N.º 43 • Domingo XXIX Ordinario / Ciclo A
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• 22 de Octubre de 2017 •
Domingo Mundial de las Misiones
oy celebramos el Domingo Mundial de las Misiones. Esta celebración nos recuerda que todos los hombres justos participan del plan de salvación de Dios y pueden colaborar en su realización; que el ser misionero debe nacer de la intensidad de la vida cristiana de cada iglesia local; y, que hoy, más que nunca, es necesaria una predicación de hechos, basada en los dones del Espíritu Santo y con profunda convicción. Podríamos recordar hoy, aquello que nos dijo el Concilio en su Declaración sobre las religiones no cristianas: "La Iglesia católica no rechaza nada de aquello que hay de verdadero y de santo en otras religiones. Mira con sincero interés estos modos y estilos de vida, estas normas y doctrinas... que muchas veces incluyen un rayo de aquella Verdad que ilumina a todos los hombres". Cada iglesia debe anunciar a Jesucristo Pero inmediatamente el mismo Concilio dice: "No obstante, la Iglesia anuncia y tiene el deber de anunciar a Jesucristo, incesantemente, a Él que es el camino, la verdad y la vida. En Él todos los hombres hallan la plenitud de la vida; en Él, Dios ha reconciliado todas las cosas". Es el DEBER MISIONERO; es el imperativo evangelizador, que todos los cristianos debemos hacer nuestro, en todo lugar y momento, según la palabra de Pablo: "¡Ay de mí si no evangelizare!". Aquel compromiso que DEBE ASUMIR TODA COMUNIDAD CRISTIANA. Para hacerlo realidad donde cada una
de ellas vive y, al mismo tiempo, ayudar a las demás, con espíritu fraterno y de mutua comunión. Lo hemos leído en la segunda lectura, al recordar aquella floreciente comunidad cristiana de Tesalónica, de la que Timoteo comunica a Pablo tan buenas noticias, que el corazón del Apóstol se alegra y da gracias a Dios porque "por la actividad de vuestra fe, el esfuerzo de vuestro amor y el aguante de vuestra esperanza" se ha convertido en modelo para todos los creyentes de las regiones vecinas. Este año, el lema para la celebración del DOMUND es: “Sé valiente, la Misión te espera”. “Sé valiente”. El papa Francisco invita continuamente a tener el valor de retomar la audacia del Evangelio. Coraje y valentía para salir de nosotros mismos, para resistir la tentación de la incredulidad, para entregarnos a los demás y por el Reino, para soñar con llegar al más apartado rincón de la Tierra. Es la hora de tener valor para tomar parte en la actividad misionera de la Iglesia. “La misión te espera”. Hasta el último confín, sin límites ni fronteras. Todos estamos llamados a la misión. El anuncio del Evangelio se ha transformado en una necesidad del creyente: es como la respiración. La mayoría de los bautizados viven la misión en el lugar donde habitan, algunos son enviados por la Iglesia a otros ámbitos geográficos; pero todos sienten la necesidad de transformar su existencia en un compromiso misionero.
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