N.º 45 • XXXII Domingo Ordinario, Ciclo B • 11 de Noviembre de 2018 •
No se agotará el pan
E
l pan de cada día es una de las preocupaciones en la naturaleza humana. Tarea que nunca se acaba y que va marcando las posibilidades, las zozobras... y por supuesto que agiliza la mente para buscar el remedio adecuado a esta necesidad de primer orden. Las lecturas de este domingo nos quieren llevar, ciertamente a hacernos responsables, pero también a saber invocar y confiar en Dios, Señor de la vida y de la muerte. Generosidad y confianza El texto que hoy escuchamos habla de una mujer que estaba a la orilla de la pobreza y que cocinaba su último recurso porque ya no tenía más. Es aquí donde la Misericordia de Dios se hace presente en el anuncio del profeta: "La orza de harina no se vaciará, la alcuza de aceite no se agotará, hasta el día en que el Señor envíe la lluvia sobre la tierra". Dios entrega su propia vida Dios mismo nos ha entregado su propia vida para ofrecernos la salvación a todos, si nos da lo mejor, no escati-
mará las cosas menores, como es la comida y distintos satisfactores que alcanzamos en la vida de familias. “Cristo se ha ofrecido una sola vez para quitar los pecados de todos”. Esta es la máxima expresión de su amor. Nos absuelve de nuestras culpas para que sepamos aspirar a estar con Él. Esta mujer ha echado más que todos Cuando nosotros confiamos en Dios, Él nunca se quedará corto para ofrecernos su amor, su misericor-
dia; su entrega total. Hay, por desgracia gente que religiosamente hablando hace mucho, o mejor dicho, presume que hace. Pero cuando se trata de ejercer la caridad se olvidan de toda religión. La presencia de Dios en nuestras vidas es sobre todo a través del amor. Jesús es muy claro contra los que presumen, pero en vez de dar se aprovechan de todos para enriquecerse a costillas de los más vulnerables, de los más necesitados. De muchas formas nos recuerdan las Sagradas Escrituras que Él siempre saldrá en defensa del pobre. Dios que conoce nuestros corazones, sabe bien de nuestras intenciones por eso ante el óbolo de la viuda exclama: “Les aseguro que esa pobre viuda ha echado en el arca de las ofrendas más que nadie. Porque los demás han echado de lo que les sobra, pero ésta, que pasa necesidad, ha echado todo lo que tenía para vivir". Dejemos que Dios se acerque a nuestros corazones y nos motive para ejercitar la caridad con los más necesitados. Esta es la tarea fundamental del creyente, ofrecer el amor de Dios a los demás.
1