N.º 42 • DOMINGO XXIX ORDINARIO, CICLO B
• 18 de Octubre de 2015 •
DIOS carga con los crímenes de todos
H
oy miramos a algunos de los discípulos de Jesús como haciendo politiquería a espaldas de Jesús, con el fin de alcanzar algún buen puesto... Nada más contrario al pensamiento del Señor Jesús. La vida de quienes creemos en Jesús, no tiene como meta saber muchas oraciones, estudiar todo el catecismo, leer y leer una y otra vez la Biblia, o incluso escalar puestos para estar arriba de otros. Nuestra tarea es llegar con actitud convencida a un modelo de conducta diferente. No se trata de especializarnos en doctrinas, hablar de memoria de la Biblia, saber el nombre de muchos santos e historia de la Iglesia; todo eso es bueno y recomendable, pero el meollo del cristianismo es muy sencillo y a la vez complicado, se trata de centrar la propia vida sobre la base del amor-servicio. «El que quiera ser el mayor, hágase servidor de todos». Jesús lo subraya porque se da cuenta de que sus discípulos, sus allegados, no disimulan sus pretensiones politiqueras. Pagar por crímenes ajenos El profeta Isaías entra a considerar un tema que saca chispas en la Biblia; es cierto que... “el Justo paga por el pecador”. La muestra la da el mismo Dios. Entrega su vida para cargar con los crímenes de otros. Es un tema que se hace complicado entenderlo y todavía más, cuando se nos exhorta a vivir de la misma manera.
Él ha pagado por nuestros delitos Tenemos Alguien grande que es nuestro intercesor: «...acerquémonos con seguridad al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y encontrar gracia que nos auxilie oportunamente». Hay en el mundo gente que se siente sin perdón porque ha cometido atrocidades; hay otros, por el contrario, que actuando de mala manera, siguen haciendo daño sin importarles. Cierto que Jesús ha venido a entregar su vida para darla en rescate por muchos. ¿Quiénes son esos muchos? Pudiéramos decir que prácticamente todos; menos los que se resistan. Dios perdona a todos los que se arrepienten sinceramente y quieren ser perdonados. Los caminos de Dios y los caminos nuestros Podemos decir con seguridad que la única tarea de Dios es ofrecer su misericordia. Sus discípulos, algunas veces, no lo entendieron. Cuando Él habla de ser entregado para la salvación de todos, los discípulos discuten sus acomodos para ocupar buenos puestos en el Reino. Es cuando Jesús los ataja: «¿Pueden beber el cáliz que yo he de beber?». Ellos aseguran que sí... Él les da seguridad y los acompaña con su autoridad. Los discípulos tendrán que ir contracorriente de los poderosos que se sirven de la fuerza; la norma de conducta para los seguidores de Jesús será hacerse servidores de todos.
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