Arquidiócesis de Guadalajara, A.R.
N.º 40 • XXVII DOMINGO ORDINARIO, Ciclo C
6 de Octubre de 2019
Fundada el 4 de junio de 1930. Registro postal: IM14-0019, impresos depositados por sus editores o agentes. INDA-04-2007-103013575500-106
¿Dónde está nuestra Fe?
¿
Dónde está? Porque si estuviera ahí -aunque fuera tan pequeña como un grano de mostaza-, conoceríamos a Dios presente en los acontecimientos de nuestra vida, en todos: tristes o alegres, adversos o favorables. Si estuviera ahí nuestra Fe -como una semilla de mostaza- comprenderíamos que, aunque la visión sea por ahora todavía lejana, viene corriendo y no fallará, sin falta tendrá que llegar, y viviríamos de esa visión, viviríamos de la Fe y viviríamos por nuestra Fe. ¿Dónde está nuestra Fe? Porque si estuviera ahí -aunque fuera tan pequeña como una semilla de mostaza-, ya habríamos arrancado de raíz los árboles, trasladado los montes y allanado todos los obstáculos que dividen y separan a los hombres: odios, injusticias, segregaciones raciales, barreras religiosas… Si estuviera ahí nuestra Fe -tan pequeña siquiera como un grano de mostaza-, no nos negaría-
mos al trabajo y al servicio, y de corazón diríamos al término de cada jornada, y después de cada jornada sin término, y la final de la última jornada: “no somos más que siervos, solo hemos hecho lo que teníamos que hacer”. Porque la Fe, que en principio es don de Dios, maravilloso, no es de ninguna manera donación de un espíritu de temor, sino de fortaleza, de amor y de prudencia. Si nuestra Fe estuviera ahí -aunque fuera tan pequeña como un grano de mostaza-, no nos avergonzaríamos de dar testimonio de nuestro Señor y de su verdad, sino que, sostenidos por la fuerza de Dios, compartiríamos con Jesús y con los hermanos los sufrimientos por el Evangelio. Si estuviera ahí nuestra Fe, no nos daría miedo el viento, ni la tempestad, ni las olas, ni el sueño de Jesús, porque seríamos capaces de caminar sobre las aguas, de someter a los demonios, de iluminar la oscuridad de nuestro mundo.
1