América, Issue #8, February 2020

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| CULTURE |

En Orlando suena una banda cargada de sabor:

Por Felipe Robayo

El sancocho musical colombo-boricuavenezolano que te pone a bailar con los aliños rítmicos del caribe, del trópico y del norte, con la sustancia armoniosa y metálica de la guitarra roquera y con las percusiones de los cueros afrocolombianos. Los Radicales Libres: Vibra El primero en encontrarse con la música fue Jorge. Su mamá cantaba en las tunas y le enseñó sus primeras notas. A los quince entró a Bellas Artes de Pereira, su tierra natal, donde aprendió boleros y cumbias entre otras músicas colombianas. A los dieciocho conoció a Metallica, Iron Maiden y Slayer y, como dice él: “Me metí al metal de lleno. ¡Metalerísimo!” Armó la banda Apocalipsis con su hermano y dos amigos más y cuando terminaron el High School dijeron “Vámonos para Estados unidos pa’ guerrearla.” Llegaron cuatro y el único que siguió con la música fue él: “Uno está acá o en California. Mi hermano es piloto. Y Francisco se hizo fisiculturista y se puso a trabajar fue bailándole a manes. Nunca más lo volví a ver. Se perdió…” Jorge comenzó a tocar en varias bandas locales de New Jersey y con una estuvieron en un concurso para abrirle a Rage Against The Machine. Estaban entre los diez finalistas, pero el vocalista no se presentó y perdieron la oportunidad de abrirle a la banda de Los Ángeles. “Y nosotros, nunca más en la vida lo llamamos y a ese man se lo tragó la tierra. Nunca más, nunca nadie supo más 8 | América Magazine | February 2020 | www.somosamericamag.com

de él. Lo más de raro,” dice Jorge. En el 2002, Jorge viajó a Florida y tocó en una iglesia católica de Deltona hasta el 2003, donde conoció a un cantante puertorriqueño talentoso, pero su relación musical duró poco. Se conectó con la escena de Orlando y comenzó a tocar con diferentes bandas locales en diferentes bares. Jorge dice: “Eso tocaba con unos viejas guardias, parce, una cantidad de gente por ai: Matoño el percusionista, Julio González y Mario, José Rojo, Andrés, Gapcas, El viejo Peñas, Johnny que tocaba con David el dominicano en Parafernalia, Santiago el Gago con Cabala… ¡Imagínese! Hasta el 2012 que conocí a Juan Esteban.” Por su parte, Juan tuvo su primer encuentro con la música cuando su hermano decidió ponerle cuerdas a una guitarra que permanecía colgada en la pared de la casa. “Mi papá canta súper bonito. Mi hermano empezó a aprender a tocar con un librito. Como hermano menor, me antojé y me monté ahí a churunguiar con él.” El hermano compró una batería con el dinero del servicio militar y Juan quedó con la guitarra. Cantaron los Visconti, Julio Jaramillo y Vicente Fernández con el papá, pero los hermanos comenzaron a abrir su propio camino. Encontraron otro guitarrista y Juan simuló el bajo con un micrófono metido en el orificio de la guitarra. Comenzaron con Caifanes, dice Juan, “Yo soy más calmadito, entonces yo era puro Caifanes, Soda Estéreo. Yo era Andrés Calamaro, Aterciopelados, como por ese lado, men. Nunca canté, pero manejaba el concierto. Tuvimos un cantante muy bueno que no se aprendía las canciones. Conseguimos una pelada que cantaba súper, pero no animaba… Parecía un velorio. La pelada se fue y mi hermano me dijo ‘Usted canta’. Contratamos bajista, cogí la guitarra y empecé a cantar.” Aquella banda de tropipop, El Zaguán, nació en Medellín en el 2009 y comenzó a crecer y hacer canciones propias. “La canción que le dedica uno a la noviecita, la canción que… Uy… Y empezamos a probar esos sabores de hacer la música propia y de esa pequeña fama de ‘¡Soy músico!’ A los 18 o 19 años, que la música te traiga niñas, es un gol. Y después de eso fue que vino el amor a la música. O sea, lo mío era la diversión, ver cómo me gorreaba una cervecita. Pero de ahí pa’llá la música me empezó a conectar.” El Zaguán entró en pausa en el 2010 por el desbandamiento debido a una oferta laboral en Chile al guitarrista, la partida del baterista a Bogotá y la citada de Juan con Ana en Londres para resurgir su amor de colegio. Juan rearmó El Zaguán en el 2011 en Londres después de recorrer la escena con un grupo vallenato. Se estaban dando a conocer y alcanzaron a tocar en cinco festivales, pero Ana, en el 2012, regresó a Orlando. Juan la siguió sin los músicos de El Zaguán, pero sí con la música. Así fue como el músico colombiano Juan Arango llegó a Orlando desde Londres en el 2012 para cumplir el sueño de estar al lado de su actual esposa, Ana Mesa. Y así como él siguió, sigue y seguirá a Ana a cualquier parte del mundo, la música lo acompaña a él. Al llegar a Orlando, Juan se tomó la libertad de continuar el proyecto debido a que él era uno de los compositores y líder del grupo. “Ya lo mío era la necesidad física de hacer música. Hay gente que necesita ir al gimnasio, hay gente que necesita hacer deporte. Yo necesito hacer música. Y llegué y me fui de bar en bar, a buscar pianistas, tecladistas, y… Me encontré a este man (Jorge) y me salvó la vida. Me dijo ‘Venga vamos allí a ensayar.’ Eso fue en el 2012. Nos conectamos con la música y arrancamos


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