N.º 49 • II D O M I N G O
DE
ADVIENTO / CICLO A
• 4 de Diciembre de 2016 •
Preparen el Camino del SEÑOR
E
n las lecturas que acabamos de escuchar, hoy domingo, resuena, ante todo, una buena noticia que nos llena de esperanza. El Adviento no es un tiempo triste. No insiste en la penitencia acentuando el pecado. Es la preparación a una fiesta, y nos invita a gozar ya, de esa fiesta: la llegada de Dios hecho Hombre a nuestra historia. El profeta Isaías ha empleado una imagen muy expresiva: de un tronco viejo que parecía seco -el tronco de Israel- brotará un renuevo, una rama nueva, llena de vigor. Es el Mesías, el Enviado de Dios. Sobre él descenderá el Espíritu de Dios con todos sus dones. Y vendrá a nuestra historia para defender a los pobres, para hacer que reine la paz y la justicia entre todos. San Juan el Bautista ha hecho oír de nuevo su voz: "está cerca el Reino de Dios... Yo os bautizo con agua, pero el que viene detrás de mí os bautizará con Espíritu Santo y fuego". Es bueno que alguien nos anuncie buenas noticias y que las escuchemos con gusto nosotros, los cristianos. Nos hace falta que alguien nos infunda un poco de optimismo y alegría, en medio de un mundo que parece aportar sólo malas noticias, en medio de una historia, la particular de cada uno, que no siempre es muy gloriosa y esperanzada. Otros muchos están atareados preparando los aspectos materiales de la Navidad. Nosotros, los cristianos, damos, sobre todo, importancia al misterio que vamos a celebrar: la gran noticia de que Dios se ha hecho uno de nosotros, que se ha acercado a nuestra vida para siempre. Pero esta buena noticia es comprometedora. No hay nada más exigente que el amor y la amistad.
La buena noticia que acabamos de escuchar nos presenta un programa lleno de dinamismo. La primera consecuencia que Juan el Bautista nos ha invitado a sacar de su anuncio de la cercanía del Reino es esta: "convertíos", "preparad el camino del Señor, allanad sus senderos". No hace falta que seamos unos grandes pecadores. A todos nosotros, desde nuestra existencia concreta, se nos pide que en vísperas de la Navidad, para poder celebrar bien la venida de Cristo Jesús a nuestra existencia, nos convirtamos a Él, que reorientemos nuestra vida.
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