soldemedianoche #7

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SOL DE MEDIAN CHE

july 2017 . No. 7 - ANCHORAGE, ALASKA

Bilingual edi t ion

Tráfico laboral, la esclavitud moderna Las barreras de lenguaje y el desafío de la integración social vuelven a los inmigrantes particularmente vulnerables

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Por Gabriela Olmos

arla vivía en la ciudad mexicana de Guadalajara. Recién había terminado la universidad y apenas había conseguido su primer empleo. Estaba tan mal pagada que no podía sobrevivir sin el apoyo de sus padres. Al ver su situación, un conocido de la familia le propuso un trato: le pagaría un boleto de avión y su estancia en Alaska, si Karla accedía a trabajar en su restaurante. También le ofreció un salario que ella no supo si era generoso o no, pues no conocía el costo de la vida en Alaska. Pero pensó que, como tenía el hospedaje garantizado, podría ahorrar una buena parte de ese dinero. Parecía un buen trato, así que aceptó. Días después Karla recibió su boleto de avión y se embarcó rumbo a Anchorage. Llevaba en su bolso el número telefónico de la persona que debía contactar y la dirección de una casa donde la hospedarían. Karla durmió allí dos noches. Era el puente de Memorial Day, así que no le pareció extraño que la casa estuviera desocupada y que la única señal que recibiera de su empleador fuera la llamada de un chofer que le pedía estar preparada porque la llevaría a Homer. Allí estaba el restaurante donde debía trabajar durante el verano. Los siguientes meses fueron complicados: Karla se integró al equipo de trabajo del restaurante y se instaló en la pequeña casa compartida que el empleador proveía para los trabajadores venidos de otras tierras. Era un sitio pequeño en el que podría vivir mientras ahorraba un poco. Pasó el primer mes y Karla no recibió un centavo de lo acordado. Le preguntó a su empleador por su dinero, y la respuesta fue que ella debía cubrir el costo del pasaje y pagar por su hospedaje, así que no había dinero que darle. Al contrario, ella aún le debía mucho, pues el boleto

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no era barato. Un par de meses después, Karla recibió su primer pago. Mientras tanto, además de cubrir su turno en el restaurante, tuvo que emplearse limpiando casas para cubrir sus gastos. Al final del verano, después de algunas complicaciones más, regresó a su país con algo de dinero en su bolsa. Ésta es la historia de Karla, aunque cambiamos su nombre por razones de seguridad. Ahora ella está a salvo de vuelta en Guadalajara. Tuvo suerte, pues muchas de las historias que comienzan así desembocan en tráfico laboral, definido por el Trafficking Victim Protection Act de 2000 como “el reclutamiento, alojamiento, transporte, provisión u obtención de trabajo o servicios de una persona, por medio del uso de la fuerza, de fraude o de coerción con el propósito de servidumbre involuntaria, peonaje, trabajo por deudas o esclavitud”. La IOM (International Organization for Migration), agencia de la Organización de las Naciones Unidas, explica que los inmigrantes son particularmente vulnerables al tráfico laboral por “las barreras del idioma, el reto de la integración social, y los empleadores, patrones y proveedores de servicios sin escrúpulos que sacan provecho del limitado conocimiento que tienen los inmigrantes sobre las condiciones locales y de su reducido poder de negociación. Muchos inmigrantes son incapaces de acceder a los servicios públicos o al sistema de justicia, o no quieren hacerlo, aunque tengan derecho a ello”. Por lo regular, el tráfico laboral se da cuando alguien “controla el sustento de una persona; es decir, el dinero y el techo bajo el que vive”, porque así se vuelve sencillo para el empleador “ejercer presión sobre estos puntos para controlar sus vidas”, explicó Jeremy Applegate, investigador de horas y salarios del Department of Labor and Workforce Development, durante un foro sobre el tema en Covenant House el pasado 10 de mayo. El investigador añadió que “en general los casos remitidos al Departamento del Trabajo corresponden a gente cuyo idioma principal no es el inglés”. Y agregó que esto sucede porque los inmigrantes “a veces no tienen la habilidad para

¿Puedo solicitar asilo en los Estados Unidos? Can I file for asylum in the USA?

» Panel del mural Lo que ves no es lo que soy. » Panel from the mural What you see is not who I am.

© ArtWorks for Freedom

Labor trafficking, modern slavery Language barriers and challenges of social integration make immigrants particularly vulnerable

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By Gabriela Olmos

arla lived in the Mexican city of Guadalajara. She had just finished college and landed her first job. It paid so poorly that she could not survive without the support of her parents. Seeing her situation a family friend made her a deal: he would pay for a plane ticket and housing in Alaska if Karla agreed to work in his restaurant. He offered her a salary that might have been generous, or perhaps not. Karla could not tell because she did not know the cost of living in Alaska. But she thought that since her accommodations were guaranteed, she could save a good part of the money. That seemed like a good deal, so she agreed. Days later, Karla received her plane ticket and flew to Anchorage. She carried in her purse the telephone number of a person she should contact and the address of a house where she could stay. Karla slept there two nights. She arrived on the Memorial Day weekend,

11 Diabetes

¡Deja de comer lo que mata! Stop eating what kills you!

so she did not find it strange that the house was unoccupied and that the only word from her employer was a driver who told her to prepare for a trip to Homer. There was the restaurant in which she would work through the summer. The following months were complicated for Karla. She joined the restaurant staff and settled in at a shared house where the employer hosted his foreign employees. The place was a bit small, but she could live there while saving some money, or so she hoped. A month passed by and Karla did not receive a penny of the wages she had been promised. When she asked her employer for her money, she was told she had to pay back the price of the ticket and cover the cost of her accommodations, so there was no money to give her. On the contrary, she still owed him a lot, since the ticket was not cheap. More months went by before Karla received the first payment. And meanwhile, in addition to working in the restaurant, she also had to clean houses to cover her expenses. By the end of the summer and after a few more unforeseen complications, Karla returned to her country with some money in her bag. This is the story of Karla, although we have changed her name for security

17 Jozef Pawlikowski

Su canto por la naturaleza His song of nature


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