Hojita Parroquial #39 27 de septiembre 2020

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Arquidiócesis de Guadalajara, A.R.

N.º 39 • XXVI DOMINGO ORDINARIO, Ciclo A

27 de Septiembre de 2020

Fundada el 4 de junio de 1930. Registro postal: IM14-0019, impresos depositados por sus editores o agentes. INDA-04-2007-103013575500-106

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La voluntad del Padre

n el Evangelio de hoy, Jesús nos presenta la parábola del padre que ordena a sus hijos que vayan al trabajo: uno dice que sí, pero no va; otro dice que no, pero luego sí va. Con esta parábola Jesús nos habla de la voluntad de su Padre como voluntad de salvación para todos. Jesús nos enseñó a pedir en nuestra oración al Padre: “Hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo”. Nos

dijo también: “El que cumple la voluntad de mi Padre del cielo, ése es mi hermano, mi hermana y mi madre”. Jesús nos enseñó que la voluntad del Padre es algo muy importante, que tiene mucho que ver con nuestra salvación y con nuestra felicidad. Primero sí y luego no En la parábola, Jesús se refiere a sacerdotes y ancianos del pueblo que con la boca y en la apariencia decían que sí, pero con su vida y su práctica contradecían lo que con la boca decían y la apariencia simulaban. Se refiere Jesús a todos los hombres -a los cristianos principalmente- que ahora hablen y actúen como lo hacían los ancianos y los sacerdotes del tiempo de Jesús. Primero no, luego sí De ellos se sirve Dios. De los que primero dijeron que no querían ir al trabajo, y luego se arrepintieron y dijeron que siempre sí, y fueron. Muchos son los hombres y las mujeres que luego de un contundente no, dan un valiente sí, o de un indeciso y poco comprometedor ya veremos, han cambiado su primera decisión -o indecisión- en un último y definitivo sí, con el que han borrado sus primeros extravíos, convirtiéndolos en arrepentimiento y en amor de Dios. Mejor como Jesús Lo mejor sería que procuráramos ser como Jesús, que tuviéramos sus mismos sentimientos. Que no fuéramos primero no y luego sí, ni -mucho menos- primero sí y luego no, sino siempre sí. Jesús, según nos dice la Escritura, es el “Amén” del Padre: el Hijo que con palabra, corazón y vida siempre dice sí a la voluntad de Dios, según las palabras del salmo que a Él se aplican: “Aquí estoy para hacer tu voluntad”.

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