto de Ley 042 de 2022 el 17 de noviembre de 2022.

Bibliografía sobre higiene, salud y cuidado menstrual: https://ongawa.org/wp-content/uploads/2018/05/Manual.pdf

ONGAWA, Ingeniería para el Desarrollo Humano (2018). Manual de intervención en Gestión de Higiene Menstrual en la Escuela. Madrid.

UNICEF (2020). Manual sobre salud e higiene menstrual para facilitadoras y facilitadores. México. https://www.unicef.org/mexico/media/4701/file/ Gu%C3%ADa%20para%20facilitadoras%20y%20facilitadores.pdf

UNICEF (s.f.). Higiene menstrual en las niñas de las escuelas del área rural en el pacífico colombiano: Chocó – Bagadó, Cauca – Santander de Quilichao, Nariño – Ipiales. https://www.javeriana.edu.co/ documents/7590033/9029152/MHM+Cartilla.pdf/7a686b1c-91a4-4d9abe36-cce24ae86dc0

Fundación PLAN y El Tiempo. El poder de la salud menstrual. Podcast. https://www.eltiempo.com/contenido-comercial/el-poder-de-la-saludmenstrual-614641

UNFPA y Plan International (2018). Autocuidado y menstruación.https:// colombia.unfpa.org/sites/default/files/pub-pdf/cuadernillo_13-02-20para%20web.pdf

Corte Constitucional de Colombia, Sentencia T-398 de 2019. https://www. corteconstitucional.gov.co/relatoria/2019/T-398-19.htm

Autocuidado de las mujeres: hace referencia a las diferentes acciones que las mujeres realizan para obtener bienestar físico, psicológico y espiritual. La Organización Mundial de la Salud lo define como «la capacidad de las personas, las familias y las comunidades para promover la salud, prevenir enfermedades y hacer frente a enfermedades y discapacidades con o sin el apoyo de un proveedor de atención médica» (Médicos sin Fronteras, 2021). Según el Centro de Investigación en Salud de Comitán, México, desde la perspectiva de género el autocuidado tiene que ver con la capacidad de las mujeres para decidir sobre varias dimensiones de su vida: su cuerpo y su salud física, mental y emocional, el desarrollo de su ser, su reafirmación como sujetas, su crecimiento personal y sus necesidades.

Por su parte, Marcela Lagarde y de los Ríos, usa el concepto de la mismidad como un camino necesario para que las mujeres puedan estar pendientes de su bienestar. Ella lo plantea así: «El sentido de mismidad lleva a buscar que cada mujer sea consciente de ser prioritaria e imprescindible para sí misma y de que ni los otros entrañables ni los renovados simbólicos, el planeta o la causa, pueden desplazarla de su propio centro» (Lagarde y de los Ríos, 2001: 7).

El autocuidado está estrechamente relacionado con las acciones para el cuidado de la salud. La OMS propone que «la aplicación de intervenciones de autocuidado en un entorno que sea seguro y favorable brinda una oportunidad de ayudar a aumentar la participación activa de las personas en su propia salud, incluida su participación como pacientes» (OMS, 2022: 5).

Bibliografía sobre autocuidado:

Centro de Investigaciones en Salud de Comitán A.C. (CISC) (s.f.). Autocuidado en las mujeres desde la perspectiva de género. Caja de herramientas para fortalecer la formación práctica de Partería Profesional. México. https://www.generoymetodologias.org/media/publicaciones/ archivos/presentacion_autocuidado_ciclos_mujer.pdf

Violencias contra las mujeres

En los diferentes instrumentos internacionales para la garantía de los derechos de las mujeres y las niñas, que han sido acogidos por el Estado Colombiano, se define como violencia contra las mujeres y las niñas a «todo acto de violencia basado en el género que tiene como resultado posible o real un daño físico, sexual o psicológico, incluidas las amenazas, la coerción o la privación arbitraria de la libertad, ya sea que ocurra en la vida pública o en la privada» (Naciones Unidas, 1995: 51). La violencia contra las mujeres y las niñas puede ser: física, sexual, psicológica, económica, simbólica, en la familia, en la comunidad y la perpetrada o tolerada por el Estado, e incluye desde comentarios violentos sutiles, hasta el feminicidio, el abuso sexual, la mutilación genital, el matrimonio servil, la explotación, el hostigamiento, la intimidación sexual en el trabajo, la trata de personas y la explotación sexual comercial, la esterilización forzada y el aborto forzado, los asesinatos, las violaciones sistemáticas, la esclavitud sexual y los embarazos forzados, entre otras.

Cabe resaltar que las violencias contra las mujeres están contenidas dentro de lo que se reconoce como Violencias Basadas en Género, las cuales pueden ser entendidas como «la consideración de que unas personas son inferiores a otras, de acuerdo con la asignación de género y normas culturales de cada cultura y contexto social» (Báez, 2017: 13).

Estereotipos de género: son creencias generalizadas sobre los atributos y comportamientos que caracterizan a hombres y mujeres, y que se adquieren a través de procesos de aprendizaje en los que intervienen factores socioculturales como los medios de comunicación, la familia, la escuela, la religión, etc. Estas construcciones sociales y culturales comúnmente se consideran verdaderas e inmutables.

La socialización de género es el proceso en el que aprendemos qué roles de género se espera de las personas a partir de las interacciones sociales con quienes les rodean. Esto influye en lo que deben ser y hacer tanto mujeres como hombres y construye las expectativas para cada individuo. Desde antes de nacer, aún en el vientre, en la niñez y a lo largo de la vida, se otorgan y se difunden, desde diferentes ámbitos estereotipos y roles diferenciados por sexo. Los estereotipos no se aprenden con la experiencia, sino que se transmiten por diferentes canales y son simplificaciones de la realidad con base en la selección de un número reducido de elementos que se exageran.

Todas las sociedades, tal vez sin excepción, han establecido esta división; sin embargo, estas disposiciones han traído consigo dos problemas fundamentales: el primero, es que los estereotipos y roles de género son estrictos y limitan las posibilidades de desarrollo de las personas. El segundo, es que la construcción social del género ha producido situaciones de discriminación y violencias injustas pero evitables, violencias que afectan, sobre todo, a las mujeres, a las niñas y personas con orientaciones e identidades de género diversas que rompen con las expectativas frente a su sexo, en el goce efectivo de sus derechos.

Rutas de atención a las Violencias Basadas en Género

De acuerdo con la página del Ministerio de Salud y Protección Social colombiano, la ruta de atención integral para las violencias de género consta de una serie de acciones articuladas que responden a las definiciones y responsabilidades establecidas por las leyes y las normas aprobadas para garantizar la protección, atención y judicialización, así como la recuperación y restitución de los derechos de las víctimas de este tipo de violencias. Esta ruta establece la forma en que deben actuar las entidades de acuerdo con sus competencias, de manera articulada con las demás entidades que hacen parte del sistema. Asimismo, «la ruta intersectorial se construye localmente involucrando a todas las entidades corresponsables en materia de salud, protección y justicia, tomando en cuenta los análisis de la situación y de determinantes sociales de la salud en cada territorio» (Ministerio de Salud y Protección Social, s.f., recuperado de la web, noviembre 2022). Esto quiere decir5:

5 Esta descripción de funciones para las entidades fue realizada con base en información obtenida de diferentes fuentes, entre ellas, la página de la Casa de la Mujer: https://www.casmujer.com/index.php/rutas/, CPEM, Rutas de atención y página del ICBF.

Sector justicia

• Fiscalía: recibe denuncias, investiga, protege a víctimas y testigos, recolecta pruebas y acusa.

• Medicina Legal: practica exámenes médico-legales y rinde dictamen pericial.

• Policía Judicial: debe detener el ataque, llevar a la víctima a urgencias, acompañarla a la casa o al lugar donde esté protegida, orientar sobre las acciones legales que puede iniciar, informar a otras autoridades como la Fiscalía, la Comisaría de Familia o los jueces sobre el caso; hace seguimiento a las medidas que se tomen; apoya a la fiscalía en investigación.

• Comisaría de Familia: coordina medidas de protección, inicia proceso de restablecimiento de derechos, debe solicitar examen a Medicina Legal en los municipios en los que no hay Fiscalía, remite y gestiona servicios especializados, define provisionalmente sobre custodia personal, régimen de alimentos y regulación de visitas, además de otras medidas que incluyen que el agresor no pueda ingresar a cualquier lugar en que se encuentre la víctima, que sea desalojado del hogar en común o prohibirle portar armas, así hagan parte de su trabajo, entre otras. Asimismo, las Comisarías pueden establecer cualquier medida que consideren necesaria para salvaguardar la integridad de la víctima y hacer seguimiento a las medidas de protección para verificar el cumplimiento y la efectividad de estas. Es importante aclarar que en los casos de violencia intrafamiliar en las comunidades indígenas, la competente es la respectiva autoridad indígena en desarrollo de la jurisdicción especial prevista por la Constitución Nacional en el artículo 246. También es necesario enfatizar que si la violencia se presenta fuera del entorno familiar (calle, entidades educativas, parques, la residencia de otras personas que no sean familiares) la víctima puede acudir a la Policía Nacional, la Fiscalía General de la Nación o ante un juez de garantías, para que otorgue las medidas que garanticen su seguridad e integridad.

Sector salud

• Instituciones Prestadoras de Servicios de Salud (IPS) y Secretarías de Salud en todos los municipios y departamentos: atención a situaciones que afectan la salud física o mental de las personas en los servicios de urgencias; en caso de violencia sexual, deben proporcionarle a la víctima atención y medicamentos que ayuden a evitar enfermedades de transmisión sexual, entre ellas VIH, y prevenir embarazos.

Sector protección cuando se trata de niños, niñas y adolescentes

• Instituto Colombiano de Bienestar Familiar (ICBF): protege y garantiza los derechos de niños, niñas y adolescentes. Cuando conoce de una vulneración de derechos, remite a una autoridad administrativa competente, Defensoría o Comisaría de Familia. Puede actuar con amonestaciones a padres, madres y cuidadores, puede establecer medidas de protección provisionales. Si se trata de violencia sexual, asume el caso como urgencia médica y activa la ruta con los sectores salud y justicia.

Ministerio Público

• Procuraduría General de la Nación, Defensoría del Pueblo y Personerías Municipales: En caso de no recibir la atención oportuna de las entidades del sector justicia y salud, la víctima puede informar a estas entidades y recibir su apoyo. La Defensoría del Pueblo presta asesoría a la víctima y al victimario, brinda asistencia técnica judicial al victimario y orienta a las víctimas.

Sector educación

• Escuelas, colegios, universidades y comunidad educativa: detectan casos.

Sociedad civil

• Organizaciones de mujeres, familias, iglesias, lideresas, etc.: denuncian las violaciones a los derechos de las mujeres, niñas, niños, adolescentes o personas con orientaciones sexuales e identidades de género diversas, cuando son discriminadas o violentadas. También pueden hacer acompañamiento a las víctimas.

Nota: a esta guía se anexa una copia de la Ruta de Atención a las Violencias Basadas en Género del Distrito de Tumaco con su respectivo directorio.

Instrumentos internacionales para abordar los derechos de las mujeres a una vida libre de violencias

Los siguientes instrumentos son acuerdos internacionales ratificados por los países que hacen parte del Sistema de Naciones Unidas para proteger a las mujeres de las distintas formas de discriminación.

Convención para la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación contra la Mujer (CEDAW), 1979.

Declaración internacional de derechos para las mujeres. Fue el primer instrumento jurídico internacional que buscaba eliminar la discriminación contra las mujeres. En su contenido, se definen las formas de violencia a las que están expuestas las mujeres, y establece una ruta para que cada nación le apunte a la eliminación de dicha discriminación.

«La expresión ‘discriminación contra la mujer` denotará toda distinción, exclusión o restricción basada en el sexo que tenga por objeto o resultado menoscabar o anular el reconocimiento, goce o ejercicio por la mujer, independientemente de su estado civil, sobre la base de la igualdad del hombre de la mujer, de los derechos humanos y las libertades fundamentales en las esferas política, económica, social, cultural y civil o en cualquier otra esfera» (CEDAW, Artículo 1°, 1979:2).

Conferencia Internacional sobre Población y Desarrollo en El Cairo, 1994.

Una conferencia en la cual se adoptó un Programa de Acción orientado a enfatizar la relación entre población y desarrollo, así como a satisfacer las necesidades de las personas en el marco de los derechos humanos.

«En todo el mundo, la mujer ve en peligro su vida, su salud y bienestar porque está sobrecargada de trabajo y carece de poder e influencia (…) Las relaciones de poder que impiden que la mujer tenga una vida sana y plena se hacen sentir en muchos planos de la sociedad, desde el ámbito más personal hasta el más público» (Naciones Unidas, 1994:23).

Convención

Interamericana para Prevenir, Sancionar y Erradicar la Violencia contra la Mujer.

Convención de Belém Do Pará, 1995

Representa el principal instrumento en el continente americano para la protección de las mujeres frente a las violencias basadas en género y propone mecanismos para prevenir y defender los derechos de las mujeres en contra de las violencias físicas, sexuales y psicológicas, en ámbitos públicos, privados y acciones perpetradas por el Estado.

«Violencia contra la mujer es cualquier acción o conducta basada en género, que cause la muerte, daño o sufrimiento físico, sexual o psicológico a la mujer, tanto en el ámbito público como en el privado»

(Convención de Belém do Pará, Artículo 1°, 1995: 1).

Cuarta Conferencia Mundial sobre la Mujer. Declaración y Plataforma de Acción de Beijing, 1995

Es un instrumento fundamental para la garantía de los derechos de todas las mujeres en diferentes momentos del ciclo vital, de todas las etnias, orientaciones e identidades de género diversas, en condiciones de discapacidad, con diversas orientaciones políticas, etc. En este instrumento hay orientaciones para la garantía de los derechos sexuales y reproductivos.

Ocurrida 25 años después de la Conferencia de Población y Desarrollo de El Cairo.

Todo acto de violencia «contra la mujer» se refiere a todo acto que tiene como resultado posible o real un daño físico, sexual o psicológico, incluidas las amenazas, la coerción o privación arbitraria de la libertad, ya sea que ocurra en la vida pública o privada» (Informe de la Cuarta Conferencia Mundial sobre La Mujer, 1995).

Conferencia sobre Población y Desarrollo +25, Nairobi, 2019.

En Nairobi se establecieron compromisos en torno a aspectos financieros para la implementación del Programa de Acción con énfasis en lograr cero necesidades insatisfechas de información y servicios de planificación familiar, cero muertes maternas evitables, cero violencia sexual y de género y cero prácticas nocivas contra las mujeres y las niñas.

La concepción de violencia es la misma establecida en el Programa de Acción de El Cairo, 1994.

Normatividad nacional para abordar las violencias contra las mujeres y las niñas

Normatividad nacional para abordar los derechos de las mujeres y las niñas a una vida libre de violencias

Norma Contenido

Ley 679 de 2001

Sobre pornografía y “turismo sexual” con menores. Crea el delito de omisión de denuncia de delitos sexuales con menores (art. 219b del Código Penal).

Ley 1098 de 2006

Código de la infancia y la adolescencia. Creó la Procuraduría Delegada para la Defensa de los derechos de la infancia adolescencia y la familia.

Normatividad nacional para abordar los derechos de las mujeres y las niñas a una vida libre de violencias

Norma Contenido

Ley 1118 de 2007 Inasistencia alimentaria.

Ley 1146 de 2007

Ley 1236 de 2008

Sobre prevención de violencia sexual y atención integral de niñas, niños y adolescentes víctimas de violencia sexual.

Aumenta penas por delitos contra libertad, integridad y formación sexual.

Ley 1257 de 2008 Sobre la no violencia contra las mujeres.

Decreto 4786 de 2008 Adopta la Estrategia Nacional Integral contra la Trata de Personas

Ley 1329 de 2009 Crea el capítulo de delitos de explotación sexual

Ley 1336 de 2009 Sobre pornografía y turismo sexual con niños, niñas y adolescentes

Ley 1438 de 2011

Ley 1482 de 2011

Decreto 4463 de 2011

Decreto 4796 de 2011

Decreto 4798 de 2011

Decreto 4799 de 2011

Ley 1542 de 2012

Decreto 2733 de 2012

Reforma ley 100. Artículos sobre alojamiento y alimentación de mujeres víctimas y atención en salud mental.

Sanciona penalmente actos de discriminación por raza, etnia, religión, nacionalidad, ideología política o filosófica, sexo u orientación sexual, discapacidad y demás.

Reglamentario de la Ley 1257 de 2008 en temas laborales.

Reglamentario de la Ley 1257 de 2008 sobre medidas de atención para mujeres víctimas de violencia y mujeres víctimas de violencia no afiliadas al sistema de seguridad social.

Reglamentario de la Ley 1257 de 2008 en educación.

Reglamentario de la Ley 1257 de 2008 en justicia.

Elimina la querellabilidad y desistibilidad de los delitos de violencia intrafamiliar e inasistencia alimentaria.

Sobre deducción de impuestos por contratación a mujeres víctimas de violencia.

Normatividad nacional para abordar los derechos de las mujeres y las niñas a una vida libre de violencias

Norma Contenido

Decreto 2734 de 2012

Ley 1719 de 2014

Ley 1761 de 2015

Ley 1773 de 2016

Decreto 410 de 2018

Decreto 1262 de 2018

Ley 1959 de 2019

Decreto 1710 de 2020

Ley 2081 de 2021

Ley 2089 de 2021

Reglamenta la Ley 1257 en lo relativo a medidas de atención para mujeres víctimas de violencia. Modificado por el Decreto 1630 de 2012.

Modifica algunos artículos de las leyes 599 de 2000 y 906 de 2004, y adopta medidas para garantizar el acceso a la justicia de las víctimas de violencia sexual, en especial la violencia sexual con ocasión del conflicto armado, y se dictan otras disposiciones.

Crea el tipo penal de feminicidio como delito autónomo.

Crea el tipo penal de lesiones con agentes químicos, ácido y/o sustancias similares. Agrava la pena.

Sobre prevención de la discriminación por razones de orientación sexual e identidad de género.

Política pública para la garantía de los derechos de personas LGBTI.

Sobre violencia intrafamiliar y protección de niñas, niños, adolescentes y mujeres. Amplía los sujetos activos del delito. Crea registro de inhabilidades para condenados por delitos de violencia sexual contra menores de edad.

Adopta el Mecanismo Articulador para el Abordaje Integral de las Violencias por Razones de Sexo y Género de las mujeres, niños, niñas y adolescentes.

Declara la imprescriptibilidad de la acción penal en caso de delitos contra la libertad, integridad y formación sexuales, o el delito de incesto, cometidos en menores de 14 años. No más silencio.

Prohíbe el uso de castigo físico, los tratos crueles, humillantes y degradantes y cualquier tipo de violencia como método de corrección contra niñas, niños y adolescentes, y se dictan otras disposiciones.

Ley 2114 de 2021

Ley 2129 de 2021

Ley 2137 de 2021

Amplía la licencia de paternidad, crea la licencia parental compartida, la licencia parental flexible de tiempo parcial. Modifica artículo 236 y adiciona artículo 241A del Código Sustantivo del Trabajo.

Establece nuevas reglas para determinar el orden de los apellidos. Deroga ley 54 de 1989

Crea el Sistema Nacional de Alertas Tempranas para la prevención de la violencia sexual contra niñas, niños y adolescentes. (modifica ley 1146 de 2007

Bibliografía sobre violencias basadas en género https://www.medicinalegal.gov.co/documents/20143/787115/ Forensis_2020.pdf https://plan.org.co/liderandoporlapaz/wp-content/uploads/2022/02/ Camino-2-Derechos-sexuales-y-reproductivos_DEF.pdf https://www.mpdl.org/sites/default/files/180530-informe-tumaco.pdf

Forensis (2020). Datos para la vida. Bogotá: Instituto Nacional de Medicina Legal y Ciencias Forenses. Se recomienda revisar de acuerdo con el tema a abordar.

Plan International (2021). Derechos sexuales y reproductivos para niños, niñas, adolescentes y personas adultas del Pacífico colombiano. Colección Caminos Pazcíficos, 2. Nos la jugamos por la igualdad pp. 105-105.

Corporación Humanas (2018). Violencia sexual contra mujeres de Tumaco. Documentación y reflexión sobre los daños en mujeres racializadas. Bogotá.

Fundación Ideas para la Paz (2018). Territorio, seguridad y violencias de género en Tumaco. https://www.academia.edu/38685555/Territorio_ seguridad_y_violencias_de_g%C3%A9nero_en_Tumaco.

Masculinidades: como categoría relacional, el género no debe centrarse solo en el análisis de las feminidades y enfocar su mirada en las mujeres en los diferentes contextos. Claro está que los análisis de género evidencian que las mujeres y personas LGBTIQ+ son quienes, generalmente, están en condiciones de mayor vulnerabilidad. Sin embargo, cada vez hay mayor claridad en que, para lograr una real justicia de género, es necesario involucrar a los hombres en la comprensión de las inequidades de género y en la búsqueda de alternativas para transformar las relaciones desiguales de poder.

Desde las posturas posestructuralistas de Butler, Connell y Amorós, las masculinidades, «incluso las no hegemónicas», deben ser entendidas como el resultado de prácticas sociales y discursivas que «estando originadas en la cultura patriarcal, reproducen sus dinámicas de poder» (Butler, Connell y Amorós en Sambade Baquerín, 2019:

3). Esto señala que en el ordenamiento sexo-género prevalente a todo lo que está vinculado a lo masculino le han correspondido espacios de privilegios que no son fácilmente renunciables.

Al ser una categoría social, las masculinidades son un proceso histórico dinámico y variable, que se configura y significa de acuerdo con cada época y contexto social, tomando como referencia los recursos simbólicos en torno a los términos masculino y femenino que les ofrece su cultura. Esto demuestra la capacidad de agencia y movilidad de los sujetos y, por lo tanto, es «un proceso mediante el cual las personas recibimos significados culturales, pero también los innovamos» (Butler en Lamas, 2000 :7).

En esta medida, la búsqueda del mejoramiento de la calidad de vida que cuente con procesos para la eliminación de las brechas de desigualdad de género debe contemplar también la construcción de masculinidades sensibilizadas que permitan crear estrategias para un trabajo conjunto. Es fundamental trabajar para comprender el rol que todas las partes del proyecto Agua para ConvidArte tienen, para que se asuman e involucren responsablemente en los asuntos íntimos de la familia, la comunidad y el territorio.

Bibliografía sobre masculinidades: https://recyt.fecyt.es/index.php/encrucijadas/article/view/79189

Sambade Baquerín, I. (2019). Masculinidades y transformación social: un análisis crítico de las políticas queer en la interpretación de Judith Butler. Encrucijadas. Revista Crítica De Ciencias Sociales, 17, a1708.

García, L (2015). Nuevas masculinidades: discursos y prácticas de resistencia al patriarcado. FLACSO Ecuador.

Plan International (2021), Laboratorios creativos de hombres y masculinidades en el Pacífico colombiano – Guía metodológica. Colección Caminos Pazcíficos, Camino 1, Soy porque somos territorio de paz. https:// plan.org.co/liderandoporlapaz/wp-content/uploads/2022/02/Camino-1Laboratorios-creativos_DEF.pdf

Ecofeminismo y cuidado del agua

Ecofeminismo: esta postura política y académica, que tiene casi tres décadas, plantea que las estructuras sociales vigentes enmarcadas en las relaciones de la globalización y en el capitalismo han generado situaciones de desigualdad que ponen en diferentes posiciones a mujeres, hombres y demás especies. Desde esta posición, se ha señalado que las mujeres son fundamentales en la gestión del agua, y que la relación, acceso, uso y administración de este recurso es diferente entre hombres y mujeres.

De acuerdo con Alicia Puleo, el ecofeminismo debe tener las siguientes características fundamentales:

1) Ser un pensamiento crítico; 2) reivindicar la igualdad y la autonomía de las mujeres; 3) aceptar con prudencia los beneficios de la ciencia y la técnica; 4) fomentar la universalización de los valores de la ética del cuidado hacia los humanos y la Naturaleza; 5) asumir el diálogo intercultural; 6) afirmar la unidad y continuidad de la Naturaleza desde el conocimiento evolucionista y el sentimiento de compasión. (Puleo, 2018: 42)

Ecofeminismo constructivista: en esta concepción del ecofeminismo, el género es asumido como una construcción con énfasis en los roles que asumen los hombres y las mujeres frente a la naturaleza. En esta mirada, la relación entre las mujeres y la naturaleza no es puramente biológica, sino que tiene que ver con el papel que juegan las mujeres en los hogares y con sus ecosistemas ambientales. Según Bina Agarwal (1996), en la India las mujeres son las responsables del cuidado de la huerta y la recogida de la leña y del agua, y esto sería el origen de la relación de las mujeres con la naturaleza. Desde esta perspectiva se desliga la idea de que las mujeres, por ser quienes biológicamente dan vida, tienen una relación espiritual o biológica con la naturaleza y plantea que ese rol es socialmente construido.

Las mujeres y el derecho al agua: hablar del derecho al agua es entender el acceso, uso, control y propiedad que se tiene sobre el agua como recurso y como espacio de pervivencia. Para ello es indispensable ahondar en los impactos que tienen esos aspectos en la vida de las mujeres. A continuación, se desglosan aquellos que permiten ver el derecho al agua y sus consecuencias en la vida de las mujeres:

• Las mujeres y el acceso a saneamiento básico: aunque la falta de instalaciones de saneamiento afecta tanto a hombres como a mujeres, las necesidades y demandas asociadas al mismo suelen ser diferentes en función del género. Las mujeres poseen necesidades y preocupaciones propias, en lo relativo a la privacidad, dignidad y seguridad personales, y la falta de instalaciones de saneamiento en la vivienda puede obligar a mujeres y niñas a hacer uso de lugares apartados, con frecuencia a gran distancia de sus casas, exponiéndolas de esta forma a un mayor riesgo de agresión sexual.

• Las mujeres, el agua, la salud y el cuidado: la contaminación del agua, la falta de instalaciones, la dificultad de acceso al agua y las prácticas de higiene, son factores que afectan la salud de las personas. Si bien tanto hombres como mujeres están expuestos a las enfermedades y al deterioro de la salud que estas condiciones pueden significar, es importante entender el rol que cumplen las mujeres en el cuidado de la vulnerabilidad de la vida. A las mujeres se les han asignado, social y culturalmente, las responsabilidades relacionadas con el cuidado de la vida, y se les ha considerado las encargadas, principalmente, del bienestar de niños, niñas, adolescentes y personas adultas mayores. En las situaciones en donde el acceso al agua es limitado y en donde las condiciones de vida afectan a la salud de las personas, es de las mujeres de quienes se espera que estén dispuestas a cuidar a dichas personas, lo cual hace que, por un lado, se aumenten sus jornadas de trabajo, como también que desplacen su propio cuidado.

• Agua y seguridad alimentaria, efecto para las mujeres: la soberanía alimentaria exige que los sectores sociales más empobrecidos, y especialmente las mujeres, tengan un mayor acceso a los recursos productivos debido a que con frecuencia, es esta la verdadera causa de la inseguridad alimentaria en algunas regiones. El agua como recurso es fundamental para garantizar la capacidad de las personas para alimentarse y es un elemento principal para la producción de los alimentos. En la actualidad, las relaciones inequitativas de acceso a recursos, la distribución de la tierra y el acaparamiento del agua, hacen que las mujeres se encuentren en situación de vulnerabilidad y que se aumente el esfuerzo al trabajo realizado para garantizar este recurso. Según ONU Mujeres (2012), los vínculos entre el agua y la seguridad alimentaria son significativos por cuatro razones:

1. Debido a los sistemas de derecho según el género, que dificultan el acceso y el control del agua y otros recursos productivos para garantizar la seguridad alimentaria y la nutrición.

2. Por la división del trabajo según el género: los roles arraigados de género significan que las mujeres y las niñas pasan una desproporcionada cantidad de horas en tareas domésticas no remuneradas como la preparación de alimentos.

3. Debido a los modelos de producción según el género, donde las mujeres dominan en la agricultura de subsistencia y las tareas no remuneradas de recolecta de agua, mientras que los hombres dominan en las cosechas que dejan un beneficio.

4. Porque los modelos de gobernabilidad y liderazgo según el género excluyen a las mujeres en la creación de políticas y la gestión en los sectores del agua y la agricultura.

• Las mujeres, el acceso a la propiedad y al uso de recursos como el agua: el uso y acceso al agua está directamente relacionado con la propiedad de la tierra. Las mujeres han sido excluidas de manera sistemática del derecho a la propiedad de la tierra, al mismo tiempo que el uso comunitario, comunal y familiar de esta se ha desplazado en beneficio de la propiedad privada. Esto genera más pobreza y vulnerabilidad, afectando en mayor medida a las mujeres, «en tanto que las mujeres están más cerca de las condiciones económicas y materiales que permiten la subsistencia, y porque al tener una parte más pequeña de la propiedad privada que los hombres, dependen más de la gestión comunitaria de los recursos» (Morán Rosales, 2019: 96).

Bibliografía sobre mujeres, medio ambiente y agua:

Rico, M. (1998) Género, Medio Ambiente y Sustentabilidad del Desarrollo.

Santiago de Chile: CEPAL. https://repositorio.cepal.org/bitstream/ handle/11362/5867/1/S9800082_es.pdf

Morán Rosales, J.(2019) Las Mujeres y el derecho al agua: La importancia de una perspectiva interseccional de las desigualdades. Cali: Universidad Javeriana

Molinares-Hassan, V. y Echeverría-Molina J. (2011). El derecho humano al agua: posibilidades desde una perspectiva de género. En: Revista Colombiana de Derecho Internacional, N° 19: 269-302, julio - diciembre de 2011. https://revistas.javeriana.edu.co/index.php/internationallaw/ article/view/13740

Territorio: es el espacio construido culturalmente en donde hombres y mujeres se interrelacionan con la naturaleza. Es el lugar en donde las interacciones entre los diferentes actores humanos y no humanos se construyen y reproducen física, social y culturalmente; el espacio físico, el espacio nombrado, «utilizado, caminado y recorrido, es la forma de disposición de caseríos y viviendas; la economía, las formas de trabajo, los calendarios de formas culturales y religiosas; las relaciones sociales, la autoridad y la cosmovisión» (Arboleda y Buiza en Proceso de Comunidades Negras – Equipo Yembé y Gaidepac, 2014:33). Asimismo, el territorio se construye y significa de acuerdo con los valores y sistemas culturales de los diferentes grupos humanos. Para las comunidades negras y afrocolombianas del Pacífico colombiano, el territorio es «el espacio para ser, en comunión y continuidad con la naturaleza, con el agua. Potencia su realización como humanos/as en alegría, paz y libertad» (Botero, Escobar, Machado y Mina, 2015: 173).

Según el documento realizado por el Equipo Yembé y Grupo de académicos e intelectuales en defensa del Pacífico colombiano y de las comunidades afrodescendientes (Gaidepac) (2014), en el Proceso de Comunidades Negras (PCN) se plantean los siguientes principios con respecto al territorio:

1. El principio de ser como hombres y mujeres negros/as y como pueblo negro en un ejercicio de autorreconocimiento; y una acción relacional con las otras y los otros y desde ellos, de reconocimiento y respeto de la humanidad y la dignidad de las y los afrodescendientes negros, en sus diferencias de género, generacionales y culturales, entre otras.

2. El principio de un espacio propio y autónomo para ser (cuerpo y territorio), reconociéndose parte del mismo territorio.

3. El principio de autonomía y participación, como expresión del ejercicio del ser en libertad y en relación con otros/as.

4. El principio de una opción propia de pasado, presente y de futuro, como posibilidad de reconocerse, vivir y convivir con otros/as humanos y no humanos en la búsqueda del bienestar colectivo.

5. El principio de ser parte de las luchas de los pueblos en el mundo, en tanto queremos uno donde quepan muchos más. Implica que nos sumemos y articulemos con los procesos de lucha por una convivencia armónica entre los seres humanos y la naturaleza… el principio del Ubuntu: soy porque somos.

6. El principio de la reparación histórica, entendida como el reconocimiento (que ya hizo las Naciones Unidas) de los enormes aportes de africanos/as y afrodescendientes a la construcción de las sociedades, y de cómo actualmente estos pueblos sufren las consecuencias negativas de la trata transatlántica.

Desde los procesos políticos y de defensa del territorio que se han vivido en el Pacífico, se defiende la idea de que el territorio es el lugar de vida, «el territorio no es un recurso, es el lugar donde se han construido memorias incuarteables, afectivas y solidarias con el río, con los recuerdos de los ancestros, los abuelos y las matronas de los renacientes» (Equipo Yembé y Gaidepac, 2014:33). Así, la relación con el río, el mar, los charcos y las fuentes hídricas se entiende en la medida que se reconoce al territorio como parte de las relaciones ancestrales e identitarias de los pueblos negros y afrocolombianos, y al agua se la entiende no solo como un recurso, sino como un espacio que permite el desarrollo de la vida de las personas.

En la configuración de las relaciones territoriales, las mujeres y las matronas se han encargado de la supervivencia de los pueblos y son fundamentales para mantener la «parentela y el compadrazgo dentro de las comunidades» (Equipo Yembé-PCN en Equipo Yembé y Gaidepac, 2014:30). Las lógicas de redes de solidaridad tejidas en el territorio las posiciona como sabedoras que permiten el engranaje de las relaciones sociales.

Bibliografía sobre territorios negros y afrocolombianos:

Proceso de Comunidades Negras (PCN)-Equipo Yembé y Gaidepac (2014). Hacia el Buen Vivir. Desde lo cotidiano-extraordinario de la vida comunitaria. CLACSO. https://www.biblioteca.bepe.org.ar/items/ show/254

Mina Rojas, Charo; Machado Mosquera, Marilyn; Botero, Patricia y Escobar, Arturo (2015). Luchas del buen vivir por las mujeres negras del Alto Cauca. Nómadas. 43 pp. 167-183 https://www.redalyc.org/ pdf/1051/105143558011.pdf

Empoderamiento económico de las mujeres

Para Plan International (2022) el empoderamiento es asumido como una estrategia para incrementar la agencia que tienen las niñas y los niños sobre sus propias vidas. El empoderamiento de género se enfoca en promover cambios simultáneos en las normas, conductas, actitudes, recursos socioeconómicos, redes de protección, marcos de políticas y presupuestos.

En lo que respecta a las mujeres, el empoderamiento representa un poder social que aporta a la eliminación de brechas sociales a partir de la participación activa de las mujeres en diferentes ámbitos políticos y sociales que las llevan a tomar decisiones en sus familias, el Estado y las organizaciones, entre ellas, las empresariales.

Por otro lado, la autonomía de las mujeres y su capacidad para tomar decisiones sobre los recursos se vuelven instrumentos para evitar violencias que vulneran sus vidas y sus derechos. La dependencia económica y la violencia patrimonial se han identificado como factores que ponen en riesgo la vida de las mujeres, ya que por no tener acceso a otras condiciones económicas para sus vidas y las de sus hijos e hijas, las mujeres se ven obligadas a permanecer junto a sus agresores.

La perspectiva de género en las empresas

Teniendo en cuenta la Guía para la incorporación de políticas de igualdad de género en las PYMES (Fundación Surt, s.f.), se proponen las siguientes recomendaciones para la implementación del enfoque de género en las empresas.

Incorporación de la perspectiva de género en las empresas por niveles:

• Nivel estratégico: hace referencia a la misión y visión de la empresa, a sus concepciones globales, valores y objetivos. La equidad de género en la cultura de la empresa.

• Nivel estructural/procedimental: hace referencia a la estructura y procedimientos de la empresa. La equidad de género en la organización interna.

• Nivel de impacto externo: hace referencia a la proyección de la equidad de género en los productos, servicios y en la política de comunicación externa de la organización. La equidad de género en la proyección exterior.

Incorporación de la perspectiva de género en las empresas por etapas:

• La creación: incorporar la perspectiva de género desde el momento mismo de la creación de la empresa implica revisar varias cuestiones relacionadas con los estereotipos de género. El diseño de los lugares de trabajo, la organización de la estructura empresarial y la concepción de los objetivos, la misión y el funcionamiento general de la empresa, deberán cuidar de no reproducir tales estereotipos.

• La gestión: la equidad de género en la empresa supone una organización del trabajo que posibilite a todas las personas empleadas alcanzar su máximo potencial y ser recompensadas por ello justamente, sin discriminación de ningún tipo, al tiempo que permita incorporar las medidas necesarias para facilitar la conciliación de la vida laboral con la vida personal o familiar.

• La evaluación: la implantación de un modelo de igualdad de género en la empresa supone un proceso de revisión y mejora continua de la organización, orientado a la consecución de los objetivos. En tal sentido, es recomendable utilizar herramientas de evaluación de estos procesos que permitan tener una idea clara acerca de la consecución de los objetivos propuestos respecto a la incorporación de la perspectiva de género.

Bibliografía empoderamiento económico de las mujeres:

DANE y ONUMUJERES (2020). Mujeres y hombres: brechas de género en Colombia. https://www.dane.gov.co/files/investigaciones/genero/ publicaciones/mujeres-y-hombre-brechas-de-genero-colombia-informe.pdf

Cooperación Española y PNUD (2014). Estudio Regional. Igualdad de Género en PYMES y Cooperativas.https://www.comunicarseweb.com/ sites/default/files/biblioteca/pdf//1413950250_doc_pymes.pdf

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