Hoja parroquial Arquidiócesis de Guadalajara, A.R.
N.º 47 • XXXIII Domingo Ordinario, Ciclo B • 18 de Noviembre de 2012
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Prevenir los tiempos difíciles
ablar de los últimos tiempos, del final de las cosas, del final del hombre y su universo, no es fácil; tampoco se pretende infundir terror, no se trata de asustar infantilmente a los de corazón sencillo... Se acerca el final del año litúrgico, y las Lecturas de este domingo hablarán, por lo tanto, de los últimos tiempos. Son una provocación a ser cautos y previsores en las cosas que de veras importan para nuestro bien. Es poner espacio para la reflexión, la oración y las buenas obras, para recomponer nuestra paz con Dios. Todo el libro de Daniel, del que hoy leemos un trozo, es un llamado a la esperanza, ¡y cuánto la necesitamos en las circunstancias actuales! Los días de tribulación y las cosas que puedan pasar en aquellos días cargados de sombras, ¡pueden prevenirse! Nos lo dice el Evangelio de Marcos con mucha sencillez y facilidad, basta con mirar a la naturaleza para saber que el tiempo cambia, y que hay que tomar las precauciones necesarias. Cada acontecimiento importante de la vida tiene sus signos para prevenirnos: decía una conseja antigua: “La primer cana para revisar el programa”. Las Lecturas nos arriman a la Fe «Aquellos serán tiempos difíciles... surgirá Miguel y se salvará tu pueblo, los que descansan en el polvo se despertarán, unos para la vida eterna y otros para la vergüenza»: el pasaje de Daniel anuncia la intervención de
Dios a favor de sus fieles a través de Miguel, el ángel encargado de proteger a su pueblo. ¡Que no nos invada el pánico, pero tampoco seamos indolentes ante los avisos de la vida!, con la seguridad de que Dios siempre está a nuestro favor y nos pone los remedios necesarios al alcance. Distintas formas de rezar La oración es la fuerza fundamental para el cristiano en los tiempos malos, pero por supuesto que también en los buenos. Se trata de no ser apáticos para saber escrutar nuestra vida y salir adelante con las prevenciones necesarias. ¡Que nos salga desde el corazón la aclamación a Dios diciendo: “Protégeme, Dios mío, que me refugio en ti”!, como nos invita el Salmo 15 de la liturgia de este domingo.
¿Cómo nos salva Jesús? Hay muchos sacrificios –como nos dirá la Carta a los Hebreos– que no sirven de mucho, sólo son paliativos, consuelos pasajeros; pero habrá un sólo Sacrifico, el de Cristo, que lo resuelve todo. Donde se da el perdón por Jesucristo, ya no se necesita hacer ninguna otra cosa por el pecado; pero habrá que buscarlo con el corazón y poner congruencia en nuestra vida para que ese perdón llegue de verdad. El Evangelio, por su parte, abona de manera muy sencilla y sustancial para afrontar estos tiempos. Nuestra tarea es estar alertas para no ser sorprendidos; viene la última manifestación de Dios en nuestra vida. Habrá que aprender de la higuera que, al verla cambiar, reconocemos que el tiempo también está cambiando. Es tiempo de tomar prevenciones, buscar las mejores actitudes para la vida. 1