Arquidiócesis de Guadalajara, A.R.
N.º 44 • XXXI DOMINGO ORDINARIO, Ciclo C
3 de Noviembre de 2019
Fundada el 4 de junio de 1930. Registro postal: IM14-0019, impresos depositados por sus editores o agentes. INDA-04-2007-103013575500-106
Respuesta
espontánea y alegre.
Z
aqueo era jefe de recaudadores de impuestos, que se enriquecían cobrando impuestos para el imperio romano. Su gran riqueza se debía a que los romanos permitían que los recaudadores cobraran un plus, con tal de que entregaran para el Imperio la suma que ellos les reclamaban. Y al ser jefe de recaudadores, Zaqueo tenía más posibilidades de acumular dinero.
“Bájate, porque hoy tengo que hospedarme en tu casa”
Llama la atención ver a un hombre rico trepado a un árbol. Pero la baja estatura se lo exigía. Y quizá esa mis-
ma estatura lo había llevado a acumular bienes para compensar su complejo de inferioridad. Zaqueo quería ver a Jesús, y su interés lo lleva a subirse al árbol sin sentir vergüenza. Hay que advertir que su actitud contrasta con la de los fariseos, que no tenían interés en ver a Jesús o escucharlo, sino simplemente en hacerlo desaparecer. Y la apertura de Zaqueo, que había sido tocado en su lado bueno por el atractivo de Jesús, le permitió encontrar a Jesús no como un enemigo peligroso, sino como un verdadero liberador. Jesús se dirige a Zaqueo reconociendo su candidez interior, ese resquicio respectivo de su corazón, e invitándolo a bajar rápidamente. Y la reacción de Zaqueo fue inmediata y feliz, espontánea y alegre.
“He venido a buscar y a salvar lo que estaba perdido”.
Que Jesús lo mirara, se acercara exclusivamente a él y se hospedara en su casa, fue para Zaqueo lo que él necesitaba para superar su apego al dinero. El modo como Jesús lo trató bastó para hacerle descubrir su propio valor y no dejarse ya dominar por el afán desenfrenado de dinero. La respuesta de Zaqueo al amor de Jesús fue devolver cuatro veces más e ir más allá de lo exigido por la Ley repartiendo la mitad de sus bienes. Jesús no le pide nada más, no le exige el desprendimiento total que era propio de un llamado especial. La respuesta de Zaqueo bastaba para mostrar que a su corazón había llegado la salvación. Señor, tú que conoces nuestras miserias y dificultades para cambiar, te pedimos toques esa parte buena que hay en nosotros para vencer nuestros apegos y lleguemos a la conversión.
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